ACTUALIDAD
La resistencia
del establishment a un proyecto económico de desarrollo nacional
La conducción política del poder económico
El presidente Alberto
Fernández convocó a los empresarios reunidos en el G-6 para sumarlos a la
construcción de una nueva normalidad económica, que deje atrás el capitalismo
neoliberal hegemonizado por las finanzas globales. No es probable que quieran
ser parte de esa tarea más allá del gesto de acompañarlo en el acto del Día de
la Independencia.
Por Alfredo Zaiat
En el acto oficial de
celebración del Día de la Independencia, el presidente Alberto Fernández
estuvo acompañado en forma presencial, en la Quinta de Olivos, por los
empresarios del G-6, que reúne a las titulares de las cámaras del
establishment, y de un dirigente de la conducción de la CGT.
Fue una apuesta oficial fuerte dirigida al mundo
empresario concentrado, que desde hace más de 40 años ha intensificado
el combate contra el proyecto de desarrollo nacional que hoy aspira a
desplegar el frente político que gobierna.
El mensaje de Fernández es sencillo de entender aunque
no es probable que haya sido aceptado por los interlocutores elegidos. Es
una renovada invitación a un sujeto social que resiste construir un sistema
económico que permita alejar la reiteración de crisis dramáticas, las cuales lo
tienen como protagonista estelar en cada una de ellas.
Grupos
Más allá de gestos personales de cada uno sus miembros
hacia el poder político de turno, el poder económico se ha transformando en
estas últimas décadas. Ir a su búsqueda con la expectativa de encontrar lo
que alguna vez fue para sumarlo a un proyecto de desarrollo nacional, como si
nada hubiera pasado en este tiempo, sólo entregará otra decepción.
Casi todos los integrantes del bloque de poder
concentrado están cada vez más alejados del destino del mercado interno,
operan en áreas monopólicas o con posiciones dominantes y están
subordinados a la valorización financiera de sus excedentes, los cuales en gran
parte son dolarizados y fugados.
Una de las pocas excepciones en ese bloque de poder
local al que todavía le resulta relevante el consumo interno y tiene su
principal base productiva en el país es el grupo Arcor de la familia Pagani.
Cuando gran parte de los patrimonios de ese núcleo de
empresarios poderosos está en el exterior, ya sea en propiedades, empresas,
activos bursátiles o capitales líquidos, y su principal actividad se encuentra
en servicios monopólicos o producción de materias primas exportables, su
propio destino queda escindido del general.
Por eso son protagonistas principales de las grandes crisis
pero no las padecen en toda su dimensión; más bien se benefician porque
aumentan la concentración y centralización del capital.
Es un poder económico conservador, ideologizado al
extremo y contaminado de los lugares comunes de la ortodoxia económica,
además de ser conducido políticamente por los grupos Techint y Clarín.
Trasnacional
El grupo Techint emprendió un proceso
de trasnacionalización en las últimas décadas. Está amenazado por la
expansión de corporaciones de la nueva potencia mundial (China), y para tratar
de preservar privilegios y cuotas de mercado de su producción de tubos con y
sin costura exige protección para su actividad y, sin pudor, promueve apertura
importadora para el resto. Opera en sectores con cuasirrentas monopólicas y
millonarios subsidios fiscales. Se alinea de ese modo con la estrategia
económica y global de la potencia declinante, Estados Unidos.
A lo largo de varias décadas, las fabulosas ganancias
obtenidas en el mercado argentino, conseguidas por medidas públicas
específicas para supuestamente inducirlo a un aumento de la inversión local y a
entregar productos a precios competitivos al mercado doméstico, fueron
utilizadas en gran parte para financiar la expansión internacional.
Techint logró la diversificación territorial de su
conglomerado: su casa matriz está en Luxemburgo para pagar menos impuestos,
tiene plantas también en Japón, Estados Unidos, México, Brasil e Italia, y es
socio en empresas sauditas, rusas, colombianas y canadienses.
Desde los últimos años del siglo pasado, las inversiones
en Argentina han sido marginales respecto a las destinadas al crecimiento de su
negocio internacional.
El modelo desarrollista le fue favorable para la evolución
inicial, pero ahora ya no le resulta útil. Por eso despide trabajadores
desafiando al presidente Fernández. Para Techint el salario es un costo
y no un factor dinámico del mercado interno. Por eso postula un modelo
económico de tipo de cambio elevado, puesto que por esa vía reduce el costo
salarial al tiempo que beneficia su salida exportadora.
Posesiones
El Grupo Clarín se ha consolidado como un
conglomerado de telecomunicaciones luego de conseguir desembarcar en Telecom
gracias a la flexibilidad regulatoria dispuesta por el gobierno de Macri.
Desde la última dictadura militar y con cada uno de los
posteriores gobiernos democráticos, con la excepción de los dos mandatos de Cristina
Fernández de Kirchner, Clarín consiguió capturar eslabones de su negocio
para construir un gigante del sector de las telecomunicaciones.
Las manos vacías en esos ocho años es una de las posibles
respuestas a los motivos de los persistentes embates contra CFK y su familia
que diariamente lanza desde su extenso dispositivo de medios.
El grupo Clarín opera en un mercado de servicios de
fuertes rasgos monopólicos y busca frenar el ingreso de la competencia, ya
sea la que puede constituir el grupo mexicano liderado por el millonario
mexicano Carlos Slim o la de compañías chinas (Huawei, empresa combatida por
Estados Unidos).
Utiliza su amplia red de medios (diarios, radios y
televisión) para expandir y defender cada una de sus posesiones, siendo
Telecom la última que sumó al conglomerado y posterior fusión con
Cablevisión. Resiste el congelamiento de tarifas de los servicios que
prestan esas compañías, está en controversias con el Estado por pagos
millonarios por la frecuencia de Nextel y pretende mantener un espectro
radioeléctrico mayor al que le corresponde por regulaciones del sector.
Cuadrante
Ambos grupos ya no tienen como base de su propia
expansión la necesidad de un modelo económico desarrollista.
El caso de Clarín es más evidente y el brusco giro de la
línea editorial tuvo su bisagra en el conflicto con un sector del campo
por las retenciones móviles en 2008.
El análisis económico de sus canales de difusión fue mudando
del desarrollismo hacia un modelo aperturista, de privilegio a la
producción de materias primas agropecuarias y de predominio de las finanzas.
Ese viraje conceptual explica su actual posicionamiento
en el cuadrante de la derecha del espectro ideológico de medios de comunicación.
La campaña anticuarentena, el fomento de la grieta
política, social y cultural utilizando a comunicadores y animadores de shows
periodísticos, y el impulso de un modelo económico de exclusión es la
política de superficie para fortalecer la estrategia estructural para la
consolidación de los negocios del conglomerado de telecomunicaciones, pero
también para los de los principales socios que están vinculados a la producción
agropecuaria.
Derecha
Los grupos Techint y Clarín no son sólo la expresión de
la derecha empresaria por ser antiperonista o por la obsesión patológica
con CFK y la letra K. Son más que canales de esa manifestación política a
través de cámaras empresarias o de una red de medios. Ambos se han
convertido en la conducción política de ese espacio ideológico,
fundamentalmente, porque les resulta funcional para la defensa y la aspiración
de continuar expandiendo su base material.
Como se sabe desde hace bastante, los intereses
materiales van moldeando la conciencia y la acción.
Podrían haber elegido otra opción ideológica conservadora,
alejada del fanatismo y de la promoción de la hostilidad de clases medias y
altas a quienes piensan diferente. Pero no hubieran estado en línea con el
actual comportamiento de las fuerzas de derecha en el mundo, que en América
latina son guiadas por el Departamento de Estado y el Comando Sur de Estados
Unidos.
Los ejes de acción son la exacerbación de las tensiones
políticas, el odio a las fuerzas políticas populares y la intolerancia al
disenso. El trumpismo es la expresión de esas conductas.
La perversidad del discurso y la acción de la derecha
política y mediática es que esas características, con elevada violencia
simbólica, son atribuidas a las víctimas de ese comportamiento antisocial.
La pandemia, como en varios otros campos, exhibió sin
maquillaje la brutalidad del capitalismo neoliberal dominado por las
finanzas globales. En el escenario argentino, los grupos Techint y Clarín,
con sus respectivos satélites (en el ámbito empresario los miembros del G-6, la
AEA y el Foro de Convergencia, y en el mundo mediático, La Nación y el portal
Infobae), actúan como ordenadores del bloque de poder económico para preservar
los privilegios que tienen en la presente fase del capitalismo global.
Disciplina
Por miedo o por convencimiento, el resto del
establishment se disciplina detrás de ellos, algunos para engancharse en
ese tren con sus propios negocios, otros para no ser marginados de ese grupo
social, y no pocos por temor a la persecución judicial y la amenaza de la
cárcel, como les pasó a varios durante el macrismo.
La guerra interempresaria con grupos económicos
indicados como kirchneristas (Lázaro Báez, Cristóbal López, Gerardo
Ferreyra y otros encuadernados) no tiene que ver con el cuestionamiento a la
evasión fiscal, fuga de capitales, lavado de dinero, operaciones offshore y
relaciones privilegiadas con el Estado, porque cada uno de los miembros del
establishment (Rocca, Pérez Companc, Magnetto y el resto de la lista de
"grandes empresarios" aceptados socialmente) tuvieron y tienen ese
mismo comportamiento reprochable, aunque sin la observación crítica de la
legión de almas bellas que construyen sentido.
Con la expectativa de que no existan impedimentos en la
comprensión lectora, en el sentido de que unos y otros tiene la misma forma de
hacer negocios, antes y ahora, el acoso a empresarios con la marca en la frente
con la letra K que alimenta la indignación colectiva selectiva es el paño de
la superficie de una disputa de fondo, siendo ésta lo relevante para
comprender esa cruzada.
El conflicto al interior del poder económico se originó,
por un lado, en la puja por ver quién se queda o domina el manejo de ciertos
negocios en sectores de elevada rentabilidad. Por otro, refleja el
mecanismo habitual del poder económico para obturar el crecimiento de nuevos
conglomerados que pueden poner en cuestionamiento el espacio que ocupan en
el esquema de poder.
Esa misma tensión y disputa, en otro contexto histórico y
métodos diferentes, se desplegó en los primeros años de la última dictadura
militar sobre algunos grupos económicos vinculados al peronismo o
promotores de un proyecto con cierta autonomía de desarrollo de la industria
nacional.
Grieta
La crisis económica global provocada por la pandemia abre
una pequeña fisura para cuestionar con evidencias imposibles de ocultar
y, fundamentalmente, para replantear el funcionamiento de la actual fase del
capitalismo neoliberal hegemonizado por las finanzas globales.
El presidente Alberto Fernández propone la
reconstrucción de la economía a partir de un capitalismo con otras bases.
Para esa tarea está convocando a un sujeto económico que hoy es otro; no es el
que imagina para construir otro capitalismo dentro de un modelo de desarrollo
nacional.
La debacle económica y social por la covid-19 brinda una oportunidad
excepcional para fortalecer el rol central del Estado en relación al mundo
empresario y para el ordenamiento del funcionamiento de la economía.
La pospademia en la economía y, en especial, la
reconstrucción de una nueva normalidad económica, porque la anterior
dominada por el bloque de poder tradicional probó ser un fiasco en términos de
bienestar general, requerirá ampliar la base social de la alianza con el
sector privado, incluyendo a pymes, cooperativas, emprendedores, firmas
recuperadas, empresas de la economía popular.
Para que los costos devastadores de la actual crisis no
sean en vano, la política económica de la recuperación no puede quedar
depositado en ganar la confianza de los empresarios del G-6. Puede ser que
esa invitación sirva en términos políticos, pero está probado que sus
integrantes no tienen la vocación de ser un sujeto social activo en el objetivo
de fortalecer un proyecto de desarrollo nacional.
Fuente:
Diario Página 12, 12 de julio de 2020.