8 de Mayo
La Virgen de Luján es patrona de la Argentina, Uruguay
y Paraguay
Historia de la Virgen de Luján
Un
hacendado portugués, Antonio Farías de Sá, vecino de la ciudad de Córdoba del
Tucumán, encargó a un paisano suyo, residente en Pernambuco (Brasil), una
imagen de la Virgen María en la advocación del misterio de la Purísima
Concepción para ser expuesta a la veneración en la capilla que estaba
construyendo en su estancia del pago de Sumampa (Santiago del Estero).
Desde
Brasil se le envío la imagen pedida y otra más de la Maternidad de la Virgen,
acondicionadas separadamente en dos cajones, que desde el puerto de Pernambuco
fueron transportadas a Buenos Aires en el navío del capitán Andrea Juan, el
cual arribó a destino por el mes de marzo de 1630.
En
el camino real a Córdoba, allá por principios del mes de mayo, cuando la tropa
de carretas se encontraba a orillas del Río Luján, en un paraje denominado del
“Árbol sólo”, la imagen que representaba la Inmaculada Concepción determinó
quedarse milagrosamente en aquel lugar para amparo y veneración de los
pobladores de la zona. Convirtiéndose con el paso de los años en Patrona del
antiguo Virreinato del Río de la Plata; y luego de las repúblicas hermanas de
Argentina, Uruguay y Paraguay.
Los
bueyes de la carreta que transportaba las imágenes en un momento no pudieron
siquiera moverse. Descargado una de los cajones continuaba sucediendo lo mismo.
Pero al hacerlo con el que contenía la Inmaculada Concepción, la carreta rodó
sin dificultad alguna.
Lo
mismo sucedió cuando colocaron arriba el otro cajón con la Maternidad, por lo
que continuaron el viaje con ella sola hasta su destino final, los pagos de
Sumampa. Este es precisamente el origen del Santuario de Nuestra Señora de la
Consolación de Sumampa, en la provincia de Santiago del Estero, compañera de
viaje de la Inmaculada Concepción de Luján.
El
primer sentimiento que embargó el corazón de los troperos y demás personas
presentes fue el asombro; y después de las consabidas demostraciones de
devoción y respeto, entendiendo que aquella imagen de la Purísima Concepción deseaba
quedarse en ese preciso lugar, resolvieron trasladarla a la casa de la estancia
de la familia Rosendo.
Se
trataba de la población más próxima a la vera del camino real, llamada también
entonces, por su ocupante actual, de Bernabé González Filiano. Allí la
depositaron, en el mejor lugar de la vivienda, y le improvisaron un precario
altar, donde comenzó a ser venerada la Santa Imagen.
Bibliografía: Juan Guillermo Durán, “De la frontera a la
Villa de Luján. Los comienzos de la gran Basílica. Jorge María Salvaire, CM
(1890-1899)”.