martes, 24 de marzo de 2020

El accionar de las fuerzas armadas argentinas, ayer y hoy

Del Golpe de Estado a la pandemia actual
Dra. Hilda N. Agostino
El miércoles 24 de marzo de 1976 se produjo el “Operativo Aries” al que todos conocemos como el último golpe de estado cívico-militar que dio inició a la más sangrienta dictadura que sufrió nuestro país en el siglo XX.
Ese siglo como se sabe tuvo varios golpes de estado, desde que en 1930 se rompió por primera vez la institucionalidad constitucional en nuestra patria y los militares tomaron el gobierno por la fuerza.
El golpe de 1976 se inició bastante antes en un país convulsionado y donde una gran efervescencia política había sido su característica más sobresaliente desde ya hacía bastante tiempo, y en donde grupos altamente ideologizados se habían armado para defender sus posturas, que abarcaban una amplia gama y que exigen una adecuada discriminación y profunda objetividad científica para su tratamiento.
Volviendo a los antecedentes del golpe, no pueden dejar de mencionarse los decretos de 1975, que suman cuatro, uno firmado por María Estela Martínez de Perón, a cargo del Ejecutivo Nacional ya que había sucedido a J. D. Perón, luego de su fallecimiento, y los otros tres, del mes de octubre, rubricados por Italo Argentino Luder, a la sazón presidente provisional del Senado (por licencia de la presidenta) acompañados en ambos casos por ministros y que hablaban de” neutralizar y /o aniquilar elementos subversivos”, el firmado por “Isabelita. “y los otros ampliaban el accionar antisubversivo de las fuerzas armadas.
El Operativo Independencia que se llevó a cabo en Tucumán fue la primera demostración de la ejecución de estas órdenes, interpretadas a luz de la historia, como mandatos de exterminio.
En 1976 y ya producido el golpe una orden secreta (17/12/1976) reforzó estos decretos y el Proceso de Reorganización Nacional, como se autodenominaron los golpistas, ordenó “aniquilar a todos los delincuentes subversivos”. Cada 24 de marzo recordamos a todas las víctimas de ese proceder, al que nosotros sumamos las que fueron eliminadas por el accionar de la “Triple A”, porque el mismo odio movilizó a argentinos contra argentinos por motivos ideológicos y económicos.
No cabe duda que aquellas Fuerzas Armadas estuvieron al servicio de ese odio, instigado por muchas causas y desde diferentes sectores, algunos externos al país, y no todos llevados, por el auto proclamado “amor a la patria”.
Esos siete años fueron un lapso imborrable y fatídico, pero no toda la historia de las fuerzas armadas argentinas es igual porque ellas también dieron al país, páginas de gloria, que se desdibujaron de la memoria popular durante esa dictadura. Pero llegó el COVID 19 y hoy comanda a la Fuerzas Armada un presidente constitucional elegido por una importante mayoría de los argentinos, pero que ante la pandemia piensa en “todos los habitantes de Argentina” como le corresponde hacerlo a quien detenta tan alto y digno cargo, en nuestra nación, por mandato constitucional.
Y desde allí las Fuerzas Armadas Argentinas cumplen con su deber, tal como lo juraron, protegiendo el cumplimiento de la constitución y lo hacen obedeciendo a su autoridad máxima, fabricando barbijos, alcohol en gel, camisolines médicos y haciendo todo tipo de tareas de apoyo en colaboración con las fuerzas de seguridad. Hoy son verdaderamente servidores de la Patria y lo hacen protegiendo la salud de sus habitantes. Hoy ellas, al igual que todos los argentinos bien intencionados, luchan por la vida. Y cuando lo hacemos, al fin podemos pensar en una patria, que después de tantos años, parece cobijarnos a todos bajo la misma bandera, sin ningún tipo de distinción.
Quiera Dios que este virus haya llegado para que, de una vez y para siempre, se entienda que somos parte de una misma nación y que todos juntos podemos vivir en paz, detentando cada uno sus ideas, pero bajo el imperio de la ley y gobernados por hombres y mujeres que abracen verdaderamente el ideal del “bien común” y luchen con convicciones y sin autoritarismo, por imponerlo. Hay que recordar siempre que solo podemos vivir así en una comunidad organizada y democrática regida por las leyes y que, si una ley no nos gusta, se buscan los carriles constitucionales para cambiarla. Nunca se violenta o se desconoce.
La historia demuestra que siempre requiere de la memoria de la sociedad si se quiere vivir dignamente y en paz, y esto se consigue solo se busca la verdad en todas las cuestiones que afectan a esa sociedad, e impera la justicia.
Para concluir en esta fecha tan importante, que este año 2020, se da en un contexto extraordinario, queremos recordar una frase de Monseñor Hesayne que creemos se adapta a lo que estamos viviendo y a lo que todavía nos falta vivir: La fuerza “firme” cuando sea preciso no será violencia en la medida en que se nutra de la verdad y la justicia en el marco referencial de los derechos humanos que nunca se pueden conculcar (Hesayne, 9/07/1976).
Fuente: UNLaM - Jornadas de Historia Regional de La Matanza, 24-03-2020.