domingo, 1 de marzo de 2020

La tradición política en la historia de La Matanza

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La tradición política en la historia de La Matanza
Por: Alejandro Enrique*

Es el distrito más populoso de la Provincia, un bastión peronista decisivo en cada elección. Pero su historia política data de los tiempos de Juan Manuel de Rosas y hasta la UCR escribió su historia.

Desde el fondo de la Historia argentina La Matanza fue protagonista de los acontecimientos políticos de la provincia de Buenos Aires y también de los sucesos que le dieron forma a la Patria. Su nombre (existen diversas hipótesis) surge de aquellos momentos fundacionales de la colonia cuando las civilizaciones originarias fueron corridas y arrasadas por las tropas europeas. La matanza de los indios querandíes a manos de las tropas dirigidas por Juan de Garay es una de las teorías más firmes sobre el nombre que hoy bendice al distrito bonaerense más poblado (más de dos millones de habitantes). El Pago de La Matanza tuvo distintas denominaciones a lo largo de los años: “Matanzas” y “Matanza”, pero a partir de la década de 1960 empezó a llamarse La Matanza.
Hasta su conformación definitiva como partido, el pago matancero estuvo bien definido en cuanto a su geografía y sus bases demográficas. En el norte los Ramos Mejía y los Villegas dominaban las mejores tierras, en el centro la familia Madariaga, de tradición unitaria, controlaba el territorio desde su estancia El Talar, mientras que hacia el sur los Ezcurra eran dueños absolutos con estancias de estilo para la época.
Los Ramos Mejía tuvieron presencia en la recuperación de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas y en el Cabildo porteño durante la Semana de Mayo. Ildefonso Ramos Mexía (o Mejía) tuvo destacada actuación en ambas Invasiones Inglesas, hecho por el que fue recompensado. En mayo de 1810 participó del cabildo que se pronunció por terminar con el dominio español. Para terminar con uno de los integrantes más destacados de la familia Ramos Mejía hay que señalar que Ildefonso fue el quinto gobernador de la provincia de Buenos Aires (desde el 2 de mayo hasta el 20 de junio de 1820).
Don Joaquín de Madariaga, propietario de una amplia parcela de tierra en la zona centro de La Matanza, también fue protagonista político ya que se desempeñó como Regidor del Cabildo en tiempos del virreinato. Los Madariaga hacían base en la estancia El Talar que fue expropiada en la década de 1950 para el proyecto urbanístico de Ciudad Evita y desde allí dedicaban su tiempo al comercio, a la producción agropecuaria y la actividad política. Estos terratenientes matanceros sabían muy bien que para los negocios inmobiliarios los contactos eran muy necesarios. Fue así que Joaquín Madariaga (descendiente y homónimo del que fundó El Talar) formó parte de la primera Comisión Municipal que presidió la comuna en 1857. En aquella comisión también participaban Vicente Silveyra, Hilario Schoor y Emilio Villegas. Este cuarteto fue el primer gobierno municipal de La Matanza.
En lo que hoy se conoce como Virrey del Pino, González Catán y una porción de Gregorio de Laferrere, fue un gran latifundio que tuvo José María Ezcurra Arguibel como terrateniente haciendo base en su histórica estancia La Elvira. Pero no va a ser José María el más notorio de su familia. Cuando el hacendado Juan Manuel de Rosas se une en matrimonio Encarnación Ezcurra decide que la estancia El Pino fuera una de las residencias que iba a utilizar para aprovechar la cercanía con su familia política.
La familia Ezcurra Leguineche en la capilla de la estancia La Recoleta.
El gobernador bonaerense hizo de esa estancia (a la que rebautizó “San Martín”) una unidad agroeconómica, pero a la vez la usó para sus actividades corriendo así el eje de influencia política desde el norte hacia el sur del Pago de La Matanza. En su largo periodo como gobernador bonaerense (1829-1832 y 1835-1852) la estancia San Martín fue protagonista de importantes momentos que luego se convirtieron en hechos históricos. El encuentro y el acuerdo con el general Juan Lavalle ocurrió en esas habitaciones que hoy son parte del Museo Municipal de La Matanza. Motivo por el cual en 1942 aquella estancia fue declarada monumento histórico nacional.
En este momento de la historia matancera hay que tener en cuenta un dato muy importante. Por entonces en La Matanza todavía no existían los pueblos, tal cual como se los conoció a fines de siglo XIX y principios de XX. El 25 de diciembre de 1856 recién se iba a dar por fundado el pueblo de San Justo. Allí iba a nacer la ciudad cabecera del distrito. Para comprender bien hay que decir que hasta la creación del pueblo de San Justo los vecinos matanceros estaban agrupados en las poblaciones que rodeaban a las estancias, chacras y haciendas que se desperdigaban a lo largo de los 325 kilómetros cuadrados de territorio. En los censos de 1869 y 1895 se registran a grupos familiares alrededor de las estancias y chacras que no formaban parte de los verdaderos dueños de esas propiedades. Eran las lavanderas, los arrieros, el personal de servicio, los agricultores, las cocineras y los puesteros de esas unidades productivas que explotaban las familias adineradas.

Así estaba organizada la distribución demográficas, en pequeñas poblaciones, en muchos casos de familias migrantes. Como queda claro los negocios, la política y la vida se desarrollaban entorno a las unidades productivas que, en diferentes formatos, eran propiedad de familias dueñas de grandes extensiones. Para tener una fuerza militar había que ser hacendado, para intervenir en la vida pública había que tener dinero y los pobladores estaban allí.
Los Ezcurra fueron de esos protagonistas que en base al dominio territorial, el poder económico y las relaciones sociales que le brindaba la política hicieron crecer su fortuna. Allí encajó perfectamente don Juan Manuel de Rosas, el hombre político más importante en la primera mitad de siglo XIX. El Restaurador tenía residencia continua en suelo matancero, ya que desde la estancia San Martín (ubicada en el kilómetro 40 de la Ruta Nacional N°3) podía viajar rápidamente hacia Los Cerrillos, la estancia ubicada en San Miguel del Monte, donde nacieron los famosos Colorados del Monte fuerza que fue su principal cuerpo de milicias rurales.
¿Por qué Rosas fue vecino permanente de La Matanza? Tanto Encarnación Ezcurra (una activa protagonista política) como su hija Manuelita preferían pasar sus temporadas de verano en La Matanza ya que la familia Ezcurra tenía dos grandes estancias a pocos minutos de carruaje. La mencionada La Elvira (a cuatro kilómetros) y La Recoleta (a siete kilómetros) eran las residencias de esta familia de linaje y aristócrata que moraba allí largos meses del año. La “rosca” política pasaba por la estancia San Martín donde Rosas dirigía parte de su gobernación.
Todos conocemos los hechos que sucedieron al 3 de febrero de 1852. El exilio de Rosas y la persecución de todo lo que tenía color a Partido Federal no fue obstáculo para que los Ezcurra sigan haciendo muy buenos negocios. A pesar de ser parte de la familia política directa del Restaurador de las Leyes, siguieron siendo protagonistas de la vida pública. Esto se puede verificar especialmente en La Matanza. Fue tan así que los Ezcurra le dieron al municipio tres jefes comunales con ese apellido: En 1880 Lorenzo Ezcurra, en 1891 Tomás Ezcurra y en 1913 José María Ezcurra. En La Matanza hoy ya no quedan descendientes de aquella familia tan protagonista de la historia del siglo XIX.
También el nacimiento de la Unión Cívica con aquellos muchachos más radicales que confrontaban contra las autoridades para romper el orden conservador, tuvo su página en la historia matancera. Abundan las historias de aquellas elecciones amañadas en el atrio de la Catedral de los Santos Justo y Pastor de San Justo donde solo podían sufragar aquellos que tenían boina roja, que era la identificación que usaban los conservadores. Los jóvenes radicales que llegaban con boina blanca para emitir su voto eran abajarados pocos metros antes y jamás llegaban hasta la urna. Por entonces el líder conservador matancero era el intendente Agustín de Elía (descendiente directo de los Ramos Mejía) quien tenía como ladero don Ramón Banga. Ambos de la zona de Tapiales y Villa Madero practicaban el caudillismo en el más amplio sentido del término.
De aquellas luchas nace el radicalismo matancero de la mano de la familia Santamaría y del doctor Ignacio Arieta. Fue este último quien más confrontó contra el “fraude patriótico” conservador. De hecho fue Arieta quien organizó una gran revuelta popular en La Matanza para evitar que la ciudad cabecera se traslade de San Justo a Ramos Mejía. Este intento de cambiar la sede municipal fue en 1939 y fue el trampolín político para quien hasta sus últimos días fuera la figura de mayor relieve en el radicalismo local: Ignacio Arieta. Esta es una historia para otra oportunidad.
La tradición política de La Matanza tiene mucho de su presente o su historia moderna con aquel pasado donde los sectores populares tenían en don Juan Manuel de Rosas a un ilustre vecino. Tiempo después esa misma tradición política tuvo a un caudillo “sin corona” como fue el dos veces intendente Federico Pedro Russo, y a dos vicegobernadores como Alberto Balestrini (2011-2015) y la actual Verónica Magario.
*El autor es periodista e historiador, miembro del Instituto del Patrimonio Histórico de La Matanza. Ha publicado libros en los que narra la historia de La Matanza, entre ellos el reciente Isidro Casanova: de lo rural a lo urbano.
Fuente: Infocielo, 29 de febrero de 2020.