jueves, 21 de noviembre de 2019

Lux Moreno

Feminismo
Mitos del amor romántico que no nos permiten tener vínculos reales
Lux Moreno, profesora de filosofía, activista por la diversidad corporal y coordinadora de talleres de reflexión sobre vínculos, nos ayuda a pensar sobre nuevas alternativas al “amor Disney”.
Mitos del amor romántico que no nos permiten tener vínculos reales
Nadie recibe un manual de instrucciones para amar y tener vínculos sanos. Tampoco se suele pensar en esto hasta que comienzan a surgir los primeros problemas. La cuestión es que comunicarse en las relaciones afectivas no es algo sencillo. Una de las razones son los mitos románticos que crean expectativas poco reales y comienzan a poner trabas en el intercambio de información entre dos seres humanos. Las estructuras familiares y de noviazgo hacen que miremos a los demás a través del lente unas estructuras que terminan pasando por encima la creatividad humana.
Antes de que el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber llenara los teatros barriales y centros culturales con sus reflexiones filosóficas sobre el amor, los griegos, la no posesividad y etcéteras, ya lo decía Krishnamurti: “Dando un nombre a algo nos hemos limitado a ponerlo en una categoría, y pensamos que lo hemos comprendido; no lo miramos más atentamente. Pero si no lo nombramos estamos obligados a mirarlo. O sea, abordamos la flor, o lo que fuere, con un sentido de novedad, con una calidad nueva de examen: la miramos como si nunca la hubiésemos mirado antes”.
Los cuestionamientos al amor romántico parten de dejar de mirar al otro con expectativas irreales (o impuestas desde afuera) como "genio de la botella" que viene a cumplir nuestros deseos de felicidad y satisfacción para toda la vida.

Feminismo versus el "amor Disney"

Lux Moreno tiene 32 años y coordina talleres de crítica al amor romántico (además de ser una agitadora y portavoz del activismo gordo desde hace algunos años). Ella lo define como "una serie de expectativas con respecto a la felicidad, que son binaristas, heteronormativas (dentro de una relación heterosexual), donde la mujer encuentra a su 'príncipe', a su 'hombre prometido' que de alguna manera viene a rescatarla de su infelicidad y le ofrece el gran premio que es el matrimonio, los hijos, la casa". A este "combo" que se vende como una cajita feliz en las películas, telenovelas y libros rosas, otra pensadora feminista y antirracista, la española Brigitte Vasallo, lo va a llamar el "amor Disney" (lo desarrolla en su último libro Pensamiento monógamo, terror poliamoroso, 2018). Viene con rescate, dote y enemiga incluida, de fondo, es tóxico. 
A este imaginario social que tiene sus pilares en "el amor lo vence todo", "el amor siempre trae felicidad" o "el amor se opone a los obstáculos más fuertes", el feminismo (y el anarquismo de principios de siglo, como veremos más adelante), lo cuestiona. "El amor romántico es desigualdad social, porque sigue reproduciendo roles de género estancos. Los lugares de la mujer se establecen en relación a la procreación, la crianza y el cuidado. Los feminismos de la segunda ola [la anglosajona, de la década del 60] discuten con el lugar de objeto de la mujer como garante de la estabilidad y perpetuación familiar."
"El amor romántico es desigualdad social, porque sigue reproduciendo roles de género estancos" Lux Moreno

Binarismo, heterosexualidad obligatoria y monogamia

Sobre estas tres bases se construyen los ideales y cualquier relación que caiga por fuera, es excluida como fuente de felicidad y armonía. "El amor romántico tiende a universalizar el encuentro con otro, la idea de la media naranja, que Aristófanes ya explicaba en El banquete de Platón, basada en que hemos sido separados por Zeus y buscamos esa otra mitad constitutiva que nos falta, es incorporada con el último sacramento de la Iglesia Católica durante la Edad Media. El matrimonio pide a las mujeres fidelidad, pero a su vez la infidelidad está perdonada o asimilada en los hombres, quienes pueden frecuentar a otras mujeres."
"Que el amor se mantiene y crece con los años es otra idea o creencia del amor romántico, sumamente heterosexista, el amor siempre es entre un hombre y una mujer y ellas tienen que -a determinada edad- constituirse como objetos de amor de algún señor o un hombre (para toda la vida)." De otro modo no hay un ingreso en la vida social y ciudadana. 

Más allá del AR

Le preguntamos a Lux, qué hay más allá del amor romántico, cómo se establecen estos nuevos vínculos que quedan por fuera de ese modelo. Porque pareciera que todo ensayo de otra cosa suele caer, muchas veces, en dramatismos propios de emocionalidades frágiles, dependientes, donde la libertad también puede ser una intemperie que mina las bases de la estabilidad, la compañía, el afecto. 
"Las alternativas que van apareciendo no surgen ahora en 1990, sino desde el 1900, con las ideas anarquistas, que tienen que ver con cómo se constituye un amor libre, no necesariamente obligatorio ni monogámico."
Hace más de cien años que las anarquistas que dejaron testimonio en el periódico feminista argentino La voz de la mujer sostuvieron el eslogan "Ni dios, ni patrón, ni marido", una revolución en el mundo laboral y afectivo en un tiempo en el cual las mujeres ni siquiera podían votar. El encierro doméstico y la sumisión monogámica era cuestionada por este grupo de pioneras con discursos insumisos. 
Según Lux Moreno, los grupos disidentes (identidades disidentes sexocorporales) "discuten con la obligatoriedad de pertenecer a un género y empiezan a pensar en otras redes afectivas que tenen que ver con el cuidado, con que uno puede amar a más de una persona, y con que amar no se entiende de una manera unilateral, ni se asocia con roles y situaciones estancas, sino que son nuevos lugares para habitar con otros desde la igualdad. En estos lugares estamos todo el tiempo negociando y aparecen en un papel principal (en el mejor de los casos) las 'éticas de cuidado'". Ella explica que esto ya pertenecía al pensamiento de las feministas de la segunda ola, que también se preguntaban cómo nos involucramos intersubjetivamente desde un lugar empático, de acuerdo pero también de responsabilidad en relación a los otros.

La trampa del poliamor neoliberal o "consumo de cuerpos"

Hace un tiempo que circulaba en redes sociales la siguiente frase: "dejar cadáveres emocionales a nuestro paso no es poliamor", tal vez por este proceso de masificación del amor libre que comenta Lux (con esas palabras) que se viene dando, gracias a una difusión mayor en medios (famosos saliendo del clóset poliamoroso) y dentro de los ámbitos feministas, hay mucho que pensar en cómo viene esa revuelta. 
Espacios de reflexión, charlas y debates (el Encuentro Nacional de Mujeres de Mar del Plata tuvo su primer taller de poliamor que fue altamente concurrido) se convocan en grandes y pequeñas ciudades para compartir experiencias vinculares diferentes y disidentes.
"Dejar cadáveres emocionales a nuestro paso no es poliamor" Lux Moreno
Agamia, poli, pareja abierta, asexualidad. El espectro es inmenso, y el peligro está, paradójicamente, en la falta de peligro, en una liviandad que lava las relaciones de todo contenido o intercambio verdadero. "En una neoliberalización de los afectos, la responsabilidad o la ética del cuidado se deja de lado para explorar el lugar de amor como un lugar sin riesgos. Porque el amor romántico, es el amor de la exposición, el del sacrificio, pero también es el amor ágape, el de la acogida. Del otro lado, si el amor es un lugar donde yo no debo arriesgarme, entonces, mi relación con el otro, estas reglas de reciprocidad en relación con otro, estamos exentos de todo compromiso, y... 'por ahí estuve con vos, pero yo no...'. Es un gran problema, ¿qué pasa cuando el otro es desechable?"
"En los talleres surgen temas como la responsabilidad afectiva, el ghosting, los tráficos por Internet, la espectacularización de los cuerpos en esas redes sociales del amor, la idea de que hoy el encontrarse con otro tiene que estar permeado por una serie de seguridades como quién es, de dónde es, si sos mujer le avisás a tus amigas que vas a estar en tal o cual lugar, y eso es algo muy fuerte, en el sentido de que siempre estar con otro es arriesgarse a estar con otro, abrirse, exponerse."
Ella considera que es importante estar en una actitud crítica acerca de cuál es el tipo de relación que tenemos, estar atentos a "no obrar de mala fe", hacernos responsables de que nuestros actos de libertad también tienen consecuencias sobre los otros y que esas consecuencias obran, de una manera u otra, sobre las "lógicas del cuidado".
"Tenemos que tener una posición con respecto a eso. ¿Cuáles son nuestras expectativas de estar con otros? ¿En redes afectivas? ¿En relaciones monogámicas? ¿En pensar la heterosexualidad desde un lugar crítico? (sería más interesante) ¿Cómo le quitamos el carácter de régimen reproductor de roles sociales específicos a la familia? ¿Cómo salimos de la obligatoriedad?
Fuente: Diario Clarín, Ente Mujeres, 20/11/2019.