martes, 28 de febrero de 2017

Publicación Diario Página 12

Se cumple el centenario de la muerte de Pedro Bonifacio Palacios, Almafuerte
Un poeta popular y suburbano
Lejos de todo canon literario, supo expresar a los trabajadores de su tiempo, a hombres errantes y anónimos. Inmortalizó la frase “No te des por vencido, ni aun vencido” y fue reivindicado, en el siglo XX, por Ricardo Iorio, que le puso Almafuerte a su banda heavy.
Procede como Dios, que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...
Nació en la periferia de Buenos Aires, en un momento muy lejano: San Justo, 1854. Y eso era (es) ver el mundo desde otro lugar. Y más si se es poeta. Tipos como él, Pedro Bonifacio Palacios, Almafuerte, son un caso clave. Escribió en “¡Avanti!”, uno de sus poemas. “Si te postran diez veces, te levantas / otras diez, otras cien, otras quinientas / no han de ser tus caídas tan violentas / ni tampoco, por ley, han de ser tantas”. O ese otro, tan conocido, que insta a ser bravos por la libertad: “No te des por vencido, ni aun vencido / no te sientas esclavo, ni aún esclavo / trémulo de pavor, piénsate bravo / y arremete feroz, ya mal herido”. Versos intensos, versos de amor y de sangre, que también podrían trocar su sujeto y estar dedicados a una mujer, como los que forman la segunda parte de La Yapa: “Tengo celos del sol, porque te besa / con sus labios de luz y de calor / del jazmín tropical y del jilguero / que decoran y alegran tu balcón”. Si a la fina y aguerrida belleza de su pluma, se le agrega que, a casi un siglo de esas letras, un grupo de rock de sus pagos adoptó su apodo como bandera, el círculo cierra. Y bien. 
 Almafuerte, en clave de canción pesada, pinta la trascendencia popular y suburbana de Pedro B. “De muy pibe me encontré / con tu estatua una tarde / luego de eso comencé a leer tu nombre en muchas partes / colectivos, comercios, salones, bibliotecas populares, calles, barrios, pueblos, bares / y sentí en mi de vos saber / En San Justo escuché / a mis abuelos nombrarte / tuve suerte el día que a tus escritos llegué / Masticaste soledad / por no callar verdades / y contra la ignorancia guerreaste / sin títulos que te respalden”, canta Ricardo Iorio con voz de trueno y la ecuación da un monstruo que, en verdad, nunca estuvo de fiesta. Pedro Palacios “Almafuerte” fue precisamente eso, un monstruo divino que no estaba festejando, porque sabe que festejar, para los desamparados, dura poco. Que la fiesta eterna es la de cien familias, con sus propios poetas de elite. Y él, bueno, él ni título tenía. 
No entraba en ese target. Más bien, era poeta de obreros, tipos y tipas errantes y anónimas, de gente de suburbio, laburante, refractaria al tilingo medio. Gente que se había adelantado al aluvión zoológico, por una simple cuestión de época, padres o abuelos de quienes atravesarían el Riachuelo, casi en la mitad del siglo XX, para pedir por sus derechos. Es bueno recordarlo –o saberlo–hoy, martes 28 de febrero de 2017, porque se cumplen cien años redondos de su muerte. Había nacido como Pedro Bonifacio Palacios, en San Justo, el 13 de mayo de 1854, cuando Buenos Aires estaba separada de la Confederación Argentina. El parto fue en el seno de una familia que yacía en el subsuelo de la patria. Ese que aún no se había sublevado. Encima, su madre muere cuando él era un niño, y el padre lo abandona en manos de parientes cercanos. El fue poeta, claro. También periodista, bibliotecario, traductor y maestro. Pero lo primero que hizo, tal vez para sublimar tanto dolor, fue pintar. Luego sí, desencantado por un apoyo estatal que nunca llegó, empezó a ganarse el mango dando clases en colegios normales de su barriada. Y, tras ello, en escuelitas rurales donde llegó a ser director de una de ellas, en Chacabuco, y trabó contactos cercanos con los caudillos de pago adentro. También impartió saberes en Salto, en Mercedes, pero lo bajaron por no tener título habilitante, como dice la canción de la banda. 
 Otra versión dice que algunos de sus poemas eran severamente críticos para con el gobierno de la era: el de Domingo Faustino Sarmiento, y eso lo transformaba en carne de persecución, como Felipe Varela, Juan Saa, o Vicente “el Chacho” Peñaloza. Lo mismo le ocurrió a seis años de fin del siglo XIX, en una escuela de Trenque Lauquen, donde también vivió, también dio clases y también fue dado de baja, por sus polémicas. Tampoco accedió a cargos políticos que se le ofrecieron, ya en el siglo XX, para no entrar en contradicción con sus diatribas. Y, cuando finalmente pudo tener un final de vida manso por una pensión vitalicia que recibió del Congreso Nacional, murió. Fue en La Plata, un día como hoy pero hace cien años, y el tenía sesenta y dos. Murió, pero están sus dibujos, sus libros, ensayos y poemas, guardados y expuestos en su casa-museo platense. Tal vez ¡Molto piu avanti ancora!, sea el que mejor pinte la preexistencia de un ser genuino y visceral. “El mundo miserable es un estrado / donde todo es estólido y fingido / donde cada anfitrión guarda escondido / su verdadero ser, tras el tocado”. Una forma sutil de decir careta.
Por Cristian Vitale
Fuente: Diario Página 12 / Cultura y Espectáculo (28-02.2017)
https://www.pagina12.com.ar/22778-un-poeta-popular-y-suburbano

Pedro Bonifacio Palacios

En el Centenario de su fallecimiento
Bibliografía de Pedro Bonifacio Palacios: Nació en San Justo, provincia de Buenos Aires, Argentina, el 13 de mayo de 1854. “Almafuerte” es el pseudónimo que mayor popularidad alcanzó, se consideraba a sí mismo "el cantor de la chusma", aunque no fue el único que utilizó a lo largo de su vida, sobre todo, en la actividad periodística. Fue criado por parientes, ya que sufrió la muerte de su madre cuando él era aún pequeño y el abandono de su padre. La primera meta que se impuso fue la de destacarse en la pintura, pero no tuvo el éxito que esperaba; la beca oficial que solicitó para viajar a Europa le fue negada.
Por lo tanto, siguiendo su vocación y sin título oficial (habilitante), fue maestro rural tenía sólo 16 años cuando comenzó a dirigir una pequeña escuela en Chacabuco en donde, en 1884, tuvo la posibilidad de conocer a Domingo Faustino Sarmiento. Tiempo después, Almafuerte dejó esta ciudad para mudarse a La Plata: allí lo esperaba el diario "Buenos Aires" y, más tarde, la dirección del diario "El Pueblo". Su actividad periodística no fue demasiado extensa: sin embargo, desde ese lugar dio una intensa batalla y alentó a los jóvenes de la época, que más tarde participarían del movimiento revolucionario de los ´90. Durante dos años, desde 1894 hasta 1896 retomó sus actividades en la escuela de la localidad de Trenque Lauquen pero, por temas políticos, fue dejado cesante.
Almafuerte tuvo cinco hijos adoptivos, lo que marca un gran contraste entre la enorme generosidad que tenía para los demás y la pobreza en la que se vio sumergido casi toda su vida. Publicó sólo dos libros en toda su vida; más que suficiente para que su obra sea juzgada por personalidades de la talla de Jorge Luis Borges o Rubén Darío, entre otros.
Falleció a los 62 años, el 28 de febrero de 1917.
Sus Poesías:
¡Avanti!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentasse formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de su muerte!

¡Piu Avanti!
No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!
Monumento emplazado en la Plaza principal de San Justo.

domingo, 26 de febrero de 2017

Donación de libros de la Feria del Libro de Plaza Italia

Estimados Socios y Vecinos
Informamos que el sábado 25 de febrero concurrimos a la Feria del Libro de Plaza Italia, donde los feriantes libreros donaron una importante cantidad de libros para nuestra Biblioteca Popular Rotaria de Isidro Casanova, La Matanza.
Agradecimos este maravilloso gesto a través de una nota protocolar de la Institución.
Además queremos agradecer a la Señorita Mariana (feriante) que nos hizo entrega del material bibliográfico de parte de los feriantes, al señor Quique (vecino de Casanova y feriante) que nos ayudo a realizar el vinculo con la feria, al señor Alfredo (vecino) que nos ayudo con su vehículo para ir hasta Palermo (CABA), para traer los libros hasta la biblioteca, y a los señores Hugo y Alberto miembros de la Comisión Directiva para poder realizar la tarea.
Ahora a seguir trabajando con nuestro slogan que es “La Cultura Forja a los Pueblos”, y sigamos por el camino de acompañar los programas de aprendizaje de las Escuelas y lectura a los vecinos de nuestro Pueblo.
Muchas gracias a todos.
Subcomisión de Prensa y difusión.
(Algunas imágenes de la donación de libros, de la Feria y Nota de agradecimiento).






sábado, 25 de febrero de 2017

Publicación del Periódico Casanova Hoy "Preocupación por el Metro Bus"

Informamos a los socios y vecinos
La publicación del Periódico Casanova Hoy, del mes de febrero de 2017, con nota de tapa “Preocupación por el Metro Bus” y en su interior en las páginas Nº 2, Nº 3 y Nº 4 “Reclamo y polémica por la obra del Metrobus en Casanova”. Agradecemos por este medio al director del Periódico Casanova Hoy su gentileza y apoyo al pueblo casanovense.