Nota
periodística del 17 de marzo de 2017.
“Vivimos en una sociedad donde
se quiere todo ya y las cosas llevan tiempo”
El reconocido psicólogo Gabriel Cartaña llega este sábado a Rosario para
brindar un encuentro abierto al público. Cambios, emociones y claves para
lograr la superación personal en esta entrevista exclusiva con Conclusión.
Por Ariana Robles
Sin dudas, la mente
funciona las veinticuatro horas y la calidad de los pensamientos determina la
calidad de la forma de vivir. “Somos lo que hacemos con lo que han hecho con
nosotros”, esta es una de las ideas que Gabriel Cartaña pretende desandar para
que la gente logre entender el dolor, las emociones o el por qué de su
personalidad.
Cartaña cree
importante que las personas se encuentren consigo mismas, para descubrirse y
conocer más sobre los pensamientos, emociones, sus límites y los dilemas éticos
y morales que surgen cotidianamente.
Con palabras
siempre precisas y buscando la metáfora adecuada para ejemplificar alguna
situación, el licenciado Gabriel Cartaña, psicólogo orientado en el enfoque
humanista y hoy panelista del reality “Despedida de Solteros”, que se emite por
Telefe, llega a la ciudad este sábado para brindar un encuentro único de tres
horas de charla increíble en San Lorenzo 1055 de 10.30 a 13.30.
Conclusión
pudo dialogar con él, quien analizó y reflexionó sobre la forma en la cual
los seres humanos nos relacionamos e intentamos ser felices.
—Llegás
a Rosario con la idea de ayudar a las personas a encontrarse consigo mismas y a
descubrirse a través de varios disparadores, uno de ellos es ¿por qué somos
como somos?
—Mirá, en estos
momentos en el mundo hay 7.000 millones de personas y lo que se sabe de manera
certera es que no hay ni ha habido absolutamente dos personas con nuestra misma
personalidad, ni siquiera las huellas dactilares son tan únicas. Ahora, uno
podría pensar si hay tantas personalidades como personas significa que las
variables que influyen en que seamos como seamos, son infinitas y en
realidad, son solo tres. La primera es la biológica, lo heredado. Cada uno es
producto de una cruza genética entre su madre y su padre, y eso ha
determinado que tengamos determinada altura, color de ojos y hasta una
predisposición de temperamento. La segunda variable es la cultural. Muchos de
nosotros somos producto de haber nacido en Argentina; si hubiésemos nacido 150
años antes donde la cultura era distinta, seguramente nuestra personalidad
sería diferente. En cambio, si alguien hubiese nacido en el mismo año que
nosotros, pero en Nepal, tendría una cultura distinta. La tercera variable son
las experiencias personales, todo lo que nos ocurrió a lo largo de los años. De
esta forma, la confluencia de estas tres variables concluyen en lo que es cada
uno. Hubo un gran escritor, Almafuerte, quien decía que “somos lo que han hecho
con nosotros”, ¿quiénes? Nuestros padres, la cultura, las experiencias
personales. Sin embargo, el filósofo francés Jean Paul Sartre dijo que “somos
lo que hacemos con lo que han hecho con nosotros”. Ahí está el desafío: “No es
que es lo que soy” sino “que es lo que hago con lo que soy”.
—Y
en este “qué hago con lo que soy” que planteás, ¿cuánto influyen las emociones?
—Nuestra
conducta y nuestra personalidad es el resultado de lo que pienso, siento, digo
y hago habitualmente, entendiendo como una parte interna de mi conducta lo que
siento y pienso y una parte externa que es lo que digo y hago. Entonces
si yo voy por la vida teniendo siempre una conducta externa que sea coincidente
con la conducta interna muchas veces voy a hacer lo inadecuado y además me va a
llevar a lugares inadecuados. El tema es percibir cuando debo aplicar lo que
siento y cuando debo callar lo que siento.
—¿Y cómo
nos damos cuenta de eso?
—Aprendiendo a
ver qué es lo correspondiente en cada caso. La mayoría de las personas confluye
en un dilema entre lo que quieren y lo que deben, entonces se pasa la mitad de
la vida haciendo lo que deben y la otra mitad lo que quieren, y resulta que ni
lo que quieren ni deben es pertinente porque lo tienen que hacer es lo que
necesitan. A partir de ponerte en contacto con tus propias necesidades de
acuerdo al momento que vivas, vas cubriendo esas necesidades y en el camino vas
haciendo lo que debes y lo que querés.
—Querer
modificar algo que no nos gusta o que a veces sentimos que se nos va de las
manos, ¿realmente se puede?
—El problema del
cambio es que muchas veces nos proponemos cambios y terminamos en el mismo
lugar de partida, eso es porque hay dos conceptos: el cambio 1 y el cambio
2. El cambio 1 es el cambio de apariencia, el cambio que parece que estoy
cambiando pero no estoy yendo a ningún lado y el cambio 2 es el cambio de
verdad, el cambio profundo, el que me ubica en un lugar distinto. La diferencia
entre el cambio 1 y el cambio 2 la podemos saber a la distancia. Cuando el
cambio no se produjo es porque era un cambio 1, ¿ahora cómo hacemos para
saberlo? El cambio 1 es exactamente igual al 2 pero sin costo, cuando yo quiero
cambiar algo pero no quiero pagar el costo voy directo al fracaso. Entonces lo
primero que hay que hacer cuando queremos cambiar algo es pensar cuál es el
costo de ese cambio.
—Formás
parte de un reality de parejas, donde se pregona el amor y las ganas de
casarse, ¿por qué creés que hoy a las personas les cuesta tanto formar una
pareja?
—Si una persona
soltera se pone en pareja, de novio, luego se casa o lo que fuere, cambia de
estado y se produce un cambio. Todo cambio, tiene un mismo elemento en común:
lleva tiempo. El problema es que vivimos en una sociedad donde todo es
inmediato y lo queremos ya, entonces yo quiero una pareja buena y consolidada,
pero no espero el tiempo para que se construya. En este sentido, nos
encontramos con parejas que llevan 3 o 4 meses saliendo, todavía no se han
terminado de conocer, y ya se quieren casar. En el reality hay parejas
que no tienen ni un año juntas pero quieren los beneficios que les otorga el
programa para casarse. Creo que entre los participantes han convivido más con
los otros participantes que con su propia pareja, entonces ese es el problema
en la actualidad, queremos todo ya, y las cosas llevan su tiempo.
—Y en
ese “querer todo ya”, ¿cuánto influye la falta de tolerancia ante las cosas?
—Nada es bueno
ni malo, sino diferente. En la época actual, hay cosas que son más ventajosas
que en épocas pasadas. Siempre escuchamos que nuestros abuelos pasaron muchos
años juntos y que ahora la gente se divorcia, pero también es cierto que hoy
más permisos porque ya no es hasta que la muerte nos separe sino hasta que el
amor se termine, y está muy bien que sea así porque nadie tiene que seguir
junto a alguien cuando ya no lo ama. De todas formas eso presenta un riesgo
porque ante el esfuerzo que hay que hacer frente a las dificultades propias de
una convivencia, crisis o problema, la gente cree que es más fácil buscar a
otra pareja y es así como se terminan abandonando situaciones.
“Todo cambio, tiene un mismo elemento en común: lleva
tiempo”
—¿Por
qué crees a la gente le cuesta comprometerse?
—Porque la gente
cree que el compromiso tiene que ver con el afecto. Muchas veces creemos que
tiene que ver con decirse a uno mismo o decirle al otro que lo vamos a seguir
amando por los próximos diez años, y ese es un compromiso totalmente absurdo,
porque no sé si dentro de un año voy a amar a mi mujer. Comprometerse
tiene que ver con el hoy, comprometerse a hacer las cosas lo mejor posible para
que dentro de un año o diez la siga amando, sin embargo puede que aún haciendo
las cosas bien eso no pase. Dentro de 10 años uno se convierte en otra persona
y por eso no puede comprometer a otro porque no sabés si vas a sentir o vas a
querer sentir determinada cosa, porque estamos en constante cambio y en un año
o diez nos pasan cosas a nivel biológico, cultural y personal.
—¿Qué
mirada tenés sobre los vínculos construidos a través de las redes sociales?
—El problema de
las redes sociales es creer que lo ocurre allí es cierto. Lo que ocurre es solo
una pequeña parte de lo que pasa. Si yo creo realmente que tengo 700 seguidores
o 1000 amigos, estoy construyendo como real algo que no lo es. Las redes
sociales son un simple distractor, al vínculo necesitas tenerlo con la persona
y para que eso ocurra tenés que conocerla. A lo mejor las redes son una puerta
de entrada para conocer a alguien, pero eso no significa que sean un lugar
profundo de vínculos humanos.
“El problema de las redes sociales es creer que lo ocurre
allí es cierto”
—Con
este fenómeno de las redes sociales, ¿creés que muchas veces la gente las
utiliza como descarga y se esconde detrás de ellas para insultar o quitarse la
bronca frente a algo o alguien?
—A mí no me
preocupa tanto el insulto en las redes sociales sino cómo afecta ese insulto,
porque se le da tal importancia a determinadas cosas como si te las dijera tu
hijo, tu padre o tu abuelo. La gente cree que eso es cierto y lo cierto es
que no importa si lo que subo lo comparten o le ponen 10.000 likes. El problema
de todo esto es que subimos una frase o un comentario, para ver que vuelve: si
vuelven los me gusta, si vuelve el “sos un genio/a”; ya no importa lo que subo
porque me gusta sino para ver cuantos likes recupera. Todo esto también
constituye la autoestima y en este sentido, mucha gente va a tener una mayor o
menor estima en base a cuantos likes consigo.
—Si
tuvieses que definir a la sociedad argentina, ¿qué dirías?
—El gran desafío
de la gente que vive hoy en día es lo que llamaba Alvin Toffler como “el shock
del futuro”. El futuro llega más rápido a nosotros que el tiempo que nos cuesta
adaptarnos al presente, por eso cuando todavía no nos adaptamos ya llega
otra vez el futuro. Creo que en esta sociedad del vivir todo hoy, toda ya, en
ese placer superficial, van a sobrevivir siempre las personas que tengan la
mejor capacidad de adaptación.
Fuente Bibliográfica: Conclusión, espectáculos, 17-03-2017.