Educar sin gritar
Ponencia de Alba Castellví y Míriam Tirado
por María Dotor Ruiz
Alba Castellví, educadora, y Míriam
Tirado, consultora de crianza, abordan en esta ponencia por qué educar sin
gritos y nos exponen algunas ideas para lograrlo. Y es que, como dice Alba,
“¿verdad que nadie se siente mejor consigo mismo después de levantar la voz?
Normalmente nos sentimos más tensionados y enfadados. Así que si logramos
gritar menos nos sentiremos mejor y podremos disfrutar más de nuestra familia”.
Míriam subraya que, cuando grito, “le estoy enseñando a mi hijo que
para las cosas importantes tiene que gritar y que no podemos comunicarnos de
otra forma que no sea desde la falta de respeto. No solo somos su
ejemplo, somos su faro y su guía”. Comunicarnos en su mismo plano, fomentar que
tomen decisiones y sean responsables, dar pocas órdenes, claras, cara a cara y
con voz bajita, tratar de relajarnos cuando nos vemos tensos y recordar que
somos los adultos y no podemos culpar a nuestros hijos de que gritemos son
algunas claves. Como concluye Alba, “si logramos gritar menos nos
sentiremos mejor y podremos disfrutar más de nuestra familia y de nuestros
hijos. Para eso los tuvimos, para crecer a su lado y ser felices juntos”.
Video: Educar sin gritar: Ponencia de Alba Castellví y Míriam Tirado (a) (1)
Queremos educar sin gritar
Míriam Tirado
nos cuenta que “cuando no tenemos hijos no pensamos: Yo cuando tenga hijos me
hará ilusión gritarles. No, cuando no tenemos hijos decimos: “Cuando tenga
hijos eso que he visto a esa señora hacer yo no lo haré nunca”. Todos somos muy
buenas madres y muy buenos padres antes de serlo”. Lo que ocurre es que “cuando
van creciendo, no nos hace caso y terminamos gritando y de repente dices:
“¡Esto lo decía mi madre! ¿Cómo es posible que yo ahora esté diciendo eso?”. Lo
cierto es que “cuando la emoción nos atrapa, en un momento de tensión, nos sale
nuestra historia, familiar y social. Y venimos de una historia social con
muchos gritos”.
Alba Castellví
hace referencia a una realidad que nos hace gritar, y es que “a los niños hay
que repetirles las cosas muchas veces. ¿Hay alguien ahí que cuando dé una orden
a sus hijos estos responden de inmediato?”. Como nadie del público levanta la
mano, Alba nos pone ante una escena muy habitual: “Estás en la cocina
terminando de preparar la cena y le dices a tu hijo desde ahí: “Guillermito,
empieza a recoger los juguetes que hay que poner la mesa”. Y Guillermito ni
siquiera contesta”. Se lo repites pasado un tiempo y luego otra vez más. “Al
cabo de unas veces más de repetir ya no te queda más remedio, cuando la cena ya
está preparada, que ir donde está Guillermito y gritarle que venga a cenar. La
repetición nos exaspera, vamos acumulando frustración. Al
final, cansados y frustrados, lo que hacemos es levantar la voz”.
Míriam recuerda
que cuando ya ha pasado una escena así, muchas veces solemos pensar: “Yo esto
cuando no tenía hijos dije que nunca lo haría. Yo esto no quiero hacerlo, no
estoy siendo la madre que quiero ser”. Por eso, hay que reconocer que necesitamos
“más recursos. Por suerte cada vez hay más padres que se dan cuenta de que
gritar no es la vía”. Justamente esos recursos es lo que nos quieren brindar
Alba y Míriam, pues, como dice Alba, “nuestro trabajo consiste en orientar a
padres y madres con nuevas formas de hacer que hacen que las relaciones sean
más fluidas”.
Educar sin gritar comunicándonos en el mismo plano
Cuando los niños
ya hablan, pensamos que “su mundo es como el nuestro y que nos podemos
comunicar como si fueran un adulto en pequeñito”, dice Míriam. Por eso, “les
damos muchas órdenes de una forma absolutamente aburrida pensando que ellos lo
van a captar y comprender la importancia de la orden. Eso no es así”. Míriam
nos invita a “comprender cómo son los niños pequeños. En su mundo lo que más
importancia tiene es el juego y si no lo tenemos en cuenta no nos podremos
comunicar de una forma que para ellos tenga sentido”. Por eso, en lugar de
insistir a nuestra hija pequeña con que nos dé la mano para cruzar porque si no
la atropellarán (ella pensará: ¿qué es atropellar?), podríamos decirle: “Dame
la mano, que hay cocodrilos y si saltamos de la raya blanca a la raya blanca no
nos van a morder”. “Seguramente estará encantada de darme la mano, jugando”,
subraya Míriam.
Educar sin gritar fomentando una libertad responsable en lugar de cargar con órdenes
Nos habla Alba
de niños más mayores, que ya comprenden las cosas. Y nos dice que en este caso,
“lo más interesante es darles cuantas menos órdenes mejor. No significa que
ellos vayan a poder hacer lo que desean en cada momento, eso sería una
irresponsabilidad por nuestra parte y estaríamos alimentando la famosa figura
del niño tirano”. Y es que no queremos educar niños sumisos, sino “ayudar a
nuestros hijos a crecer de forma libre y responsable. No podemos educar a
personas que sepan hacer uso de la libertad que van a tener a medida que se
hagan mayores si siempre estamos obligándoles a obedecer”.
La
responsabilidad se aprende dejando que nuestro hijo tome “una decisión,
libremente, y responde de las consecuencias que tiene esa decisión. Cuanto
mayores son los hijos más debemos invitarles a decidir por sí mismos y a
hacerse cargo de las consecuencias de lo que deciden”. Si
volvemos a la escena anterior del niño jugando mientras le digo que venga a
cenar, “a Guillermo le puedo decir: ¿Qué prefieres: venir a cenar pronto y así
hay tiempo para el cuento o venir más tarde? Ten en cuenta que si vienes tarde
no nos va a quedar tiempo para el cuento antes de irte a la cama”. Guillermito
tiene que decidir”. Alba defiende el uso de las consecuencias lógicas, “que
siempre tiene que tener una relación de sentido, no pueden ser nunca
arbitrarias, que no tienen relación de sentido y que yo impongo para que el
niño haga lo que yo quiero. Son los castigos. Las consecuencias lógicas hacen
que el niño vea el sentido de lo que hay que hacer” y asumiendo las
consecuencias de cada decisión que toma el niño educamos en la responsabilidad.
Asumamos nuestra responsabilidad para educar sin gritar
Míriam nos
recuerda que “muchas veces decimos eso de: “Si no te chillo no me haces caso”.
Como si la culpa de que les chillemos fuera de nuestro hijo”. Pareciera que le
estamos diciendo: “Como tú no haces lo que yo quiero yo me veo obligada a
chillarte”. Míriam nos invita a recordar quién es el adulto: “No podemos
esperar que nuestro hijo, que es pequeño, que tiene muchísimos menos recursos,
tenga la capacidad de comprender todo nuestro mundo y la importancia de los
horarios y de un sinfín de cosas”. Por eso, “si queremos dejar de gritar,
tenemos que tener claro que nosotros somos los adultos, es nuestra
responsabilidad empezar a educar sin gritos”. El primer paso es
el de “comprometerse a aprender”. Porque “cuando ya has gritado bastante el
niño entiende que hasta que no llegues ahí no es importante eso que le estás
diciendo. Por lo tanto la próxima vez vas a tener que gritar más. Y todo esto
terminar en una absoluta frustración por las dos partes”.
Calmarnos, ponernos a su altura y hablar bajito para educar sin gritar
Alba nos avisa:
“Cuando tengáis ganas de levantar la voz porque notéis que la tensión ha
subido, hay que parar, dar un paso atrás, encontrar el modo de relajarse, que
tiene que ver con la respiración”. Una vez relajados, podemos” ir hacia donde
está vuestro hijo y no hablarle de arriba abajo, mirarle a los ojos y darle un
mensaje muy breve sobre lo que esperáis en aquel momento y con la voz lo más
baja posible”. Si susurramos, nuestro hijo tendrá que centrar su atención en
nosotros para enterarse de lo que estamos diciendo. “Voz muy bajita, mensaje
muy breve y contacto visual”
Educar sin gritar porque somos su faro
Míriam reconoce
que “en realidad gritamos porque perdemos el centro, porque estamos cansados,
frustrados, sentimos impotencia de no tener más recursos para que nuestros
hijos nos hagan caso, nos comprendan. Y porque a veces nos sentimos muy solos
en esto de criar”. Así, desbordados, “nos sale el grito, que es un patrón que
tenemos muy adquirido”. Si volvemos a ese centro nos daremos cuenta de que “si
queremos educar a hijos empáticos, respetuosos, responsables es importante que
comprendamos que nosotros somos su ejemplo”. Y ser su ejemplo implica que
cuenta “muchísimo más lo que hacemos que lo que decimos. Si
yo grito le estoy enseñando a mi hijo que para las cosas importantes tiene que
gritar y que no podemos comunicarnos de otra forma que no sea desde la falta de
respeto. No solo somos su ejemplo, somos su faro y su guía”.
Educar sin gritar nos aporta bienestar y nos ayuda a disfrutar de la familia
Alba recuerda
que hay “otro motivo importantísimo para intentar educar sin gritar: nuestra
propia tranquilidad, nuestra felicidad y nuestro bienestar”. Y es que, como nos
pregunta Alba: “¿Verdad que nadie se siente mejor consigo mismo después de
levantar la voz? Normalmente nos sentimos más tensionados y enfadados”. Por lo
tanto, “si logramos gritar menos nos sentiremos mejor y podremos disfrutar más
de nuestra familia y de nuestros hijos. Para eso los tuvimos, para crecer a su
lado y ser felices juntos”.
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más sobre este tema, te recomendamos:
- Educar sin gritos y con respeto
- Alba Castellví, autora de Educar sin gritar: “Para guiar con ilusión, estemos atentos a cómo avanzan nuestros hijos con nuestro acompañamiento respetuoso”.
- Míriam Tirado: “Criar y educar de forma respetuosa y consciente lejos del estrés es uno de los mayores retos”
- ¿Quieres dejar de gritar a tus hijos? Aquí tienes un plan
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Soler, Eva Bach, Antonio Ortuño y Begoña Ibarrola para apostar por un modelo
educativo más respetuoso y que tenga en cuenta las emociones de tus hijos. (2)
Video: Alba
Castellví: "Educar sin gritar es posible" (b) (3)
Auxiliar videos
a)- Educar sin gritar: Ponencia de Alba Castellví y Míriam Tirado
Alba Castellví, educadora, y
Míriam Tirado, consultora de crianza, abordan en esta ponencia por qué educar
sin gritos y nos exponen algunas ideas para lograrlo. Y es que, como dice Alba,
“¿verdad que nadie se siente mejor consigo mismo después de levantar la voz?
Normalmente nos sentimos más tensionados y enfadados. Así que si logramos
gritar menos nos sentiremos mejor y podremos disfrutar más de nuestra familia”.
Míriam subraya que, cuando grito, “le estoy enseñando a mi hijo que para las
cosas importantes tiene que gritar y que no podemos comunicarnos de otra forma
que no sea desde la falta de respeto. No solo somos su ejemplo, somos su faro y
su guía”. Comunicarnos en su mismo plano, fomentar que tomen decisiones y sean
responsables, dar pocas órdenes, claras, cara a cara y con voz bajita, tratar
de relajarnos cuando nos vemos tensos y recordar que somos los adultos y no
podemos culpar a nuestros hijos de que gritemos son algunas claves. Si quieres
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b)- Alba Castellví: "Educar
sin gritar es posible"
En esta entrevista, la educadora Alba Castellví reflexiona
sobre por qué solemos educar gritando y cuáles son las consecuencias para
nuestros hijos: "En la medida en que queramos que nuestros hijos no exijan
las cosas gritando lo mejor que podemos hacer es ofrecerles un ejemplo de otra
manera de relacionarse aprendiendo nosotros antes" Si quieres conseguir
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Bibliografía
consultada
1)- Educar
sin gritar: Ponencia de Alba Castellví y Míriam Tirado.
2)- Educar sin gritar. Ponencia de Alba Castellví y Míriam Tirado.
3)- Alba
Castellví: "Educar sin gritar es posible".