PARAGUAY
Paraguay conmemora 150 años de
la Guerra de la Triple Alianza
Holocausto
Por Benjamín Fernández Bogado
Hoy hace 150
años en Cerro Corá murió un Paraguay muy difícil de repetir.
Se fue con López
y su “muero con mi patria”, y hoy su sombra se proyecta aún sobre nosotros,
tanto que mis contemporáneos son incapaces de identificar quiénes fueron
nuestros bisabuelos. Son seis generaciones de paraguayos que murieron en las
orillas del Aquidabán donde retumba el silencio de una patria mutilada. Fue la
última estación de la diagonal de sangre de un país entero que enterró su
orgullo, su extraordinario desarrollo inicial y nos marcó a fuego hasta hoy.
Todo nos recuerda ese holocausto no asumido. Esa catástrofe que se llevó casi
el 90% de nuestra población y que mutiló la patria.
Ni la Shoá judía
de la crueldad nazi, ni el genocidio armenio en manos de los turcos se asemejan
a nuestro holocausto silenciado hasta hoy por falta de un liderazgo patriótico
que nos levante de la postración que aún cargamos. El holocausto, que significa
quemar absolutamente todo, fue un sacrificio de toda una nación a la que
juraron tres países acabar por completo. Fuimos crucificados en una guerra
despiadada que cargó contra niños en Acosta Ñu y contra sus madres cuando recogían
sus cadáveres. Nuestros heridos quemados en el hospital de sangre de Piribebuy
y nuestras mujeres violadas por la soldadesca brasileña. Es tanta la tragedia
silenciosa que cargamos que hasta un Papa argentino tuvo que reconocer en la
mujer paraguaya un rol reconstructor de la patria. Hace 150 años perdimos todo
lo que pudimos ser.
El progreso
paraguayo no podía ser posible. Ni el primer ferrocarril del Río de la Plata,
fundiciones, astilleros o telégrafos eran sostenibles en un entorno regional
atrasado y conflictivo. Los brasileños –aún colonia portuguesa– trajeron a sus
esclavos para combatir y como consecuencia ganaron estos posteriormente su
independencia y su libertad.
Los argentinos
fragmentados por caudillos locales tuvieron el pretexto de unirse contra un
enemigo externo común al que juraron destruir en tres meses. Les llevó más
tiempo y a pesar de que su presidente Sarmiento quiso que se exterminaran a
todos los paraguayos, incluso a los que cargaban en sus vientres nuestras
madres, terminó refugiado y falleciendo en Asunción. Le castigamos duramente
con nuestra hospitalidad.
La gran guerra
de Latinoamérica fue noticia en todo el mundo y varios gestos solidarios se
alzaron hacia nosotros. Algunos llenos de simbolismo como el expresado por el
pueblo colombiano o el que esgrimió la pluma de Juan Bautista Alberdi desde una
Europa distante y cercana.
Se financió la
guerra con dinero inglés a pesar de que sus hijos combatieron con López y
diseñaron las trincheras de Curupayty, donde 500 paraguayos acabaron con más de
15.000 soldados argentinos. Eso retrasó el final de una guerra que cayó en
manos brasileñas cuando las cadenas de Humaitá cedieron al paso de la flota
naval bandeirante.
Hace 150 años se
fue todo lo que habíamos ambicionado ser. Las causas internas han sido
profusamente discutidas, pero hay clara unanimidad entre nosotros en que la
guerra fue de exterminio total. Nuestro holocausto tiene que ser conocido,
enseñado y difundido.
No basta que nos
hayan tatuado de por vida si no somos capaces de valorar esa gesta que nos
permite hoy hablar de un país llamado Paraguay. No habrá olvido ni perdón
mientras el genocidio americano sea solo una penitencia silenciosa y
desconocida para nosotros y para el mundo.
Los alemanes
avergonzados de la Segunda Guerra Mundial dejaron los testimonios escritos por
los soldados rusos que tomaron el Reichstag de Berlín, incluso las palabras
ofensivas.
Nuestro
holocausto ocurrió hace 150 años y lo recordamos como lo cargamos: En silencio
y avergonzados. Debemos contar al mundo lo que nos hicieron y construir sobre
la memoria la roca sólida de una nación orgullosa. Recordemos para no olvidar
nunca jamás.
Rubiani: “Los países aliados buscaron destruir al Paraguay”
La Guerra de la
Triple Alianza fue una sincronizada concertación de hechos por parte de los
gobiernos de Brasil y de Argentina, arrastrando consigo al Uruguay, para tratar
de eliminar al Paraguay del mapa de América, sostiene el arquitecto Jorge
Rubiani, uno de los apasionados investigadores de la historia.
“La guerra fue
una guerra de rapiña, para robar al Paraguay, para buscar limitarlo
territorialmente en una minúscula y simbólica existencia”, sostiene, según él
con base en muchas lecturas y estudios sobre las motivaciones que tuvieron los
tres países que fueron a la guerra, y a la revelación de documentos hasta ahora
poco conocidos.
Desde su
estudio, rodeado de libros y documentos, Rubiani insiste en que “el Uruguay fue
arrastrado al conflicto por un mero interés económico ofrecido a su caudillo
presidente que, previamente, fue puesto en el cargo. Si estaban en contra del
bárbaro tirano López, ¿por qué se fueron contra el único régimen constitucional
democrático, y relativamente normal en esta parte de América, que era el
régimen uruguayo?”.
“Si vemos una
estrategia meramente militar, para atacar al Paraguay los brasileños y
argentinos se ocuparon primeramente de destruir a quien sería una posible apoyo
al Paraguay. La sucesión de hechos se fue encadenando vertiginosamente a partir
de 1863, cuando Venancio Flores fue depositado con dinero de Mitre en la costa
uruguaya para empezar a combatir con apoyo brasileño y argentino al gobierno de
Bernardo Berro, finalmente depuesto en 1865, a horas de firmarse el secreto
Tratado de la Triple Alianza. Ya estaba todo concertado”, agrega.
Las motivaciones
“La Argentina
quería reconstituir el Virreinato del Río de la Plata, cuya capital era Buenos
Aires y del cual el Paraguay había formado parte. Demandó anexar al Paraguay,
pero el Brasil se opuso. Son puntos que se cambiaron en el Tratado“, explica
Rubiani.
Por su parte, el
Brasil quería libre acceso a sus ricas provincias del Mato Grosso, donde ya en
1633, en Cuiabá, se había encontrado oro. “Con un Paraguay que resultara mucho
más adecuado a sus pretensiones tras la guerra, iba a tener más facilidades
para fortalecer sus fronteras”, destaca.
Otro aspecto a
tener en cuenta es que mientras el Brasil y la Argentina tenían grandes deudas
con los bancos ingleses, el Paraguay de los López no poseía ningún tipo de
deuda externa. “No le debíamos ni un solo céntimo a nadie”, refiere.
LA
FIGURA DE LÓPEZ
Al referirse a
la figura del mariscal Francisco Solano López en la contienda, Rubiani rescata
frases de la escritora Marguerite Yourcenar, de su novela Memorias de Adriano,
al señalar que “todos los hombres emiten algún resplandor” y que ”en algún
momento todos se dejan llevar por sus ángeles y sus demonios”.
López cometió
muchos errores, pero observadores destacados decían que “el Paraguay era el
único país en el Río de la Plata que tenía una entidad reconocida y que su
pueblo sabía quién era. Tenía posibilidad de ganar la guerra, pero los errores
de López hicieron que eso no se concretara”, asegura
El Mariscal
cometió errores militares o de apreciación, por la falta de un sistema de
inteligencia, por la mediterraneidad que le afectaba mucho, indica.
“López no se dio
cuenta de que había cosas que el Paraguay no podía hacer en ese momento, sin
antes consolidar un poder militar que le permitiera imponerse. Ese fue su gran
error y su locura empezó cuando también comenzó a perder todo ese porvenir de
posibilidades que tenía el país”, enfatiza.
La historia narrada en historietas
El diario Última
Hora fue uno de los primeros medios en publicar la saga de la Guerra de la
Triple Alianza y la muerte del mariscal López, en la serie de historietas o
cómic Vencer o morir, que elaboró el guionista y dibujante Enzo Pertile, que se
ofreció a los lectores desde el 11 de abril de 2010, en forma de fascículos
semanales coleccionables, a todo color.
La épica saga,
que se centró en las batallas de Piribebuy, Acosta Ñu y Cerro Corá, fue
recopilada posteriormente en un álbum publicado por la editorial Servilibro,
que constituye una de las obras más significativas sobre la Triple Alianza y la
figura del mariscal Francisco Solano López.
Posteriormente
se realizaron otras obras en cómic sobre la guerra, como la serie Paraguay Retã
Rekove, del dibujante Roberto Goiriz y el historiador Jorge Rubiani.
Guerra de la Triple Alianza, a 150 años de su final
El país perdió
dos tercios de su población y gran parte de su territorio hace 150 años en la
Guerra de la Triple Alianza. Así inicia un especial elaborado por el
prestigioso periódico británico The Guardian, en conmemoración a la
finalización de los 150 años de la Guerra de la Triple Alianza.
La guerra más
sangrienta de América terminó con un solo disparo efectuado en las orillas
solitarias de la Aquidabán – una corriente que fluye a través del bosque
subtropical denso en lo que hoy es el Parque Nacional Cerro Corá en el noreste
de Paraguay .
Después de una
persecución a través del país que duró meses, las tropas brasileñas finalmente
alcanzaron al presidente y comandante militar de Paraguay, el mariscal
Francisco Solano López, y lo mataron a tiros el 1 de marzo de 1870.
Las palabras
finales supuestamente fueron: “¡Muero por mi patria!” – Y no fue exageración.
Aproximadamente dos tercios de la población de Paraguay perecieron durante el
conflicto, incluido alrededor del 90% de sus hombres. Brasil y Argentina
continuarían anexando enormes franjas de territorio paraguayo.
Mientras
Paraguay conmemora el 150 aniversario del conflicto con lanzamientos de libros,
conferencias y conciertos, y ceremonias oficiales, hoy en Asunción, la capital
del país y en el parque nacional Cerro Corá, el impacto de la guerra aún se
siente con fuerza.
“No creo que
ningún otro país latinoamericano haya pasado por lo que experimentó Paraguay”,
dijo el historiador Herib Caballero. “Es por eso que ha dejado una marca tan
fuerte en la conciencia colectiva paraguaya”.
Un legado del
conflicto es una continua obsesión nacional con el tesoro enterrado.
Conocido como
plata yvyguy en Jopará, la mezcla de guaraní español y nativo que se habla
ampliamente en Paraguay, las familias que huían de los invasores extranjeros
supuestamente dejaron escondites de oro y todavía los buscan los buscadores de
tesoros modernos.
La guerra
también dejó un impacto duradero sobre el suelo. Después del conflicto, se
vendieron extensiones de tierras públicas a compañías extranjeras para pagar la
deuda de guerra impuesta a Paraguay, dijo Ernesto Benítez, líder del movimiento
de pequeños agricultores.
“Desde 1870 en
adelante, el sistema económico dominante ha sido el de las grandes
propiedades”, dijo. “Esto ha excluido en gran medida a las poblaciones de
pequeños agricultores e indígenas. Es un problema histórico que todavía nos
afecta “.
Paraguay todavía
tiene la mayor desigualdad de propiedad de la tierra en el mundo:
aproximadamente el 85% de la tierra agrícola está en manos de sólo el 2.5% de
los propietarios , y los pequeños grupos de agricultores e indígenas se
enfrentan a la falta de tierras.
Al menos el 14%
de la tierra paraguaya está en manos de los agricultores brasileños , un grupo
que ejerce un enorme poder económico y político.
“La guerra
afectó mucho nuestras relaciones diplomáticas; casi nunca hemos podido
enfrentar a los brasileños “, dijo Jorge Rubiani, arquitecto e historiador.
Se observa más
evidencia de este desequilibrio en la propiedad conjunta paraguayo-brasileña de
la presa de Itaipú, la instalación hidroeléctrica más productiva del mundo. La
presa, en teoría, debería proporcionar los mismos beneficios a los dos países,
pero un estudio reciente encontró que debido a términos sesgados en el Tratado
de Itaipú, Paraguay perdió $ 75.4 mil millones a Brasil de 1985 a 2018.
Si bien
históricamente han hecho poco para abordar estas relaciones desiguales con su
vecino gigante, los políticos de Paraguay todavía se refieren con frecuencia a
la Guerra de la Triple Alianza para reunir el sentimiento nacionalista.
“Es una
bendición masiva para los políticos”, dijo Caballero. “Es excelente para ellos
porque otra persona siempre es responsable de lo que sea que suceda, alguien de
hace 150 años”.
Incluso hoy,
López sigue siendo omnipresente: su imagen aparece en la moneda, presta su
nombre a las principales avenidas de las ciudades y el presidente ocupa un
cargo en el Palacio de López.
- En 1870, el Paraguay estaba arrasado.
- La población estimada en 500.000 habitantes al comenzar el conflicto, había quedado reducida a la mitad.
- La agricultura y la ganadería habían desaparecido. El ganado vacuno, estimado en más de dos millones de cabezas, no llegaba a 15.000 en 1870.
- El país debía importar artículos básicos (porotos, papas) porque no producía nada.
- Se destruyeron las obras de infraestructuras y sistemas de comunicación, como la fundición de hierro de Ybycuí, el arsenal, el astillero, el ferrocarril.
¡Muero con
mi Patria!
Se cumplen 150
años del final de la Guerra de la Triple Alianza, el impacto del conflicto aún
se siente con fuerza en la actualidad.
- Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, Lorena Barreto, Luz González, Jacqueline Torres, Patricia Galeano, Magalí Fleitas, Victor Ortiz, David Chamorro, Mary López, Jhojanni Fiorini, Juan Martínez, Felipe Dominguez, Fabrizio Meza.
Fuente: Diario El Independiente. 1º de
marzo de 2020.