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CIENCIA
Una instantánea:
Postales del planeta rojo
En
el sentido de las agujas del reloj: Parte del cráter Endeavour; los rastros de
Opportunity por la arena; una planicie avistada en 2011, y el cráter de Santa
María NASA/Jpl
El robot explorador Opportunity de la NASA
tomó más de 21.000 fotografías durante los catorce años en los
que viajó por Marte. Varias de esas imágenes muestran panoramas de 360 grados
del paisaje rojizo; otras son acercamientos microscópicos de rocas. Gracias a
esas fotografías, los científicos de la misión pudieron estudiar la historia
geológica de ese planeta.
Durante los catorce años en los que se trasladó por Marte, el robot
explorador Opportunity de la NASA —cuya misión concluyó el 13 de febrero—
tomó más de 21.000 fotografías (su robot gemelo, Spirit, captó más de 125.000
en el otro lado del planeta). Varias muestran panoramas de 360 grados del
paisaje rojizo; otras son acercamientos microscópicos de rocas. Gracias a las
imágenes, los científicos de la misión pudieron descifrar algo de la historia
geológica de Marte.
“Spirit y Opportunity eran geólogos de campo
robóticos”, dijo Steven Squyres, el principal investigador de la misión, en una
conferencia de la NASA. “Un geólogo es como el detective en una escena del
crimen. Algo pasó aquí en Marte hace miles de millones de años. ¿Qué sucedió?
¿Cómo era la situación en ese entonces? Debes buscar pistas y las pistas están
en las rocas”.
Un buen aterrizaje
Credit NASA/JPL/Cornell
Opportunity fue enviado a la llanura Meridiani Planum, al sur del
ecuador marciano.
Cuando llegaron las primeras imágenes, los
científicos se sorprendieron: el robot, envuelto en una crisálida de bolsas
protectoras de aire, había caído en uno de los pocos cráteres de la
llanura, de casualidad, en una suerte de hoyo en uno interplanetario.
A lo largo de ese cráter había lechos de roca
listos para ser examinados, en el intento de los científicos de encontrar la
historia natural detrás de la formación de esta zona de Marte. En un inicio las
rocas fueron apodadas el Gran Muro, pero lo cambiaron cuando se dieron cuenta
de que la altura lucía mayor debido a la perspectiva del robot. El cráter en
realidad era muy pequeño —unos 21 metros de diámetro— y las rocas expuestas
tenían la misma altura que una acera.
Las ‘moras azules’
Credit NASA/JPL-Instituto de
Tecnología de California (Caltech)/Universidad Cornell
El llano de Meridiani Planum fue elegido para el estudio por dos
razones principales. Para los ingenieros representaba un sitio más fácil y
seguro para aterrizar porque es plano. A los científicos lo que los atrajo fue
que el orbitador de Mars Odyssey había detectado rastros curiosos de un mineral
de óxido de hierro conocido como hematita gris. En la Tierra, la hematita suele
formarse cuando hay presencia de agua líquida (también es posible que surja de
la lava, sin que haya agua).
“Los datos desde la órbita nos mostraron que
iba a estar ahí”, dijo Raymond Arvidson, el subinvestigador jefe. “Pero no
exactamente dónde”.
En la superficie, Opportunity encontró muchas
esferas pequeñas, que los científicos apodaron Moras Azules, hechas de hematita
formada por el flujo de agua acídica en los sedimentos.
“De la misma manera en la que se hace la
perla en una ostra”, explicó Squyres en entrevista.
A medida que la roca que las rodea se fue
erosionando, las Moras Azules llegaron a la superficie.
Grandes cráteres
Credit NASA/JPL/Cornell
Al quedar claro que Opportunity iba a aguantar mucho más que los
noventa días pronosticados inicialmente, los científicos decidieron moverlo a
otros cráteres con más lechos de roca.
Los años de exploración sí resultaron en
mucho detalle para la historia de la formación de Meridiani Planum, pero
Squyres dijo que “casi toda esa historia se consiguió en las primeras seis
semanas”. Por lo que, después de terminar su revisión del cráter Victoria, de
unos 800 metros de diámetro, debatieron a dónde mover el robot.
Un viaje de tres años
Credit
NASA/JPL-Caltech/Universidad Cornell/Universidad Estatal de Arizona
El equipo de la misión decidió conducir a Opportunity hacia un cráter
más amplio, con un diámetro de 22 kilómetros, llamado Endeavour; este parecía
contener rocas más viejas.
Llegar ahí demoró tres años y Opportunity se
topó con el cráter en 2012. El robot tuvo que moverse por una ruta algo más
elaborada para evitar áreas ondeadas y donde la arena más blanda se habría
tragado al rover o explorador. (En el 2005, Opportunity se atoró en
una de las ondas y estuvo ahí varias semanas. Logró escapar al ir en reversa
muy lenta y cuidadosamente).
Al llegar a Endeavour, el robot sí se topó
con rocas de diferente composición. “Todo cambió de inmediato”, dijo Squyres.
En un sitio llamado colina Matijevic —en
honor al ingeniero del robot explorador, Jacob Matijevic, quien falleció en
2012—, los científicos encontraron rocas de mayor antigüedad que el cráter;
habían llegado a la superficie después de varios años. En esas rocas
Opportunity detectó minerales de arcilla, que se habrían formado en agua con un
pH neutro, indicativo de un ambiente que pudo haber sido habitable para la
vida.
¿Jalea?
Credit NASA/JPL-Caltech/Universidad
Cornell
En uno de los misterios más curiosos que hubo durante la
misión de Opportunity, los observadores de Marte quedaron perplejos en enero de
2014 al avistar un objeto que parecía ser una dona de jalea. Esa roca, de unos
3 centímetros de largo, no había estado en el mismo sitio cuando el robot
fotografió el área dos semanas antes.
Una imagen subsecuente mostró una roca más grande muy similar: de
superficie blanquecina y cuyo centro lucía de un color rojizo oscuro. El pedazo
de la “dona” se había soltado y caído cuando el robot pasó por encima.
La parte interior rojiza tenía óxido de
manganeso, poco frecuente en Marte, y la parte más brillante consistía de
sulfatos.
La última parada de Opportunity
Credit NASA/JPL-Caltech
Antes de que se perdiera el contacto con Opportunity a mediados de
2018, después de una tormenta de polvo en Marte, el robot iba camino abajo del
valle de la Perseverancia del cráter Endeavour. Desde la órbita del planeta, el
valle parecía ser un zanja formada por el flujo de agua hacia el cráter. Pero
ya de cerca la imagen fue otra. Los patrones en las rocas sugerían que la
erosión se debió al viento.
“Eso ni siquiera estaba en la lista” de
hipótesis, dijo Squyres. “Desde la órbita alrededor uno podía jurar que sí era
por agua líquida”.
Squyres de hecho no quedó completamente
convencido: cree que la erosión podría haber sido tanto por viento como por
agua. Si sí hubo agua, los sedimentos estarían al fondo de la zanja. Sin
embargo, el robot dejó de funcionar antes de que los científicos pudieran
determinarlo.
Del otro lado del planeta
Credit NASA/JPL-Caltech
El robot Spirit tocó tierra dentro del cráter Gusev, de unos 160
kilómetros en diámetro. Los hallazgos iniciales fueron considerablemente
aburridos: donde sea que volteara el robot había basalto, roca volcánica. Pero
a la distancia, a unos 2,5 kilómetros, se avistaban colinas más interesantes.
“Corrimos, dada la velocidad posible del explorador,
tan rápido como pudimos”, dijo Squyres.
En el día 156 de la misión, que inicialmente
iba a ser de noventa días, “todo cambió”, comentó el principal investigador de
esta. Spirit encontró, en vez de roca volcánica, áreas que parecían haber sido
antes manantiales termales o inclusive géiseres en los que la lava se topó con
hielo y provocó diversas reacciones químicas.
“Marte en sus inicios era un sitio violento,
con calor vaporoso”, dijo Squyres.
Los robots Spirit y Opportunity iban a costar
665 millones de dólares, aunque la cifra ascendió a 800 millones para cuando
fueron lanzados al planeta rojo. En total, después de catorce años de la
misión, el gasto para la NASA fue de 1200 millones de dólares; la diferencia de
400 millones fue para que los robots exploraran durante 1511 días marcianos en
vez de noventa.
“Fue un muy buen rendimiento de la
inversión”, dijo Arvidson, el subinvestigador jefe.
Por
Fuente: The New Work Times ES, Ciencia, 19 de
febrero de 2019.