Del Golpe de
Estado a la pandemia actual
Dra.
Hilda N. Agostino
El miércoles 24
de marzo de 1976 se produjo el “Operativo Aries” al que todos conocemos como el
último golpe de estado cívico-militar que dio inició a la más sangrienta
dictadura que sufrió nuestro país en el siglo XX.
Ese siglo como
se sabe tuvo varios golpes de estado, desde que en 1930 se rompió por primera
vez la institucionalidad constitucional en nuestra patria y los militares
tomaron el gobierno por la fuerza.
El golpe de 1976
se inició bastante antes en un país convulsionado y donde una gran
efervescencia política había sido su característica más sobresaliente desde ya
hacía bastante tiempo, y en donde grupos altamente ideologizados se habían
armado para defender sus posturas, que abarcaban una amplia gama y que exigen
una adecuada discriminación y profunda objetividad científica para su
tratamiento.
Volviendo a los
antecedentes del golpe, no pueden dejar de mencionarse los decretos de 1975,
que suman cuatro, uno firmado por María Estela Martínez de Perón, a cargo del
Ejecutivo Nacional ya que había sucedido a J. D. Perón, luego de su
fallecimiento, y los otros tres, del mes de octubre, rubricados por Italo
Argentino Luder, a la sazón presidente provisional del Senado (por licencia de
la presidenta) acompañados en ambos casos por ministros y que hablaban de”
neutralizar y /o aniquilar elementos subversivos”, el firmado por “Isabelita.
“y los otros ampliaban el accionar antisubversivo de las fuerzas armadas.
El Operativo
Independencia que se llevó a cabo en Tucumán fue la primera demostración de la
ejecución de estas órdenes, interpretadas a luz de la historia, como mandatos
de exterminio.
En 1976 y ya
producido el golpe una orden secreta (17/12/1976) reforzó estos decretos y el
Proceso de Reorganización Nacional, como se autodenominaron los golpistas,
ordenó “aniquilar a todos los delincuentes subversivos”. Cada 24 de marzo
recordamos a todas las víctimas de ese proceder, al que nosotros sumamos las
que fueron eliminadas por el accionar de la “Triple A”, porque el mismo odio
movilizó a argentinos contra argentinos por motivos ideológicos y económicos.
No cabe duda que
aquellas Fuerzas Armadas estuvieron al servicio de ese odio, instigado por
muchas causas y desde diferentes sectores, algunos externos al país, y no todos
llevados, por el auto proclamado “amor a la patria”.
Esos siete años
fueron un lapso imborrable y fatídico, pero no toda la historia de las fuerzas
armadas argentinas es igual porque ellas también dieron al país, páginas de
gloria, que se desdibujaron de la memoria popular durante esa dictadura. Pero
llegó el COVID 19 y hoy comanda a la Fuerzas Armada un presidente
constitucional elegido por una importante mayoría de los argentinos, pero que
ante la pandemia piensa en “todos los habitantes de Argentina” como le
corresponde hacerlo a quien detenta tan alto y digno cargo, en nuestra nación,
por mandato constitucional.
Y desde allí las
Fuerzas Armadas Argentinas cumplen con su deber, tal como lo juraron,
protegiendo el cumplimiento de la constitución y lo hacen obedeciendo a su
autoridad máxima, fabricando barbijos, alcohol en gel, camisolines médicos y
haciendo todo tipo de tareas de apoyo en colaboración con las fuerzas de
seguridad. Hoy son verdaderamente servidores de la Patria y lo hacen
protegiendo la salud de sus habitantes. Hoy ellas, al igual que todos los
argentinos bien intencionados, luchan por la vida. Y cuando lo hacemos, al fin
podemos pensar en una patria, que después de tantos años, parece cobijarnos a
todos bajo la misma bandera, sin ningún tipo de distinción.
Quiera Dios que
este virus haya llegado para que, de una vez y para siempre, se entienda que
somos parte de una misma nación y que todos juntos podemos vivir en paz,
detentando cada uno sus ideas, pero bajo el imperio de la ley y gobernados por
hombres y mujeres que abracen verdaderamente el ideal del “bien común” y luchen
con convicciones y sin autoritarismo, por imponerlo. Hay que recordar siempre
que solo podemos vivir así en una comunidad organizada y democrática regida por
las leyes y que, si una ley no nos gusta, se buscan los carriles
constitucionales para cambiarla. Nunca se violenta o se desconoce.
La historia
demuestra que siempre requiere de la memoria de la sociedad si se quiere vivir
dignamente y en paz, y esto se consigue solo se busca la verdad en todas las
cuestiones que afectan a esa sociedad, e impera la justicia.
Para concluir en
esta fecha tan importante, que este año 2020, se da en un contexto
extraordinario, queremos recordar una frase de Monseñor Hesayne que creemos se
adapta a lo que estamos viviendo y a lo que todavía nos falta vivir: La fuerza
“firme” cuando sea preciso no será violencia en la medida en que se nutra de la
verdad y la justicia en el marco referencial de los derechos humanos que nunca
se pueden conculcar (Hesayne, 9/07/1976).
Fuente: UNLaM - Jornadas de Historia Regional de La Matanza, 24-03-2020.