sábado, 27 de febrero de 2021

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27 de Febrero de 1812

HISTORIA

“ATE BIEN LA BANDERA PARA LLEVARLA BIEN ALTO”

Cosme Maciel, el primer abanderado

A las 6.30 de la tarde del 27 de febrero de 1812 el General Manuel Belgrano se dirigía con estas palabras a un joven santafesino:

- “Vea si está corriente la cuerda y ate bien la bandera para llevarla bien alto, como debemos mantenerla siempre…”.

Ese joven quien tuvo el honor de izar por primera vez la enseña de la patria naciente, fue Cosme Maciel, máxima autoridad civil presente, pues desempeñaba funciones como Regidor del Cabildo de Santa Fe.

- Me hallaba accidentalmente en la Villa de Rosario, y entusiasta como todos los jóvenes de mi tiempo por la causa de la Patria, ayudé al General Belgrano a levantar la batería sobre la barranca tras de la actual Iglesia. Qué grata sorpresa tuve cuando el día de su inauguración acabado de plantar el mástil, formada ya la tropa sobre la batería.

Oriundo de la ciudad de Santa Fe, Cosme Maciel, nació el 1 de noviembre de 1784.

Hijo del alcalde de la ciudad Domingo Maciel y Lacoizqueta y de su tercera esposa doña María López Pintado. En su ciudad natal se dedicó al armado de embarcaciones de cabotaje realizando viajes comerciales a Buenos Aires. Conoció a Belgrano cuando éste marchaba a la Expedición al Paraguay y colaboró con sus barcos para el traslado de tropas entre Santa Fé y La Bajada (hoy ciudad de Paraná).

En enero de 1812 prestó su colaboración al coronel de Ingenieros Ángel Monasterio proveyendo la madera necesaria transportada por su sumaca desde las islas a la costa. A la llegada de Belgrano a Rosario fue recomendado tan eficazmente por Monasterio que, al tomar el mando del cuerpo de cívicos que se había formado, Celedonio de Escalada lo nombró su ayudante principal. Al inaugurarse la “Batería Libertad” Belgrano le dio el honor de enarbolar la primera bandera argentina.

En 1816 fue uno de los jefes de la insurrección encabezada por Mariano Vera contra Viamonte. Su acción dirigente lo caracteriza como uno de los fundadores de la autonomía de Santa Fe.

En 1819, el gobernador Estanislao López comisionó a Maciel ante Artigas, que mantenía viva la resistencia de la provincia oriental contra los portugueses. Fue secretario de López durante la campaña del líder oriental contra Dorrego y comisionado luego para tratar la paz en nombre del gobierno de Santa Fe.

Disidencias políticas produjeron más tarde -dice el historiador Azarola Gil- el rompimiento de Maciel con el brigadier López. Reducido a prisión bajo la inculpación de haber fomentado el asesinato del gobernante, procuró éste a Maciel los medios para alejarse de la provincia, a lo que se negó el acusado, siendo entonces remitido a Buenos Aires con la prevención que si regresaba a Santa Fe sería fusilado. Este destierro fue el término de su vida pública.

Su destierro

En 1838 es censado en los pagos de Barracas al Sur (Avellaneda, Buenos Aires) con la profesión de “pulpero”. Un trabajo de investigación realizado hace unos años nos permitió establecer que Cosme Maciel tenía su pulpería en la intersección de las hoy avenidas Mitre y Maipú, esquina desaparecida bajo la piqueta cuando la construcción de la bajada del hoy emblemático Puente Pueyrredón, que cruza el Riachuelo, a metros de un conocido Bingo.

En 1840 el gobierno rosista lo mantenía preso: “La ciudad por cárcel” era su presidio, es decir, no le estaba permitido salir de los límites de la ciudad.

Pastor Obligado, aquel historiador que nos brindara sus famosas “Tradiciones”, lo entrevistó en su chacra de Crucesita donde vivía con sus hijos y familia en 1862. Don Cosme Maciel, “el abanderado de Belgrano” vivió sus últimos días al cuidado de su hija menor, casada con un funcionario gubernamental del partido. Falleció en Buenos Aires en 1863, se presume que sus restos fueron sepultados en el Cementerio de la Recoleta bajo otro nombre.

Por Roberto Colimodio

viernes, 26 de febrero de 2021

Florencio de Basaldúa

HISTORIA

LA CASA HISTÓRICA DE YAPEYÚ

Florencio de Basaldúa, quien la rescató del olvido.

Como con muchos lugares emblemáticos para nuestra historia la casa natal de José de San Martín también pasó por algunas vicisitudes hasta ser reconocida como tal. El "mayor responsable" de ese rescate histórico fue un hombre prácticamente desconocido: Florencio de Basaldúa, quien entre 1895 y 1899 investigó en Yapeyú, entrevistando a viejos pobladores que contaron sus tradiciones y así pudo ubicar el solar natal del Libertador. En su libro Pasado, Presente y Porvenir del Territorio de Misiones, publicado en 1899 nos cuenta:

“Como el Musulmán a la Meca, como los Cruzados de la Edad Media [...] contemplaban las murallas de Jerusalem que ansiaban conquistar, así nuestro ánimo, empapado en las homéricas campañas del gran capitán José de San Martín, sintió el corazón conmovido y el alma vibrante de nobles entusiasmos, cuando [...] me señalaron en lontananza el campanario de la iglesia de Yapeyú, [región] que es y será la Tierra Santa Argentina [...].

Durante muchos días, recorrimos pacientemente los ranchos del pueblo y su contorno, sonsacando [...] los datos que buscábamos, confrontando los dichos de uno con las afirmaciones del otro, hasta que, uniformadas las opiniones de los más ancianos, decidimos dar intervención al Juez de Paz [...].

“El terreno ocupado por las ruinas de esa casa fue vendido por la comisión municipal de Yapeyú. Una fracción pertenecía al anciano criollo don Cecilio Ruidíaz [...] digno heredero del histórico apellido del legendario Cid, quien a pesar de no poseer ningún otro bien raíz, desdeñó el dinero que le ofrecimos, y en cuanto se dio cuenta del valor de su tierra, y del interés patriótico con que los argentinos mirarían la readquisición de la cuna del Fundador de la Nación, quiso donarla al Estado. [...]

En el acto del 12 de octubre de 1899, de inauguración del monumento a San Martín, el anciano Ruidíaz, ante el juez de paz de Yapeyú, que actuaba como oficial público, otorgó escritura de donación de aquella reliquia al señor general de división don José Ignacio de Garmendia, representante del presidente de la república. Fue un acto sencillo y conmovedor.”

Sin embargo, la casa estaba ubicada también en otro terreno también vendido por el municipio... pero este propietario pidió una fortuna que Basaldúa se encargó de conseguir y así se pudo rescatar la casa o lo que quedaba de ella.

Lógicamente surgieron voces (autorizadas y de las otras) que negaron que esa fuera la casa, pero por una vez la tradición venció al academicismo. Años más tarde, se edificó el templete que hoy conocemos para resguardar las ruinas.

Florencio de Basaldúa era vasco nacido en 1853 y a sus 18 años vino a hacer la América. Adoptó la ciudadanía argentina, con genuina esperanza amó a la Argentina, como él repetía: su “Madre Patria de Adopción”. Hoy lo rescatamos por su profundo sentir sanmartiniano. Falleció en 1933 en Rawson donde formó familia y siguió sus actividades de agrimensor e ingeniero.

En las imágenes. La casa en 1892 y don Florencio de Basaldúa.

Por Roberto Colimodio.