domingo, 30 de junio de 2019

Cultura

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Noticias del Plata
Su pasión por el Martín Fierro comenzó en el Colegio del Salvador, donde el padre Furlong les hacía aprender el poema de memoria a los alumnos, los paraba en medio del recreo, les tiraba un verso y preguntaba “¿cómo sigue?”. Profesor de literatura argentina, Ángel Núñez dedicó los últimos años a publicar las obras completas de José Hernández, comandando un equipo de jóvenes graduados de Córdoba, Misiones, Buenos Aires y La Plata. Ahora, la gran tarea llega a su fin: se publica el decimocuarto y último tomo dedicado a los escritos periodísticos de Hernández. En esta entrevista, Núñez cuenta la génesis de un proyecto nacido para hablar de Hernández, más allá de Fierro, y analiza las relaciones entre escritores, políticos y militares de la Argentina del siglo XIX.
Por Anger Berlanga
“No queremos asistir en la prensa al espectáculo de sangre que va a darse en la República”, escribió José Hernández en el número final de El Río de la Plata. 22 de abril de 1870. Es el comienzo de lo que tituló “Última palabra”, editorial del periódico que dirigió durante ocho meses en Buenos Aires. Es que once días atrás en el palacio de San José a don Justo José de Urquiza le han puesto un tiro en la boca y cinco puñaladas en el pecho. La partida que lo liquidó mentaba una revolución y vivaba a un ex lugarteniente del caudillo, el general Ricardo López Jordán, que al toque fue elegido por la legislatura como reemplazante del difunto en la gobernación de Entre Ríos y, trascartón, solicitó reconocimiento al presidente Sarmiento. Pero Sarmiento lo acusa de ser el autor intelectual del crimen y manda al Ejército. “La intervención –Peligros serios”, titula a otro de sus artículos de esos días Hernández, que se ve venir la escalada armada. “Allá, en aquella provincia salvada a las borrascas que han azotado la República en los últimos años, se levantaba la figura culminante del general López Jordán, a quien por sus antecedentes, por la participación que le cupo siempre en los sucesos en que fue actor el ejército entrerriano, por su conducta en los combates, por su popularidad y prestigio, se le indicaba por todos como el sucesor natural del general Urquiza y el presunto heredero de su poder”. La noticia del crimen, escribe, llega envuelta en nubes tenebrosas. “El nombre de López Jordán se pronuncia por todas partes sin que se conozca el rol que verdaderamente le ha cabido desempeñar en tan terrible tragedia –señala–. Nosotros, por el conocimiento personal que tenemos del hombre, nos resistiremos siempre a creer en su participación, sin que por esto nos hallemos dispuestos a absolverlo de antemano”. 
Los textos son parte del decimocuarto y último tomo publicado de lo que se anuncia como sus Obras Completas, un trabajo exhaustivo que comenzó a destilarse en 2005 con Instrucción del estanciero y concluye ahora, con el tercer libro que recoge los textos que publicó en El Río de la Plata. “Una tarea bastante larga, hecha por un equipo de trece jóvenes graduados de las universidades de La Plata, Córdoba, Buenos Aires y Misiones”, dice Ángel Núñez, hernandista, licenciado en Letras y profesor de literatura, 79 años, el director de este proyecto, que tiene el reflejo continuo de salirse del protagónico y destaca la faena conjunta o las procedencias de los materiales. Y a Hernández, claro. “Lo primero fue rescatar todo lo que ya estaba, para no hacer las cosas dos veces, no caer en esta cosa argentina de decir ‘todo está mal’ y empezar de cero –dice–. Y fue muchísimo material el que encontramos”. Una vertiente importante fue el trabajo que hizo el académico Alejandro Losada, que murió en 1985. “Él terminó su carrera en la Freie Universität de Berlín, y tuvo la obsesión de publicar el periodismo de Hernández –cuenta Núñez–. Y anduvo con su maquinita de escribir por varias hemerotecas, en Paraná y otros lugares, y copió, qué sé yo, unos 200 artículos.  Nos comunicamos con la viuda de Losada, que había donado los materiales a esta universidad, y ahí dimos con una profesora brasileña, Ligia Chiappini, que para más nació en Santana do Livramento, el sitio en el que tuvo que exiliarse Hernández. Ella nos facilitó los papeles, las fotos y los libros que había reunido Alejandro”. 
Con esa base inicial, el equipo rastreó y recopiló textos de La Reforma Pacífica, de El Nacional Argentino, de El Litoral, de El Argentino (estos tres últimos, de Paraná); de El Eco de Corrientes; de La Capital, de Rosario; y de El Río de la Plata. Seis tomos de los catorce están dedicados a la obra periodística, y tres de esos a su exitosa publicación porteña, donde escribió ¡cerca de cuatrocientos artículos en ocho meses! 
En esa temporada escribe sobre la fundación del diario La Nación, y con frecuencia, enjundia e ironía le critica a Bartolomé Mitre el despilfarro de recursos para “guerras fraticidas” que terminará utilizando para sus aspiraciones personales. Y sienta posición ante cuestiones como el alumbrado público, los jueces de paz, las escuelas, las trifulcas de prensa; describe el panorama del comercio en el Litoral; se congratula con la noticia de la muerte de Solano López en Paraguay; se queja de la mirada peyorativa del periódico Standard, “órgano de los intereses británicos en el Plata”, que por “excesivamente violento” desacredita a la Argentina “ante los ojos de Europa”; y traza la crónica del cruce entre la comparsa italiana “Stella” con otra de criollos, “Progreso del Plata”, que derivó en “una tremolina de que resultaron varios heridos”; y desconfía y advierte sobre los establecimientos de beneficencia, “servidos por comunidades extranjeras que con el nombre de Hermanas de Caridad” pareciera “que fueran las más competentes y aptas”, aunque registra “serias quejas de algunas personas que son víctimas del maltrato y dureza”. Tiene 35, Hernández, a esa altura. Siete años atrás, en 1863, había publicado el folleto Rasgos biográficos del general D. Ángel V. Peñaloza, que recopilaba sus artículos sobre el asunto en El Argentino de Paraná. En 1875 la reeditaría, con variaciones importantes y en plena polémica con Sarmiento, famoso su regodeo por la ejecución sanguinaria del caudillo: el texto de Hernández pasará a llamarse, ya, Vida del Chacho. En las obras completas este tomo incluye reproducciones facsimilares de ambas ediciones originales, y también de El Chacho, último caudillo de la Montonera de los Llanos, de Sarmiento, y también lo que escribió Juan Bautista Alberdi sobre el padre del aula (Facundo y su biógrafo. El Chacho – Sarmiento); y además correspondencia entre Mitre y Sarmiento antes y después del asesinato. 
“Y lo que hemos descubierto, a medida que íbamos haciendo el trabajo, es a un Hernández desconocido –dice Núñez–. Porque pongamos a un lado al Martín Fierro, que es el gran poema nacional: se podrá discutir, a unos les gusta y a otros no (que está pasado de moda, o que si es o no el Viejo Vizcacha), pero está consagrado. Es discutible pero consagrado; con Élida Lois hicimos una edición crítica que incluye opiniones de gente de distintos lugares del mundo que estudia el poema. Por supuesto que está incluido en las obras completas, no podía ser de otra forma. Pero dijimos: veamos todo el resto de Hernández. Y entonces hemos ido descubriendo a un importante pensador, que tenía una visión muy completa del país. Y en qué época: derrota de Rosas (de quien no habla, o lo critica muy genéricamente), organización del gobierno de Urquiza. Es un urquicista nato, digamos. Y es tan federal que se va a vivir a Paraná, se casa y tiene sus hijos allá. A partir de la batalla de Caseros escribe, durante veinte años, día a día. Funda diarios, los dirige. Y vive la vida política con una visión de conjunto”. 
  Aboga de continuo por la integración nacional y por la paz: “La sangre de nuestros padres se derramó por la Patria en sostener el grandioso pronunciamiento de Mayo de 1810 –escribía en 1860 para La Reforma Pacífica, corresponsal desde Paraná–. La sangre de nuestros hermanos se derramó después por la Libertad con la lucha constante, sostenida por veinte años contra la tiranía del déspota. La nuestra se ha derramado ya por la Organización Nacional y quizás veamos aún derramarse la de nuestros hijos. Estas son las tres grandes épocas de la República Argentina. Nuestra historia de medio siglo puede resumirse en estas tres palabras: sangre, sangre y sangre”. 
Pablo Mehanna
Angel Núñez, coordinador de los 14 tomos de la obra completa de José Hernández.
Militares que escriben
Como Mitre y Sarmiento, Hernández también fue un hombre de armas tomar, y formó parte de las tropas de Urquiza en las batallas de Cepeda, Pavón, Arroyo Garay. “Si pensamos en el Siglo XIX, Juan María Gutiérrez publicó rápidamente las obras completas de Esteban Echeverría –señala Núñez–; de Sarmiento ni hablemos, no sé cuántos tomos, editados con apoyo oficial; las de Alberdi también estaban, restaban nomás los Escritos Póstumos que sus discípulos publicaron. Faltaban las de Hernández. ¿Por qué faltaban? Yo pienso que la política cultural ha influido, porque era antiliberal. Acusa a Sarmiento por el asesinato del Chacho, pero el inspirador de todo, para él, es Mitre. Mientras está exiliado en Montevideo, en 1874, Hernández dedica casi un año a analizar en artículos políticos y periodísticos la impronta de Mitre, a quien considera el jefe de la oligarquía porteña, anti federal, anti provincias, anti Paraguay. Entre esos artículos del ‘74 le escribe siete cartas a Vicuña Mackenna, el político chileno, que llamaba a Mitre ‘el gran hombre de América del Sur’ o ‘el gran estratega’. ‘¿Destruir el Paraguay es ser el gran hombre de América del Sur, qué política es esa?’, le pregunta Hernández. O sea, creo que atentar contra Mitre desde la política cultural es algo que provoca recelo en todo un sector de este país”. 
Señala Núñez que en El Río de la Plata puede verse la preocupación de Hernández por un programa de gobierno, por la elección vía votación de los jueces de paz, “por la defensa de que el hombre pobre no sea manipulado”. “‘Estamos en una etapa de sangre y tenemos que pasar a una etapa de patria’, plantea él –sigue Núñez–. Es un hombre de Urquiza porque ve en él a un hombre que implanta la ley. Y coincide con el pensamiento de Alberdi, porque piensa que será la Constitución la que va a organizar al país. Que con Constitución Federal y respeto a las provincias, con desarrollo y progreso, ferrocarriles y comunicaciones, el país se pondrá en marcha y habrá una Nación Argentina. Uno de sus artículos se llama ‘Levantemos en alto el libro de la ley’: en ese sentido se entusiasma con Urquiza. Pero después Urquiza va cambiando. Y entonces Hernández adhiere a la rebelión de López Jordán contra Urquiza, que fue negociando con Buenos Aires para que le respeten la provincia. Los porteños invaden el interior, machacan a Peñaloza, van liquidando el caudillaje, pero no tocan Entre Ríos. Todo el pensamiento federal le advierte, ‘ojo, general, ayúdenos, mire que también lo van a atacar a usted’. Pero Urquiza ya había elegido su camino de negociación, y había renegado de ‘los paisanos desorganizados’”. 
Que no quería asistir “en la prensa” al espectáculo de sangre que sobrevendría, escribió, tras el asesinato de Urquiza; poco después Hernández estaba alineado con López Jordán, combatiendo a las tropas de Sarmiento: el espectáculo de la sangre en directo, batallas con millares de muertos y el ejército argentino de estreno de ametralladoras y fusiles Remington (tecnología de avanzada para el progreso). Tras la derrota en Ñaembé, en 1871, López Jordán se replegó a Santana do Livramento con 1.500 hombres: entre ellos estaba Hernández. Sarmiento ofreció recompensas por sus cabezas: cien mil pesos por la de López Jordán, mil por la de Hernández. Pero al año siguiente el presidente dictó una amnistía y Hernández volvió a Buenos Aires, donde publicaría por entregas, en el diario La República, el Martín Fierro. Para finales del ‘72 se publicó como folleto: tremenda popularidad, continuas reediciones, paisanos que se reunían alrededor de los fogones para leerlo. “Se ganaba la vida con el periodismo, con la escritura –dice Núñez–. No era hombre rico, pero vivía de eso. Y de otras cosas: fue taquígrafo de la Convención Constituyente, por ejemplo. Más adelante se dedicó a vender campos. Se las rebuscaba”. 
Así publicaba: en folletos. “Lo único que publicó en formato libro fue Instrucción del estanciero, aunque si era para que el paisano lo leyera, lo ideal habría sido que fuera también en folleto –dice Núñez–. Pero es un texto dirigido a Dardo Rocha, a su círculo rojo. Entre los pensadores de esa época Hernández tiene una cosa única: defiende al gaucho, al trabajador rural. Rocha, que era gobernador bonaerense, y era su amigo, le dice ‘mándese un viaje, vaya a Australia, vaya a Europa, para ver qué técnicas rurales podemos aplicar para desarrollar en la provincia’. Y Hernández le responde: ‘Mire, no gaste plata, yo le escribo ese libro. Porque nosotros sabemos cómo organizar una estancia para que produzca bien’. Y le escribe esta instrucción, para que un peón pueda organizarse, instalarse, y sepa qué es lo que hay que hacer. Y plantea, ahí: hagamos colonias con hijos del país, como se hace con los extranjeros. Los incluye. Podemos empezar con lo que sabemos, plantea. Y no es que fuera un primitivo, porque después como diputado y senador auspicia estudios científicos superiores de agronomía, veterinaria, no es que dice ‘ya sabemos todo’. ‘Con darle tierras a los paisanos organizamos la provincia –dice–. Y tienen que ser buenas tierras, no cualquiera: tienen que estar cerca del ferrocarril. Y si me dicen que no tienen cerca, bueno, tienen plata para comprarlas’. Los piensa como un elemento valioso del país, contra la opinión en general del propio Alberdi en Las bases, que nos dice: ‘Nunca vamos a lograr en nuestro hombre un obrero inglés, con ese método de trabajo, rigor, espíritu familiar’, etc. En cambio Hernández dice sí, este hombre sirve. No es un ser despreciable. Y cita: ‘Con ellos, que son los que han hecho la guerra, vamos a hacer el país’”.
A los liberales nunca les gustó el Martín Fierro, dice Núñez. “Borges llegó a decir que ojalá el gran libro no fuera ese, sino el Facundo –señala–. Ángel Battistessa, la academia, dijo ‘con un borracho asesino, qué modelo es ese’. Pero digamos que el poema se impuso por sí mismo. Lo que no se conocía es toda su visión del país”. ¿Y cómo fue que se enganchó Núñez con Hernández, dónde está el origen de su dedicación a estudiarlo? “Desde joven soy admirador del Martín Fierro –cuenta–. Estudié en el colegio El Salvador y nos lo hacían aprender de memoria. El padre Furlong (que además era profesor e historiador), especialista en las colonias jesuitas, lo paraba a uno en el patio, largaba un verso y preguntaba: ‘¿cómo sigue?’ ‘Y, no sé, padre’. ‘Hay que saberlo, de memoria’. Con ese sello, desde joven publiqué cosas sobre el libro, distintos enfoques”. 
 Núñez fue profesor de Literatura Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras “en la época difícil de Perón”, dice, y subraya que incluye los años 70. Además de Hernández, se especializó en las obras de Roberto Arlt y Leopoldo Marechal. Su mujer, Silvia Beatriz Gallina, era cuadro político de Montoneros y fue secuestrada en diciembre de 1976: permanece desaparecida junto con su padre, sus dos hermanos y su cuñada. Núñez se exilió en Brasil con la hija de ambos, que por entonces tenía dos años. Vivió en San Pablo doce años, y cuenta que hizo de todo un poco para ganarse la vida: librero, distribuidor de diarios, profesor, publicitario. “Un domingo, en una playa, allá, compré La Nación y en un suplemento encontré un artículo escrito por Ángela Blanco Amores de Pagella, que había sido profesora mía en la facultad, en el que decía que existía un manuscrito de la primera parte del Martín Fierro, y yo me dije ‘uh, a eso hay que encontrarlo’”. A comienzos del menemismo, cuando volvió, lo rastreó. “La mujer que lo tenía estaba negociando con la Universidad de Texas, donde está la mejor colección de Martín Fierro que hay en el mundo –dice–. Por un precio menor conseguimos que lo compren los de Televisión Educativa: después de no sé cuántos años les dieron un premio Martín Fierro, y como símbolo compraron el manuscrito y lo donaron al Estado. Lo restauraron en la Unesco, porque acá no encontrábamos plata para hacer eso. Y ahora está en el Museo Histórico Nacional, en una especie de altarcito que le han hecho”. Que tuvo una formación nacionalista, dice. Y también: “Por peronista me tuve que rajar, por peronista me cagaron a patadas, y bueno, acá estoy”. Otra definición suya funciona para final: “Siempre estuve con Hernández en la cabeza”.
Fuente: Página 12, Radar, 30 de junio de 2019.

Asociación de Amigos del Instituto del Patrimonio Histórico Cultural de La Matanza

Se conformó la asociación de amigos del Instituto del Patrimonio Histórico y Cultural de La Matanza
En una reunión en la que confluyeron historiadores, docentes, investigadores y estudiantes de carreras terciarias, se conformó la Asociación de Amigos del Instituto del Patrimonio Histórico Cultural de La Matanza, ésta flamante entidad tiene como fin, la promoción y el apoyo a las actividades del (IPHCLM), contribuyendo al crecimiento de las colecciones y colaborando en la conservación, exhibición y difusión de la documentación histórica recibida.
La reunión se efectuó en la sede del Instituto ubicado en la calle Sarrachaga 5583 de la localidad de Isidro Casanova. En dicha sede se encuentra el archivo con material gráfico, sonoro, audiovisual, bibliográfico, fotográfico y cartográfico.
La Asociación de Amigos del IPHCLM será presidida por los próximo dos años por el profesor en Historia Sergio Laurenza y lo acompañarán Alejandro Enrique (historiador y actual subsecretario de Cultura municipal), Andrés Grande (secretario de la entidad), el profesor Rubén Cianfagna (tesorero), profesor y musicólogo Rubén Travierso, Florentino Hernández, profesora Mónica Moreyra, José Aros, Gabriela Do Couto, Verónica Molinari, Diego Laurenza, Alberto Zaia, Juan Cambareri, profesora Adriana Fernández, Marcelo Battaglia, profesora Yanina Delfino, Daniel Guarrera, profesor Daniel Pomarico, profesora Viviana Verón, profesora Paula Coman, Walter Ortigoza y profesor Carlos Alegre.
El objetivo de la entidad es brindar servicios de referencia, orientación y acceso a las documentaciones históricas, contribuyendo al fortalecimiento de la diversidad cultural y al intercambio de información con otros lugares de documentación.
Para la atención al público (la consulta es abierta, libre y gratuita) el Instituto del Patrimonio Histórico se encuentra abierto de lunes a viernes de 11 a 13 horas. Para consultas puede realizarse vía mail a patrimoniohistoricolamatanza@gmail.com o al facebook: Instituto del Patrimonio Histórico Cultural de La Matanza. Además el IPHCLM cuenta con un blog donde se pueden leer artículos de divulgación histórica matancera: patrimoniohistoricolamatanza.blogspot.com
Por IPHC - LM
Fuente: Matanza Digital, 25 de junio de 2019.

sábado, 29 de junio de 2019

Salud

Lifestyle
Vaginismo: su impacto en la vida sexual
Por Beatriz Literat*
El vaginismo es un trastorno que afecta la vida sexual y ginecológica del 4-5% de las mujeres. Suele venir asociado a una fobia a realizar exámenes ginecológicos y a una evitación de las relaciones sexuales coitales. Hay parejas que conviven más de una década manteniendo relaciones amorosas “periféricas” y evitando cuidadosamente el acercamiento a la vagina. Muchas veces lo consideran un “fracaso de la pareja” y buscan nuevos compañeros, obteniendo el mismo resultado.
En los vaginismos situacionales o selectivos las mujeres pueden tener relaciones sexuales coitales, pero no toleran la realización de exámenes ginecológicos y se pasan años recorriendo consultorios, buscando “El/La Ginecólogo/a” que les resuelva esta condición que reconocen como riesgosa para su salud, al no poder realizar ecografías, papanicolaous o colposcopias porque sienten un verdadero espanto ante la sola idea de hacerlos. Otras mujeres toleran los exámenes ginecológicos, pero no pueden concretar las relaciones íntimas y otras muchas padecen de ambos impedimentos. Esta situación la pueden padecer mujeres universitarias, profesionales o amas de casa, de cualquier etnia y religión y puede durar toda la vida si se espera que se resuelva de manera espontánea. A veces las parejas adoptan hijos o intentan métodos de fertilidad de complejidad variada hasta el punto de intolerancia de la mujer, ya que el vaginismo es un verdadero obstáculo a los procedimientos de fertilización asistida. Muchos ginecólogos, imposibilitados de manejar el problema, realizan PAPs a medias, con un hisopo, que es lo único que la paciente les permite, lo cual no reemplaza de ninguna manera la necesidad de realizar exámenes ginecológicos completos.
Muchos hombres sienten que “la culpa es de ellos” o “que la mujer podría ponerle más voluntad”. Tanto lo uno como lo otro es una equivocación. Las terapias psicológicas que se intentan, algunas de larga duración, suelen resolver las fobias asociadas al vaginismo, como el miedo a manejar automóvil, a tragar píldoras o a los ascensores herméticos, pero el vaginismo continúa inamovible.
El tratamiento que sí funciona
Para terminar con el vaginismo la mujer y su pareja, si la tiene, deben querer realmente solucionarlo y no haber encontrado un beneficio secundario que les permita perpetuar el síntoma. Es indispensable que se establezca un vínculo de mucha confianza y respeto entre la paciente y el profesional tratante. Le ofrecemos a las pacientes y a sus parejas un tratamiento que tiene como objetivo que la mujer abandone el rol de víctima pasiva y se convierta en una protagonista, adueñándose de su cuerpo y de su función sexual por completo. En el transcurso de las 6/7 semanas de promedio que dura el tratamiento, la paciente y su pareja reciben educación sexual, información y orientación sobre anatomía, fisiología y técnicas sexuales. La participación del varón es básicamente emocional, contribuyendo a disolver las mutuas culpabilizaciones y alentando a la mujer en sus logros.
Nuestro tratamiento gineco-psico-sexológico no se centra en hablar del problema sino en encararlo con ejercicios de exposición gradual a las situaciones temidas. Durante el transcurso no tocamos a las pacientes, la cuales realizan los ejercicios en sus domicilios o en el consultorio, solas detrás de una mampara y con la profesional a pocos pasos al otro lado, atenta a la necesidad que la paciente pueda plantear. Los ejercicios no son vergonzantes, ni molestos y mucho menos dolorosos. Las pacientes logran en cada consulta un nuevo avance que las alienta a continuar. Las mujeres finalizan el tratamiento realizándose ellas mismas una ecografía transvaginal (bajo supervisión profesional), colocándose ellas mismas el espéculo y aprendiendo a manejar y a disfrutar activamente de su sexualidad y, lo más importante, adquiriendo una seguridad y empoderamiento que se refleja en otros aspectos de su vida, como el área profesional.
Si bien el vaginismo se manifiesta en todas las mujeres como una contracción y tensión involuntaria de los músculos pélvicos y perivaginales que la paciente no puede controlar, cada mujer es única, con su historia, sus creencias, su temperamento y sus estados de ánimo. Por ese motivo existen alternativas terapéuticas complementarias que utilizamos con cada paciente. Medicamentos ansiolíticos en algunas, Programación Neurolinguística en otras y Botox en el canal vaginal en otras, además de los ejercicios básicos de exposición y desensibilización progresiva a las escenas temidas.
Existe un antes y un después para estas mujeres y sus parejas, que logran celebrar y disfrutar, no solamente una sexualidad plena y la tranquilidad de poder realizar los exámenes ginecológicos preventivos, sino también la felicidad de poder acceder a un ansiado embarazo y a un parto natural, que durante mucho tiempo habían pensado que nunca lograrían.
(*) Médica sexóloga de Halitus Instituto Médico (MN 50294)
Fuente: Ámbito Financiero, 29 junio 2019.

viernes, 14 de junio de 2019

Opinión

Dos coaliciones buscan dominar la política argentina
El país podría estar comenzando a articular un sistema con un par de fuerzas preponderantes, amplias y diversas, que permitiría encarar mejor la agenda de reformas necesarias.
Fuente: LA NACION - Crédito: Alfredo Sabat
En el comienzo de este ciclo democrático, el sistema político estaba configurado en torno a dos partidos plurales y con fuerte despliegue territorial, la UCR y el PJ, que se alternaron en el manejo del poder durante dos décadas. En el ínterin, terceras fuerzas intentaron mediar en esa disputa. No tuvieron éxito, pero fueron claves en la ampliación de las respectivas coaliciones de gobierno. Francisco Manrique se incorporó al equipo de Alfonsín. La UCD fue aliada fundamental de Carlos Menem en términos ideológicos y de gestión. Domingo Cavallo intentó salvar con De la Rúa el régimen de convertibilidad que él mismo había implementado diez años antes. Justamente, la gran crisis de 2001 derivó en la extinción de ese bipartidismo imperfecto.
Entre 2003 y 2015, el kirchnerismo capitalizó el enorme vacío de poder generado por el default más grande de la historia financiera mundial para desplegar un proyecto personalista y predatorio. Groseros errores propios, límites impuestos por una parte de la sociedad y retazos del viejo orden partidario evitaron la consolidación de un sistema hegemónico con componentes populistas y autoritarios que rechazaba y buscaba cooptar o destruir esos vestigios del antiguo régimen partidario.
En 2015 se impuso una novel coalición que mezclaba parte de lo viejo (la UCR) con uno de sus principales desprendimientos (la CC-ARI), cementados por el liderazgo y la inteligencia electoral de Pro, única fuerza surgida del magma de aquella crisis que había logrado establecerse y perdurar en términos organizacionales y territoriales. Cambiemos nunca fue, como enfatizó hace pocos días Ernesto Sanz, uno de sus padres fundadores, una coalición de gobierno, sino solamente una exitosa coalición electoral que consagró un presidente que, equivocadamente, creyó que podía desarrollar un liderazgo a medida de sus deseos y prejuicios. Ese error, entre otros, explica que su gobierno haya fracasado en muchos aspectos, en particular en términos económicos. El giro pragmático que realizó Mauricio Macri al pactar con Miguel Pichetto constituye un demorado pero inusual gesto de autocrítica y, al mismo tiempo, una nueva oportunidad para competir por el poder. Si se analiza fríamente el boletín de calificaciones de Macri en estos casi cuatro años (crecimiento, inflación, pobreza, tipo de cambio, endeudamiento) es casi un milagro que todavía tenga chances de pugnar por su reelección.
Esto se explica no tanto (o no solo) por sus virtudes y los escasos logros obtenidos (resiliencia; el fundamental apoyo internacional; la devolución de recursos fiscales a las provincias, que fortaleció a los incumbentes, devenidos actores claves en términos de estabilidad política; moderación y rechazo de cualquier aventura que pusiera en riesgo la gobernabilidad), sino por la tardía pero clave aceptación por parte de Cristina Fernández de Kirchner de su propio fracaso. Luego de perder cuatro de las últimas cinco elecciones (2009, 2013, 2015 y 2017), la expresidente se resignó a abandonar, igual que Macri, su intención de armar un proyecto político a medida de sus prejuicios y obsesiones. En otras palabras, capituló ante la evidencia de que la única manera de retener alguna cuota de poder (esencial en su caso, por el drama personal y familiar que enfrenta por los juicios derivados de los escándalos de corrupción ocurridos durante sus mandatos y originados en el de su marido) era pactar con el viejo aparato partidario, al que no se privó de denostar durante su vida pública. Así, pasaron al olvido esos intentos de autonomía basados en el empoderamiento de actores sociales con recursos públicos como fue el caso de Unidos y Organizados: lejos del poder, es imposible disponer del dinero y de los mecanismos de movilización que solo el Estado puede proveer. Tampoco tuvo éxito Unidad Ciudadana, con la que apenas obtuvo la minoría cuando intentó recuperar la provincia de Buenos Aires en 2017. Uno de los principales críticos de esos intentos de radicalización y ruptura con la tradición peronista es hoy su compañero de fórmula. Alberto Fernández se fue de su gobierno luego de la disputa con el campo: primera revuelta fiscal en la historia argentina, punto de partida de la denominada grieta y principal conflicto simbólico, político y cultural que dividió a nuestra sociedad por más de una década.
Curiosa y paradójicamente, los actores y voceros que más claramente intentaron capitalizar el hastío de buena parte de nuestro tejido social con esa deletérea dinámica de confrontación interna, propugnando el fin de la grieta y la imperiosa necesidad de establecer una nueva cultura de diálogo y consenso, tratan ahora de sobrevivir al giro pragmático operado por las dos principales coaliciones. El binomio Lavagna-Urtubey pretende mantener viva la llama de la tercera vía, un espacio debilitado con el acuerdo Macri-Pichetto y con el demorado retorno de Massa al PJ. El eventual resultado de dicho esfuerzo constituye uno de los principales enigmas del actual proceso electoral. Cualquiera que sea su destino, es indudable que la contribución realizada en términos de valorización de la moderación, el consenso y la cultura de diálogo es inconmensurable.
La Argentina podría estar encaminándose a rearticular un sistema imperfecto con dos fuerzas dominantes. Ya no partidos, sino coaliciones amplias y diversas que, como ha ocurrido en Chile en las últimas tres décadas, le pueden dar estabilidad, previsibilidad y relativa certidumbre a un sistema político que durante demasiado tiempo se reveló errático, disfuncional e incapaz de resolver las demandas más elementales de la ciudadanía. Esta potencial reconfiguración estaría en estado embrionario -y es probable que veamos cómo germina y, con suerte, se consolida durante y después del proceso electoral que se aproxima-, pero podría cristalizarse en un formato imaginado hace tiempo por Torcuato Di Tella: dos amplías coaliciones de centroderecha y de centroizquierda dominando la competencia por el poder. Las viejas identidades partidarias (peronismo y radicalismo) podrían sobrevivir entremezcladas (y alcanzando acuerdos) con otras fuerzas e identidades, sin las cuales se verían impedidas de lograr las mayorías necesarias. Como ocurre actualmente en España: solos ni el PSOE y ni el PP, erosionados por años de gestión y no pocos escándalos, pueden conformar las mayorías necesarias para formar gobierno. Pero sin ellos, no hay construcción de poder posible.
Ese esquema emergente permitiría encarar con mejores perspectivas una agenda de reformas ambiciosa, imprescindible para sacar al país de la larga decadencia en la que está envuelto hace décadas. Tal vez esta hipótesis sea demasiado optimista. Pero puede que seamos testigos y protagonistas de una nueva y fantástica oportunidad que, sin darnos cuenta ni haber hecho demasiado para tenerla, nos permita encarar un desafío trascendente y transformacional de lo que este proceso electoral caótico y caprichoso parecía prometer hasta hace poco.
Por: Sergio Berensztein
Fuente: Diario La Nación, Opinión, Elecciones 2019, 14 de junio de 2019.