domingo, 22 de enero de 2017

Plata quemada vs. usos y abusos del Modelo Keynesiano con el PIB

La lectura de la actualidad da ejemplos de la historia económica y sus sistemas de aplicación, he aquí un ejemplo de los usos y abusos del sistema Keynesiano, en la apreciación de “Plata quemada” de Horacio Verbitsky, en las hojas del Diario Página 12; dejando además un reseña de John M. Keynes, su Modelo Keynesiano y definición de PIB.
González Fraga por Melconian: vaciamiento y privatización
Plata quemada
El relato oficial oculta la verdadera causa de la caída de Melconian: se negó a una transfusión monstruosa de fondos al Tesoro para el año electoral, que hubiera dejado al Banco Nación una vez más fuera de las relaciones técnicas que permiten su funcionamiento, como ya ocurrió en 2016. Feroz descenso de los depósitos y un torrente de plata para financiar gastos corrientes del Estado. El paso siguiente al vaciamiento es la privatización, un viejo anhelo neoliberal.
Javier González Fraga ha demostrado que no tiene los pruritos de Carlos Melconian.
Por Horacio Verbitsky
El relato oficial dice que en su segundo y decisivo año de gobierno Maurizio Macrì quiso homogeneizar su equipo, dejar claro que los únicos que  lo expresan como si fuera él mismo son el jefe de gabinete Marcos Peña Braun y a sus lateres, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Por eso fueron notificados del despido la presidente de Aerolíneas, Isela Costantini, el ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso De Prat-Gay, el de Espacio Público Daniel Chain y ahora Melconian como presidente del Banco Nación. En el caso específico del economista, la narrativa oficial añade que era partidario de un ajuste más drástico, en lo que disentía con De Prat-Gay, quien celebró su reemplazo por su maestro, Javier González Fraga, e incluso se transcribieron definiciones que Melconian ofreció durante la campaña electoral. Alguna grabada en audio, como su afirmación de que no se podían subir más salarios y jubilaciones porque “el anterior gobierno se fumó las reservas, las vacas y el trigo”, y otras sin documentar pero que son derivación lógica de la anterior, como que es necesario bajar 40 por ciento los salarios, lo que sólo se puede hacer con una desocupación del 15 por ciento. Si esto no ha ocurrido no puede atribuirse a timidez oficial sino a la fuerte resistencia social que convierte cada ajuste, en el sector público o en el privado, en una batalla con amplio consenso social hacia los testarudos que no aceptan irse a casa cabizbajos. Por último, algunos diálogos a media voz entre funcionarios sugieren que ante las notorias dificultades económicas, sin semestre de alivio a la vista, Macri sentenció que “hay más que hacer en inseguridad y narcotráfico que en economía” y abrió la campaña electoral con una serie de respuestas de populismo punitivo, como la baja de la edad de punibilidad de los chicos, la reinstalación de la farsesca peripecia del fiscal bon vivant Natalio Nisman, los acuerdos con Estados Unidos para borrar la separación entre Defensa Nacional y Seguridad Interior y permitir la actuación castrense en temas de política interna; la adquisición a Israel de parafernalia represiva que se exhibió el último lunes en Puente Pueyrredón, la reforma por decreto de las leyes de Accidentes de Trabajo y de Migraciones para desproteger a los trabajadores, revocar residencias y expulsar extranjeros manu militari, y la agresión en distintos lugares del país a quienes reclaman derechos, sean los tupaqueros de Jujuy, los mapuche de Chubut, los manteros de Once o los gráficos del Grupo Clarín, baleados y gaseados por fuerzas federales de seguridad.
En 2011 cuando la UCR lo eligió como su candidato a la vicepresidencia, González Fraga dijo algo muy parecido a lo que ahora afirma Macri: los grandes problemas argentinos no son económicos sino institucionales. Entonces también propuso una de las políticas que Macri desarrollaría en el siguiente turno presidencial: reemplazar las retenciones y las regulaciones al ingreso de capitales por un nuevo endeudamiento estatal y la apreciación del peso. Con el apoyo de una trama suprapartidaria de hombres del sector financiero, como Martín Redrado, Eduardo Amadeo, Mario Brodersohn y De Prat-Gay, González Fraga proponía ya entonces las ortodoxas metas de inflación, con aumento de tasas de interés, reducción del gasto público y retenciones, apreciación cambiaria y nuevo endeudamiento público, medidas similares a las que se estaban aplicando en Europa, con resultados catastróficos.
Los recientes pronósticos sombríos del Fondo Monetario Internacional y de la calificadora de riesgo Moodys explican este acento oficial en otras cuestiones más susceptibles de manipulación mediática que la economía. Tanto el FMI como Moodys bajaron las expectativas de crecimiento de América Latina y lo atribuyeron al mal desempeño de la Argentina y de Brasil. Para Moodys la región no llegará al 1 por ciento de crecimiento entre 2016 y 2018. Si esto es achacable a Brasil y a la Argentina, la lógica implícita es que aquí el crecimiento sería aún más bajo que en el conjunto, si es que hay algún crecimiento. Para que el Producto Interno per cápita no disminuya, el crecimiento de este año debería alcanzar el 5 por ciento, que es el doble de las estimaciones oficiales más optimistas. Macri se refugió en las generalidades que le recomiendan sus asesores para minimizar el problema en su última conferencia de prensa. No importa cuál sea el número de este año, sino empezar a crecer y seguir creciendo durante veinte años, verseó. Cuanto menos probable es alcanzar las metas inmediatas, más lejos se extiende la visión presidencial, hasta el horizonte de la nada misma. Si los inmigrantes y los pibes villeros son chivos expiatorios siempre a mano, de los males de la economía deberán pagar las consecuencias los radicales: Nicolás Dujovne en Hacienda y González Fraga en el Banco Nación.
Usos y abusos de Keynes
Lo que Macri y su mesa chica no ceden es la lapicera de contraer deudas, que sigue firme en la mano de Luis Caputo, porque ese es el corazón del programa económico, cuyo músculo es la colocación de hormigón donde sea posible, siempre a través de las empresas propias y/o de los amigos. Con la misma frescura con que Macri se desligó de Odebrecht y Joe Lewis, lo hará mañana de sus funcionarios radicales. “No veo donde está el tema, no entiendo cómo se relaciona, esa parte no la logro comprender”, son sus frases predilectas para defender lo indefendible. Perdido en el cúmulo de informaciones y sin títulos ni análisis que llamaran la atención sobre este punto, el duopolio de prensa oficialista aludió a la razón real del alejamiento de Melconian. Martín Kanenguiser escribió en La Nación que Melconian tuvo una actitud de cautela frente a las exigencias de préstamos por parte del Tesoro. “En diciembre nos pidieron más de $ 60.000 millones de pesos; ahora, en el año de las elecciones, quieren un banco más keynesiano”, le atribuyó no sin ironía a un colaborador de Melconian. El viernes dijo casi lo mismo Ricardo Roa en Clarín: en diciembre “el Gobierno le pidió al Nación una parva de plata para tapar el agujero fiscal y Melconian corcoveó”. En su despedida, en la que el rostro del duro tecnócrata neoliberal que es se mojó con las lágrimas del pibe armenio de Valentín Alsina que fue, Melconian dijo que había ordenado a su gente de prensa “no operar la noticia ni bajar línea”. La parva de plata ¿fue una excepción a esa regla o el dato provino de la trinchera opuesta? En cualquier caso, allí está en núcleo irreductible que hizo imposible la continuidad de Melconian en el principal banco público del país. No es que corcoveó ahora. La pulseada por los fondos del Banco Nación lleva tanto tiempo como el gobierno de Macri y puede rastrearse en los documentos oficiales del Banco Nación y de la autoridad regulatoria, la Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias del Banco Central, a cargo del ex compañero de Macri en la comisión directiva de Boca Juniors, Fabián Zampone, y su gerente general de supervisión, Fabián Violante, quien ingresó al BCRA durante la presidencia del numen neoliberal Pedro Pou. En 2009 el Banco Central fijó límites normativos a los préstamos del Banco Nación al Tesoro. Cuando se trata de amortización de deudas, obras de infraestructura o inversiones en bienes de capital para la prestación de servicios públicos críticos o de interés público, esos créditos no pueden superar el 30 por ciento de los depósitos del sector público nacional no financiero en el mismo banco. El límite se extiende al 100 por ciento de los depósitos computados, más el 50 por ciento de la Responsabilidad Patrimonial Computable de la entidad para el total de exposiciones con el sector público nacional. Durante el último semestre del gobierno de CFK esos depósitos crecieron un 62 por ciento o más de 68 mil millones de pesos (de 110 a 178 mil millones). Por el contrario, en el primer semestre de Macri se derrumbaron un 45,3 por ciento (de 178 mil hasta 108 mil millones, con una pérdida de 81 mil millones de pesos) a junio de 2016. Esto se reflejó en una caída de los depósitos totales del Banco Nación. En el último semestre de Cristina habían crecido 74 mil millones y en el primero de Macri cayeron  54 mil millones. Del mismo modo se modificó la proporción de depósitos del gobierno nacional sobre el total de los depósitos del Banco: del 48 por ciento que representaban cuando asumió Macri, se desplomaron al 31 por ciento en abril de 2016, en apenas un cuatrimestre. El gobierno nacional acumuló deudas con el Banco Nación por cuotas vencidas impagas de 13 mil millones de pesos. Estas variaciones se aprecian en los tres gráficos oficiales (ver página 10).
El incremento de créditos concedidos por el Banco Nación al Tesoro (mediante la compra compulsiva de títulos públicos) y el simultáneo retiro de depósitos del Fondo Único de Cuentas Oficiales (FUCO) en el Banco desembocó a mediados del año pasado en una situación crítica. Por primera vez desde las regulaciones de 2009 se violaron los límites impuestos al financiamiento por el principal banco público del país al Estado Nacional. Ambos movimientos responden a la misma compulsión, que es derivar esos recursos a gastos corrientes. El 20 de julio de 2016, Melconian solicitó una excepción hasta el 31 de diciembre en el cumplimiento de las relaciones técnicas. El mismo día se pronunciaron en forma favorable Alejandra Márquez Miranda, gerente de supervisión de entidades financieras y los gerentes Cristian Pujol, de derecho financiero, cambiario y comercial, y Nora Binaghi, de Asesoría Legal. En la síntesis del caso preparada por el gerente de supervisión Violante, el Banco Central atribuye tanto las financiaciones otorgadas al sector público como la “significativa caída” en los depósitos del sector público “a la necesidad de fondos por parte de la jurisdicción nacional”. Incluso, reseña que Melconian gestionó ante el entonces unificado ministerio de Hacienda y Finanzas una mejora en el nivel de los depósitos y una cancelación parcial de los créditos e intentó algún maquillaje de la situación, por ejemplo en una deuda de la provincia de Mendoza de 2200 millones de pesos, reemplazó la garantía de coparticipación federal de impuestos por recursos tributarios cuyanos “a fin de aliviar el cómputo sobre el cupo de financiamiento al gobierno nacional”, aunque de ese modo perdiera “calidad en sus garantías”. Tomando en cuenta que el Nación es el agente financiero del Estado Nacional y que la Nación Argentina garantiza sus operaciones, Sturzenegger admitió “con carácter de excepción” que no se considerarían excedidos los límites de las relaciones técnicas “en la medida equivalente a la diferencia total entre las asistencias y los recursos computables para cada uno de los límites”, es decir cubría el total del apartamiento de la norma. Incluso, anticipaba que incrementaría esa gracia en la medida en que volvieran a caer los depósitos en los meses siguientes. El 21 de julio, apenas 24 horas después de la solicitud de Melconian, Sturzenegger concedió lo solicitado, por la Resolución 291 del directorio. La excepción duraría hasta el último día de 2016, plazo en el cual el Banco Nación debería recomponer las relaciones técnicas, desbaratadas por decisiones que no tomó Melconian sino el ministerio de Hacienda y Finanzas. En el memo del Nación, firmado el mismo 20 de julio por su gerente y subgerente generales, Raúl Duzevic y Luis Enrique Downs y dirigido al Superintendente del Central Zampone, hay una sola frase subrayada. Es la que consigna que la situación planteada “no responde a una decisión crediticia voluntaria del Banco Central”. Es decir, ayúdenme porque ustedes nos metieron en este lío.
Pero el 21 de diciembre, diez días antes del vencimiento del plazo, una resolución conjunta de las secretarías de finanzas y de hacienda le enchufó al Banco Nación una nueva Letra del Tesoro (Letes) por 48 mil millones de pesos, con vencimiento el 21 de marzo de 2017. Si bien aún no están disponibles los informes respectivos del Banco Nación y del Banco Central, es ostensible que este contundente supositorio financiero aplicado en la semana de las fiestas de fin de año, terminó de desacomodar al soldado de Macri que presidía el Banco y que pugnaba por cumplir con las relaciones técnicas que garantizan su solvencia y robustez. La negativa a recibir una nueva dosis de 60 mil millones de pesos echó su suerte. González Fraga ha demostrado que no tiene ese tipo de pruritos. El sendero a recorrer es conocido: primero el vaciamiento y después la privatización, que implica negocios para los amigos y quitar de en medio una alternativa de regulación y de fortaleza estatal.

Depósitos del gobierno nacional sobre el total en el Banco Nación

Fuente: Sefyc, BCRA
Un derrumbe del 48 al 31 por ciento en un cuatrimestre

Depósitos del gobierno nacional en el Banco Nación

Fuente: Sefyc, BCRA
Abrupta caída de los depósitos del gobierno nacional en el primer semestre de Macrì.

Depósitos totales en el Banco Nación

Fuente: Sefyc, BCRA
Esto se refleja en una fuerte merma de los depósitos totales.
Fuente: Página 12 – El País (22-01-2017)
Conceptos auxiliares de interpretación

Biografía de John Maynard Keynes: Economista inglés (Cambridge, 1883 - Firle, Sussex, 1946). Recibió una educación de elite en Eton y Cambridge, orientándose hacia la economía por consejo de su maestro, Alfred Marshall. Tras un breve periodo trabajando en el servicio administrativo británico para la India, en 1909 entró como profesor en el King's College de Cambridge, donde enseñaría economía hasta su muerte. Fue un hombre de vasta cultura, un humanista erudito y de prosa exquisita, gran orador, contertulio y mecenas de intelectuales y artistas; pero también fue un hombre de mundo interesado por los asuntos políticos y por la economía práctica, dedicando parte de su tiempo a negocios ajenos y propios con los que llegaría a hacerse millonario.

John Maynard Keynes
Todos sus escritos económicos fueron respuesta a problemas acuciantes de la economía de su tiempo. Así, como fruto de su trabajo en la Administración colonial, escribió La moneda india y las finanzas (1913). Las consecuencias económicas de la paz (1919) fue resultado de su participación como representante del Tesoro en la delegación británica enviada a negociar el Tratado de Versalles después de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial (1914-18); Keynes dimitió de aquel cargo para mostrar su desacuerdo con las duras condiciones impuestas a los vencidos y escribió este libro para argumentar que tales condiciones, fruto de un espíritu de venganza, serían imposibles de cumplir y conducirían a la ruina económica de Alemania, con graves consecuencias para el resto del mundo.
Desgraciadamente, el tiempo demostró que sus previsiones eran acertadas, y Keynes volvió sobre el tema en Una revisión del tratado (1922). Las cuestiones monetarias siguieron atrayendo su atención en el Tratado sobre la reforma monetaria (1923) y el Tratado sobre el dinero (1930), en donde criticó respectivamente la adhesión al patrón oro y la teoría cuantitativa de la moneda.
Pero su obra decisiva fue la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936), con la que dio una respuesta definitiva a la grave depresión económica desencadenada en todo el mundo a partir del crash de la Bolsa de Nueva York de 1929. Retomando intuiciones olvidadas de los teóricos del subconsumo (como Malthus), Keynes indicó que la causa de la crisis era la insuficiencia de la demanda, debida a la creciente propensión marginal al ahorro de las sociedades desarrolladas (esto es: que a medida que aumenta la renta, es mayor la parte de ésta que se destina al ahorro y menor la que se dedica al consumo, con lo que una parte de la producción no encuentra comprador).
En su opinión, el desempleo así originado no podía remediarse únicamente con medidas monetarias. La debilidad del consumo privado sólo podía remediarse incrementando el gasto público en periodos de recesión, haciendo que el Estado incurriera en un déficit para crear demanda adicional. La importancia de los puntos de vista contenidos en aquel libro fue tal que fundó toda una rama de la teoría económica moderna, la macroeconomía, dedicada a explorar las relaciones entre los grandes agregados de la renta nacional.
Tras vencer las resistencias conservadoras de la ortodoxia liberal, la «revolución keynesiana» fue penetrando en el mundo académico y en las políticas económicas de los países: influyó quizá sobre el New Deal de Franklin D. Roosevelt, pero fue sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) cuando se extendió como una nueva ortodoxia, determinando las políticas económicas de todo el mundo occidental durante más de tres décadas de crecimiento sostenido. Los partidos conservadores y liberales se sumaron a esta política capaz de devolver la estabilidad al sistema capitalista después de los sobresaltos del periodo de Entreguerras; e incluso los socialdemócratas la aceptaron con entusiasmo, en la medida en que justificaba la intervención del Estado en la economía y el crecimiento del sector público.
El prestigio alcanzado por Keynes fue tal que el rey Jorge VI le nombró barón en 1942, ingresando en la Cámara de los Lores. Al final de su vida ejerció una influencia directa sobre la política económica de su país como director del Banco de Inglaterra y asesor del ministro del Tesoro. En 1944 presidió la delegación británica en la Conferencia de Bretton Woods, donde contribuyó a dar forma al Fondo Monetario Internacional.

¿Qué es el modelo Keynesiano?

Continuamos nuestra serie de conceptos de economía, hoy vamos a hablar del modelo Keynesiano. El objetivo es explicar de forma sencilla las enseñanzas de Keynes utilizando la menor cantidad de matemáticas posibles. Antes de empezar con este tema yo recomendaría repasar el concepto sobre el PIB (1).
Hemos hablado de Keynes anteriormente, pero veamos una pequeña introducción histórica sobre la persona. John Maynard Keynes probablemente es el economista que más ha influido sobre la economía moderna, probablemente una de las personas que más ha influido en el pensamiento del siglo XX, y me atrevo a pronosticar que seguirá teniendo influencia en el XXI. Es conocido sobre todo por la Teoría general del empleo, el interés y el dinero, pero también predijo graves consecuencias en las sanciones que se impusieron a Alemania tras la primera guerra mundial. Según Keynes acabarían llevando a la quiebra a Alemania y provocarían conflictos en Europa. El resto, es historia. Tras el crack en la bolsa de 1929 las economías occidentales se encontraban en una situación deplorable, la gran depresión causó estragos y el mundo se encontraba en una situación complicada. Aunque publicó su teoría general en 1936, sus ideas sobre la economía ya llevaban tiempo poniéndose en práctica.
Si recordamos la fórmula mediante la que se calcula el producto interior bruto (Y) es PIB=C+I+G+X-M. Según Keynes el consumo ( C ) depende de un consumo autónomo (a, que sería un poco lo mínimo que se consume) y de un porcentaje de la renta disponible (b x Y). Al aumentar la renta se aumenta el consumo que a su vez aumenta la renta. Llega un punto en el que se encuentra en equilibrio en el círculo y la economía se estabiliza.
Según el modelo neoclásico en un mercado libre el desempleo existe. Las personas que están desempleadas es porque exigen un sueldo demasiado alto respecto a su capacidad de producción. Estas personas podrían encontrar trabajo reduciendo sus expectativas salariales. En el modelo neoclásico con salario mínimo y desempleo, al eliminarse el mínimo los desempleados encontrarían empleo, porque los empresarios contratarían a más gente.
En contraposición el modelo del empleo Keynesiano reflejaría mejor la situación de la gran depresión. Según este modelo el problema que tenemos con este sistema es que en ocasiones la producción es inferior a lo deseable y por eso se produce desempleo. Al existir desempleados no adquieren bienes y servicios y las empresas no contratan a más gente porque no hay suficiente demanda. Keynes propone es aumentar el gasto público (G), de forma que aumentando el gasto publico se aumente el empleo el cual a su vez vuelva a crear empleo hasta volver a alcanzar otro punto de equilibrio. En la ilustración sería pasar de donde se cruzan la línea roja y la azul a donde se cruzan la línea verde y la azul. La traza azul son todos los puntos de equilibrio, en los que la oferta es igual a la demanda.
El modelo Keynesiano fue criticado duramente por Milton Friedman años más tarde, entre otras razones porque las políticas económicas de expansión de demanda funcionan correctamente y en muchas ocasiones provocan inflación. No obstante casi todos los estados del mundo han aplicado alguna vez (y siguen aplicando) el aumentar el gasto público para mejorar la situación económica. El endeudamiento que necesita el estado para gastar más de lo que ingresa provoca que en el futuro haya deuda que devolver (de aquí vienen las políticas de déficit cero). Ante esta consecuencia de la política keynesiana, es famosa la frase de Keynes, a largo plazo todos muertos.
Con la actual situación de crisis se puede decir que los economistas keynesianos y neokeynesianos están resurgiendo y toman cada vez más protagonismo en la vida pública. Un ejemplo lo tenemos en el último premio Nobel de economía, Paul Krugman.
(1) Definición de PIB: El PIB es el valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por una economía en un período determinado.
EL PIB es un indicador representativo que ayuda a medir el crecimiento o decrecimiento de la producción de bienes y servicios de las empresas de cada país, únicamente dentro de su territorio. Este indicador es un reflejo de la competitividad de las empresas.
¿Por qué es importante que crezca el PIB?
  • Indica la competitividad de las empresas. Si la producción de las empresas mexicanas no crecen a un ritmo mayor, significa que no se está invirtiendo en la creación de nuevas empresas, y por lo tanto, la generación de empleos tampoco crece al ritmo deseado.
  • Si el PIB crece por abajo de la inflación significa que los aumentos salariales tenderán a ser menores que la misma.
  • Un crecimiento del PIB representa mayores ingresos para el gobierno a través de impuestos. Si el gobierno desea mayores ingresos, deberá fortalecer las condiciones para la inversión no especulativa, es decir, inversión directa en empresas; y también fortalecer las condiciones para que las empresas que ya existen y sigan creciendo.
Algunas aclaraciones sobre el PIB
  • El PIB de una país aumentará si el gobierno o las empresas dentro del mismo toman préstamos en el extranjero, obviamente, esto disminuirá el PIB en períodos futuros.
  • No toma en cuenta la depreciación del capital (Aquí se incluyen tanto maquinaria, fábricas, etc., como así también recursos naturales, y también se podría incluir al "capital humano"). Por ejemplo, un país puede incrementar su PIB explotando en forma intensiva sus recursos naturales, pero el capital del país disminuirá, dejando para generaciones futuras menos capital disponible.
  • No tiene en cuenta externalidades negativas que algunas actividades productivas generan, por ejemplo, la contaminación ambiental.
  • No tiene en cuenta la distribución del ingreso. Los pobladores de un país con igual PIB per cápita que otro pero con una distribución más equitativa del mismo disfrutarán de un mayor bienestar que el segundo.
  • La medida del PIB no tiene en cuenta actividades productivas que afectan el bienestar pero que no generan transacciones, por ejemplo trabajos de voluntarios o de amas de casa.
  • Actividades que afectan negativamente el bienestar pueden aumentar el PIB, por ejemplo divorcios y crímenes.