La negatividad es contagiosa:
Rodéate de personas que saquen lo mejor de ti
Tanto
las actitudes como los estados de ánimo resultan ser contagiosos, y más aún
cuando permanecemos expuestos a ellos durante mucho tiempo. Gran parte de
la responsabilidad depende de las neuronas espejo o cubelli, fundamentales para
la empatía y para poder ponernos en el lugar de los demás. Esta habilidad
es positiva, pero también tiene un impacto negativo, porque podemos propagar
fácilmente la negatividad de quienes nos rodean.
La negatividad genera más negatividad
Aunque no
siempre estamos dispuestos a admitirlo, un estudio realizado por la Universidad
de Indiana ha revelado que las opiniones de los demás nos afectan
e influyen en nuestro comportamiento. Estos psicólogos han encontrado que las
opiniones negativas tienen un mayor impacto y generan un cambio de
actitud en comparación con las opiniones positivas.
En el
experimento, los participantes examinaron varios productos. Luego
compartieron sus opiniones con los demás, tanto positivas como
negativas. Los investigadores encontraron que las opiniones
negativas influenciaron las actitudes de los participantes hacia los
productos, haciéndolos sentir aún peor. Y lo peor es que aquellos que
anteriormente tenían una actitud positiva eran los más susceptibles a la
influencia de las opiniones negativas de los demás.
Además, cuando
la gente tenía la oportunidad de interactuar cara a cara con aquellos que
tenían estas opiniones negativas, era más probable que fortalecieran su actitud
negativa y se apreciaba una polarización aún mayor. Este experimento lanza
un mensaje claro: la negatividad genera más negatividad.
La tristeza se propaga como un virus
Los psicólogos
de la Universidad de Harvard han analizado el vínculo entre los estados
emocionales y los modelos relacionales. No tuvieron en cuenta las
emociones espontáneas o compartidas que a menudo experimentamos cuando
compartimos las mismas experiencias con otras personas, sino que se centró en
el impacto de los cambios emocionales que afectan los estados afectivos de las
personas más cercanas a nosotros.
Han descubierto
así que existe un “patrón de propagación”, como para los virus, y que las
fuentes de contagio son mayores en el caso de la tristeza que la felicidad. En
otras palabras, cada amigo feliz aumenta nuestras posibilidades de ser felices
en un 11%, pero solo necesitamos un amigo triste para duplicar nuestras
posibilidades de ser infelices.
Estos psicólogos
concluyen que las emociones negativas son como la gripe: cuantos más amigos
tengas que padezcan gripe, mayores serán las probabilidades de infectarse, lo
mismo se aplica a la tristeza y la desesperación.
También la hostilidad y el mal humor son contagiosos
Rápidamente
percibimos el mal humor y la hostilidad, y tan pronto como lo hacemos, algo
cambia en nuestro cerebro, cambia nuestra forma de percibir el
mundo. Interpretamos las interacciones más groseramente, y esto nos hará
asumir la misma actitud que terminará difundiéndose.
Esto fue
demostrado por psicólogos de la Universidad de Florida que pidieron a un grupo
de personas que asistieran a una reunión con un compañero asignado al
azar. Descubrieron que aquellos que habían estado expuestos a actitudes
groseras eran más propensos a ser groseros con su próxima pareja. Y lo
interesante es que esta actitud podría durar toda una semana.
En un segundo
momento, pidieron a los participantes que identificaran las palabras en una
serie de letras confusas. Vieron de esta manera que aquellos que habían
sido expuestos a una actitud grosera eran más propensos a encontrar palabras
relacionadas con emociones negativas. Esto muestra que las interacciones
que mantenemos actúan como un filtro, por lo que si estamos expuestos a
interacciones negativas, tenderemos a analizar todo desde un punto de vista más
negativo y eso es exactamente lo que veremos.
Rodéate de personas que sacan lo mejor de ti
Incluso si no lo
queremos, los estados de ánimo de las personas que nos rodean pueden terminar
teniendo un gran impacto en nuestras emociones y actitudes. Es por eso que
es importante tener mucho cuidado al elegir a quién dejamos ingresar en
nuestro círculo íntimo.
Estar
constantemente expuestos al mal humor y la negatividad terminará presentando
una factura para pagar, por lo que es crucial estar rodeado de personas
que puedan sacar lo mejor de nosotros. Por supuesto, también
tenemos que asegurarnos de convertirnos en personas con quienes los demás
puedan percibir una energía positiva.
La buena noticia
es que cuando somos conscientes del hecho de que existe un contagio
emocional, podemos actuar como equilibradores de jugadores al alentar
a los demás a centrarse en el lado más positivo de las cosas. Es cierto
que las emociones positivas son mucho menos contagiosas, pero sigue siendo el mejor
regalo que podemos hacerle a alguien cuando está pasando por un mal momento.
Por
Martin
Garello
Fuente: La Vida Lucida, 14 agosto
2018.