ECONOMÍA
Por qué no alcanzarán los
dólares del agro y del FMI
Por Alejandro Colle
“Si yo fuera un
productor y tengo trigo o maíz, vendo todo y compro dólares, porque creo que es
más seguro que suba el dólar a que los commodities puedan dar un margen mayor,
a los precios actuales y los rendimientos que hubo este año”. El consejo
pertenece a Pablo Adreani, asesor y experto en negocios agropecuarios y fundador
de Gurú Market, grupo que nuclea a los principales referentes del sector.
Y con respecto a
la soja, la recomendación “al productor con campo propio es cubrir al menos el
30% de la cosecha porque estima que el precio (local) de u$s235 por tonelada
puede bajar a 210. Y a los que alquilan, asegurarse ya al menos 50% a 235,
porque debajo de ese precio podría estar en riesgo la rentabilidad.”
En el campo
prevalece un sentimiento que va entre la decepción y el malestar con el
Gobierno. No está claro qué sucederá con la venta y exportación de granos, lo
cual plantea dudas respecto de si efectivamente se concretará la entrada de
dólares que las autoridades del Ejecutivo esperan como maná del cielo a partir
de abril. En todo caso, si lo que liquiden los exportadores se mantendrá en
pesos o los productores volverán a convertirlo en dólares en el acto y por la
siguiente ventanilla.
Si la decisión
fuera dolarizarse, la iniciativa en la que trabaja el Banco Nación para
permitir que se pague en dólares al productor solo eliminaría un paso
intermedio: reduciría costos de arbitraje y evitaría las diferencias de cambio.
Pero no significa que vaya a incentivar ventas o la demanda de pesos.
Pero lo que
realmente preocupa al campo, según se planteó en Gurú Market, son dos temas: 1)
la imposibilidad de hacer ajuste por inflación. 2) las retenciones, que al ser
un monto fijo se hacen cada vez más gravosas en la medida que los precios vayan
a la baja.
En el primer
caso, calculan que pagarían por Ganancias (ficticias) el 100% de las utilidades
del ejercicio cerrado en febrero. Sobre las retenciones sugieren como mínimo la
reducción parcial para favorecen la industrialización y mejorar los ingresos
por exportaciones, hasta la eliminación total, como también reclamó la OCDE la
semana pasada a la Argentina.
En este contexto
que alienta a quedarse con la cosecha en silobolsas hasta mejor ocasión
(¿2020?), no se descarta que el ingreso de dólares del sector en el trimestre
dorado quizás resulte menor al que espera el Gobierno para contribuir a
contener la volatilidad cambiaria. Un cálculo estimativo reveló que entre abril
y mayo los productores venderían soja por algo más de u$s6.000 millones. Un
tercio de la cosecha. La cifra, de verificarse en la práctica, resultaría 10%
inferior a la del mismo periodo de 2018, año en que la sequía mermó los
resultados.
Ese número
también podría resultar insuficiente para cubrir la dolarización de portafolios
que por lo general se acelera en un año electoral con desenlace incierto para
el rumbo económico, independientemente de quien resulte ganador, por las
restricciones macro de la Argentina.
Es difícil
comparar cifras con 2015, ya que entonces las estadísticas estaban viciadas por
la vigencia del cepo cambiario. Mucho se fue por dólar futuro o contado con
liquidación. Pero en el segundo trimestre de 2011, previo al cepo, la
dolarización ascendió a u$s6.124 millones, antes del inquietante “vamos por
todo”.
El año pasado,
entre abril y fines de junio, la Formación de Activos Externos del mismo
periodo fue de u$s9.745 millones, 41% más que la liquidación de granos
registrada entre abril y junio.
Desde Economía
confían en que la autorización del FMI para que el Tesoro venda dólares
directamente al mercado sirva para reforzar la oferta de divisas. El Gobierno
mostró el total: u$s9.600 millones. Pero fraccionados de a u$s60 millones
diarios, en licitaciones preanunciadas y transparentes, a partir de mediados de
abril y hasta fin de año.
Esto significa
que en el segundo trimestre, ese refuerzo será de unos u$s3.000 millones,
equivalente a menos de una semana de operaciones en el Mercado único y Libre de
Cambios. Menos de 10% del volumen diario de negocios. Casi dosis pediátricas.
A esto debe
sumarse la duda respecto de la efectividad de la medida, ya que al ser las
subastas demasiado previsibles pueden restarle el factor sorpresa, clave para
neutralizar movimientos de pocos millones que, sobre el cierre, mueven más de
1% las cotizaciones del dólar, como ya sucedió en marzo.
A la eventual
pero probable reducción de las liquidaciones del agro, y la escasez relativa de
las ventas del Tesoro, hay que agregar la restricción para que el Banco Central
opere en el mercado spot mientras la cotización se encuentre dentro de la muy
amplia zona de no intervención.
El BCRA solo
puede actuar en los futuros, o reduciendo la oferta monetaria e inducir una suba
de las tasas de interés. Instrumentos estos que desde la última semana vienen
mostrando señales de fatiga, y menos potencia para revertir decisiones de
desarme de carteras, sobre todo cuando son tomadas por inversores externos, a
quienes poco parece importarles la neutralidad de la base monetaria o el nivel
que alcance la tasa de las Leliq.
Fuente: Diario Ámbito financiero, 22-mar-2019.