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Agroindustria
La educación agraria se enfoca
hacia las nuevas tecnologías
Con
un nuevo ciclo lectivo en la gatera, las escuelas agrotécnicas se reinventan
para estar a la altura de lo que el sector demanda. Pero aún quedan muchos
desafíos.
Esteban Fuentes
El atractivo de los dispositivos electrónicos no es incompatible, para las nuevas generaciones, con la vocación por especializarse en las actividades rurales.
Ante el
advenimiento de las nuevas tecnologías, el campo viene demandando mano de obra
cada vez más calificada. Agricultura de precisión, drones, digitalización,
apps, agtech, robotización, biocombustibles, solo para poner algunos ejemplos,
son desarrollos que ya están disponibles y que se requiere de gente capacitada
para poder dominarlos. Sin embargo, un problema que se viene profundizando en
el sector agropecuario es la falta de mano de obra y menos
aún, personal capacitado.
Ante este
contexto, las escuelas agrotécnicas vienen siendo un soporte
fundamental para que muchos chicos puedan insertarse en este mundo
laboral cada vez más complejo.
En la Argentina,
según datos Registro Federal de instituciones de Educación Técnico Profesional
(RFIETP), hay 11.686 escuelas media. Y solo 521 (436 de gestión estatal
y 85 privadas) son agrotécnicas, casi un 5%. En 2017, la cantidad de
chicos matriculados en esta espeficidad era de 105.653 (88.917 en estatal y
16.736 privadas).
La producción de cerdos es uno de los talleres en el Colegio Agropecuario de Realicó.
Del total de
escuelas agrotécnicas, el 24% se encuentran en Buenos Aires,
el 14% en Córdoba, el 5% en Santa Fe, 6% en Entre Ríos 5% en Mendoza, 6% en
Corrientes y 1,3% en La Pampa, para nombrar zonas agropecuarias representativas
con diversas producciones.
Puntualmente, en
La Pampa hay ubicadas solo 7 escuelas. Una de ellas es el Colegio
Agropecuario de Realicó. El establecimiento, que fue fundado en 1971
por la Fundación Sociedad Rural Argentina, cuenta con una superficie de 968
hectáreas de las cuales 70 son destinadas a entornos formativos de los alumnos
para aprender sobre cunicultura, avicultura, industrias agropecuarias
(elaboración de dulces), carnicerías (faena, deposte elaboración de
chacinados), industrias lácteras, vivero, huerta, apicultura, porcinos, y cría
artificial de terneros, entre otras temáticas. Y también, integrado a las
materias básicas de la escuela media. Ya 519 alumnos egresaron del
establecimiento.
“El sector
agropecuario no está exento de lo que ocurre en todas las actividades
productivas donde hay una permanente incorporación de tecnología y de gente
capacitada para poder manejar las diferentes tecnologías”, indicó Fernando
Canosa, director de Educación de la Sociedad Rural Argentina. “Hoy,
más que nunca, es muy importante la escuela rural y la tecnicatura agropecuaria
porque cada vez tiene mayor demanda”, sintetizó.
La producción de distintos dulces es otro de los talleres en el Colegio Agropecuario de Realicó
En este sentido,
Canosa destacó que la inscripción a la matricula de la escuela de Realicó venía
cayendo, pero en los últimos años volvió a crecer la cantidad de chicos
anotados.
“En la década
del 90 toda la educación técnica tuvo un fuerte retroceso porque fue política
del gobierno destruirlas. Y las escuelas agrotécnicas cayeron dentro del mismo
patrón. Luego, en los últimos años a las escuelas técnicas se le volvió a dar
importancia pero a las de perfil agropecuario fueron discriminadas porque no
eran de interés”, narró haciendo alusión a la década kirchnerista.
Según el
director de Educación de la SRA, el gran cambio que hubo en los últimos
años es la incorporación del 7º año en las escuelas agrotécnicas. Y lo
comparó con la residencia de los médicos ya que los alumnos tienen un alto
contenido de prácticas donde hacen pasantías en campos en diferentes regiones y
en empresas. Y aparte de esto, tienen que desarrollar un proyecto didáctico
productivo para conocer las condiciones laborales, posibilidades crediticias
que tienen, burocracia, etc. “El objetivo es que puedan producir”, agregó.
Trabajo en la huerta en la Escuela Agraria de Cazón (Saladillo).
Para
ejemplificar, Canosa se tomó como autoreferencia. Según narró el referente,
estudió en la década del 70 en la Facultad de Agronomía y en aquellos tiempos
no existía la siembra de soja como cultivo masivo pero la capacitación que le
dieron permitió que el día que aparecieran nuevas tecnologías esté en
condiciones de incorporarlas. “A través de la educación se enseña a
pensar y a conocer dónde buscar información. El alumno tiene que ser una
esponja que esté en condiciones de absorber toda aquella nueva tecnología que
se va acelerando porque todos los días sale algo nuevo”, consideró.
Con este
enfoque, Canosa aseguró que es complicado poder incorporar tecnologías
caras por los problemas de financiamiento y políticos. Pero sí destacó
que en la escuela de Realicó hay paneles solares para captar energía y también
tienen manejo de la basura de manera tal que todo lo orgánico se transforme en
fertilizante (economía circular).
Hablando de
inversiones, en la Escuela Agrotécnica Salesiana “Carlos M. Casares” ubicada en
Del Valle, perteneciente al partido bonaerense de 25 de Mayo, que
inauguró recientemente un biodigestor que va a funcionar con los desechos de la
producción tambera, avícola, porcina y del suero de la industria láctea, todas
actividades que se realizan dentro del propio establecimiento. Este
biodigestor se utilizará para generar gas con el objetivo de proveer agua
caliente y calefaccionar los ambientes.
Y más allá de su
uso, el colegio incorporó estos contenidos específicos en varias materias que
cursan los alumnos. Y además, como parte de las prácticas y procesos
formativos, se abarcan cuestiones más técnicas para el correcto funcionamiento
del biodigestor.
El biodigestor se inauguró recientemente en la Escuela Agrotécnica Salesiana de Del Valle, en 25 de Mayo.
“Para
que haya escuelas secundarias agrarias, tiene que haber un semillero de
escuelas primarias. Son complementarias”, comenzó explicando Verónica
Torassa, perteneciente al Proyecto ProMeCer (Mejoremos la Calidad de la
Educación Rural), una organización que hace 14 años que está en funcionamiento.
“Tenemos la
desesperada necesidad de la tecnología para mayor conectividad con el fin de
que los chicos puedan salir al mundo y puedan entender todas las
tecnologías”, agregó En este sentido, hizo referencia específicamente
a la conectividad, que es un factor de expulsión para las personas del campo.
“Es un círculo
virtuoso, porque en la medida en que no haya servicio de educación y salud, la
gente se va de ese lugar. Y si no hay gente viviendo en el campo, se rompe la
familia. El hombre se queda trabajando en el campo y la mujer se va a la
ciudad”, explicó Torassa.
Por último, Agustín
Asteazarán, quien se encargaba del Entorno Formativo de Campo y ahora
es preceptor residente de la Escuela de Educación Secundaria Agraria de Cazón,
partido de Saladillo, contó más detalles de lo que los chicos buscan del
colegio. “Últimamente, los chicos que vienen con alguna relación con el campo
están más metidos, pidiendo hacer cosas, sobre todo el chico que queda como
residente. Pero también hay chicos que vienen de la ciudad que de a poco se van
interiorizando”, relató.
Por
consiguiente, aseguró que la mayoría de los alumnos piensan seguir en
la actividad y algunos ya piensan continuar estudiando en la universidad.
Y dio una
información clave. En el 2018 se tuvo que desdoblar primer año por la cantidad
inusual de alumnos y este año ya quedaron chicos afuera.
Fuente: Diario Clarín, Rural, 02/03/2019.