La batalla de Chacabuco fue el desenlace de la campaña de los Andes y
el inicio de una sucesión de batallas que garantizaron el fin del dominio
colonial español en Sudamérica.
1817 – 12 de Febrero – 2019
Conmemoración del 202º Aniversario de la
Batalla de Chacabuco
Conmemoramos la primera gran batalla de los ejércitos patriotas contra las
fuerzas realistas en territorio chileno. El 12 de febrero de 1817 se desarrolló
la batalla de Chacabuco, a unos 55 km. al norte de la ciudad de Santiago.
Hace doscientos años se enfrentaron las tropas independentistas del
Ejército de los Andes en alianza con los patriotas chilenos al mando del
general San Martín, y el Ejército Realista al mando del coronel Maroto. No fue
una batalla simple, pero luego de incertidumbre y complicaciones resultó una
contundente victoria de los patriotas, fundamental para la Independencia de
Chile y la región.
Según el plan de San Martín, llegaron a Chile cruzando en seis columnas:
dos principales y cuatro destacamentos menores hacia el norte y hacia el sur
para desorientar a los realistas. Las columnas principales avanzaron una por el
paso de Uspallata a las órdenes de Las Heras. La otra, dividida en tres al
mando de Soler, O’Higgins y San Martín respectivamente, cruzaron por Los Patos.
Una vez que las columnas mayores del ejército cruzaron la cordillera se
reunieron el 9 de febrero en el campamento Curimón, donde San Martín concentró
las tropas y planificó la estrategia para el enfrentamiento en la cuesta de
Chacabuco con una ofensiva contra el Ejército Realista que salió a enfrentar a
los patriotas para frenar su avance. Bajo el mando del coronel Maroto, las
tropas realistas esperaron para evitar que los revolucionarios avancen y entren
en Santiago. Éstas la conformaban unos 2500 hombres: una compañía de húsares y
varios batallones de infantería. Y en la víspera de la batalla, fijaron
campamento en las casas de la hacienda de Chacabuco.
Las tropas patriotas estaban integradas por unos 3500 hombres en total: los
batallones Nº 1 de Cazadores de los Andes y Nº 11 de Infantería, con el apoyo
de los batallones 7 y 8 de Infantería, y 4 escuadrones de Granaderos a Caballo.
En la madrugada del día 12, el general San Martín decidió atacar. El plan era
usar una táctica de pinzas para encerrar a las tropas enemigas por el frente y
la retaguardia, y para ello dividió a las fuerzas disponibles en dos: la
Primera División o ala derecha al mando de Miguel Estanislao Soler (2000
hombres), debía atacar por el oeste. La Segunda División o ala izquierda al
mando de Bernardo O'Higgins ((1500 hombres), debía atacar por el este.
De este modo se llegó a la batalla de Chacabuco, con una estrategia
cuidadosamente planeada. Pero las cosas no salieron según lo previsto, y
durante horas el resultado del combate fue incierto. Así fue que el jefe del
Ejército de Los Andes debió improvisar sobre la marcha, tomando grandes
riesgos. Entre ellos, involucrarse él mismo en el combate.
El plan original consistía en enviar una de las columnas para atacar por el
frente a las fuerzas realistas, a fin de fijarlos –"aferrarlos" en
lenguaje militar – en el terreno. De este modo ganarían tiempo, mientras que la
otra columna intentaría rodearlos con el propósito de atacar por el flanco y la
retaguardia en un movimiento envolvente. Para ello, San Martín envió a
O'Higgins al frente de la división menos numerosa por el camino más corto y
peligroso. Una pendiente escarpada (la cuesta vieja), atacaría a las fuerzas
realistas que suponía pertrechadas en las casas de Chacabuco. Por su parte,
Soler, debía marchar con su división hacia el mismo lugar pero por el camino de
Montenegro. Más largo y llano (la cuesta nueva), a fin de aparecer por el
flanco y decidir la suerte de la batalla. En principio, la orden a O'Higgins
era demorar el combate hasta la llegada de Soler, para atacar juntos al grueso
del Ejército Realista. Uno por el este, otro por el oeste. Y la columna al
mando de San Martín, por el frente.
Llegado el momento, O'Higgins se impacienta, y al no recibir órdenes decide
avanzar hacia el cerro Los Halcones. Allí desplegó sus fuerzas e inició solo el
ataque, mientras un mensajero fue enviado para informarle la situación San
Martín. Sin embargo, el terreno no era propicio para el ataque. Había quebradas
que dificultaban el avance de la caballería, y esa primera carga de O'Higgins
contra los españoles fue vencida debiendo a retroceder.
Hay distintas versiones sobre el móvil de la premura de este movimiento
ofensivo, y si bien O'Higgins era valiente y temerario, no tenía la experiencia
militar ni los conocimientos estratégicos de San Martín y puso en riesgo el
resultado final. "El general O'Higgins –escribe Carlos A. Pueyrredón en La
Campaña de los Andes –, al divisar a las tropas opresoras de su Patria, no pudo
contenerse, e impulsado por su valor legendario se lanzó a la carga, resuelta e
imprudentemente, contrariando las instrucciones de San Martín de esperar a la
División Soler, para iniciar juntos el combate".
Al ser advertido San Martín de lo ocurrido, envía una orden a Soler para
que atacara de inmediato. Pero ante la gravedad de la situación, decide
intervenir él mismo y avanzar de frente en el campo de batalla. Entonces bajó
la cuesta delante de sus granaderos, llegando justo en el momento en que
O'Higgins se disponía a lanzar un nuevo ataque contra el enemigo. Finalmente
llega una división de adelantados de Soler, armándose el envolvimiento completo
del flanco izquierdo y de la espalda que destrozó la retaguardia realista para
consolidar una aplastante victoria a favor de los patriotas.
Al conocerse las noticias de la victoria y de la participación directa de
San Martín en el campo de batalla en tan crítica situación, el director Supremo
de las Provincias Unidas, Juan Martín de Pueyrredón le escribe alarmado una
carta en la que dice:
“¡Gloria al restaurador de Chile! Sí, mi amigo querido, la fortuna ha
favorecido los heroicos esfuerzos de usted y la América nunca olvidará la
valiente empresa de usted sobre Chile, venciendo a la naturaleza en sus mayores
dificultades. Usted venció y yo me glorío con usted y lo abrazo con toda
ternura de mi alma reconocida a sus servicios. Ayer ha sido un día de locura
para este gran pueblo. No tengo tiempo para expresar a usted los términos con
que se ha explicado el sentimiento de regocijo público por la victoria de
Chacabuco, cuya noticia llegó a las nueve de la mañana por pliego despachado
con Luzuriaga. Eran las once de la noche y aún se oía un ruido sordo de vivas en
toda la ciudad. La fortaleza y seis buques de nuestra marina hicieron salva
triple. Escalada que conduce los pliegos no ha llegado y me tiene su demora
impaciente porque quiero imponerme de algunos pormenores de la acción. Lo que
sé por Luzuriaga es que usted con dos escuadrones de granaderos tuvo que
meterse entre las líneas enemigas. De esto infiero, o que la cosa estuvo
apurada, o que no tuvo usted jefe de caballería de confianza, porque en todo
otro caso yo acusaría a usted del riesgo en que se puso. Dígame usted con la
franqueza que debe lo que hubo en esto; mientras yo quedo en el más grave
cuidado con la noticia que también me da Luzuriaga, de que en resultas de la
fatiga personal que usted tomó en la acción quedaba muy afligido de su pecho.
Por Dios, cuídese usted, porque su vida y su salud interesan
extraordinariamente al país y a sus amigos”
El ataque combinado de O'Higgins y San Martín, sumado al de Soler, rompió
las filas realistas y provocó la retirada la caballería mientras que la
infantería fue perseguida por varios kilómetros. De este modo, la batalla que
había comenzado a tempranas horas de la madrugada del día 12 de febrero,
terminó entre las 3 y 4 de la tarde. Horas más tarde sobre el campo de batalla
San Martín escribe el parte de guerra al gobierno central:
“Exemo. Señor: una división de 1.800 hombres del ejército de Chile, acaba
de ser destrozada en los llanos de Chacabuco por el ejército de mi mando, en la
tarde de hoy. Seiscientos prisioneros, entre ellos treinta oficiales,
cuatrocientos cincuenta muertos y una bandera, que tengo el honor de dirigir,
es el resultado de una jornada feliz, con más de mil fusiles y dos cañones. La
premura del tiempo no me permite extenderme en detalles que terminaré lo más
breve que me sea posible; en el entretanto debo decir a V.E., que no hay
expresiones como ponderar la bravura de estas tropas; nuestra pérdida no
alcanza a cien hombres. Estoy sumamente reconocido a la brillante conducta,
valor y conocimientos de los señores brigadieres don Miguel Soler y don
Bernardo O’Higgins. Dios guarde a V.E. muchos años. Cuartel general de
Chacabuco, en el campo de batalla y febrero 12 de 1817.”
Chacabuco fue una victoria completa que les dio a los patriotas el dominio
de Santiago, el 14 de febrero, con el ingreso a la ciudad capital de Chile. Su gobernador
Marcó del Pont intentó huir, pero fue capturado en Valparaíso cuando se
preparaba para abordar un barco hacia Lima. En ese momento, los chilenos le
ofrecieron a San Martín la máxima jefatura de gobierno como Director Supremo de
Chile. Pero él rechazó el ofrecimiento, recomendando en su lugar el
nombramiento de O'Higgins, con quien tenía una relación de mutuo respeto y
amistad.
Cuando el 12 de febrero de 1817 las tropas rioplatenses y sus aliados
chilenos triunfaron en Chacabuco, la guerra por la Independencia comenzó a
definirse para América del Sur a favor de los patriotas. La batalla fue el
desenlace de la campaña de los Andes, la más compleja de las operaciones
militares que realizaron los revolucionarios del Río de la Plata y el inicio de
una sucesión de batallas que garantizaron el fin del dominio colonial español
en Sudamérica.