ECONOMÍA
Abram: "El FMI es la
última alcancía, después viene el abismo"
ALDO ABRAM, DIRECTOR DE LA FUNDACIÓN LIBERTAD Y
PROGRESO (L&P) - En la tradicional entrega de El Economista del Mes el
análisis de la coyuntura estuvo a cargo de Aldo Abram, quien enfatiza que el
déficit fiscal no es el problema, es una de las consecuencias. "La
verdadera enfermedad que nos está matando es el exceso de Estado", señala
el director de L&P.
Aldo Abram
1| ¿Por qué estamos como estamos?
El Gobierno
recibió un Estado al borde de la quiebra debido al enorme incremento del gasto
público durante la gestión “K”. Sin embargo, si uno toma el total de
erogaciones estatales respecto de la producción argentina de
2017 es mayor al de 2015. El Gobierno nacional argumenta que ellos sí bajaron
el gasto primario (sin contar intereses), pero si uno compara las erogaciones
netas de transferencias para subsidiar tarifas de servicios respecto del PBI,
también se incrementó en 2017 respecto de 2015. Es decir, que ni siquiera
ahorraron todo el ajuste que nos hicieron hacer a
nosotros con los aumentos de tarifas. Además, Cambiemos recibió un Banco
Central (BCRA) al borde del abismo. Lograron salir pronta y exitosamente del
cepo que aseguraba una pronta debacle. Contra la mayoría de los pronósticos, el
dólar libre bajó respecto de sus niveles previos, demostrando las ganas de
confiar que tenía la gente. Sin embargo, esa credibilidad inicial se perdió
cuando, en vez de priorizar defender el valor del peso, el BCRA se dedicó a
emitir para: a) financiar el exceso de Estado; b) aumentar el crédito y bajar
la tasa porque el Estado se absorbía la mayor parte para cubrir su déficit; y
c) al inicio para comprar los dólares de deuda que traían la Nación y algunas
provincias porque con el financiamiento interno no les alcanzaba. Como la suba
de precios se aceleraba, el BCRA decidió comprar esas divisas, endeudándose
carísimo con las tristemente célebres Lebac. Conclusión: 2018 nos encontró
habiendo usado el abundante crédito externo para mantener el exceso de Estado y
no para resolverlo. Además, con un BCRA que había perdido solvencia y la
credibilidad en términos de defender el valor del peso, lo que explica por qué
no hubo otros países de la región que tuvieran una crisis cambiaria a la
primera leve turbulencia internacional. De hecho, en marzo del año pasado
Brasil estaba política y fiscalmente peor que la Argentina pero tenía un banco
central que defendía el valor de la moneda, 2018 terminó con menos de 4% de
inflación ANUAL. Por eso, no se desbarrancó como lo hizo nuestro país.
2| El gobierno dice que tuvo mala suerte
Mala suerte es
que te haga trastabillar algo que era inesperado. A finales de 2017 la gran
mayoría de los analistas pronosticaban un 2018 complicado y quizás hasta más de
lo que en realidad fue. Y respecto de que no podían hacer más. Cada año desde
“Libertad y Progreso” presentamos a funcionarios del Gobierno los proyectos de
reformas estructurales que elaboramos y que demostraban que sí eran viables
avanzar en ellos. De hecho, continúan disponibles en nuestro sitio para todos
los que les interese. Por ejemplo, se pudo aprovechar la legislación vigente
para encarar una reforma del Estado para que le sirva a la gente, y no a la
política como hoy, llevándolo a un tamaño pagable por los argentinos.
Es cierto que habrá gente se quedará sin un cargo, ya que muchos no son útiles
a la sociedad o le inventaron un sello que nos complica la vida para justificar
su escritorio. Sin embargo no es verdad que tengan que quedarse sin un ingreso.
Para eso, están previstos mecanismos conocidos como la jubilación anticipada o
los retiros voluntarios. Además, la ley de empleo público permite poner en
disponibilidad, seguirle pagando sin que trabaje, durante un año a quien se
quede sin un cargo y nosotros proponemos extenderlo a dos. Durante ese tiempo
hay que capacitarlo y subsidiar al sector privado para que lo tome. Esto
implicaba tiempo y dinero, pero ¿qué hubiera pasado si se hubiera implementado
desde el inicio de 2016 usando el enorme endeudamiento que estuvieron tomando?
A principios de 2018 hubiéramos tenido gran parte de la deuda actual, pero el
problema resuelto. En cambio llegamos con la deuda y el problema, lo que
explica por qué la crisis cambiaria llevó a un cierre del financiamiento para
el Gobierno y a evitar un default con un acuerdo con el FMI. Ahora, ¿qué
haremos con esa plata? ¿resolver o mantener el problema? ¡Ojo que ésta es la
última alcancía que nos queda! Después, el abismo.
3| ¿Hay voluntad política para resolver los problemas?
No es lo que se
vio en la discusión del Presupuesto 2019, nadie quiso hacerse cargo del ajuste
del Estado, así que se lo transfirieron en un 80% a la gente. ¿Y nos extraña
que el sector privado productivo sienta el apretón? Perdieron de vista que le
piden que ajuste al que genera la riqueza para pagar los sueldos de sus
empleados y el de los del Estado. ¿Y pretenden que crezca para licuar el gasto
y la deuda pública? Imposible, es un mito que más ajuste del Estado llevaba a
más recesión. Es al revés. ¿Quién va a querer invertir en un país que está en
el lugar 21, entre 190, entre los que más exprimen con impuestos a sus
empresas? En 2017 nuestros políticos prometieron bajarnos la presión tributaria
y sancionaron dos leyes en ese sentido. Para cerrar el Presupuesto 2019 la
volvieron a aumentar. ¡Una locura! Pensemos, ¿qué hubiera pasado si la mayor
parte del ajuste lo hubiera hecho el Estado sin suba de gravámenes? Quizás hoy
alguien tendría alguna esperanza de que algo cambie en la Argentina. Es vital
que se asuma que el problema no es el déficit fiscal, es sólo una de las
consecuencias de la verdadera enfermedad que nos está matando, el exceso de
Estado. Por eso, si no la curamos, aunque logremos eliminar el desequilibrio
fiscal, lo mejor que nos espera es crecer muy lento. Así que en la Argentina
los salarios y el empleo aumentarán poco y la pobreza se reducirá lentamente.
En el peor de los casos, sin una producción creciendo rápido, la deuda pública
en términos del PBI será demasiado pesada y podemos volver a tener un default.
En definitiva, las crisis son la forma en la que históricamente resolvimos
estos problemas los argentinos. No sería mala idea que “cambiemos”, ¿no?
4| ¿Usted también pronostica un default?
Bueno,
lamentablemente no es baja la probabilidad que vayamos a una crisis debido a un
default. Sin embargo, en el corto plazo, me preocupa más que no entremos en
cesación de pagos culpa de una crisis (risas). Como le dije, la pata más floja
de 2018 fue el BCRA y en la actualidad sigue siéndolo. Es cierto que, al
ponerse un techo de emisión y cumplirlo, la actual administración logró una
cierta estabilidad monetaria. Nos garantiza que no serán ellos los que nos
llevarán a una debacle, como sí lo hicieron los anteriores. El problema es que
es probable que haya una elección presidencial complicada, lo que podría llevar
a una fuga de capitales, un derrumbe de la demanda y valor del peso, con el
tipo de cambio buscando rápidamente el techo de la banda. Para que no se vuelva
una nueva crisis cambiaria, el BCRA deberá lograr defender el techo con éxito.
Si no, será la debacle monetaria la que lleve a una económica y a un default.
Por eso, me parece auspicioso el anuncio de que van a revisar la forma de
intervención en el techo de la banda y recomendaría que, por lo menos, puedan
usar de una sola vez todas las reservas que compraron defendiendo el piso y las
que le compraron “excepcionalmente” al Tesoro a fines de 2018. Así podrían
intentar quitar todo el excedente de pesos del mercado y evitar que siga
depreciándose e incentivando la corrida y fuga de capitales. Además, al
Gobierno le sugeriría que trate de seguir ahorrando los casi u$s10.000 millones
que hoy tiene de saldo inicial de caja. Es cierto que eso no es gratis, pero es
posible que lo necesite como el agua en el desierto en el segundo semestre. No
solamente para venderlos y ayudar al BCRA a contener la corrida. Si no, porque
cuanto mayor sea la fuga de capitales y la corrida, será más difícil renovar
los vencimientos de deuda. Por eso, también deberían pagar más tasa de interés
para reducir al mínimo la cantidad de vencimientos durante el período electoral
estirándolos para que caigan en 2020.
Fuente: Ámbito Financiero, 28-ene-2019.