jueves, 31 de mayo de 2018

Historia

PROCER ARGENTINO
Sarmiento: francmasón y mentiroso
Mariano García Barace
El chimango del Sur
En 1846 viajó a Francia para buscar el apoyo del belicista Adolphe Thiers y publicar su libelo Facundo. En 1853 vestía uniforme francés en las filas de Urquiza.
¿De dónde viene esa mala costumbre de difamar opositores políticos hasta convertirlos en reos o criminales? Nuestro país es un buen ejemplo de como la sociedad puede ser manipulada hasta el cansancio por medios de comunicación hegemónicos transformando mentiras en verdades.
El primer difamador local que viene a nuestra memoria fue Domingo Faustino Sarmiento (San Juan, Arg. 1811 – Asunción, Parag. 1888) con su famoso panfleto Facundo publicado en Santiago de Chile en 1845.
El unitario Sarmiento había huido al país trasandino después de ser derrotado en una rebelión contra Facundo Quiroga en San Juan y posteriormente en Mendoza contra los Aldao. En esa oportunidad fue salvado de una muerte segura por el comandante José Santos Ramírez en 10/1829, convirtiéndose en refugiado político.
En Chile se destacó como periodista emigrado alcanzando un éxito temprano por que manifestaba ideas contrarias al interés y el honor de su país natal, y favorables al extranjero que le daba asilo y empleo. Fundó El Progreso de Valparaíso, con subvención oficial. Desde sus páginas se dedicó a escribir a favor de la facción unitaria que había sido vencida en Argentina.
En 1842 encabezó una vigorosa campaña periodística a favor de la ocupación del Estrecho de Magallanes por el gobierno de Chile (1). Desde sus páginas también apoyó la intervención militar anglofrancesa del Río de la Plata (1845) alabando a los agresores.
Al momento de la publicación de Facundo, le escribió una carta desde Montevideo al general unitario José María Paz donde él mismo revela el verdadero objetivo de la obra: “Remito a S. Exa. un ejemplar del Facundo qe. e escrito con el objeto de favorecer la revolución y preparar los espíritus. Obra improvisada, llena por necesidad de inexactitudes, a designio a veces, no tiene otra importancia qe. la de ser uno de los tantos medios tocados para ayudar a destruir un gobierno absurdo, i preparar el camino a otro nuevo” (22/12/1845) (1).
El tono de Sarmiento nos recuerda al maldito Salvador María del Carril (a), ex Ministro de Hacienda de Rivadavia, de quien Sarmiento tomó el concepto civilización y barbarie, posteriormente convertido en eslogan de la guerra civil. Una idea que sintetiza la supuesta barbarie o salvajismo representado por la herencia española, los caudillos criollos, el mestizaje y los pueblos originarios, contra la civilización o el progreso de Francia, Inglaterra y EE.UU, al cual se alineó el profeta liberal argentino.
El gobernador de La Rioja, Juan Facundo Quiroga (San Antonio, La Rioja, 1788 – Barranca Yaco, Prov. de Córdoba, 1835) era un hombre culto, valiente y generoso. Arquetipo de la identidad criolla.
Un hacendado hispanoamericano arraigado a su tierra, defensor de la religión y sumamente querido por el pueblo.
Los Quiroga, procedentes de Chile, se habían establecido en Jáchal, San Juan, hacia el año 1600. Su abuelo José de Quiroga y Salinas nacido en San Juan fue juez de policía y diputado de Minas de Jáchal. Su padre, José Prudencio, fue tesorero de la Real Hacienda, alcalde y comandante de milicias. Emigró a Los Llanos (La Rioja) donde formó una Estancia, que a fines del Siglo Dieciocho reunía dos mil cabezas de ganado.
Se dedicaban al tráfico de hacienda y comercio de arrias. Transportaban vinos, pasas, aguardientes, aceitunas, algodón y fruta seca, hacia las provincias de San Luis, Córdoba, Tucumán y Santa Fe, y regresaban con productos que se carecían en La Rioja, en especial manufacturas.
La madre de Facundo, Juana Rosa Argañaraz era hija de don Gregorio de Argañaraz, un fuerte hacendado del sudoeste de La Rioja.
A través de su correspondencia podemos apreciar la verdadera personalidad de Facundo Quiroga, su cultura y carácter.
Muy diferente del personaje atroz que nos describe Sarmiento en su panfleto difamatorio publicado diez años después del asesinato de Quiroga. Un escrito que “Desborda de errores sobre cuestiones de hecho, contradicciones del autor consigo mismo (…), falsas interpretaciones, mentiras flagrantes, etc.”, afirma el erudito Julio Irazusta, historiador argentino que nos recomienda leer el libro de Pedro de Paoli: Facundo. Vida del Brigadier General Don Juan Facundo Quiroga víctima suprema de la impostura. Bs. As., Ciordia y Rodríguez, 1952. Reeditado por Plus Ultra con el titulo Facundo en 1973.
El Facundo de Sarmiento es un personaje de ficción concebido en la mente del sanjuanino con fines políticos. Después de su muerte alcanzó gran notoriedad siendo promovido como una obra maestra de la literatura argentina pero a su vez formando un prejuicio en la conciencia nacional acerca del gobernador Quiroga y su época.
En los artículos del diario El Progreso han quedado impresas gran parte de las ideas que Sarmiento mantendría a lo largo de su vida. El sanjuanino decía que el porvenir de nuestra América sería el de proveedora de materias primas para el mundo entero, atrayendo la atención de las grandes naciones comerciales. Que estas fomentarían nuestro desarrollo y que los extranjeros vendrían al país a enriquecerse y enriquecernos. Que crearían mil naciones en el continente con miras a absorbernos, pero que eso que era un mal para nosotros, era un bien para la humanidad…
Sarmiento negaba toda capacidad a los países de origen hispánico. Los problemas de la Argentina se debían, según Sarmiento, a la irremediable inferioridad de la raza española, a la que llama la sífilis hereditaria que llevábamos en la sangre.
El cuyano abandonó Chile vilipendiado por un sector de la prensa. Su asilo se había tornado insostenible prohibiéndosele tratar editorialmente cuestión alguna que tuviese relación con el gobernador de Buenos Aires (3) (4) y (5).
Cuando Sarmiento estuvo en Francia fue a buscar el apoyo del belicista Adolphe Thiers, jefe de la oposición, quien le concedió sólo 15 minutos (6). Como otros emigrados, Sarmiento buscaba ayuda extranjera para derrocar al gobierno argentino. Thiers lo atendió en el jardín de su mansión en la calle Saint Georges y lo invitó a presenciar un debate en la Cámara de Diputados. Adolphe Thiers también era el dueño del diario Le National recordado por sus polémicas contra La Presse de Emile de Girardin, que defendía la posición argentina.
Thiers consideraba Montevideo como una colonia francesa y era partidario de hacer la guerra contra Buenos Aires. Francia tuvo en vilo a la Argentina desde 1838 hasta 1851. La defección o pronunciamiento de Urquiza se produjo el día 1/5/1851. Fue impulsada desde Francia por el gobierno del presidente Luis Napoleón (b).
En 1860 Domingo Faustino Sarmiento fue Ministro de Gobierno de Buenos Aires nombrado por Mitre. Formó parte del Supremo Consejo Masónico Argentino reunido en Buenos Aires el 27 de julio de 1860 bajo la presidencia del doctor Roque Pérez, junto a Santiago Derqui, Presidente de la Confederación Argentina, el General Justo José de Urquiza, Jefe del Ejército de la Confederación y Gobernador de Entre Ríos; el General Bartolomé Mitre, Gobernador de Buenos Aires; y el Coronel Juan Andrés Gelly y Obes, Ministro de Guerra del mismo estado (2). Entre los años 1868 y 1874 Sarmiento llegó a ser Presidente de la Nación Argentina, en una época en que las prácticas democráticas estaban reservadas a unos pocos. El sufragio universal debió esperar en Argentina hasta la Ley Sáenz Peña sancionada en 1912.
Sarmiento despreció nuestra cultura y tradiciones. Importó el modelo educativo norteamericano haciendo venir a 61 maestras y 4 maestros de EE.UU. que arribaron entre 1869 y 1891 para formar docentes argentinos. Una iniciativa coordinada por Mary Peabody Mann, viuda del educador Horace Mann. Sarmiento llevó a cabo este proyecto a pesar que en nuestro país siempre hubo gente culta dispuesta a enseñar.
El encuentro de Sarmiento con el general San Martín
El tucumano José Ignacio García Hamilton (S. M. de Tucumán, Arg. 1943- Bs. As. 2009), autor de una biografía de Sarmiento titulada “Cuyano Alborotador” (Ed. Sudamericana, B. Aires, 1997), se refiere al encuentro entre San Martín y Sarmiento ocurrido en 7/1847. García Hamilton dice: “Domingo, que nunca dejaba de contestar lo que consideraba gruesos despropósitos, desistió de insistir con sus puntos de vista al pensar que el venerable libertador había disminuido en su inteligencia por el paso de los años o su espíritu había sido afectado por el rigor de la nostalgia” (Pág. 133).
Sarmiento chocó de lleno en el campo de las ideas con San Martín, quien lo atendió sólo por educación. El joven cuyano era un rebelde enfrentado con el gobierno federal. El libertador ya se había referido en 1839 a los traidores argentinos aliados de Francia: “Pero lo que no puedo concebir es el que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de la dominación española; una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer” (Carta de San Martín a Rosas del 10/7/1839)
San Martín estaba bien informado acerca de todos los sucesos que acontecían en el Río de la Plata. Mantenía nutrida correspondencia, especialmente con el gobernador Rosas con quien se sintió plenamente identificado. De hecho, San Martín fue un colaborador de lujo que tuvo la Confederación Argentina en Francia.
Mientras algunos argentinos y uruguayos solicitaban la intervención militar del Río de la Plata, la diplomacia federal unía esfuerzos en defensa del honor nacional. El canciller Felipe Arana en Buenos Aires, los ministros, Manuel Moreno en Londres, Carlos de Alvear en EE.UU., Tomás Guido en Río de Janeiro, y Manuel de Sarratea en París junto con el general José de San Martín.
En 1842 San Martín le había propuesto a Sarratea adquirir un diario en Francia para defender la causa argentina. En su testamento legó su sable al gobernador Juan Manuel de Rosas.
Por esa razón Sarmiento descalifica a San Martín diciendo que era un hombre viejo “con debilidades terrenales”, “enfermedades de espíritu adquiridas en la vejez” e inteligencia declinante: “Aquella intelijencia tan clara en otro tiempo, declina ahora”. San Martín es un “ariete desmontado”, un “aciano batido i ajado”, dice Sarmiento (6). Recordemos que San Martín tenía 69 años cuando se entrevistó con él en Francia.
El general San Martín murió en 1850 defendiendo la causa argentina, oponiéndose al gobierno francés por su política exterior en el Río de la Plata. Quien lea su correspondencia podrá juzgar mejor que Sarmiento la lucidez del general argentino (c). Lo único bueno que le quedó al sanjuanino de aquella experiencia fue una promesa del director de la Revue des Deux Mondes de publicar un artículo comentado acerca del Facundo.
También quedaron dos cartas de Mariano Balcarce, yerno de San Martín, dirigidas a Juan Bautista Alberdi en donde se menciona a Sarmiento amistosamente (22/9/1846 y 14/12/1847). Documentos históricos que les han servido a algunos historiadores para disimular el rechazo de San Martín o mistificar aquel encuentro.
En el diario argentino La Gaceta Mercantil del 7/12/1847 leemos: “Los traidores como Sarmiento procuran siempre denigrar a su patria, para dar a entender que no es acreedora al homenaje de sus respetos, amor y fidelidad”.
Para conocerlo mejor, cerramos este artículo con una de las frases más polémicas del educador argentino: “No trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla, incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos”. (Carta de Domingo. F. Sarmiento al General Bartolomé Mitre, 20/9/1861). MGB 19/5/2018.
Ilustración. Fotografía del presidente D. F. Sarmiento en 1870 y fotografía de Sarmiento con uniforme francés en 1853.
Bibliografía.
(1) La unidad nacional. Ricardo Font Ezcurra. Ed. Coni. Bs. As., 1938.
(2) Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones. Ed. Masónica, Bs. Aires, 1962.
(3) Sarmiento. Alberto Palcos. El Ateneo. Bs. As., 1929.
(4) “El Progreso” de Valparaíso 11/10/1845.
(5) Obras Completas. D. F. Sarmiento. Ed. de Santiago de Chile, 1887. T VI, Pág. 316 (Inv. Julio Irazusta).
(6) Viajes. D. F. Sarmiento. Edición Crítica, Javier Fernández, coordinador. Ediciones Unesco, Bs. Aires, 1996.
Nota del autor. La logia Lautaro fundada por San Martín y Alvear en 1812 no tiene ninguna relación ni continuidad con las actividades de las logias de francmasones establecidas en Montevideo durante el periodo federal. Estas conspiraron contra el gobierno de Buenos Aires y después de la Batalla de Caseros (3/2/1852) se establecieron en el país. Lautaro fue una organización secreta de criollos independentistas inspirada en la masonería, pero que se disolvió logrado su objetivo. Jamás estuvo integrada a ninguna jerarquía ni orden internacional. Tanto San Martín como Alvear defendieron la causa federal del gobierno derrocado en 1852.
Otras fuentes en el texto.

a)-Las cartas de Salvador María del Carril / Mariano García Barace / Diciembre de 1828.

https://drive.google.com/file/d/0ByAv9G5Q5tGFMXplcHNrajM1aVU/view

b)-Urquiza, el gran traidor de la Historia Argentina / Mariano García / 14 de noviembre de 2015.

c)-La carta más famosa del general José de San Martín / Mariano García / 28 de abril de 2014.

https://gaceta.es/blogs/chimango-del-sur/carta-famosa-general-jose-san-martin-28042014-1508-20140428-0000/

Fuente: La Gaceta / La información alternativa / El chimango del Sur / 26 de mayo de 2018.
https://gaceta.es/blogs/chimango-del-sur/sarmiento-francmason-y-mentiroso-20180526-1622/

Historias y testimonios a cuatro décadas del Mundial de 1978

Nota periodística que refleja los acontecimientos en la época del mundial de 1978, en nuestro país, y el contexto del gobierno militar. Para poder interpretar estas líneas, hay que tener un conocimiento de la historia de los años del gobierno militar, tras el derrocamiento de gobierno cívico elegido democráticamente el 23 de septiembre de 1973, en las elecciones nacionales que se celebraron, Juan domingo Perón, que ganó las elecciones con el 62% de los votos contra el candidato de la Unión Cívica Radical (UCR), Dr. Ricardo Balbín; y se convirtió en presidente por tercera vez en octubre de 1973 con su esposa Isabel Martínez de Perón como vicepresidente.
Juan D. Perón falleció en ejercicio de la presidencia de la Nación Argentina el 1º de julio de 1974, a los 78 años de edad.
El 24 de marzo de 1976 un golpe de Estado que derrocó al gobierno democrático de Isabel Martínez de Perón y una junta integrada por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Orlando Agosti tomó el mando del país; que se llamo El “Proceso de Reorganización Nacional”, también conocida como “última dictadura cívico-militar”, es el nombre con el que se autodenominó la dictadura cívico-militar, que gobernó la Argentina desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, que derrocó al gobierno constitucional de la presidenta María Estela Martínez de Perón (justicialista), hasta el 10 de diciembre de 1983, día de asunción del gobierno elegido mediante sufragio de Raúl Alfonsín (UCR).
El poder fue ocupado por una junta militar integrada por los comandantes de las tres Fuerzas Armadas, sucediéndose cuatro juntas militares en el período. La etapa suele ser denominada como “el Proceso” y es considerada “la dictadura más sangrienta de la historia argentina.”
La Junta Militar llevó a cabo una acción represiva en la línea del terrorismo de Estado conocida como la “guerra sucia”, coordinada con otras dictaduras instaladas en los países sudamericanos mediante el “Plan Cóndor”, que contó con el apoyo de los principales medios de comunicación privados e influyentes grupos de poder civil, la protección inicial del gobierno de los Estados Unidos y la pasividad de la comunidad internacional.
El “gobierno de facto” secuestró, torturó y ejecutó clandestinamente a miles de personas, que luego serían denominadas “los desaparecidos” (unas sospechosas de ser guerrilleros y otras simples activistas civiles sin relación con las organizaciones armadas) en centros clandestinos de detención establecidos al efecto. Gran cantidad de ellos fueron asesinados y enterrados en fosas comunes o arrojados al mar desde aviones militares.
Historias y testimonios a cuatro décadas del Mundial de 1978
Mientras rodaba la pelota
A 40 años del Mundial que se disputó en la Argentina en plena dictadura, Memoria Abierta y el colectivo de periodistas NAN lanzan una web con 78 historias que cuentan esos días. Los relatos recorren distintos ejes que van desde el fútbol en sí hasta las acciones de los organismos de derechos humanos, el exilio y el boicot al campeonato, el rol de los medios de comunicación y la represión en sus distintas facetas. Aquí, un adelanto de algunos de los textos y las imágenes.
* Todo el material podrá leerse, desde el próximo viernes 1º de junio, en www.papelitos.com.ar
Un infiltrado en el agasajo
Por Ailín Bullentini
Pasaron 40 años, pero Frits todavía recuerda que aquellos tres días de fines de junio de 1978 “no fueron lindos”. Que no la pasó bien, se refiere. Que tuvo miedo. Que “quería salir de Argentina”. Entonces, Frits Jelle Barend ya era periodista y había viajado desde Holanda, su país, al sur más sur del continente americano para escribir sobre el Mundial 78. Junto a colegas coterráneos había cubierto el campeonato de Alemania 74 para la revista Vrij Nederland y harían lo mismo con la nueva edición. La Argentina, además, tenía algo especial: aquí había una dictadura. Frits y sus colegas lo sabían. “Pudimos escribir que había realmente una dictadura en la Argentina, una dictadura fascista. Pudimos sentirla, hablamos con gente, y yo a esa gente le creí lo que me decía. Confié en aquellos que me dijeron que había desaparecidos”, asegura desde su tierra natal.
La publicación holandesa, uno de varios medios de comunicación internacionales que llegaron al país para cubrir el campeonato, había enviado a tres corresponsales: dos periodistas y un fotógrafo. El periodista Henk Van Dorp tenía a cargo la cobertura deportiva. Frits, la política. “Sabíamos qué pasaba” en Argentina, dice. Las denuncias que alertaban sobre las violaciones a los derechos humanos que estaba desarrollando las fuerzas de seguridad en el país habían empezado a cruzar las fronteras y se esparcían lenta pero firmemente por Europa. Varios medios de Holanda, Suecia, Francia y Gran Bretaña buscaron también aprovechar su viaje a la Argentina para entrevistar a las Madres de Plaza de Mayo en sus rondas de reclamos frente a la Casa Rosada.
Frits eligió el día de la apertura del Mundial de Fútbol 78 para visitar a las “madres locas”. Casualmente, era jueves. Aún siente que la experiencia fue “bastante impresionante”. La ceremonia de inauguración del campeonato coincidió con la hora en que las Madres de Plaza de Mayo se reunían en torno de la Pirámide.
Sentado desde su casa en Holanda, el periodista viaja en el tiempo: “Estuve en el cine cerca de la plaza hasta las 15.30 y luego fui a la plaza. No podrías creerlo, estaba totalmente vacía. Me sentí un poco inseguro. Caminé por ahí hasta que a las 15.50 empezaron a llegar, desde diferentes esquinas de la plaza, señoras. Me presenté: ‘Soy un periodista de Holanda, me gustaría hablar con ustedes’. Y me dijeron que una había perdido a dos hijos, otra a una hija, otra a su marido. Me dieron un número de teléfono, me dieron flores”.
Frits recuerda que, minutos después, la Plaza de Mayo comenzó a recuperar la circulación habitual de peatones y vehículos a su alrededor. También recuerda que al cabo de su charla con las “madres locas” hombres de civil se le acercaron y empezaron a insultarlas, a decirle que no debía creer en esas mujeres que pedían información sobre sus hijos desaparecidos. “No me dejaban seguir hablando con ellas, me empujaban un poco. Por suerte llegó un equipo de cámara francés”, cuenta.
Regresó a su hotel un rato después. Allí esperó a su colega Van Dorp, que estaba cubriendo la ceremonia inaugural en el estadio de River. “No estaba asustado, pero tampoco me sentía seguro”, recuerda. En el estadio Monumental, personal de control notó que al lado de Van Dorp había un lugar vacío que debía haber ocupado Frits. “Ellos sabían que yo no estaba en el estadio”, apunta el holandés, que había elegido la Plaza de Mayo aquella tarde de principios de junio. Esa noche le pidió a su colega compartir habitación.
Sin embargo, Frits superó el sentimiento de inseguridad y dio un paso más. Él y el fotógrafo Ben Nienhuis fueron los únicos holandeses –además de los diplomáticos– que asistieron a la cena oficial de clausura del Mundial de Fútbol 78, con la que la Junta Militar argentina celebró el campeonato organizado y ganado. Una celebración a la que ni siquiera la selección naranja       había asistido, tras la derrota de la final.
Frits y Ben lo lograron. Se hicieron pasar por dos jugadores de la selección de su país a quienes les pidieron las invitaciones e ingresaron a la cena. “Los argentinos decían que estaban contentos de que hubiera gente de Holanda. Nos agradecían que estuviéramos ahí”, recuerda el periodista. Nadie allí se había dado cuenta de que no eran jugadores, salvo por el presidente de la Federación Holandesa de Fútbol, con quien compartieron mesa y que “estaba bastante nervioso” por el engaño.
La simulación duró “una media hora”. Hubo canapés, charla de pasillo y discursos de los dictadores argentinos. Mucha algarabía. Tras las palabras oficiales, Frits creyó que “era el momento”. “Hablé con el fotógrafo. Tomé mi pequeño grabador y me acerqué al señor Videla”. El diálogo, reconstruido 40 años después, fue más o menos así:
–Hola, señor Videla. Soy de Holanda. ¿Puedo hacerle algunas preguntas?
–Si, por supuesto. Claro, claro.
–Felicidades por el Mundial.
–Gracias, gracias.
–¿Está contento?
–Sí, estoy feliz.
–¿Qué pasó con la gente desaparecida?
–¿De qué está hablando?
–Estoy hablando de las personas que están desaparecidas. Me dijeron que son 40 mil.
–Eso es mentira, es mentira.
–No, no es mentira. He hablado con mujeres, con las “madres locas”.
Frits cuenta que Videla se puso nervioso y que unos minutos más tarde los hombres de seguridad  de la fiesta apartaron a él y a su    colega de al lado del dictador.
Un rato después, los dos se escabulleron, aunque tardaron unas horas en darse cuenta de que habían dejado algo importante en la fiesta.
Regresaron al hotel, y se preparaban a volar esa misma noche a Santiago de Chile cuando el fotógrafo notó que no tenía el pasaporte. “Mi colega dejó todas sus pertenencias en su saco y yo estaba muy enojado. Pasaporte, dinero, tarjetas de crédito. Ellos se lo sacaron de su saco, él se quedó sin nada”, rememora Frits. No pudieron volar esa noche. No pudieron hacerlo durante los siguientes tres días.
“Debíamos esperar tres días antes de poder irnos y esos días no fueron demasiado bonitos –dice el periodista–. Nos quedamos juntos, no nos íbamos solos. Dormíamos juntos y poníamos una mesa detrás de la puerta para que no pudieran entrar. No dejábamos nada de valor en la habitación, salvo la ropa. En las calles alguien nos empujaba, de repente trataban de tocarnos, así que no hicimos demasiado. Comíamos cerca del hotel.”
Le habían pedido asistencia al embajador holandés, Dorone Van den Brandeler, con quien no tenían buena relación. El periodista holandés se había enterado de que el embajador había participado sin permiso de los desfiles militares de la Junta argentina y lo había publicado en una nota. “Estaba muy enojado con nosotros”, señala Frits. Luego intercedió el Ministerio de Asuntos Exteriores de Holanda. Incluso la aerolínea de bandera de los Países Bajos, KLM. Hasta que finalmente pudieron salir de la Argentina.

Nacido y apropiado entre gritos de gol

Por María Eugenia Ludueña
La última vez que Estela de Carlotto habló con Laura fue el 16 de noviembre de 1977. La mayor de sus cuatro hijos vivía escondida, de casa en casa. Cada vez que llamaba a la escuela donde trabajaba su mamá, lo hacía fingiendo que era otra persona.
–Sabe, Estela, últimamente no me ando sintiendo muy bien.
–Ay, por favor, Silvia. Cuídese mucho –le pedía Estela a su hija, pensando que quizás estuviera enferma.
–Me parece que debería ir al ginecólogo –le dijo ella.
Hasta hoy, nadie sabe bien dónde secuestraron a Laura. Tenía 22 años, estudiaba Historia en la Universidad Nacional de La Plata y militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). No existen testimonios de su detención ni de su paso por otros centros clandestinos. Pero sí hay testimonios de sobrevivientes que la vieron en el centro clandestino de detención y tortura La Cacha, cerca de La Plata.
María Laura Bretal es una de las pocas sobrevivientes que estuvieron secuestradas allí durante 1978. Militante de izquierda, socióloga, en varios juicios contó: “Fui secuestrada el 5 de mayo junto a mi hija de tres años. Estaba embarazada de cuatro meses”.
En aquellos días, uno de los represores que la custodiaba, aunque ella estaba encapuchada y engrillada, le contó a María Laura que ese lugar se llamaba La Cacha en honor a Cachavacha, la bruja de Hijitus, una serie de dibujos animados popular en esa época. La bruja tenía una escoba mágica con un súper poder: hace desaparecer lo que barría.
En ese centro que funcionaba a 200 metros de la cárcel de Lisandro Olmos, María Laura Bretal se sorprendió: no era la única embarazada. En La Cacha también estaban Rita, de siete meses, y Rosita, de ocho. Las conoció cuando pasó una semana en una habitación con ellas.
En La Cacha los secuestrados, como en otros centros, llevaban apodos. Era uno de los modos de resistencia al número y la despersonalización que imponía el terrorismo de Estado. A María Laura los compañeros de cautiverio la apodaron “Panzona”. Rita era Laura Carlotto, pero esto María Laura lo sabría después, años después de haber salido en libertad.
“Cuando las vi por primera vez, no podía creer que ellas llevaran tanto tiempo ahí. No entraba en mi cabeza. Rita sobrellevaba la situación con mucha fortaleza –recuerda María Laura–. Yo estaba desesperada. Prefería no probar bocado. El primer mes fue muy duro. Rita me alentaba: ‘Tenés que seguir adelante, día a día, por tu hija’.”
Rosita fue la primera de ellas tres en parir. Tenía tres hijos esperándola afuera. Los guardias tardaron en trasladarla. Días después les dijeron a las chicas que Rosita había tenido un varón y había recuperado su libertad.
Una semana después, Rita empezó con las contracciones. La dejaban caminar por La Cacha. Cuando el dolor aumentó, los compañeros pidieron a los gritos a los guardias que por favor no la hicieran esperar hasta el último momento. María Laura tuvo un ataque de nervios y llanto.
“Los guardias se cagaban de risa. No tenían muchas ganas de salir. Tardaron bastante en llevarla”, cuenta. El testimonio de Bretal situó el nacimiento del hijo de Laura en el Mundial 78. Los guardias solían escuchar los partidos por la radio, a todo volumen.
Todavía no está del todo claro a qué hora ni dónde nació el hijo de Rita. Pero en ese clima mundialista –que se inauguró el 1º de junio– ella fue trasladada a algún lugar a parir. El 2 de junio de 1978 era viernes. A las 19.15, la Argentina jugó el primer partido del Mundial contra Hungría, en la cancha de River.
Pasaron 36 años hasta que los testimonios de quienes compartieron cautiverio con Rita (Bretal pero también María Inés Paleo, Alcira Ríos, Norma Aquino) se unieron con otras piezas. Porque esas personas contaron lo que Rita relató cuando regresó a La Cacha.
La habían llevado a un hospital militar, lejos, donde parió engrillada y encapuchada. Había sido un varón. Lo había tenido entre sus brazos apenas horas, hasta que le ordenaron que se lo entregara a alguien. Se resistió. Le pusieron una inyección. No recordaba qué había pasado después, pero al despertar había preguntado por el bebé. Le dijeron que se lo habían entregado a su madre. Que la señora Carlotto lo había aceptado, a condición de no verla más. Quienes la conocieron en La Cacha después de parir recuerdan que estaba angustiada.
El rompecabezas todavía tiene piezas sueltas. Pero el 5 de agosto de 2014 las principales encajaron: Ignacio, un músico de Olavarría, supo que era el hijo de Laura y Walmir “Puño” Montoya, que era el nieto de Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
La Justicia aún investiga cómo el hijo de una joven –asesinada en agosto de 1978, cuando el cuerpo acribillado de Laura fue entregado su familia– terminó en la casa de dos peones en el campo.
Ellos declararon ante el juzgado que su patrón, un hombre conocido y poderoso en la zona, allegado a los militares, les ofreció un bebé abandonado. A principios de junio, los peones recibieron un llamado para buscar al recién nacido en La Plata. Y allá fueron, acompañados por el patrón. Un médico de Olavarría firmó la partida de nacimiento –el tiempo reveló que era falsa– y anotó al bebé como hijo de la pareja, nacido en la casa del patrón, el 2 de junio de 1978. Ese fue el día que la Argentina venció a Hungría por 2 a 0 en el estadio de River, en el primer partido del Mundial. El día que el patrón ordenó que no se volviera a hablar del tema.
Pero 36 años después, en su propio velatorio, alguien abrió la boca: Ignacio podía ser hijo de desaparecidos. El joven se contactó con Abuelas. Se convirtió en el nieto 114: Ignacio Guido Montoya Carlotto. El mismo que semanas después, abrazado a su abuela Estela, pisó la cancha de River –es hincha fanático– con un mensaje: “No te quedes con la duda sobre tu identidad”. Porque todavía falta encontrar a unos 300 bebés, entre ellos al hijo de Rosita.

El desaparecido que tuvo que entrevistar a Menotti

Por Raúl Cubas
Cuando pienso en el Mundial 78 pasa por mi cabeza un torbellino confuso de sentimientos y recuerdos como militante y como hincha del fútbol. Por una parte, por haber sido testigo y protagonista como detenido-desaparecido de las estrategias represivas de la Marina para incidir en el desarrollo del Mundial y, por otra parte, por el sufrimiento de seguir como hincha la actuación de la Selección.
Viví con culpa la contradicción de querer como militante que Argentina no ganara el Mundial porque pensaba que sería una “victoria” que serviría a los fines políticos de la dictadura de perpetuarse en el poder. Pero como hincha no podía contener la alegría cuando me enteraba que ganaba la Selección o incluso al escuchar los gritos de la hinchada que desde el estadio Monumental llegaban hasta la ESMA.
Me detuvieron el 20 de octubre de 1976, como a las 8 de la mañana, en La Matanza. Varias personas de civil, armadas, que luego identifiqué como pertenecientes a la ESMA, me obligaron a tirarme al piso para esposarme. Eso me dio tiempo para ingerir una pastilla de cianuro para intentar quitarme la vida. No lo logré. Recuerdo que me metieron en el baúl de un auto, donde fui progresivamente perdiendo el conocimiento.
Ahí comprobé que efectivamente al momento de la muerte todos los momentos importantes de lo vivido pasan como si fueran una película: el recuerdo que tengo es de una sensación de tranquilidad. Cuando desperté estaba encapuchado y esposado, tirado arriba de otros cuerpos. Traté de hacerme el muerto pero luego de un rato se dieron cuenta.
Yo fui uno de los detenidos en La Pecera, el sitio construido en la segunda mitad de 1977 en el ala opuesta del altillo del Casino de Oficiales de la ESMA. Eran cubículos de oficinas, entre ellos la biblioteca, el comedor de diario, el despacho del teniente Juan Carlos Rolón, y también la oficina de prensa y teletipos.
Mi función era seguir y analizar las noticias de algunas agencias internacionales, específicamente las que tenían que ver con la imagen de Argentina en el exterior, o sea, las referidas a las denuncias por violaciones de los derechos humanos, protestas populares, críticas externas a la dictadura, etcétera.
Más adelante comenzamos a redactar noticias para el noticiero diario de la Radiodifusión Argentina al Exterior (RAE), también dependiente de la Marina. Además, hicimos reportajes para la Revista de la Cancillería, que se repartía en todas las embajadas.
Hasta que un día vinieron con la idea de entrevistar al director técnico de la Selección, César Luis Menotti. Se le ocurrió a Cancillería. Le propusieron a Rolón, que era el oficial a cargo de La Pecera, hacer el reportaje para contrarrestar la presunta “campaña antiargentina” en el exterior. Había que transmitir que en la Argentina reinaban la paz y la seguridad, que la organización del Mundial no presentaba inconvenientes de ningún tipo.
¿Por qué me eligen a mí para ir a la entrevista? Por tres cosas: era el que más tiempo tenía en la oficina de prensa, sabía bastante de fútbol y además tenían el dato de que yo había trabajado en la revista 7 Días, aunque nunca como periodista. Así surgió todo.
Recuerdo que me hicieron unas credenciales de prensa falsas y me compraron ropa: un pantalón de gabardina, camisa, corbata y un saco azul, que estrené el día de la entrevista.
Llegó el día. Fue a última hora de la tarde en el predio de la AFA en Ezeiza. Por la mañana ultimé los detalles del reportaje. Tenía una premisa: mi límite era no hacer preguntas que favorecieran respuestas favorables a la dictadura militar; o sea, las iba a limitar al ámbito meramente deportivo.
Al llegar a Ezeiza, siempre escoltado por mis captores, me preocupé porque en la vigilancia de la entrada reconocí a personal de la ESMA que hacía de custodia.
Pero la conferencia se realizó sin problemas. Ni Rolón ni yo hicimos preguntas. Luego hubo una cena y, al finalizar, llegó mi turno: le dije a Rolón que quería hacer la entrevista solo porque me ponía nervioso y por suerte accedió. Entonces fui y encaré a Menotti.
El momento de mayor nerviosismo fue cuando me presenté como medio de prensa de la Cancillería. El técnico no entendía que fuera de un medio no deportivo, pero le expliqué que era una revista muy leída por los compatriotas que estaban en el exterior y demandaban información sobre el Mundial.
Se me cruzaron mil cosas por la cabeza. Pensé en poder generarle confianza a Menotti para sincerarme y contarle mi situación en la ESMA. También pensé en decirle los nombres de los compañeros y compañeras que en ese momento estaban detenidos-desaparecidos. Para ese momento no tenía confianza política en Menotti, por ser un hombre vinculado a la izquierda y haber aceptado esa responsabilidad bajo una dictadura militar. Tampoco tuve el valor de hacerlo, tenía miedo de su reacción ante una situación tan surrealista, miedo por las consecuencias para mi familia.
Al finalizar la entrevista me comprometí a enviarle un ejemplar. Nunca supe si el ministerio se la hizo llegar.
Hace algunos años intenté conseguir un ejemplar en la Cancillería, pero me dijeron que no tenían.”
Fuente: Diario Página 12 / El País / 28 de mayo de 2018
https://www.pagina12.com.ar/117719-mientras-rodaba-la-pelota

Actualidad

Economía
El FMI exigirá flotación del tipo de cambio

Marina Dal Poggetto asegura que "el déficit no se corrige solo con devaluación"

La economista Marina Dal Poggetto aseguró que el déficit fiscal "no se corrige solo con la devaluación", y sostuvo además que el FMI "no dará financiamiento para una fuga de capitales explícita".
"El déficit no se corrige solo con la devaluación. Ésa es la principal inconsistencia y fue el principal error de 2016", evaluó.
En declaraciones a radio Nacional, Dal Poggetto estimó que el acuerdo entre el FMI y la Argentina tendrá "una pata fiscal con un sendero de metas como el que había, o más agresivo".
"Dudo que el Fondo dé el financiamiento para una fuga de capitales explícita. Va a exigir flotación del tipo de cambio, algún régimen monetario y metas explícitas de inflación", consideró la economista.
Y subrayó: "el Fondo va a dar plata contra un esquema de política económica que hay que ver si es viable en términos sociales y políticos".
A la vez, indicó que con el valor actual del dólar "va a haber menos gente viajando" al exterior, pero aclaró: "Eso no quiere decir que te vayan a prohibir viajar".
Según la economista, "ahora el mercado te pide la agenda de la gobernabilidad y del ajuste, que suelen ser contradictorias en la Argentina".
Fuente: Ámbito Financiero / Economía / miércoles 30 de Mayo de 2018
http://www.ambito.com/922955-marina-dal-poggetto-asegura-que-el-deficit-no-se-corrige-solo-con-devaluacion