Actualidad
ECONOMÍA
Los números que explican el alza de
la pobreza
Lo esencial es imposible al bolsillo
Desde
que asumió Macri el precio de alimentos básicos como la harina y el aceite se
cuadruplicó, y el de la leche, el pan y las gaseosas se triplicó. Se suman los
tarifazos: la luz y el gas subieron un 2000%, el colectivo se sextuplicó y la
nafta se triplicó.
Por Javier Lewkowicz
Una botella de aceite que valía 23 pesos hoy
cuesta 98. El kg de harina pasó de 7,15 pesos a 29,70.
Desde que asumió el Gobierno de Mauricio Macri, los
alimentos esenciales duplicaron, triplicaron y hasta cuadruplicaron sus
precios. Las mediciones de precio promedio que realiza la Dirección General de
Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires muestran que desde diciembre de 2015
a febrero de este año el kilo de harina de trigo pasó de 7 a 29 pesos; el
arroz, de 15 a 40 pesos; la carne picada, de 53 a 123 pesos y la leche, de 11 a
33 pesos. Son precios promedio por categoría y no incluyen las subas de marzo.
Sus variaciones superan a la evolución de salarios y jubilaciones, lo cual
explica en primer lugar el crecimiento de la pobreza. Los supermercados tienen
en gateras nuevas listas de precios para aplicar subas en abril.
En el primer
lugar en el ranking de subas de precios de los productos básicos en el gobierno
de Macri está el aceite de girasol, ya que la botella de 1,5 litros estaba a 23
pesos en diciembre de 2015 y en febrero quedó en 98 pesos, un incremento del
331 por ciento, de acuerdo a las estadísticas porteñas. Además de la suba de
costos general que sufrió toda la economía, en el caso del aceite de girasol
operó la eliminación del esquema de subsidios por parte del gobierno. En julio
de 2016, Macri dio por terminado un fideicomiso creado en 2008 bajo presión del
gobierno anterior, que subsidiaba el precio con aportes en dinero de las
cerealeras.
Justo debajo de
la suba del aceite está la harina de trigo, que avanzó en el período un 315 por
ciento, ya que el kilo pasó de 7,15 a 29,70 pesos. La mayor parte de esa suba
ocurrió a lo largo del año pasado, ya que en febrero de 2018 estaba en 11
pesos. La brutal devaluación del peso se trasladó al precio del trigo, que
junto a la sequía, retención de cosecha y a la suba de los costos tarifario
confeccionó un combo fatal. Nuevamente, el Gobierno no insinuó ni una medida de
control sobre un mercado tan sensible. De la mano de la harina y de la tarifa
de gas subieron todos los derivados: desde diciembre de 2015, el pan avanzó 197
por ciento (de 27,5 a 82 pesos), al igual que los fideos (de 12,50 a 37,20
pesos).
El tercer
rubro de alimentos esenciales que lidera los aumentos de precios en el macrismo
es lácteos. Sin incluir las fuertes subas de precio de las últimas semanas, en
febrero de este año el sachet registraba un incremento frente a diciembre de
2015 del 187 por ciento (de 11,30 a 32,50 pesos). El kilo de queso cuartirolo
pasó de 92 a 250 pesos; el queso por salut, de 115 a 297 pesos y el paquete de
200 gramos de manteca, de 19,40 a 65,30 pesos. Con el sachet de leche superando
los 40 pesos en estos días, el incremento desde fines de 2015 es del 250 por
ciento. La devaluación y aumento de las exportaciones en detrimento del mercado
interno y factores climáticos explican las subas de los lácteos en los últimos
años.
Entre las
bebidas, según el informe porteño, la “gaseosa cola” (léase la Coca-Cola) de
2,25 litros pasó de 25 a 75 pesos desde fines de 2015, un 202 por ciento. El
agua mineral de 2,25 litros avanzó de 14,70 a 42,50 pesos, un 189 por ciento y
el envase de 1,5 litros de agua saborizada, un 173 por ciento (16,50 a 45
pesos).
Además de
la situación inflacionaria general, en varios de estos casos también incidió el
achicamiento del programa Precios Cuidados, ya que la salida de productos de
aquella lista acordada impactó de inmediato en subas en las góndolas. El rubro
de bebidas sin alcohol es uno de los más perjudicados por la caída del consumo,
ya que acumula fuertes aumentos y no está entre el grupo de alimentos
irremplazables.
Muy por
encima del 330 por ciento del aceite subieron los servicios públicos. En el Área
Metropolitana de Buenos Aires, el boleto mínimo de colectivo pasó de 3 pesos a
18 pesos, un 500 por ciento, mientras que los incrementos en la luz y el gas
superan el 2 mil por ciento. El litro de nafta súper en YPF pasó de 13 a 38
pesos (192 por ciento).
Según el
Instituto Estadístico de los Trabajadores de la UMET, la inflación promedio de
desde que asumió Macri es del 187 por ciento, pero en la canasta de consumo de
bienes y servicios del 10 por ciento más pobre de la sociedad, la suba de
precios es del 217 por ciento, a partir del impacto de los aumentos en
alimentos (descriptos más arriba) y servicios públicos.
La
política cambiaria oficial, la eliminación de esquemas de contención de precios
en los alimentos básicos, el achicamiento de Precios Cuidados, la falta de
medidas de control al menos temporarias, la sucesiva rueda de tarifazos y la
liberación del precio de la nafta reflejan que la inflación acumulada en el período
de gobierno de Macri no es un “coletazo” de la crisis, sino una consecuencia
directa de la dirección que tomó la gestión pública. Sólo la recesión ofrece un
dique para que los precios no avancen más aún.
Fuente: Diario Página 12, 30 de marzo de 2019.