Lifestyle
Vaginismo: su impacto en la
vida sexual
Por Beatriz Literat*
El vaginismo
es un trastorno que afecta la vida sexual y ginecológica del 4-5% de las
mujeres. Suele venir asociado a una fobia a realizar exámenes ginecológicos y a
una evitación de las relaciones sexuales coitales. Hay parejas que conviven más
de una década manteniendo relaciones amorosas “periféricas” y evitando
cuidadosamente el acercamiento a la vagina. Muchas veces lo consideran un
“fracaso de la pareja” y buscan nuevos compañeros, obteniendo el mismo
resultado.
En
los vaginismos situacionales o selectivos las mujeres pueden tener relaciones
sexuales coitales, pero no toleran la realización de exámenes ginecológicos y
se pasan años recorriendo consultorios, buscando “El/La Ginecólogo/a” que les
resuelva esta condición que reconocen como riesgosa para su salud, al
no poder realizar ecografías, papanicolaous o colposcopias porque sienten un
verdadero espanto ante la sola idea de hacerlos. Otras mujeres toleran
los exámenes ginecológicos, pero no pueden concretar las relaciones íntimas y
otras muchas padecen de ambos impedimentos. Esta situación la pueden padecer
mujeres universitarias, profesionales o amas de casa, de cualquier etnia y
religión y puede durar toda la vida si se espera que se resuelva de manera
espontánea. A veces las parejas adoptan hijos o intentan métodos de fertilidad
de complejidad variada hasta el punto de intolerancia de la mujer, ya que el
vaginismo es un verdadero obstáculo a los procedimientos de fertilización
asistida. Muchos ginecólogos, imposibilitados de manejar el problema, realizan
PAPs a medias, con un hisopo, que es lo único que la paciente les permite, lo
cual no reemplaza de ninguna manera la necesidad de realizar exámenes
ginecológicos completos.
Muchos hombres
sienten que “la culpa es de ellos” o “que la mujer podría ponerle más
voluntad”. Tanto lo uno como lo otro es una equivocación. Las terapias
psicológicas que se intentan, algunas de larga duración, suelen resolver las
fobias asociadas al vaginismo, como el miedo a manejar automóvil, a tragar píldoras
o a los ascensores herméticos, pero el vaginismo continúa inamovible.
El tratamiento que sí funciona
Para terminar
con el vaginismo la mujer y su pareja, si la tiene, deben querer
realmente solucionarlo y no haber encontrado un beneficio secundario
que les permita perpetuar el síntoma. Es indispensable que se establezca un
vínculo de mucha confianza y respeto entre la paciente y el profesional
tratante. Le ofrecemos a las pacientes y a sus parejas un tratamiento que tiene
como objetivo que la mujer abandone el rol de víctima pasiva y se convierta en
una protagonista, adueñándose de su cuerpo y de su función sexual por completo.
En el transcurso de las 6/7 semanas de promedio que dura el tratamiento, la
paciente y su pareja reciben educación sexual, información y orientación sobre
anatomía, fisiología y técnicas sexuales. La participación del varón es
básicamente emocional, contribuyendo a disolver las mutuas culpabilizaciones y
alentando a la mujer en sus logros.
Nuestro
tratamiento gineco-psico-sexológico no se centra en hablar del problema sino en
encararlo con ejercicios de exposición gradual a las situaciones temidas.
Durante el transcurso no tocamos a las pacientes, la cuales realizan los
ejercicios en sus domicilios o en el consultorio, solas detrás de una mampara y
con la profesional a pocos pasos al otro lado, atenta a la necesidad que la
paciente pueda plantear. Los ejercicios no son vergonzantes, ni molestos y
mucho menos dolorosos. Las pacientes logran en cada consulta un nuevo avance
que las alienta a continuar. Las mujeres finalizan el tratamiento realizándose
ellas mismas una ecografía transvaginal (bajo supervisión profesional),
colocándose ellas mismas el espéculo y aprendiendo a manejar y a disfrutar
activamente de su sexualidad y, lo más importante, adquiriendo una seguridad y
empoderamiento que se refleja en otros aspectos de su vida, como el área
profesional.
Si bien el
vaginismo se manifiesta en todas las mujeres como una contracción y tensión
involuntaria de los músculos pélvicos y perivaginales que la paciente no puede
controlar, cada mujer es única, con su historia, sus creencias, su temperamento
y sus estados de ánimo. Por ese motivo existen alternativas terapéuticas complementarias
que utilizamos con cada paciente. Medicamentos ansiolíticos en algunas,
Programación Neurolinguística en otras y Botox en el canal vaginal en otras,
además de los ejercicios básicos de exposición y desensibilización progresiva a
las escenas temidas.
Existe un antes
y un después para estas mujeres y sus parejas, que logran celebrar y disfrutar,
no solamente una sexualidad plena y la tranquilidad de poder realizar los
exámenes ginecológicos preventivos, sino también la felicidad de poder acceder
a un ansiado embarazo y a un parto natural, que durante mucho tiempo habían
pensado que nunca lograrían.
(*)
Médica sexóloga de Halitus Instituto Médico (MN 50294)
Fuente: Ámbito Financiero, 29 junio 2019.