HISTORIA
Martín Miguel de Güemes
(1785-1821)
Martín Miguel de Güemes, el líder de la guerra gaucha que
frenó el avance español con sus tácticas guerrilleras, nació en Salta el 8 de febrero
de 1785. Estudió en Buenos Aires, en el Real Colegio de San Carlos. A los
catorce años ingresó a la carrera militar y participó en la defensa de Buenos
Aires durante las invasiones inglesas como edecán de Santiago de Liniers. En
esas circunstancias fue protagonista de un hecho insólito: la captura de un
barco por una fuerza de caballería. Una violenta bajante del Río de la Plata
había dejado varado al buque inglés “Justine” y el jefe de la defensa, Santiago
de Liniers ordenó atacar el barco a un grupo de jinetes al mando de Martín
Güemes.
Tras la Revolución de Mayo, se incorporó al ejército
patriota destinado al Alto Perú y formó parte de las tropas victoriosas en
Suipacha. Regresó a Buenos Aires y colaboró en el sitio de Montevideo.
Pero Güemes no olvidaba su Salta natal, a la que volverá
definitivamente en 1815. Gracias a su experiencia militar, pudo ponerse al
frente de la resistencia a los realistas, organizando al pueblo de Salta y
militarizando la provincia. El 15 de mayo de 1815 fue electo como gobernador de
su provincia, cargo que ejercerá hasta 1820.
A fines de noviembre de 1815, tras ser derrotado en Sipe
Sipe, Rondeau intentó quitarle 500 fusiles a los gauchos salteños. Güemes se
negó terminantemente a desarmar a su provincia. El conflicto llegó a oídos del
Director Supremo Álvarez Thomas quien decidió enviar una expedición al mando
del coronel Domingo French para mediar y socorrer a las tropas varadas en el
norte salteño a cargo de Rondeau, quién parecía más preocupado por escarmentar
a Güemes y evitar el surgimiento de un nuevo Artigas en el Norte que por aunar
fuerzas y preparar la resistencia frente al inminente avance español.
Finalmente, el 22 de marzo de 1816 se llegó a un acuerdo: Salta seguiría con
sus métodos de guerra gaucha bajo la conducción de Güemes y brindaría auxilio a
las tropas enviadas desde Buenos Aires.
Dos días después, iniciaba sus sesiones el Congreso de
Tucumán que designó Director Supremo a Juan Martín de Pueyrredón. El nuevo jefe
del ejecutivo viajó a Salta ante las críticas y sospechas de muchos porteños,
que dudaban de la capacidad militar de Güemes y sus gauchos. Pueyrredón quedó
tan conforme que ordenó que el ejército del Norte se retirara hasta Tucumán y
ascendió al caudillo salteño al grado de coronel mayor.
San Martín apoyó la decisión de Pueyrredón y confirmó los
valores militares y el carisma de Güemes y le confió la custodia de la frontera
Norte. Dirá San Martín: “Los gauchos de Salta solos están haciendo
al enemigo una guerra de recursos tan terrible que lo han obligado a
desprenderse de una división con el solo objeto de extraer mulas y ganado“.
Belgrano también valoraba la acción de Güemes. De esta
forma nació entre ellos una gran amistad. Esto expresó Güemes a su amigo en una
carta: “Hace Ud. Muy bien en reírse de los doctores; sus vocinglerías se las
lleva el viento. Mis afanes y desvelos no tienen más objeto que el bien general
y en esta inteligencia no hago caso de todos esos malvados que tratan de
dividirnos. Así pues, trabajemos con empeño y tesón, que si las generaciones
presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la
recompensa que deben esperar los patriotas”.
El jefe de las fuerzas realistas, general Joaquín de la
Pezuela, envió una nota al virrey del Perú, señalándole la difícil situación en
que se encontraba su ejército ante la acción de las partidas gauchas de
Güemes. “Su plan es de no dar ni
recibir batalla decisiva en parte alguna, y sí de hostilizarnos en nuestras
posiciones y movimientos. Observo que, en su conformidad, son inundados estos
interminables bosques con partidas de gauchos apoyadas todas ellas con
trescientos fusileros que al abrigo de la continuada e impenetrable espesura, y
a beneficio de ser muy prácticos y de estar bien montados, se atreven con frecuencia
a llegar hasta los arrabales de Salta y a tirotear nuestros cuerpos por
respetables que sean, a arrebatar de improviso cualquier individuo que tiene la
imprudencia de alejarse una cuadra de la plaza o del campamento, y burlan,
ocultos en la mañana, las salidas nuestras, ponen en peligro mi comunicación
con Salta a pesar de dos partidas que tengo apostadas en el intermedio; en una
palabra, experimento que nos hacen casi con impunidad una guerra lenta pero
fatigosa y perjudicial.“
A principios de 1817, Güemes fue informado sobre los planes
del Mariscal de la Serna de realizar una gran invasión sobre Salta. Se trataba
de una fuerza de 3.500 hombres integrada por los batallones Gerona, Húsares de
Fernando VII y Dragones de la Unión. Eran veteranos vencedores de Napoleón.
Güemes puso a la provincia en pie de guerra. Organizó un verdadero ejército
popular en partidas de no más de veinte hombres.
El 1º de marzo de 1817, Güemes logró recuperar Humahuaca y
se dispuso a esperar la invasión. Los realistas acamparon en las cercanías.
Habían recibido refuerzos y ya sumaban 5.400. La estrategia de Güemes será una
aparente retirada con tierra arrasada, pero con un permanente hostigamiento al
enemigo con tácticas guerrilleras. En estas condiciones las fuerzas de La Serna
llegaron a Salta el 16 de abril de 1817. El boicot de la población salteña fue
absoluto y las tropas sufrieron permanentes ataques relámpago. El general
español comenzó a preocuparse y sus tropas empezaron a desmoralizarse. No lo
ayudaron las noticias que llegaron desde Chile confirmando la victoria de San
Martín en Chacabuco. De la Serna decidió emprender la retirada hacia el Alto
Perú.
Las victorias de San Martín en Chile y de Güemes en el
Norte permitían pensar en una lógica ofensiva común del ejército del Norte
estacionado en Tucumán a las órdenes de Belgrano y los gauchos salteños hacia
el Alto Perú. Pero lamentablemente las cosas no fueron así. La partida de San
Martín hacia Lima, base de los ejércitos que atacaban a las provincias
norteñas, se demorará en Chile por falta de recursos hasta agosto de 1820.
Belgrano, por su parte, será convocado por el Directorio para combatir a los
artiguistas de Santa Fe. Güemes y sus gauchos estaban otra vez solos frente al
ejército español.
En marzo de 1819, se produjo una nueva invasión realista.
Güemes se preparaba nuevamente a resistir. Sabía que no podía contar con el
apoyo porteño: su viejo rival José Rondeau era el nuevo Director Supremo de las
Provincias Unidas. La prioridad de Rondeau no era la guerra por la independencia
sino terminar con el modelo artiguista en la Banda Oriental, que proponía
federalismo y reparto de tierras. El nuevo director llegó a ordenarle a San
Martín abandonar su campaña libertadora hacia el Perú y regresar a Buenos Aires
con su ejército para reprimir a los federales. San Martín desobedeció y aclaró
que nunca desenvainaría su espada para reprimir a sus compatriotas.
El panorama de Salta era desolador. La guerra, permanente,
los campos arrasados y la interrupción del comercio con el Alto Perú habían
dejado a la provincia en la miseria. Así lo cuenta Güemes en una carta a
Belgrano: “Esta provincia no me representa más que
un semblante de miseria, de lágrimas y de agonías. La nación sabe cuántos y
cuán grandes sacrificios tienen hechos la provincia de Salta en defensa de su
idolatrada libertad y que a costa de fatigas y de sangre ha logrado que los
demás pueblos hermanos conserven el precio de su seguridad y sosiego; pues en
premio de tanto heroísmo exige la gratitud que emulamos de unos sentimientos
patrióticos contribuyan con sus auxilios a remediar su aflicción y su miseria”. Pero
los auxilios no llegaron nunca y la situación se hacía insostenible porque las
clases altas de Salta le retaceaban su apoyo por el temor de aumentar el poder
de Güemes y por la desconfianza que le despertaban las partidas de gauchos
armadas a las que sólo toleraban ver en su rol de peones de sus haciendas.
En 1820, la lucha entre las fuerzas directoriales y los
caudillos del Litoral llegó a su punto culminante con la victoria de los
federales en Cepeda. Caían las autoridades nacionales y comenzaba una
prolongada guerra civil. En ese marco, se produjo una nueva invasión española.
En febrero, el brigadier Canterac ocupó Jujuy y a fines de mayo logró tomar la
ciudad de Salta. San Martín, desde Chile, nombró a Güemes y le pidió que
resistiera y le reiteró su absoluta confianza nombrándolo Jefe del Ejército de
Observación sobre el Perú. A Canterac no le irá mejor que a La Serna: terminará
retirándose hacia al Norte.
El año 1821, fue sumamente duro para Güemes porque a la
amenaza de un nuevo ataque español se sumaron los problemas derivados de la
guerra civil. Güemes debía atender dos frentes militares: al Norte, los
españoles; al Sur, el gobernador de Tucumán Bernabé Aráoz que, aliado a los
terratenientes salteños, hostigaba permanentemente a Güemes, quién sería
derrotado el 3 de abril de 1821. El Cabildo de Salta, dominado por los sectores
conservadores, aprovechó la ocasión para deponer a Güemes de su cargo de
gobernador. Pero a fines de mayo Güemes irrumpió en la ciudad con sus gauchos y
recuperó el poder. Todos esperaban graves represalias, pero éstas se limitaron
a aumentar los empréstitos forzosos a sus adversarios.
Estas divisiones internas debilitaron el poder de Güemes y
facilitaron la penetración española en territorio norteño. Los sectores
poderosos de Salta no dudaron en ofrecer su colaboración al enemigo para
eliminar a Güemes.
El coronel salteño a las órdenes del ejército español José
María Valdés, alias “Barbarucho”, buen conocedor del terreno, avanzó con sus
hombres y ocupó Salta el 7 de junio de 1821. Valdés contó con el apoyo de los
terratenientes salteños, a los que les garantizó el respeto a sus propiedades.
Güemes estaba refugiado en casa de su hermana Magdalena
Güemes de Tejada, “Macacha”. Al escuchar unos disparos, decidió escapar a
caballo pero, en la huída, recibió un balazo en la espalda. Llegó gravemente
herido a su campamento de Chamical con la intención de preparar la novena
defensa de Salta. Reunió a sus oficiales y les transfirió el mando y dio las
últimas indicaciones. Murió el 17 de junio de 1821 en la Cañada de la Horqueta.
El pueblo salteño concurrió en masa a su entierro en la Capilla de Chamical y
el 22 de julio le brindó el mejor homenaje al jefe de la guerra gaucha:
liderados por el coronel José Antonio Fernández Cornejo, los gauchos de Güemes
derrotaron a “Barbarucho” Valdés y expulsaron para siempre a los españoles de
Salta. (1)
Por Felipe
Pigna
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Video: 17 de Junio: Inmortalidad del General Don Martín Miguel de Güemes (2)
El General Martín Miguel de Güemes fue uno de los
hombres más importantes en la defensa de la región de Salta durante las guerras
de Independencia. Libró una descomunal guerra de recursos, conocida como
"Guerra Gaucha", a partir de la cual frenó siete invasiones realistas
sobre el resto del territorio argentino.
Cimentó su liderazgo, no sólo en su carisma y
autoridad, sino también en su capacidad de motivación de las tropas, a pesar de
no haber podido pelear junto a ellas por sufrir de hemofilia. Sin embargo, fue
el único general argentino que murió en combate durante el período revolucionario,
al haber sido traicionado por uno de sus compatriotas. (2)
Comentarios/Testimonios: Sara Emilia
Mata Miguel A. Cáseres Alejandro Pojasi Yayo Pérez Torres Martín Güemes
Virgilio Núñez Misael Soria Linares Virginia Pastrana. Narración: Alejandro
Awada. Dirección: Mauricio Minotti. Emitido: el 17-06-16 por
la Televisión Pública Argentina. (2)
Bibliografías consultadas
1)- El Historiador, Felipe Pigna.
2)- Televisión Pública Argentina, Canal youtube publicado 21
de junio de 2016.