La lectura de la actualidad da ejemplos de la historia económica y sus
sistemas de aplicación, he aquí un ejemplo de los usos y abusos del sistema Keynesiano,
en la apreciación de “Plata quemada” de Horacio Verbitsky, en las hojas del
Diario Página 12; dejando además un reseña de John M. Keynes, su Modelo
Keynesiano y definición de PIB.
González
Fraga por Melconian: vaciamiento y privatización
Plata
quemada
El relato oficial oculta la verdadera causa de la
caída de Melconian: se negó a una transfusión monstruosa de fondos al Tesoro
para el año electoral, que hubiera dejado al Banco Nación una vez más fuera de
las relaciones técnicas que permiten su funcionamiento, como ya ocurrió en
2016. Feroz descenso de los depósitos y un torrente de plata para financiar
gastos corrientes del Estado. El paso siguiente al vaciamiento es la
privatización, un viejo anhelo neoliberal.
Javier González Fraga ha
demostrado que no tiene los pruritos de Carlos Melconian.
Por Horacio
Verbitsky
El relato oficial dice que en su segundo y decisivo año de gobierno
Maurizio Macrì quiso homogeneizar su equipo, dejar claro que los únicos
que lo expresan como si fuera él mismo son el jefe de gabinete Marcos
Peña Braun y a sus lateres, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Por eso fueron
notificados del despido la presidente de Aerolíneas, Isela Costantini, el
ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso De Prat-Gay, el de Espacio Público
Daniel Chain y ahora Melconian como presidente del Banco Nación. En el caso
específico del economista, la narrativa oficial añade que era partidario de un
ajuste más drástico, en lo que disentía con De Prat-Gay, quien celebró su reemplazo
por su maestro, Javier González Fraga, e incluso se transcribieron definiciones
que Melconian ofreció durante la campaña electoral. Alguna grabada en audio,
como su afirmación de que no se podían subir más salarios y jubilaciones porque
“el anterior gobierno se fumó las reservas, las vacas y el trigo”, y otras sin
documentar pero que son derivación lógica de la anterior, como que es necesario
bajar 40 por ciento los salarios, lo que sólo se puede hacer con una
desocupación del 15 por ciento. Si esto no ha ocurrido no puede atribuirse a
timidez oficial sino a la fuerte resistencia social que convierte cada ajuste,
en el sector público o en el privado, en una batalla con amplio consenso social
hacia los testarudos que no aceptan irse a casa cabizbajos. Por último, algunos
diálogos a media voz entre funcionarios sugieren que ante las notorias
dificultades económicas, sin semestre de alivio a la vista, Macri sentenció que
“hay más que hacer en inseguridad y narcotráfico que en economía” y abrió la
campaña electoral con una serie de respuestas de populismo punitivo, como la
baja de la edad de punibilidad de los chicos, la reinstalación de la farsesca
peripecia del fiscal bon vivant Natalio Nisman, los acuerdos con Estados Unidos
para borrar la separación entre Defensa Nacional y Seguridad Interior y
permitir la actuación castrense en temas de política interna; la adquisición a
Israel de parafernalia represiva que se exhibió el último lunes en Puente
Pueyrredón, la reforma por decreto de las leyes de Accidentes de Trabajo y de
Migraciones para desproteger a los trabajadores, revocar residencias y expulsar
extranjeros manu militari, y la agresión en distintos lugares del país a
quienes reclaman derechos, sean los tupaqueros de Jujuy, los mapuche de Chubut,
los manteros de Once o los gráficos del Grupo Clarín, baleados y gaseados por
fuerzas federales de seguridad.
En 2011 cuando la UCR lo eligió como su candidato a la vicepresidencia,
González Fraga dijo algo muy parecido a lo que ahora afirma Macri: los grandes
problemas argentinos no son económicos sino institucionales. Entonces también
propuso una de las políticas que Macri desarrollaría en el siguiente turno
presidencial: reemplazar las retenciones y las regulaciones al ingreso de
capitales por un nuevo endeudamiento estatal y la apreciación del peso. Con el
apoyo de una trama suprapartidaria de hombres del sector financiero, como
Martín Redrado, Eduardo Amadeo, Mario Brodersohn y De Prat-Gay, González Fraga
proponía ya entonces las ortodoxas metas de inflación, con aumento de tasas de
interés, reducción del gasto público y retenciones, apreciación cambiaria y
nuevo endeudamiento público, medidas similares a las que se estaban aplicando
en Europa, con resultados catastróficos.
Los recientes pronósticos sombríos del Fondo Monetario Internacional y
de la calificadora de riesgo Moodys explican este acento oficial en otras
cuestiones más susceptibles de manipulación mediática que la economía. Tanto el
FMI como Moodys bajaron las expectativas de crecimiento de América Latina y lo
atribuyeron al mal desempeño de la Argentina y de Brasil. Para Moodys la región
no llegará al 1 por ciento de crecimiento entre 2016 y 2018. Si esto es
achacable a Brasil y a la Argentina, la lógica implícita es que aquí el
crecimiento sería aún más bajo que en el conjunto, si es que hay algún
crecimiento. Para que el Producto Interno per cápita no disminuya, el
crecimiento de este año debería alcanzar el 5 por ciento, que es el doble de
las estimaciones oficiales más optimistas. Macri se refugió en las
generalidades que le recomiendan sus asesores para minimizar el problema en su
última conferencia de prensa. No importa cuál sea el número de este año, sino
empezar a crecer y seguir creciendo durante veinte años, verseó. Cuanto menos
probable es alcanzar las metas inmediatas, más lejos se extiende la visión
presidencial, hasta el horizonte de la nada misma. Si los inmigrantes y los
pibes villeros son chivos expiatorios siempre a mano, de los males de la
economía deberán pagar las consecuencias los radicales: Nicolás Dujovne en
Hacienda y González Fraga en el Banco Nación.
Usos y abusos de
Keynes
Lo que Macri y su mesa chica no ceden es la lapicera de contraer deudas,
que sigue firme en la mano de Luis Caputo, porque ese es el corazón del
programa económico, cuyo músculo es la colocación de hormigón donde sea
posible, siempre a través de las empresas propias y/o de los amigos. Con la
misma frescura con que Macri se desligó de Odebrecht y Joe Lewis, lo hará
mañana de sus funcionarios radicales. “No veo donde está el tema, no entiendo
cómo se relaciona, esa parte no la logro comprender”, son sus frases
predilectas para defender lo indefendible. Perdido en el cúmulo de
informaciones y sin títulos ni análisis que llamaran la atención sobre este
punto, el duopolio de prensa oficialista aludió a la razón real del alejamiento
de Melconian. Martín Kanenguiser escribió en La Nación que Melconian tuvo una
actitud de cautela frente a las exigencias de préstamos por parte del Tesoro.
“En diciembre nos pidieron más de $ 60.000 millones de pesos; ahora, en el año
de las elecciones, quieren un banco más keynesiano”, le atribuyó no sin ironía
a un colaborador de Melconian. El viernes dijo casi lo mismo Ricardo Roa en
Clarín: en diciembre “el Gobierno le pidió al Nación una parva de plata para
tapar el agujero fiscal y Melconian corcoveó”. En su despedida, en la que el
rostro del duro tecnócrata neoliberal que es se mojó con las lágrimas del pibe
armenio de Valentín Alsina que fue, Melconian dijo que había ordenado a su
gente de prensa “no operar la noticia ni bajar línea”. La parva de plata ¿fue
una excepción a esa regla o el dato provino de la trinchera opuesta? En
cualquier caso, allí está en núcleo irreductible que hizo imposible la
continuidad de Melconian en el principal banco público del país. No es que
corcoveó ahora. La pulseada por los fondos del Banco Nación lleva tanto tiempo
como el gobierno de Macri y puede rastrearse en los documentos oficiales del
Banco Nación y de la autoridad regulatoria, la Superintendencia de Entidades
Financieras y Cambiarias del Banco Central, a cargo del ex compañero de Macri
en la comisión directiva de Boca Juniors, Fabián Zampone, y su gerente general
de supervisión, Fabián Violante, quien ingresó al BCRA durante la presidencia
del numen neoliberal Pedro Pou. En 2009 el Banco Central fijó límites
normativos a los préstamos del Banco Nación al Tesoro. Cuando se trata de
amortización de deudas, obras de infraestructura o inversiones en bienes de
capital para la prestación de servicios públicos críticos o de interés público,
esos créditos no pueden superar el 30 por ciento de los depósitos del sector
público nacional no financiero en el mismo banco. El límite se extiende al 100
por ciento de los depósitos computados, más el 50 por ciento de la
Responsabilidad Patrimonial Computable de la entidad para el total de
exposiciones con el sector público nacional. Durante el último semestre del
gobierno de CFK esos depósitos crecieron un 62 por ciento o más de 68 mil
millones de pesos (de 110 a 178 mil millones). Por el contrario, en el primer
semestre de Macri se derrumbaron un 45,3 por ciento (de 178 mil hasta 108 mil
millones, con una pérdida de 81 mil millones de pesos) a junio de 2016. Esto se
reflejó en una caída de los depósitos totales del Banco Nación. En el último
semestre de Cristina habían crecido 74 mil millones y en el primero de Macri
cayeron 54 mil millones. Del mismo modo se modificó la proporción de
depósitos del gobierno nacional sobre el total de los depósitos del Banco: del 48
por ciento que representaban cuando asumió Macri, se desplomaron al 31 por
ciento en abril de 2016, en apenas un cuatrimestre. El gobierno nacional
acumuló deudas con el Banco Nación por cuotas vencidas impagas de 13 mil
millones de pesos. Estas variaciones se aprecian en los tres gráficos oficiales
(ver página 10).
El incremento de créditos concedidos por el Banco Nación al Tesoro
(mediante la compra compulsiva de títulos públicos) y el simultáneo retiro de
depósitos del Fondo Único de Cuentas Oficiales (FUCO) en el Banco desembocó a
mediados del año pasado en una situación crítica. Por primera vez desde las
regulaciones de 2009 se violaron los límites impuestos al financiamiento por el
principal banco público del país al Estado Nacional. Ambos movimientos
responden a la misma compulsión, que es derivar esos recursos a gastos
corrientes. El 20 de julio de 2016, Melconian solicitó una excepción hasta el
31 de diciembre en el cumplimiento de las relaciones técnicas. El mismo día se
pronunciaron en forma favorable Alejandra Márquez Miranda, gerente de
supervisión de entidades financieras y los gerentes Cristian Pujol, de derecho
financiero, cambiario y comercial, y Nora Binaghi, de Asesoría Legal. En la
síntesis del caso preparada por el gerente de supervisión Violante, el Banco
Central atribuye tanto las financiaciones otorgadas al sector público como la
“significativa caída” en los depósitos del sector público “a la necesidad de
fondos por parte de la jurisdicción nacional”. Incluso, reseña que Melconian gestionó
ante el entonces unificado ministerio de Hacienda y Finanzas una mejora en el
nivel de los depósitos y una cancelación parcial de los créditos e intentó
algún maquillaje de la situación, por ejemplo en una deuda de la provincia de
Mendoza de 2200 millones de pesos, reemplazó la garantía de coparticipación
federal de impuestos por recursos tributarios cuyanos “a fin de aliviar el
cómputo sobre el cupo de financiamiento al gobierno nacional”, aunque de ese
modo perdiera “calidad en sus garantías”. Tomando en cuenta que el Nación es el
agente financiero del Estado Nacional y que la Nación Argentina garantiza sus
operaciones, Sturzenegger admitió “con carácter de excepción” que no se
considerarían excedidos los límites de las relaciones técnicas “en la medida
equivalente a la diferencia total entre las asistencias y los recursos
computables para cada uno de los límites”, es decir cubría el total del
apartamiento de la norma. Incluso, anticipaba que incrementaría esa gracia en
la medida en que volvieran a caer los depósitos en los meses siguientes. El 21
de julio, apenas 24 horas después de la solicitud de Melconian, Sturzenegger
concedió lo solicitado, por la Resolución 291 del directorio. La excepción
duraría hasta el último día de 2016, plazo en el cual el Banco Nación debería
recomponer las relaciones técnicas, desbaratadas por decisiones que no tomó
Melconian sino el ministerio de Hacienda y Finanzas. En el memo del Nación,
firmado el mismo 20 de julio por su gerente y subgerente generales, Raúl
Duzevic y Luis Enrique Downs y dirigido al Superintendente del Central Zampone,
hay una sola frase subrayada. Es la que consigna que la situación planteada “no
responde a una decisión crediticia voluntaria del Banco Central”. Es decir,
ayúdenme porque ustedes nos metieron en este lío.
Pero el 21 de diciembre, diez días antes del vencimiento del plazo, una
resolución conjunta de las secretarías de finanzas y de hacienda le enchufó al
Banco Nación una nueva Letra del Tesoro (Letes) por 48 mil millones de pesos,
con vencimiento el 21 de marzo de 2017. Si bien aún no están disponibles los
informes respectivos del Banco Nación y del Banco Central, es ostensible que
este contundente supositorio financiero aplicado en la semana de las fiestas de
fin de año, terminó de desacomodar al soldado de Macri que presidía el Banco y
que pugnaba por cumplir con las relaciones técnicas que garantizan su solvencia
y robustez. La negativa a recibir una nueva dosis de 60 mil millones de pesos
echó su suerte. González Fraga ha demostrado que no tiene ese tipo de pruritos.
El sendero a recorrer es conocido: primero el vaciamiento y después la
privatización, que implica negocios para los amigos y quitar de en medio una
alternativa de regulación y de fortaleza estatal.
Depósitos del gobierno nacional sobre el total en el Banco Nación
Fuente: Sefyc, BCRA
Un derrumbe del 48 al 31 por ciento en un cuatrimestre
Depósitos del gobierno nacional en el Banco Nación
Fuente: Sefyc, BCRA
Abrupta caída de los depósitos del gobierno nacional en el primer semestre
de Macrì.
Depósitos totales en el Banco Nación
Fuente: Sefyc, BCRA
Esto se refleja en una fuerte merma de los depósitos totales.
Fuente: Página 12 – El País (22-01-2017)
Conceptos auxiliares de interpretación
Biografía de John Maynard Keynes: Economista inglés (Cambridge, 1883 - Firle, Sussex, 1946). Recibió una educación de elite en Eton y Cambridge, orientándose hacia la economía por consejo de su maestro, Alfred Marshall. Tras un breve periodo trabajando en el servicio administrativo británico para la India, en 1909 entró como profesor en el King's College de Cambridge, donde enseñaría economía hasta su muerte. Fue un hombre de vasta cultura, un humanista erudito y de prosa exquisita, gran orador, contertulio y mecenas de intelectuales y artistas; pero también fue un hombre de mundo interesado por los asuntos políticos y por la economía práctica, dedicando parte de su tiempo a negocios ajenos y propios con los que llegaría a hacerse millonario.
John Maynard Keynes
Todos
sus escritos económicos fueron respuesta a problemas acuciantes de la economía
de su tiempo. Así, como fruto de su trabajo en la Administración colonial,
escribió La moneda india y las finanzas (1913). Las consecuencias
económicas de la paz (1919) fue resultado de su participación como
representante del Tesoro en la delegación británica enviada a negociar el
Tratado de Versalles después de la derrota de Alemania en la Primera Guerra
Mundial (1914-18); Keynes dimitió de aquel cargo para mostrar su desacuerdo con
las duras condiciones impuestas a los vencidos y escribió este libro para
argumentar que tales condiciones, fruto de un espíritu de venganza, serían
imposibles de cumplir y conducirían a la ruina económica de Alemania, con
graves consecuencias para el resto del mundo.
Desgraciadamente,
el tiempo demostró que sus previsiones eran acertadas, y Keynes volvió sobre el
tema en Una revisión del tratado (1922). Las cuestiones monetarias
siguieron atrayendo su atención en el Tratado sobre la reforma monetaria (1923)
y el Tratado sobre el dinero (1930), en donde criticó respectivamente la
adhesión al patrón oro y la teoría cuantitativa de la moneda.
Pero
su obra decisiva fue la Teoría general de la ocupación, el interés y el
dinero (1936), con la que dio una respuesta definitiva a la grave depresión
económica desencadenada en todo el mundo a partir del crash de la Bolsa
de Nueva York de 1929. Retomando intuiciones olvidadas de los teóricos del
subconsumo (como Malthus), Keynes indicó que la causa de la crisis era la
insuficiencia de la demanda, debida a la creciente propensión marginal al
ahorro de las sociedades desarrolladas (esto es: que a medida que aumenta la
renta, es mayor la parte de ésta que se destina al ahorro y menor la que se
dedica al consumo, con lo que una parte de la producción no encuentra
comprador).
En su
opinión, el desempleo así originado no podía remediarse únicamente con medidas
monetarias. La debilidad del consumo privado sólo podía remediarse
incrementando el gasto público en periodos de recesión, haciendo que el Estado
incurriera en un déficit para crear demanda adicional. La importancia de los
puntos de vista contenidos en aquel libro fue tal que fundó toda una rama de la
teoría económica moderna, la macroeconomía, dedicada a explorar las
relaciones entre los grandes agregados de la renta nacional.
Tras
vencer las resistencias conservadoras de la ortodoxia liberal, la «revolución
keynesiana» fue penetrando en el mundo académico y en las políticas económicas
de los países: influyó quizá sobre el New Deal de Franklin D. Roosevelt,
pero fue sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) cuando se
extendió como una nueva ortodoxia, determinando las políticas económicas de
todo el mundo occidental durante más de tres décadas de crecimiento sostenido.
Los partidos conservadores y liberales se sumaron a esta política capaz de
devolver la estabilidad al sistema capitalista después de los sobresaltos del
periodo de Entreguerras; e incluso los socialdemócratas la aceptaron con
entusiasmo, en la medida en que justificaba la intervención del Estado en la
economía y el crecimiento del sector público.
El
prestigio alcanzado por Keynes fue tal que el rey Jorge VI le nombró barón en
1942, ingresando en la Cámara de los Lores. Al final de su vida ejerció una
influencia directa sobre la política económica de su país como director del
Banco de Inglaterra y asesor del ministro del Tesoro. En 1944 presidió la
delegación británica en la Conferencia de Bretton Woods, donde contribuyó a dar
forma al Fondo Monetario Internacional.
¿Qué es el modelo Keynesiano?
Continuamos
nuestra serie de conceptos de economía, hoy vamos a hablar del modelo
Keynesiano. El objetivo es explicar de forma sencilla las enseñanzas de Keynes
utilizando la menor cantidad de matemáticas posibles. Antes de empezar con este
tema yo recomendaría repasar el concepto sobre el PIB (1).
Hemos hablado de
Keynes anteriormente, pero veamos una pequeña introducción histórica sobre la
persona. John Maynard Keynes probablemente es el economista que más ha influido
sobre la economía moderna, probablemente una de las personas que más ha
influido en el pensamiento del siglo XX, y me atrevo a pronosticar que seguirá
teniendo influencia en el XXI. Es conocido sobre todo
por la Teoría general del empleo, el interés y el dinero, pero también
predijo graves consecuencias en las sanciones que se impusieron a Alemania tras
la primera guerra mundial. Según Keynes acabarían llevando a la quiebra a
Alemania y provocarían conflictos en Europa. El resto, es historia. Tras el
crack en la bolsa de 1929 las economías occidentales se encontraban en una
situación deplorable, la gran depresión causó estragos y el mundo se encontraba
en una situación complicada. Aunque publicó su teoría general en 1936, sus ideas
sobre la economía ya llevaban tiempo poniéndose en práctica.
Si recordamos la
fórmula mediante la que se calcula el producto interior bruto (Y) es PIB=C+I+G+X-M. Según Keynes el consumo ( C ) depende de un consumo
autónomo (a, que sería un poco lo mínimo que se consume) y de un porcentaje de
la renta disponible (b x Y). Al aumentar la renta se aumenta el consumo que a
su vez aumenta la renta. Llega un punto en el que se encuentra en equilibrio en
el círculo y la economía se estabiliza.
Según el
modelo neoclásico en un mercado libre el desempleo existe. Las
personas que están desempleadas es porque exigen un sueldo demasiado alto
respecto a su capacidad de producción. Estas personas podrían encontrar trabajo
reduciendo sus expectativas salariales. En el modelo neoclásico con salario
mínimo y desempleo, al eliminarse el mínimo los desempleados encontrarían
empleo, porque los empresarios contratarían a más gente.
En contraposición
el modelo del empleo Keynesiano reflejaría mejor la situación de la gran
depresión. Según este modelo el problema que tenemos con este sistema es que en
ocasiones la producción es inferior a lo deseable y por eso se produce
desempleo. Al existir desempleados no adquieren bienes y servicios y
las empresas no contratan a más gente porque no hay suficiente demanda. Keynes
propone es aumentar el gasto público (G), de forma que aumentando el gasto
publico se aumente el empleo el cual a su vez vuelva a crear empleo hasta
volver a alcanzar otro punto de equilibrio. En la ilustración sería
pasar de donde se cruzan la línea roja y la azul a donde se cruzan la línea
verde y la azul. La traza azul son todos los puntos de equilibrio, en los que la
oferta es igual a la demanda.
El modelo
Keynesiano fue criticado duramente por Milton Friedman años más tarde, entre
otras razones porque las políticas económicas de expansión de demanda funcionan
correctamente y en muchas ocasiones provocan inflación. No obstante casi todos
los estados del mundo han aplicado alguna vez (y siguen aplicando) el aumentar
el gasto público para mejorar la situación económica. El endeudamiento que
necesita el estado para gastar más de lo que ingresa provoca que en el futuro
haya deuda que devolver (de aquí vienen las políticas de déficit cero). Ante
esta consecuencia de la política keynesiana, es famosa la frase de Keynes, a
largo plazo todos muertos.
Con la actual
situación de crisis se puede decir que los economistas keynesianos y
neokeynesianos están resurgiendo y toman cada vez más protagonismo en la vida
pública. Un ejemplo lo tenemos en el último premio Nobel de economía, Paul
Krugman.
(1) Definición de PIB: El PIB es el valor monetario de los bienes y servicios finales
producidos por una economía en un período determinado.
EL PIB es un indicador representativo que ayuda a medir el crecimiento o
decrecimiento de la producción de bienes y servicios de las empresas de cada
país, únicamente dentro de su territorio. Este indicador es un reflejo de la
competitividad de las empresas.
¿Por qué es importante que crezca el PIB?
- Indica la competitividad de las empresas. Si la producción de las empresas mexicanas no crecen a un ritmo mayor, significa que no se está invirtiendo en la creación de nuevas empresas, y por lo tanto, la generación de empleos tampoco crece al ritmo deseado.
- Si el PIB crece por abajo de la inflación significa que los aumentos salariales tenderán a ser menores que la misma.
- Un crecimiento del PIB representa mayores ingresos para el gobierno a través de impuestos. Si el gobierno desea mayores ingresos, deberá fortalecer las condiciones para la inversión no especulativa, es decir, inversión directa en empresas; y también fortalecer las condiciones para que las empresas que ya existen y sigan creciendo.
Algunas aclaraciones sobre el PIB
- El PIB de una país aumentará si el gobierno o las empresas dentro del mismo toman préstamos en el extranjero, obviamente, esto disminuirá el PIB en períodos futuros.
- No toma en cuenta la depreciación del capital (Aquí se incluyen tanto maquinaria, fábricas, etc., como así también recursos naturales, y también se podría incluir al "capital humano"). Por ejemplo, un país puede incrementar su PIB explotando en forma intensiva sus recursos naturales, pero el capital del país disminuirá, dejando para generaciones futuras menos capital disponible.
- No tiene en cuenta externalidades negativas que algunas actividades productivas generan, por ejemplo, la contaminación ambiental.
- No tiene en cuenta la distribución del ingreso. Los pobladores de un país con igual PIB per cápita que otro pero con una distribución más equitativa del mismo disfrutarán de un mayor bienestar que el segundo.
- La medida del PIB no tiene en cuenta actividades productivas que afectan el bienestar pero que no generan transacciones, por ejemplo trabajos de voluntarios o de amas de casa.
- Actividades que afectan negativamente el bienestar pueden aumentar el PIB, por ejemplo divorcios y crímenes.