SOCIEDAD
Los lamentos de los comerciantes
brasileños por la escasa presencia de turistas de Argentina
El eclipse argentino en
Florianópolis
En el norte de
la isla, la merma es del 50 por ciento, pero en el sur llega al 70. Comercios y
restaurantes lucen semivacíos y sus dueños reconocen que esta temporada será
una ruina. En las playas, el español ya no predomina como otros años. Crónica
de las quejas brasileñas.
Por Roberto Villarruel
El mítico Bar
do Arante, uno de los restaurantes más emblemáticos de Florianópolis, sin
gente.
Imagen: Micaela
Gamallo
Desde
Florianópolis
Acaba de
terminar el eclipse de luna en la isla de Florianópolis, Santa Catarina,
Brasil. Como en todos los lugares del mundo, la fascinación por el fenómeno
astronómico es grande y reúne a muchas personas en la noche para verlo. Pero no
todos celebran.
“Hay eclipse de
argentinos”, dice el propietario de un bar en Armação, uno de los pueblos
costeros del sur más bonitos y uno de los preferidos por jóvenes
argentinos.
Uno de los
principales temas de conversación en esta temporada 2019 es la ausencia de
turistas argentinos, un problema que parece afectar a toda la isla pero que
impacta especialmente en las playas del sur.
En
Florianópolis, destino obligado de miles de veraneantes argentinos, existe
también desde hace muchos años una grieta: la del norte y el sur de la
isla.
El norte es el
lugar elegido por los sectores de alto poder adquisitivo tanto brasileños
como los “irmaos argentinos” que, literalmente, juegan de locales en
cada verano. Las playas del norte son el lugar “cool” de Floripa.
El sur de la
isla, por su parte, de difícil acceso, con una infraestructura mucho más humilde
que la del norte y pueblos que a veces apenas superan la categoría de aldea de
pescadores supo ser un destino elegido mayormente por los locales,
fundamentalmente por grupos familiares. En los últimos años, con el
incremento del consumo y del turismo en todo Brasil y especialmente con el
arribo de miles de argentinos, la zona fue creciendo y desarrollándose a un
ritmo vertiginoso.
Sin embargo, la
temporada 2019 encendió diferentes alertas que preocupan a propietarios y
comerciantes. “El boom de argentinos y la explosión de veraneantes al que
estamos acostumbramos este año no se vio. Muchos bares y restaurantes nuevos
que abrieron a la espera de la continuidad de esa tendencia están trabajando al
30 por ciento de su capacidad y los supermercados redujeron su oferta”, explica
Amaral, empresario textil de Santa Catarina, residente de Campeche, un
balneario de mar abierto y playas extensas, paraíso de surfistas.
La escasa
presencia de argentinos es notable en todas las playas y la queja se repite en
los supermercados, restaurantes y comercios de todo el sur en general. Los
lugareños estiman que en el norte de la isla hay un 50 por ciento menos de
argentinos que en las temporadas anteriores. En el sur, la baja ronda el 70 por
ciento. Lo que agrega dramatismo a la situación es que la merma no parece haber
sido cubierta por los veraneantes brasileños.
“En Navidad y
Año Nuevo tuvimos un boom de ocupación y actividad en toda la isla así que
supusimos que era el comienzo de una nueva época. El entusiasmo coincidía con
el cambio de gobierno en el país”, dice con gesto ampuloso uno de los agentes
inmobiliarios de Açores, el balneario más coqueto del extremo sur. “Tuvimos
menos del 50 por ciento de ocupación prevista. Tenemos muchos alquileres por
día, gente de áreas cercanas que viene a pasar un día de playa acá en el sur,
pero no alcanza a cubrir la expectativa”, agrega.
En Pantano do
Sul, un pueblo de pescadores bien al sur y un rincón retirado de habituales
grupos de argentinos, Dona Zenaide, antigua moradora del lugar, única mujer
pescadora de la zona y dueña del restaurante “Pedacinho do Céu” intenta una
explicación: “Yo estoy siempre muy atenta a las noticias de Argentina y sabía
de la crisis que viven allí así que estábamos preparados. Y la crisis acá en
Brasil afectó el poder adquisitivo así que los brasileños vienen pero no
gastan. Es un verano financieramente fraco (débil) con un clima cálido y una
temperatura del agua como hace mucho no tenemos. Una lástima”.
Cerca de allí se
encuentra el mítico Bar do Arante, un antiguo refugio de pescadores y hoy uno
de los restaurantes más emblemáticos de Floripa. El lugar fue parada obligada
de errantes aventureros y mochileros en la década del 60 que dejaban sus
mensajes en papelitos pegados en paredes y techos para amigos y compañeros de
ruta. Hoy la costumbre continúa en los turistas y parroquianos que suelen
llenar el restaurante. En uno de sus salones tapizados de mensajes está
Arantinho, uno de los gerentes e hijo del fundador del bar.
Arantinho, del
Bar do Arante.
Micaela Gamallo
“Este enero fue
muito ruim, horrível. Es el peor desde 1958, cuando mi padre fundó el bar”,
exclama categóricamente. “Acá en Santa Catarina dependemos mucho de los
argentinos en enero. El resto del año lo cubre el turismo brasileño y el
uruguayo en Pascua. Para que se dé una idea, nosotros teníamos de clientes tres
familias argentinas, de Baradero, que venían desde hace treinta años a Pantano
y ahora, por primera vez, se quedaron en casa. Para el sur, particularmente,
esto es una catástrofe, mucha gente vive el resto del año con lo que se ahorra
en enero”.
Efectivamente,
el turismo es el medio de subsistencia de gran parte de los pobladores del sur
y la baja de los visitantes argentinos golpea duramente sobre el ahorro, el
trabajo y la economía en general. “De diez mozos tuve que reducir a cinco y de
doce personas en la cocina a siete. Normalmente hacíamos pedidos de cien cajas
de cerveza y hoy estamos pidiendo cuarenta y tampoco está viniendo tanta gente
los fines de semana”, agrega Arantinho.
La crisis en
algunos casos modificó los hábitos sociales de las familias. “Nosotros venimos
hace más de diez años acá y formamos una comunidad que nos veíamos todos los
veranos. Nuestra hija de 12 años ya tenía su grupo de amigos y amigas con las
que pasaba las vacaciones, para nosotros era una tranquilidad. Este año solo
tiene una amiguita, los demás decidieron no venir. Es un cambio de veraneo para
todos”. Los que hablan son Marina y Roberto, sentados en sus reposeras en la
playa, visiblemente vacía, de Solidão.
La caída del
consumo, la baja ocupación y un panorama desalentador para febrero parecen ser
las marcas de este verano en Floripa que, paradójicamente, comenzó con grandes
expectativas y un clima excepcional.
“Y el panorama
no es para nada alentador, el gobierno no dice para qué vino, habló solo de
seguridad y de armas pero no sabemos cuál es el programa
económico, concluye Arantinho: como decimos en Brasil estamos perdidos no mato
e sem cachorro”.
Fuente: Diario Página 12, 28 de enero de 2019.