miércoles, 3 de junio de 2020

Delfor Santos Soto

A 44 años de “El Despojo y algunos cuentos fantásticos” de Delfor Soto

Junto con Rosa Oviedo, Víctor Orellana y Emma Fresco reflexionamos acerca del escritor Delfor Santos Soto (1935- 1976 detenido/desaparecido).

“En memoria de Delfor Santos Soto, un gran ser humano” por Emma Fresco.
“Las clases dominante argentinas  y el imperialismo necesitan que la clase obrera produzca más, gane menos y no proteste. La supervivencia del gobierno depende de que les asegure esto. En caso de fracasar, una dictadura militar podría reemplazarlo”. 
Panfleto del Comité de unificación FRP- MR 17  - Enero 1975
“Por encima de errores y diferencias, nadie tiene derecho a quitarle el hombro a la lucha donde hoy se juega el destino de la revolución”
“Carta a Lili” de Eduardo Jozami desde la cárcel de Villa Devoto
 1° de diciembre de 1975
Para “lectura” del mundo como dijo Freire… 
Pienso en estas dos citas para hablar de un militante y escritor peronista. Pienso en la realización y publicación del libro El Despojo y algunos cuentos fantásticos —3 de junio de 1976— y en su secuestro y desaparición por los genocidas a tan solo a dos meses —21 de agosto de 1976 —, en cómo ambas cosas se absorben para luego ser una. Que luego de estar guardada su obra durante 38 años —su hija Eva los expuso por primera vez ante el público en el 2014—, hoy a 44 años de su publicación vuelve a cobrar vida. Que esa vida que dejó en el libro fue un mensaje para sus familiares y amigos, acaso, para todas aquellas personas que quieren un país mejor o un mundo con justicia social verdadera, real—como declaró en el cuento El reportaje—.
Pensemos en ese momento. Delfor sabe que lo persiguen, que lo quieren, que es una molestia para La Matanza de aquel entonces gobernada por los militares —1976: Tte. Coronel Carlos Tomás Herrero (Interino)/1976: Comodoro Oscar María Bárcena—. Que anteriormente siendo Concejal (1973-1975) denunció todos los entramados sucios del Municipio de La Matanza, donde a su vez plasmó en su libro Carta Abierta al Intendente Electo y Las Tres Armas —publicado el 24 de mayo de 1973, un día antes que asuma como Concejal— todo lo que tenía que hacer el municipio para “terminar con la cueva de ratas que era la Municipalidad, y con los delincuentes y burócratas que allí tienen su refugio”. Que a su vez, un auto particular le había baleado la casa, que se tuvo que ir a Córdoba “exiliado” en 1975 tras su renuncia para que se calmaran las cosas —presionado por la Triple A—. Que su organización político militar Frente Revolucionario “17 de Octubre”  estaba en pleno análisis de cómo continuar ante la caída de Isabel… Delfor siempre dio un paso más adelante que el resto, sabe jugar bien ajedrez y deja su despedida en su Carta a mis pequeñas hijas —8 de abril de 1975—: “Si me matan como matan, a tantos todos los días, quisiera que sepan ustedes que hubo un papi bueno que las quiso mucho, que les dio todo lo mejor que pudo darles y que luchó por una justicia social, realista, empleando como única arma las ideas y vivió peleándose siempre contra la mediocridad y la inmoralidad. [….]Esta carta, muy sencilla, muy rápida, escrita en un momento muy difícil y especial de mis últimos días de vida”. 
Retrocedamos. A partir de 1973 todo lo que escribe Delfor sirve para dejar testimonio de que tarde o temprano lo van a venir a buscar y, en mayor medida, señala las injusticias y el camino que teníamos que elegir para continuar creciendo como sociedad. Eso lo hace a través de la ficción —Chito, y otros silencios, 5 de noviembre de 1973— y el cuento fantástico en El Despojo. No quiero entrar en detalles minuciosos sobre el libro, eso lo dejo para sus lectores, el mismo se puede conseguir hablando con sus hijas o comparándolo por mercado libre —hay un solo ejemplar—. Pero debo decir que los ocho cuentos que escribió, lo hace desde su fantasía peronista, y con esto quiero avisar que en todos los personajes el compromiso ético sobresale por todas las cosas miserables y vanidosas de la vida que por aquel entonces se vivía y se siguen viviendo. La lluvia radioactiva, los habitantes bajo tierra, las mutilaciones a los ladrones, el padre que desaparece en el sillón de su casa, la lechuza que habla, etc., etc., tienen una lectura vigente porque poco y nada ha cambiado en la vida, y esto hace, en última instancia,  que se transforme en un clásico.
Toda escritura es política para él, y si parafraseamos al poeta y editor Omar Cao, “es político porque genera pensamientos”, y a partir de eso no podemos dar marcha atrás. Hay un devenir constante de lucha por la justicia social real. Desde nuestro lugar —teniendo un blog y una pequeña editorial— lo que nos queda es difundir su obra y su pensamiento hasta el fin de nuestros últimos días. Esperamos hacer un poco de justicia con esto, fueron más de 30 años, sin saber en qué centro clandestino de detención estuvo, sin ser leído, ni mucho menos ser pensando por el pueblo. Algún día, tal vez, la generación de Delfor Santos Soto, vea desde lo más lejano de los cielos, como su utopía se hizo realidad.
____
“Semblanza sobre El Despojo” por Víctor Orellana.
Personalmente, aprecio a los autores no sólo por sus palabras, sino, por sus acciones, y como ambas se combinan en las historias que nos cuentan. Nada valoro más que a aquel que es un juglar, de su pueblo, de su tiempo; aquel que no sólo nos canta la historia, sino que la vive en persona, y que, a veces, hace el sacrificio máximo para mantener enarbolada su voz.
En un café literario en San Justo, en agosto de 2011, Miguel Feniello hizo una breve semblanza sobre un escritor matancero desconocido para los presentes. Un militante peronista desaparecido por la genocida dictadura instaurada en 1976, autor de, al menos, tres libros imposibles de conseguir. Miguel nos contó de su febril labor política y cultural, su compromiso social, sus convicciones hechas carne en él, y nos dejó con una profunda intriga sobre esos cuentos que probablemente no habían sido leídos en décadas. Delfor Santos Soto era su nombre, y había sido secuestrado un 21 de agosto de 1976.
Por pura casualidad, en octubre de 2014 durante la Feria Municipal del Libro, el stand de Autores de La Matanza, espacio al que pertenezco, quedó frente al stand de la Secretaría de Derechos Humanos del municipio. Un día, Eva Soto, hija del escritor, estaba exponiendo allí uno de los títulos de su padre. Chito y otros silencios. Inmediatamente me interesé en esta obra y le ofrecí nuestro stand y los medios de que disponíamos para hacer circular esos ejemplares, para que sus páginas encontraran lectores.
Algunos días después, Eva Soto trajo otro de los libros de Delfor: El Despojo. Cuando me llamaron para leer en una de las salas de la feria, tomé un ejemplar de aquella obra que todavía no había tenido tiempo ni siquiera de hojear, sin saber que había estado décadas escondido en un sótano, escapando del odio que cercenaba vidas, y del voraz fuego que destruía millones de libros; irónicamente, escapando del despojo que sufría una nación.
Sólo lo abrí, y allí, en la conurbana ciudad de San Justo, treinta y ocho años después de haber sido impreso, ante una nutrida sala, comencé a leerlo:
“A las siete de la mañana, los dos helicópteros descendieron en las inmediaciones de la vivienda a la que circundaba un denso monte…”.
Así inicia el cuento La multitud, la narración de un desproporcionado operativo militar con un final inesperado. A este le siguen historias donde lo fantástico se amalgama con lo cotidiano, donde lo inesperado se vuelve norma. La Atenas de Platón en Cañuelas, a escasos metros de la ruta doscientos cinco. Viajes en el tiempo, paradojas, habilidades paranormales y abducciones extraterrestres en San Antonio de Padua. Lechuzas que muestran inquietudes hacía la astrofísica en San Miguel del Monte. Cenizas radiactivas en un sitio no mencionado. Excusas extraordinarias para recorrer la naturaleza de la criatura más contradictoria: el ser humano.
Nota que sólo me interesa a mí. Extraño, muy extraño, es un cuento en cuatro partes, y probablemente la obra impresa de ciencia ficción más antigua que se conoce de un autor matancero. Algunos dirían que todo el libro es la primera incursión en literatura fantástica en este partido, pero eso sería difícil de comprobar, ya que, como diría en su momento Bioy Casares, toda la literatura es fantástica. La tapa azul tiene una figura blanca atravesándola que me hace evocar la vía láctea o un desgarro en el tiempo; quizás sólo sea una mancha.
Todavía conservo el ejemplar que leí en 2014, con máculas de humedad que atestiguan su largo exilio. Mucho ha sucedido desde aquella feria del libro. Varios colegas (Ricardo Montarte el más activo, sin duda) han trabajado para rescatar la obra de este autor. En la actualidad, conmemoramos el Día del Escritor Matancero el 21 de agosto, en homenaje a Delfor Santos Soto. La dictadura quiso callarlo apagando su vida, pero su voz, y sus acciones, sus palabras convertidas en actos, se multiplicaron en muchas voces, en muchos hacedores. Aunque las inequidades que lo angustiaban todavía no se han extinguido, los genocidas van a la cárcel, y los artistas celebramos la cultura en las plazas. El Despojo, el libro que viajó en el tiempo, venció al odio, al fuego y al silencio. ¡Salud juglar, tus palabras viven en nosotros!
 ___
“Anuncios en enunciaciones” por Rosa Oviedo.
En este texto sus temas eran los que enfrentaba su generación y Delfor fue la voz de esas voces.
En junio de 1976 la sociedad argentina atravesaba los primeros meses de una crueldad sin límites en todos los aspectos que había comenzado en el 24 de marzo de 1976 – La Dictadura – Cívico – Militar - Clerical. (oficializada).
Cientos de argentinos/as eran presas del despojo más nefasto del que se tenga memoria en nuestra historia plagada de Golpes de Estado en su corta vida de país independiente y soberano.
Despojo a través del Secuestro y Desaparición Forzada de Personas.
Despojo de Identidad con el robo sistemático de bebés arrancadxs a sus madres, las mujeres secuestradas en diferentes Campos de Concentración y Exterminio.
Despojo de luchas y libertades secuestrando y desapareciendo u obligando al exilio a trabajadores y estudiantes en su mayoría, como a intelectuales, artistas y referentes sociales.
Delfor desde el título no ubica en tiempo y espacio siendo la voz de un militante, un político y un intelectual que comienza a transitar el despojo colectivo.
Con una inmensa valentía, más seguro que nunca de sus convicciones, de que su trabajo cultural, social y político no fue, ni será en vano, nos habla de la libertad y de la palabra enfrentando el miedo, miedo que ya comenzaba a calar hondo en nuestra sociedad. El oscurantismo estaba pensado y pisando firme para quedarse.
En medio de una sociedad incrédula, acechada por el terror, iba conociendo la barbarie planificada tratando de expresar con palabras la muerte que nos recorría día a día.
Delfor fue un referente que se anticipó y describió un destino social y su propio destino.
No había tiempo.
Hombres y mujeres asistían a lo extraño, a lo inexplicable de una realidad que superaba a la ficción.
Toda una generación, con vidas truncadas, arrastradas a la no existencia, al horror de comenzar a decir la terrible palabra desaparecido/a.
No había espacio sin persecución, aunque se encontrara la nada y se destruyera hasta la nada misma.
Invadir, amedrentar, secuestrar, matar, robar, torturar era el despojo organizado, despojo que debía tomar forma hasta en las entrañas de cada señalado/a.
“¿Se puede comprender, se puede comparar un despojo?” se preguntaba sumergiéndose en el estado de situación desde 1973, en la crueldad que iba en aumento, y responde con ejemplos lejanos en el tiempo de la historia de la humanidad, sin que éstas signifiquen ignorar ningún acontecimiento con actos humanos dignos.
Entonces nosotrxs decimos: 
Para Delfor no existía el  silencio.
Para Delfor el hombre era la palaba viva.
Libertad en pos de lo cultural en una sociedad donde primaran los principios y las luchas inclaudicables de vivir en el tiempo y en su tiempo defendiendo ideales y derechos.
Su protagonista era el héroe colectivo, el codo a codo con el cuerpo y la palabra, con la denuncia, con la visión anticipatoria, con su propia vida.
La lectura de (fragmentos) del libro El Despojo, es mi humilde aporte en la conmemoración de su publicación, de su aparición.
Fuente: Revista Lítica.