Un dilema sobre la “verdad”:
El llamado a los futuros colegas en las ciencias sociales
Nos enfrentamos ante una pregunta clásica en nuestras vidas,
que por cierto ha marcado aquellas decisiones más importantes, y que en la
filosofía su cuestionamiento ha sido prolongado a través de la historia: ¿Qué
es la verdad? Hemos de entender que existen múltiples verdades, diversas e
infinitas definiciones de estas, ya que es otro concepto (al igual que todas
las palabras diría Nietzche) que se define en base a la experiencia de los
individuos (¿y cuál no?). Con respecto a la “verdad”, existen compromisos y
construcciones de nuestra formación (procesos que se viven como estudiantes)
que a través del tiempo, en donde de una u otra manera se irá legitimando más
un concepto de verdad que otro ¿A qué se debe esta situación? ¿Puedo escoger
con que “verdad” quedarme? ¿Puedo quedarme acaso con alguna “verdad”?
Desde una mirada etimológica la palabra “verdad”
significa “… latín veritatem acusativo de viritas (tema veritat-)
“verdad” de verus “verdadero” (véase veras) + -itas “calidad, condición”
(Goméz de Silva, 1998:716). Pues bien, podemos encontrar definiciones clásicas
y no clásicas de “Verdad” como por ejemplo se especifica en el libro
“Introducción a la filosofía” de Kazimierz Ajdukiewicz, en donde se dice que la
verdad de un pensamiento consiste en su acuerdo con la realidad, por lo que
para que un pensamiento sea verdadero no es necesario que posea una larga
duración (definición clásica). Un pensamiento que no se asemeja a la realidad
no puede ser verdadero. Además aparece otra línea del pensamiento (ligada a la
última afirmación), referida a que no se puede definir en absoluto si nuestros
pensamientos concuerdan o no con la realidad. Una definición no clásica de
verdad corresponde a lo que han mencionado algunos filósofos como los
neokantianos de Marbug: la “verdad” es un proceso infinito. Otros intentan
encontrar un criterio final, aquel que determine la aceptación concreta del
término, se refieren a que la “verdad” de una afirmación consiste en el acuerdo
universal respecto a ella. Y por último para Rickert , la “verdad” de un
pensamiento dado consiste en su concordancia con la norma trascendental”
(Ajdukiewicz, 2006). Por otro lado Fermandois se refiere precisamente a que “Cualquier
tratamiento de la milenaria cuestión de qué sea la verdad ha de comenzar
refiriéndose, o ha de referirse en algún momento, a la tradicional respuesta de
que la verdad consiste en una suerte de correspondencia o adecuación entre, por
un lado, una determinada creencia o un determinado enunciado y, por otro, un
determinado hecho.” (Fermandois, 2001). Finalmente cabe mencionar
siete clasificaciones que existen sobre teorías de la “verdad” (sólo las
mencionaremos en este caso) que son: Teorías de la
correspondencia; Teorías pro-oracionales; Teorías fenomenológicas; Teorías
hermenéuticas de la verdad; Teorías coherenciales; Teorías pragmáticas de la
verdad; Teorías intersubjetivistas (Nicolas J.A, Frapolli, M.J
1997). Luego de estas definiciones no podemos olvidar aquella que propone el
pragmatismo, referente a que la “verdad” de una afirmación consiste en su
adecuación a los criterios finales, entendidos estos últimos como la utilidad
de una afirmación para la acción.
Podemos analizar
la mirada nihilista, que se interesa por debelar la estructura compuesta en el
discurso propiamente tal, por medio del cuestionamiento al origen de las
palabras en sí. El autor nos hace reflexionar en torno a “Ese orgullo,
ligado al conocimiento y a la sensación, niebla cegadora colocada sobre los
ojos y los sentidos de los hombres, los hace engañarse sobre el valor de la
existencia, puesto que aquél proporciona la más aduladora valoración sobre el
conocimiento mismo” (Nietzsche, 1873: 2) El conocimiento mismo se
encuentra en disputa, dependiendo desde la visión en la cual se observe. Los
indicios de la “verdad” menciona Nietzsche se pueden identificar cuando “en
un estado natural de las cosas, el individuo, en la medida en que se quiere
mantener frente a los demás individuos, utiliza el intelecto y la mayor parte
de las veces solamente para fingir, pero, puesto que el hombre, tanto por la
necesidad como por hastío, desea existir en sociedad y gregariamente, precisa
de un tratado de paz y, de acuerdo con este, procura que, al menos, desaparezca
de su mundo el más grande bellum omnium contra omnes. Este tratado de paz conlleva
algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese misterioso
impulso hacia la verdad. En este mismo momento se fija lo que a partir de
entonces ha de ser “verdad”, es decir, se ha inventado una designación de las
cosas uniformemente válida y obligatoria, y el poder legislativo del lenguaje
proporciona también las primeras leyes de verdad, pues aquí se origina por
primera vez el contraste entre verdad y mentira.” (Nietzsche, 1873: 3).
Además es interesante poder analizar que “solamente mediante el olvido
puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una
“verdad” en el grado que se acaba de señalar. Si no se contenta con la verdad
en forma de tautología, es decir, con conchas vacías, entonces trocará
continuamente ilusiones por verdades.” (Nietzsche, 1873: 4). Ya que
finalmente el hombre parece tener un problema consigo mismo, con su historia en
relación a confeccionar y/o cuestionar una definición para un concepto como
“verdad”, a todo esto “Los diferentes lenguajes, comparados unos con otros,
ponen en evidencia que con las palabras jamás se llega a la verdad ni a una
expresión adecuada pues, en caso contrario, no habría tantos lenguajes.”
(Nietzsche, 1873: 4), es decir que nuestras prenociones, concepciones, definiciones,
entendimientos de un algo en particular siempre se encontrará en constante
contradicción en el lenguaje por ejemplo. Finalmente nace la pregunta
cosquillosa nuevamente, “¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en
movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas,
una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas
poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo
considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las
que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin
fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya
consideradas como monedas, sino como metal.” (Nietzsche, 1873: 5). Dado
este tipo de entendimiento y argumento, observamos una nueva forma de explicar
y/o entender el dilema de la “verdad”, argumentos que han sido rechazados por
muchos por su carácter relativista nihilista, pero que sin lugar a dudas posee
un gran material de discusión y cuestionamiento al status quo. Es por
ello que he decidido rescatar el nihilismo como corriente reflexiva, sin abusar
de ella.
Y de todas
maneras existe (en el contexto actual) un interés particular en la discusión de
“verdad”. En el libro “Teorías de la verdad en el Siglo XX” se afirma que dicho
siglo pasará a la historia como una temporalidad de exaltación del tema de la
verdad. Puesto que como nunca antes se ha dado énfasis en los debates, las
tesis, las teorías. Se escribió más sobre la verdad en este siglo que en los 25
que tiene la filosofía. (Nicolas J.A, Frapolli, M.J 1997).
Luego de revisar
una serie de definiciones y/o explicaciones, consideraremos las opiniones de
los demás autores, pero principalmente, aterrizaremos el concepto de “verdad”
como un subconjunto de nociones, puesto que no puede llegar a ser más por
el simple hecho de ser un elemento subjetivo. No podemos materializar la
“verdad” en un símbolo universal para todos, ya que al existir la
particularidad humana del pensamiento no se puede mantener “la única historia
del origen de la humanidad” (a menos que exista un régimen
autoritario/dictatorial que nos obligue a creer en cierto discurso, pero aún
con ello me estaría contradiciendo, ya que surgiría una oposición de los
dominados ante los dominantes, y se produciría una lucha de clases, lo cual
conllevaría a una dialéctica, retomando un poco la tesis de Karl Marx). Sin
embargo los subconjuntos de nociones no las escogemos nosotros, pues bien la
ideología trae consigo prenociones de lo que vendría a ser la “verdad”. Lo que
hacemos (a través de una trayectoria empírica, como por ejemplo el proceso de
socialización) es personalizar y socializar nuestras prenociones, para que
finalmente “la objetividad del sentido del mundo se defina por el acuerdo
de las subjetividades estructurantes (sensus =consensus)” (Bourdieu, P.,
& Tomaz, F. 1989:2). La “verdad” es, en todas sus dimisiones, puramente
ideológica. Una epifanía del pensamiento humano.
Entonces podemos
concluir que el concepto de “verdad” posee múltiples dimensiones de las cuales
puede ser abordada, ¿Cómo relacionamos esto a las ciencias sociales? Y en una
pregunta más específica (que precisamente es el llamado a los/las estudiantes
en formación) ¿Qué esperamos de la verdad como cientistas sociales? Después de
todo lo que se ha mencionado, resulta complejo responder las preguntas, sin
embargo lo que nos queda es buscar nociones de “verdad” en las cuales nos
debemos sentir seguros (esto implica conocer ampliamente la definición,
principios, argumentos, contra argumentos, y más allá eso significa tomar una
posición) para apoyar nuestra praxis de este fundamento. Debemos ser capaces de
no contradecir nuestra ideología con lo que hacemos, con los actos que
ejecutamos, pues bien carecer de ello implica otro problema en filosofía: la
identidad ¿Quién soy? ¿Por qué digo esto y hago esto otro? (sin dudas son
preguntas que constantemente deben surgir en nuestro pensamiento y/o
cuestionamiento en lo rutinario). El problema de buscar aquellas nociones de
“verdad”, recae en la inestabilidad del proceso, y de la noción en sí que
optemos defender. Por un lado puede resultar complejo el hecho de sentirse
seguro con una “verdad” en particular, una “verdad” que anteriormente fue una
prenoción ideológica que se materializa en el mundo real (cabe destacar que
aquella prenoción ideológica es empírica en la personalidad del sujeto).
Y por otro lado no es factible “casarse” (termino contextualizado a lo que es
contraer matrimonio, una unión entre parejas, ligarse a ella) ya que la noción
de “verdad” constantemente debe ser y es sometida a critica por uno mismo y la
otredad. Como menciona Ajdukiewicz, para que un pensamiento sea verdadero no
necesita tener una larga duración, ni es necesario que dure poco, si no se
asemeja a la realidad puede ser verdadero (Ajdukiewicz, 2006).
¿Cómo se
sustenta la verdad? Se sustenta en diferentes focos, como ya mencionábamos
anteriormente, en la claridad de los argumentos, su ejercicio en la praxis, y
el carácter ideológico. En este último es necesario profundizar, y bien como
diría Bourdieu “Recordar que las ideologías están siempre doblemente
determinadas– que deben sus características más específicas no solamente a los
intereses de las clases o de las fracciones de clases que expresan (función de
sociodicea), sino también los intereses específicos de los que las producen y a
la lógica específica del campo de producción (comúnmente transfigurada en
ideología de la “creación y del “creador”)– es darse el medio de escapar a la
reducción brutal de los productos ideológicos a los intereses de las clases que
ellos sirven (efecto de “cortocircuito” frecuente en la crítica “marxista”),
sin sucumbir a la ilusión idealista que consiste en tratar las producciones
ideológicas como totalidades autosuficientes y auto-engendradas susceptibles de
un análisis puro y puramente interno (semiología)… El efecto propiamente
ideológico consiste precisamente en la imposición de sistemas de clasificación
políticos bajo las apariencias legítimas de taxonomías filosóficas, religiosas,
jurídicas, etc.” (Bourdieu, P., & Tomaz, F. 1989:4).
No olvidemos que
la “verdad” se sitúa de manera protuberante en nuestras instituciones de
reproducción social. El rol de la universidad en la socialización de la
“verdad” opera verbigracia en la formación del profesional. Impartiendo,
estigmatizando, imponiendo un perfil institucional al egresado. Este último se
compone de diferentes elementos, principios, discursos, roles a representar en
el mundo laboral. No es casualidad dedicarse a trabajar en temas sobre
“el rol de las empresas en la Araucanía” y utiliza de justificación la
importancia en cuanto al emprendimiento, en vez de develar la precariedad
laboral que proporcionan estas mismas a la ciudadanía, o el efecto capitalista
de la macro producción industrial que destruye la naturaleza, no, no es casual
¿Por qué? Precisamente cada escuela de las ciencias sociales posee una
determinada ideología (nuevamente aparece el concepto) por la cual guía a sus
estudiantes, las cuales en muchos casos resultan heterogéneas entre los
docentes del departamento educacional. Y generalmente los estudiantes
simpatizan con una de las ideologías, con la cual comienzan a formar su
capacidad del pensamiento propia ¿Pero es acaso eso lo que queremos? ¿Continuar
reproduciendo las ideologías? La invitación está hecha a construir nuevas
ideologías (a pesar de que suene posmodernista para algunos) que nos brinden
mayor pensamiento crítico. Y cuando hablo sobre lo crítico, quiero decir que es
necesario impugnar las falencias que se presenten en cada ideología, estudio,
teoría, practica, proponiendo un plan de acción que evite volver a repensar
aquel déficit.
Finalmente
estimados (especialmente compañeros y compañeras de las áreas ciencias
sociales), lo que considero tener en cuenta, es precisamente que no por nada
hoy nos posicionamos en cierto status de la sociedad, estudiamos en una
universidad en particular, nos definimos hinchas de un determinado equipo de
futbol, y defendemos una verdad, la cual ideológicamente nos parece más exacta,
más cierta, justa, cercana, más real. Bajo esta reflexión sólo nos queda mirar
de costado con mucho respeto; de esta manera generar debates, diálogos,
discusiones enriquecedoras que permitan conocer la diversidad del pensamiento
humano. Cabe destacar que para que sea efectivo este tipo de prácticas,
consideraremos el ejercicio de una “escucha activa”, respetando los actos de
habla de los individuos.
Biografía de referencia
Ajdukiewicz, K.
(1986). Introducción a la filosofía: epistemología y metafísica. Madrid: Cátedra.
Bourdieu, P., & Tomaz, F. (1989). O poder simbólico. Recuperado a
partir de http://sociologiac.net/biblio/Bourdieu_SobrePoderSimbolico.pdf
Fermandois, E. (2001). Verdad y justificación: la intrínseca relación y la
imborrable diferencia entre dos conceptos. Ideas y Valores, 50(117), 55–78.
Guido Goméz de Silva (1998), Breve diccionario etimológico de la lengua
española: 10.000 artículos, 1.300 familias de palabras. México D. F. Fondo de
Cultura Económica.
J.A. Nicolás, N. Smilg. (1997). Teorías de la verdad en el siglo XX,
TECNOS.
Nietzsche, F. (1973). Sobre verdad y mentira en el sentido extramoral.
TECNOS.
Fuente:
Ssociologos.com, 11 de abril de 2018.