PROCER ARGENTINO
Sarmiento: francmasón y
mentiroso
Mariano
García Barace
El chimango del
Sur
En 1846
viajó a Francia para buscar el apoyo del belicista Adolphe Thiers y publicar su
libelo Facundo. En 1853 vestía uniforme francés en las filas de Urquiza.
¿De dónde
viene esa mala costumbre de difamar opositores políticos hasta convertirlos en
reos o criminales? Nuestro país es un buen ejemplo de como la sociedad puede
ser manipulada hasta el cansancio por medios de comunicación hegemónicos
transformando mentiras en verdades.
El primer
difamador local que viene a nuestra memoria fue Domingo Faustino
Sarmiento (San Juan, Arg. 1811 – Asunción, Parag. 1888) con su famoso
panfleto Facundo publicado en Santiago de Chile en 1845.
El unitario Sarmiento
había huido al país trasandino después de ser derrotado en una rebelión contra
Facundo Quiroga en San Juan y posteriormente en Mendoza contra los Aldao. En esa
oportunidad fue salvado de una muerte segura por el comandante José Santos
Ramírez en 10/1829, convirtiéndose en refugiado político.
En Chile se
destacó como periodista emigrado alcanzando un éxito temprano
por que manifestaba ideas contrarias al interés y el honor de su país natal, y
favorables al extranjero que le daba asilo y empleo. Fundó El Progreso
de Valparaíso, con subvención oficial. Desde sus páginas se dedicó a escribir a
favor de la facción unitaria que había sido vencida en
Argentina.
En 1842 encabezó
una vigorosa campaña periodística a favor de la ocupación del Estrecho
de Magallanes por el gobierno de Chile (1). Desde sus páginas también
apoyó la intervención militar anglofrancesa del Río de la Plata (1845) alabando
a los agresores.
Al
momento de la publicación de Facundo, le escribió una carta desde Montevideo al
general unitario José María Paz donde él mismo revela el
verdadero objetivo de la obra: “Remito a S. Exa. un ejemplar del Facundo
qe. e escrito con el objeto de favorecer la revolución y preparar los
espíritus. Obra improvisada, llena por necesidad de inexactitudes, a designio a
veces, no tiene otra importancia qe. la de ser uno de los tantos medios tocados
para ayudar a destruir un gobierno absurdo, i preparar el camino a otro nuevo”
(22/12/1845) (1).
El tono de
Sarmiento nos recuerda al maldito Salvador María del Carril (a),
ex Ministro de Hacienda de Rivadavia, de quien Sarmiento tomó el concepto civilización
y barbarie, posteriormente convertido en eslogan de la guerra civil. Una
idea que sintetiza la supuesta barbarie o salvajismo representado por la
herencia española, los caudillos criollos, el mestizaje y los pueblos
originarios, contra la civilización o el progreso de Francia, Inglaterra y
EE.UU, al cual se alineó el profeta liberal argentino.
El gobernador de
La Rioja, Juan Facundo Quiroga (San Antonio, La Rioja, 1788 –
Barranca Yaco, Prov. de Córdoba, 1835) era un hombre culto, valiente y generoso.
Arquetipo de la identidad criolla.
Un hacendado
hispanoamericano arraigado a su tierra, defensor de la religión y sumamente
querido por el pueblo.
Los Quiroga,
procedentes de Chile, se habían establecido en Jáchal, San Juan, hacia el año
1600. Su abuelo José de Quiroga y Salinas nacido en San Juan fue juez de
policía y diputado de Minas de Jáchal. Su padre, José Prudencio, fue tesorero
de la Real Hacienda, alcalde y comandante de milicias. Emigró a Los Llanos (La
Rioja) donde formó una Estancia, que a fines del Siglo Dieciocho reunía dos mil
cabezas de ganado.
Se dedicaban al
tráfico de hacienda y comercio de arrias. Transportaban vinos, pasas,
aguardientes, aceitunas, algodón y fruta seca, hacia las provincias de San
Luis, Córdoba, Tucumán y Santa Fe, y regresaban con productos que se carecían
en La Rioja, en especial manufacturas.
La
madre de Facundo, Juana Rosa Argañaraz era hija de don Gregorio de Argañaraz,
un fuerte hacendado del sudoeste de La Rioja.
A través de su
correspondencia podemos apreciar la verdadera personalidad de Facundo Quiroga,
su cultura y carácter.
Muy diferente
del personaje atroz que nos describe Sarmiento en su panfleto
difamatorio publicado diez años después del asesinato de Quiroga. Un
escrito que “Desborda de errores sobre cuestiones de hecho, contradicciones del
autor consigo mismo (…), falsas interpretaciones, mentiras flagrantes, etc.”,
afirma el erudito Julio Irazusta, historiador argentino que nos recomienda leer
el libro de Pedro de Paoli: Facundo. Vida del Brigadier General Don Juan
Facundo Quiroga víctima suprema de la impostura. Bs. As., Ciordia y
Rodríguez, 1952. Reeditado por Plus Ultra con el titulo Facundo en 1973.
El Facundo de
Sarmiento es un personaje de ficción concebido en la mente del
sanjuanino con fines políticos. Después de su muerte alcanzó gran
notoriedad siendo promovido como una obra maestra de la literatura
argentina pero a su vez formando un prejuicio en la conciencia
nacional acerca del gobernador Quiroga y su época.
En los artículos
del diario El Progreso han quedado impresas gran parte de las ideas
que Sarmiento mantendría a lo largo de su vida. El sanjuanino decía que el
porvenir de nuestra América sería el de proveedora de materias primas para el
mundo entero, atrayendo la atención de las grandes naciones comerciales. Que
estas fomentarían nuestro desarrollo y que los extranjeros vendrían al país a
enriquecerse y enriquecernos. Que crearían mil naciones en el continente con
miras a absorbernos, pero que eso que era un mal para nosotros, era un bien
para la humanidad…
Sarmiento negaba
toda capacidad a los países de origen hispánico. Los problemas de la
Argentina se debían, según Sarmiento, a la irremediable inferioridad de la raza
española, a la que llama la sífilis hereditaria que llevábamos en la
sangre.
El cuyano abandonó
Chile vilipendiado por un sector de la prensa. Su asilo se había
tornado insostenible prohibiéndosele tratar editorialmente cuestión alguna que
tuviese relación con el gobernador de Buenos Aires (3) (4) y (5).
Cuando Sarmiento
estuvo en Francia fue a buscar el apoyo del belicista Adolphe Thiers,
jefe de la oposición, quien le concedió sólo 15 minutos (6). Como
otros emigrados, Sarmiento buscaba ayuda extranjera para derrocar al gobierno
argentino. Thiers lo atendió en el jardín de su mansión en la calle Saint
Georges y lo invitó a presenciar un debate en la Cámara de Diputados. Adolphe
Thiers también era el dueño del diario Le National recordado por sus
polémicas contra La Presse de Emile de Girardin, que defendía la
posición argentina.
Thiers
consideraba Montevideo como una colonia francesa y era partidario de hacer la
guerra contra Buenos Aires. Francia tuvo en vilo a la Argentina desde 1838
hasta 1851. La defección o pronunciamiento de Urquiza se produjo el día
1/5/1851. Fue impulsada desde Francia por el gobierno del presidente Luis
Napoleón (b).
En 1860 Domingo
Faustino Sarmiento fue Ministro de Gobierno de Buenos Aires nombrado por Mitre.
Formó parte del Supremo Consejo Masónico Argentino reunido en
Buenos Aires el 27 de julio de 1860 bajo la presidencia del doctor Roque Pérez,
junto a Santiago Derqui, Presidente de la Confederación Argentina, el General
Justo José de Urquiza, Jefe del Ejército de la Confederación y Gobernador de
Entre Ríos; el General Bartolomé Mitre, Gobernador de Buenos Aires; y el
Coronel Juan Andrés Gelly y Obes, Ministro de Guerra del mismo estado (2).
Entre los años 1868 y 1874 Sarmiento llegó a ser Presidente de la
Nación Argentina, en una época en que las prácticas democráticas
estaban reservadas a unos pocos. El sufragio universal debió esperar en
Argentina hasta la Ley Sáenz Peña sancionada en 1912.
Sarmiento despreció
nuestra cultura y tradiciones. Importó el modelo educativo
norteamericano haciendo venir a 61 maestras y 4 maestros de EE.UU. que
arribaron entre 1869 y 1891 para formar docentes argentinos. Una iniciativa
coordinada por Mary Peabody Mann, viuda del educador Horace Mann. Sarmiento
llevó a cabo este proyecto a pesar que en nuestro país siempre hubo gente culta
dispuesta a enseñar.
El encuentro de Sarmiento con el general San Martín
El tucumano José
Ignacio García Hamilton (S. M. de Tucumán, Arg. 1943- Bs. As. 2009),
autor de una biografía de Sarmiento titulada “Cuyano Alborotador” (Ed.
Sudamericana, B. Aires, 1997), se refiere al encuentro entre San Martín y Sarmiento
ocurrido en 7/1847. García Hamilton dice: “Domingo, que nunca dejaba de
contestar lo que consideraba gruesos despropósitos, desistió de insistir con
sus puntos de vista al pensar que el venerable libertador había disminuido en
su inteligencia por el paso de los años o su espíritu había sido afectado por
el rigor de la nostalgia” (Pág. 133).
Sarmiento chocó
de lleno en el campo de las ideas con San Martín, quien lo atendió sólo por
educación. El joven cuyano era un rebelde enfrentado con el gobierno
federal. El libertador ya se había referido en 1839 a los traidores
argentinos aliados de Francia: “Pero lo que no puedo concebir es el que haya
americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para
humillar su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en
tiempo de la dominación española; una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer
desaparecer” (Carta de San Martín a Rosas del 10/7/1839)
San Martín
estaba bien informado acerca de todos los sucesos que acontecían en el Río de
la Plata. Mantenía nutrida correspondencia, especialmente con el gobernador
Rosas con quien se sintió plenamente identificado. De hecho, San Martín fue un
colaborador de lujo que tuvo la Confederación Argentina en Francia.
Mientras algunos
argentinos y uruguayos solicitaban la intervención militar del Río de
la Plata, la diplomacia federal unía esfuerzos en defensa del honor
nacional. El canciller Felipe Arana en Buenos Aires, los ministros, Manuel
Moreno en Londres, Carlos de Alvear en EE.UU., Tomás Guido en Río de Janeiro, y
Manuel de Sarratea en París junto con el general José de San Martín.
En 1842 San
Martín le había propuesto a Sarratea adquirir un diario en Francia para
defender la causa argentina. En su testamento legó su sable al gobernador Juan
Manuel de Rosas.
Por esa razón Sarmiento
descalifica a San Martín diciendo que era un hombre viejo “con
debilidades terrenales”, “enfermedades de espíritu adquiridas en la vejez” e
inteligencia declinante: “Aquella intelijencia tan clara en otro tiempo,
declina ahora”. San Martín es un “ariete desmontado”, un “aciano batido i
ajado”, dice Sarmiento (6). Recordemos que San Martín tenía 69 años cuando se
entrevistó con él en Francia.
El general San
Martín murió en 1850 defendiendo la causa argentina, oponiéndose al gobierno
francés por su política exterior en el Río de la Plata. Quien lea su
correspondencia podrá juzgar mejor que Sarmiento la lucidez del general
argentino (c). Lo único bueno que le quedó al sanjuanino de aquella experiencia
fue una promesa del director de la Revue des Deux Mondes de publicar
un artículo comentado acerca del Facundo.
También quedaron
dos cartas de Mariano Balcarce, yerno de San Martín, dirigidas a Juan Bautista
Alberdi en donde se menciona a Sarmiento amistosamente (22/9/1846 y
14/12/1847). Documentos históricos que les han servido a algunos historiadores
para disimular el rechazo de San Martín o mistificar aquel encuentro.
En el diario
argentino La Gaceta Mercantil del 7/12/1847
leemos: “Los traidores como Sarmiento procuran siempre denigrar a su patria,
para dar a entender que no es acreedora al homenaje de sus respetos, amor y
fidelidad”.
Para conocerlo
mejor, cerramos este artículo con una de las frases más polémicas del educador
argentino: “No trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que
es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla, incivil,
bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos”. (Carta de
Domingo. F. Sarmiento al General Bartolomé Mitre, 20/9/1861). MGB 19/5/2018.
Ilustración.
Fotografía del presidente D. F. Sarmiento en 1870 y fotografía de Sarmiento con
uniforme francés en 1853.
Bibliografía.
(1) La unidad
nacional. Ricardo Font Ezcurra. Ed. Coni. Bs. As., 1938.
(2) Gran Logia
de la Argentina de Libres y Aceptados Masones. Ed. Masónica, Bs. Aires, 1962.
(3) Sarmiento.
Alberto Palcos. El Ateneo. Bs. As., 1929.
(4) “El Progreso”
de Valparaíso 11/10/1845.
(5) Obras
Completas. D. F. Sarmiento. Ed. de Santiago de Chile, 1887. T VI, Pág. 316
(Inv. Julio Irazusta).
(6) Viajes. D.
F. Sarmiento. Edición Crítica, Javier Fernández, coordinador. Ediciones Unesco,
Bs. Aires, 1996.
Nota del
autor. La logia Lautaro fundada por San Martín y Alvear en 1812 no
tiene ninguna relación ni continuidad con las actividades de las logias de
francmasones establecidas en Montevideo durante el periodo federal. Estas
conspiraron contra el gobierno de Buenos Aires y después de la Batalla de
Caseros (3/2/1852) se establecieron en el país. Lautaro fue una organización
secreta de criollos independentistas inspirada en la masonería, pero que se
disolvió logrado su objetivo. Jamás estuvo integrada a ninguna jerarquía ni
orden internacional. Tanto San Martín como Alvear defendieron la causa federal
del gobierno derrocado en 1852.
Otras fuentes en el texto.
a)-Las cartas de Salvador María del Carril / Mariano García Barace / Diciembre de 1828.
https://drive.google.com/file/d/0ByAv9G5Q5tGFMXplcHNrajM1aVU/view
b)-Urquiza, el gran traidor de la Historia Argentina / Mariano García / 14 de noviembre de 2015.
c)-La carta más famosa del general José de San Martín / Mariano García / 28 de abril de 2014.
https://gaceta.es/blogs/chimango-del-sur/carta-famosa-general-jose-san-martin-28042014-1508-20140428-0000/
Fuente: La Gaceta / La
información alternativa / El chimango del Sur / 26 de mayo de 2018.
https://gaceta.es/blogs/chimango-del-sur/sarmiento-francmason-y-mentiroso-20180526-1622/