¿Cuáles
son los límites del arte?
Tradicional o rompedor. Grotesco o delicado. Sencillo o
complejo. Resulta difícil definir qué es el arte. Pero cuando el autor explota
recursos naturales o incluso seres vivos como materia prima de su obra, surge
la controversia y entra en juego la ética. ¿Es todo arte?
“El arte es el mediador de lo inexpresable”. Así definía
Goethe el concepto de creación artística en el siglo XIX. Una definición vaga
para concretar la inabarcable actividad humana en la que el hombre expresa sus
ideas con una finalidad estética. Bajo estas pinceladas se encuadran diferentes
esculturas, pinturas, composiciones, ritos o incluso tradiciones, muchas de
ellas polémicas, como la lidia de toros, considerada por muchos como un
espectáculo del sufrimiento animal.
Hace unas semanas, el gobierno francés declaró las corridas
taurinas Patrimonio Cultural Inmaterial, a pesar de que casi la mitad de la
población gala se muestra a favor de su prohibición. En España, esta tradición
continúa vigente, salvo en Cataluña y en Canarias. Pero el toreo no es la única
vinculación controvertida con el arte.
Diferentes creaciones chocan de bruces contra el medio
natural. La exposición Zorba, inaugurada en Cáceres, mostraba cientos
de grillos vivos, que fallecieron a los pocos días, adheridos con adhesivo a
una superficie vertical.
La Junta de Extremadura y el Servicio de Protección de la
Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) ordenaron su cierre aunque la
administración autonómica no sancionó al artista por maltrato animal.
“La idea de Zorba era representar la vida de todos
en sociedad, supeditados a normas sociales”, explica Ismael Alabado,
autor de la obra, quien asegura que se documentó con artículos de internet que
hablaban sobre “las discrepancias del sufrimiento o no de los insectos”.
Su intención no era que murieran a lo largo de la muestra
sino al comienzo, cuando tenía previsto verterles pintura por encima. Para su
próxima muestra, denominada Gente-cerda, tatuará cerdos vivos y los
sacrificará “legalmente”. Con su piel preparará después cuadros
retro-iluminados.
La muerte animal, a escena
Ecologistas en Acción Extremadura presentó una denuncia
contra la exposición, pero fue desestimada. “No eran animales domésticos ni
hubo expolio de la naturaleza”, afirma Alabado. Otra exposición, celebrada en
2006 en el Museo Nacional y Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), en la que se
emitía un vídeo donde se mataba a martillazos a una vaca, también fue motivo de
denuncias que no progresaron.
La muerte del mamífero se enmarcaba en El arte sucede,
una muestra firmada por Jordi Benito. “No se puede llamar arte a matar a una
vaca a martillazos, despellejarla, clavarle un cuchillo en la garganta para
recoger su sangre, cortarle la cabeza, que el ‘artista’ se la ponga encima y
así, durante 53 minutos”, denuncia Matilde Cubillo, presidenta de la ONG
Justicia Animal.
La organización (entonces denominada Amnistía Animal)
interpuso una denuncia contra la exposición, que se archivó “porque la
grabación era de los años ‘80 y en esa época el Código Penal no contemplaba el
maltrato como delito”, añade. Por la vía administrativa, “el maltrato había
prescrito”.
En estas dos exposiciones, los autores maltrataron seres
vivos, algo más o menos censurado por la población. Pero, ¿qué ocurre cuando la
creación artística cruza los límites del paisaje natural? “Es imprescindible
partir del respeto para realizar una obra de arte”, asegura Lucía Loren,
artista que emplea elementos del paisaje en sus creaciones.
Cara y cruz en Canarias
Hace 16 años, Eduardo Chillida propuso crear un espacio
diáfano en el interior de la montaña de Tindaya (Fuerteventura) y construir un
cubo de 50 metros de largo, ancho y alto, como “monumento a la tolerancia”. Un
sueño que no llegó a materializarse porque chocó contra la opinión de
organizaciones ecologistas, científicos y gran parte del pueblo canario.
Tindaya, declarada Bien de Interés Cultural, alberga más de
200 grabados rupestres (podomórficos) y en la antigüedad era considerada un
lugar sagrado por la población aborigen de la isla. Estos argumentos echaron
por tierra la idea del fallecido escultor. Pero hace unos meses el gobierno
canario retomó el proyecto.
“Cuando un artista interviene en el espacio público no solo
dialoga con la obra en clave puramente estética, sino con el espacio y el
contexto público del momento”, indica Alfredo Díaz, jefe del Departamento
Pedagógico de la Fundación César Manrique (Lanzarote).
Por este motivo, para la Fundación no es el momento más
adecuado para realizar la obra. “La sombra de la corrupción que planea sobre el
proyecto, junto a la colisión con los valores patrimoniales que atesora la
montaña, aconsejan no seguir por ese camino”, añade Díaz.
En la vecina Lanzarote saben lo que es combinar arte y
naturaleza pero sin despertar polémicas. A lo largo de la isla de los volcanes
se suceden creaciones diseñadas por el artista multidisciplinar César Manrique
en las que los materiales volcánicos dialogan con las personas sin alterar sus
propiedades milenarias. Los Hervideros, los Jameos del Agua o
la propia casa del artista fallecido lo demuestran.
Arco iris en el bosque
En la Península existen obras con perfecta complicidad
entre arte y entorno, como El bosque animado, de Agustín Ibarrola.
Ubicado en el valle de Oma (Bizkaia), el espacio alberga decenas de árboles
cuyos troncos han sido pintados con figuras humanas, animales y geométricas.
Científicos de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
restauraron la obra hace una década tras haber sufrido actos vandálicos. “Ni
las pinturas que utilizó el artista, ni los productos usados durante la
restauración resultaron dañinos para los árboles, porque solamente actuaban en
la corteza”, afirma Mª Pilar Bustinduy, coordinadora de la restauración y
titular de Restauración de Arte Contemporáneo de la UPV/EHU.
La creación “ratifica la idea del artista de que el hombre
es creador de paisajes”, explica Bustinduy. Algo similar ocurre en Ourense. A
unos pocos kilómetros del municipio de Allariz el escultor vasco dejó su huella
en el Ecoespazo O Rexo, un lugar donde árboles, piedras, tierra y agua
conviven con materiales muy presentes en la cultura gallega como el granito y
la losa.
“En algunos árboles, dependiendo de tu posición, observas
distintos animales, por ejemplo mariposas o mariquitas”, señala Bernardo
Varela, consejero de Medio Ambiente del Concejo de Allariz. Las piedras también
cumplen su función pictórica: “en palabras del autor, sería una alegoría de las
energías renovables, con motivos célticos”, indica Varela.
Los materiales empleados por el artista ya han desaparecido
en muchos árboles, pero volver a pintar una obra de land art (arte
terrestre) va contra los mismos principios de esta tendencia artística, en la
que la erosión natural se encarga de su limpia desaparición.
¿Cuáles son entonces los límites del arte? Si una obra
respeta el ciclo natural de una montaña, un bosque, un insecto o un mamífero,
se fundirá como una gota de agua en el océano de la biodiversidad.
Parafraseando a Goethe, seguirá expresando lo inexpresable.
Por Laura Chaparro
Fuente: Revista
The Cult, sección arte (29-05-2012)