ampañas
en Capivará, Monte del Aguará, Laguna del Bagual, Monte de los Porongos, Fortín
de Almagro, Monigotes, Chañares, Cueva del Tigre Chico, y otras incursiones en
San Javier. Pacificada la indiada, López regresa a Santa Fe, y recibe una buena
noticia: las provincias del Tucumán, Salta y el Jujuy lo reconocen Brigadier y
Comandante General de la Confederación en 1836, seguidamente lo hará Camarca,
los hace Entre Ríos, así lo realiza también el Brigadier y Capitán General de
Buenos Aires, Don Juan Manuel de Rozas.
Pero, si bien este nombramiento
puede resultar de gran agasajo para un militar de carrera completa de parte de
sus camaradas, tiene una mala noticia que sólo él sabe. Se siente enfermo, y
remanido militar de frontera, Gaucho fuerte, Jefe militar y político, reniega
de reconocerse aquejado frente a la tropa. En 1837 no puede montar, y quiere ir
con los soldados a la lucha, "¡¡Está enfermo, General!!".
Dicha expresión sólo puede venir
de alguien de su confianza directa, como su esposa, Doña Josefa Rodríguez del
Fresno de López, porque la tropa ni sus comandantes le dice nada a las
ocurrencias del Jefe enfermo.
Tiene tisis, que degenera
rápidamente y lo tira en la cama. La noticia se hace pública inmediatamente en
Santa Fe, y pronto llegará a las provincias confederadas, como al bando
unitario.
Entre los que primero se entera
es Don Juan Manuel de Rozas, y le envía su propio médico personal para ayudar,
el Doctor Lepper. López no mejora, y por consejo del doctor, se dirigirá a
Buenos Aires para su atención.
Es el 10 de enero de 1837,
cuando el Brigadier parte de Santa Fe Buenos Aires acompañado por una enorme
custodia federal, los Dragones de la Independencia y los Colorados del Monte.
La recepción de Rozas es un variopinto de honores y cintillos punzó, bandras de
la "Santa Federación y Mueran los Salvages Unitarios", las calles
vestían de rojo punzó por cada calle que atravesaba.
En la estancia en Buenos Aires,
el tratamiento no avanzó en la cura. Por lo que López debe regresar, y a medio
camino empeora su salud. Ya no come. Si bien es porfiado a seguir comando los
asuntos públicos, lo que quiere lo hace, y lo hace mal.
No está cuerdo de lo que pasa:
los franceses se apostan en Montevideo, y tal vez esperan la buena nueva de que
López se muera, por eso el negociante es su secretario, Domingo Cullen, que
hace todo mal. La agonía del Brigadier en cama empeora entre este 13 y el 15 de
junio de 1838.
Fuente: Historia de la Confederación
Argentina.