El resurgir deportivo de
Dahlgren y la incursión en la literatura
Fue un resurgir.
O, mejor dicho, un despertar. Dentro y fuera de la pista. El 2018 que se fue
significó algo así para Jennifer
Dahlgren. Volver a ser, terminar de sacar todo lo hermoso que tenía
adentro.
“En lo
deportivo fue un año de consagración”, resume pese a que todo comenzó con
una operación de meniscos en su rodilla. Pero no lo dice porque haya ganado un
Juego Olímpico o un Mundial. Sino porque, a los 34 años, para ella consagrarse
no sólo es ganar torneos grandes o medallas. “Durante seis años, desde
Londres 2012 para acá, me costó mucho competir. Me entrenaba muy fuerte pero
terminaba frustrada por los resultados, era como que no encontraba la
competidora. Pero fui a los Odesur y viví el momento que venía esperando. Gané
el oro casi en el último lanzamiento ante una rival muy buena y desde ahí fui
otra. Encontré otra soltura, una mayor diversión y luego logré mi tercero oro
seguido en el Iberoamericano y me fue muy bien en una gira por Europa y en la
Copa Intercontinental. Así pude callar las críticas y a mis propios fantasmas.
Hice catarsis y eso realmente me dio una confianza para potenciar mi confianza
y sacar todo el resto que tenía adentro”, explica la atleta.
En realidad,
hacía rato que Jenny venía contando historias que van más allá de lanzar el
martillo, transmitiendo valores que superan lo que da como deportista. “Fue
algo que vine procesando desde los 14 años, desde que sufría el bullying de mis
compañeros de colegio”, recuerda. Ella se refiere a la época cuando volvió
a la Argentina luego de vivir en Estados Unidos y Brasil. “En esa época no
hablaba bien el castellano, era muy grandota, hacía un deporte de fuerza.
Recibía todo tipo de cargadas y agresiones: me decían machona, ropero…”, cuenta.
Así fue que, como una catarsis, empezó a escribir y luego se animó a hacer unas
fotos, prácticamente desnuda, para la revista de ESPN. “Eso me marcó, fue
un antes y un después. Fue como una aceptación de mi cuerpo y, a la vez, poder
animarme a más, a empezar a contar cosas… En realidad, cuando hablé de mi
historia, me sentí más desnuda que en las fotos. Pero la fortaleza la encontré
en la gente que me escribió, que fue víctima del bullying como yo y me
agradeció por hablar de eso, por mostrar mi cuerpo tal cual es. Compartir mis
heridas me ayudó a sanar y me dio confianza para ir por más. Porque a veces la
gente cree que los deportistas somos todos fuertes, que tenemos la vida
resulta, que nada nos afecta, pero en realidad tenemos las complejidades de
otros”, analiza la lanzadora de martillo que participó en cuatro Juegos
Olímpicos (2004, 2008, 2012 y 2016).
A las fotos le
siguieron el libro de cuentos infantiles El Martillo Volador y las
charlas en colegios y hasta en el congreso TED para visualizar dramas que
golpean a miles. Todo para sentar las bases de su explosión en el 2018. En el
año que pasó fue premiada por la Legislatura porteña y elegida por el COI para
entrevistar a presidentes (Thomas Bach, del COI, y Mauricio Macri, del país)
durante los Juegos de la Juventud. Hasta que a, fin de año, terminó siendo
vocera de muchas mujeres, cuando intentó buscar un vestido de su talle para una
gala en el Teatro Colón y, de la frustración, terminó llorando en su auto. “Mis
120-100-115 están nuevamente fuera de los límites”, posteó con una foto con
lágrimas. Esa exposición transformó su debilidad en fortaleza porque el
diseñador Santiago Artemis le terminó haciendo un vestido hermoso que ella
lució, orgullosa, en el Colón. La historia, el ejemplo y el mensaje se
viralizaron ratificando el potencial comunicador de Jenny. “Porque no se
trata de mí, de un vestido, de trata de una problemática y de la autoestima de
miles de argentinas”, razona, orgullosa.
Un potencial que
se vio además en su costado social y en una historia que dejó a todos
emocionados. Dahlgren, como madrina de la Granja
Andar, una ONG donde contienen y capacitan a chicos discapacitados para que
puedan insertarse en el mercado laboral. Jenny, como embajadora de Huella Weber, el programa solidario de
la empresa Weber Saint Gobain, se
comprometió a ayudar a una familia que nunca había tenido una casa de
materiales y que vivía en Moreno, en una precaria casita de chapas y maderas.
El sueño lo pudo cumplir, aunque no sin antes sufrir las consecuencias reales
de la falta de infraestructura y oportunidades en sectores olvidados de nuestro
país. En el proceso de construcción de su nueva casa, José perdió a uno de sus
hijos, justamente por una enfermedad típica de la condición en la que vivían. “Fue
terrible. Y cuando fuimos a inaugurar la nueva fue una mezcla de emoción y
tristeza porque José decía estar muy feliz, cumpliendo el sueño de toda su
vida, pero a la vez diciendo que se sentía incompleto, que le faltaba algo… Y
sí, era su hijo. Nos emocionamos todos, mucho... Fue un momento difícil. Yo
estaba orgullosa de poder ayudar, una vez más con Huella Weber, pero angustiada
por no haber llegado antes”, explica, sin ocultar su nostalgia.
Jenny asegura
que ayudar es algo muy fuerte. “Es parecido a ganar una medalla, ambas son
un mimo al ego. Lo deportivo es la recompensa al esfuerzo. Y este es una
caricia desde otro lado. Nos hace menos egoístas, menos individuales y nos
permite ponernos en el lugar del otro, aunque sea por un rato”, resalta
quien ya lleva varios años potenciando su costado social. “Mi viejo, antes
de entrar a la Huella Weber, me decía que yo tenía que devolver pero le
contestaba que no me sentía en deuda. Creía que lo que me había ganado había
sido por mi sacrificio, pero desde que llegué a este programa me empecé a
sentir mucho más plena. Hoy sé que me ha tocado una vida bendecida, he sido
afortunada por gozar de oportunidades que otros no tienen. Por eso ahora
comparto y devuelvo. Como puedo. Con mensajes y hechos”, cierra,
emocionada. Como nos emocionados cuando la escuchamos transmitir sus valores.
(1)
¿Conocés la Huella Weber?
La Huella Weber
contiene en sí, diferentes acciones, que a lo largo de la historia de Weber en
Argentina fueron tomando entidad propia, focalizadas en 3 ejes, Arte,
Deporte y Fundaciones.
El objetivo es
generar acciones que perduren, dejar una huella propia de la marca y de
sus valores en la comunidad.
ARTE
Intervenciones
urbanas y mejoramientos edilicios
Otorga prestigio
al vincularse con artistas que diseñan las Intervenciones urbanas, al mismo
tiempo que deja la “Huella Weber” de infraestructura, al
mejorar las instalaciones existentes afectando positivamente la calidad de vida
de quienes lo usan.
DEPORTE
Patrocinio
de equipos y acompañamiento de atletas
Genera confianza
a través del conocimiento de marca y vínculo con los atributos de cada
actividad sponsoreada. El objetivo de la ¨Huella Weber¨ en
este aspecto es utilizar al deporte como una herramienta de cambio social.
FUNDACIONES
Trabajan en
coordinación con más de 20 actores sociales y comunitarios para fortalecer sus
proyectos a través de donación de materiales y capacitación en arte y
oficios.
Para más
información ingresá en Huella Weber. (2)
Fuentes:
1)- Diario Ámbito Financiero.
2)- Huellas
Weber.