Feminismo
Mitos del amor romántico que
no nos permiten tener vínculos reales
Lux
Moreno, profesora de filosofía, activista por la diversidad corporal y
coordinadora de talleres de reflexión sobre vínculos, nos ayuda a pensar sobre
nuevas alternativas al “amor Disney”.
Mitos del amor romántico que no nos permiten tener vínculos reales
Nadie recibe un
manual de instrucciones para amar y tener vínculos sanos. Tampoco se suele
pensar en esto hasta que comienzan a surgir los primeros problemas. La cuestión
es que comunicarse en las relaciones afectivas no es algo sencillo. Una de las
razones son los mitos románticos que crean
expectativas poco reales y comienzan a poner trabas en el intercambio de
información entre dos seres humanos. Las estructuras familiares y de noviazgo
hacen que miremos a los demás a través del lente unas estructuras que terminan
pasando por encima la creatividad humana.
Antes de que el
filósofo argentino Darío Sztajnszrajber llenara los teatros
barriales y centros culturales con sus reflexiones filosóficas sobre el amor,
los griegos, la no posesividad y etcéteras, ya lo decía Krishnamurti:
“Dando un nombre a algo nos hemos limitado a ponerlo en una categoría, y
pensamos que lo hemos comprendido; no lo miramos más atentamente. Pero si no lo
nombramos estamos obligados a mirarlo. O sea, abordamos la flor, o lo que
fuere, con un sentido de novedad, con una calidad nueva de examen: la miramos
como si nunca la hubiésemos mirado antes”.
Los
cuestionamientos al amor romántico parten de dejar de mirar al otro con
expectativas irreales (o impuestas desde afuera) como "genio de la
botella" que viene a cumplir nuestros deseos de felicidad y satisfacción
para toda la vida.
Feminismo versus el "amor Disney"
Lux
Moreno tiene 32 años y coordina talleres de crítica al amor
romántico (además de ser una agitadora y portavoz del activismo
gordo desde hace algunos años). Ella lo define como "una serie
de expectativas con respecto a la felicidad, que son binaristas,
heteronormativas (dentro de una relación heterosexual), donde la mujer
encuentra a su 'príncipe', a su 'hombre prometido' que de alguna manera viene a
rescatarla de su infelicidad y le ofrece el gran premio que es el
matrimonio, los hijos, la casa". A este "combo" que se
vende como una cajita feliz en las películas, telenovelas y libros rosas, otra
pensadora feminista y antirracista, la española Brigitte Vasallo,
lo va a llamar el "amor Disney" (lo desarrolla en su último
libro Pensamiento monógamo, terror poliamoroso, 2018). Viene con
rescate, dote y enemiga incluida, de fondo, es tóxico.
A este
imaginario social que tiene sus pilares en "el amor lo vence todo",
"el amor siempre trae felicidad" o "el amor se opone a los
obstáculos más fuertes", el feminismo (y el anarquismo de principios de
siglo, como veremos más adelante), lo cuestiona. "El amor
romántico es desigualdad social, porque sigue reproduciendo roles de género
estancos. Los lugares de la mujer se establecen en relación a la
procreación, la crianza y el cuidado. Los feminismos de la segunda
ola [la anglosajona, de la década del 60] discuten con el lugar de
objeto de la mujer como garante de la estabilidad y perpetuación familiar."
"El
amor romántico es desigualdad social, porque sigue reproduciendo roles de
género estancos" Lux Moreno
Binarismo, heterosexualidad obligatoria y monogamia
Sobre estas tres
bases se construyen los ideales y cualquier relación que caiga por fuera, es
excluida como fuente de felicidad y armonía. "El amor romántico
tiende a universalizar el encuentro con otro, la idea de la media
naranja, que Aristófanes ya explicaba en El banquete de Platón, basada
en que hemos sido separados por Zeus y buscamos esa otra mitad constitutiva que
nos falta, es incorporada con el último sacramento de la Iglesia
Católica durante la Edad Media. El matrimonio pide a las mujeres
fidelidad, pero a su vez la infidelidad está perdonada o asimilada en
los hombres, quienes pueden frecuentar a otras mujeres."
"Que el
amor se mantiene y crece con los años es otra idea o creencia del amor
romántico, sumamente heterosexista, el amor siempre es entre un hombre y
una mujer y ellas tienen que -a determinada edad- constituirse como objetos
de amor de algún señor o un hombre (para toda la vida)." De otro modo no
hay un ingreso en la vida social y ciudadana.
Más allá del AR
Le preguntamos a
Lux, qué hay más allá del amor romántico, cómo se establecen estos
nuevos vínculos que quedan por fuera de ese modelo. Porque
pareciera que todo ensayo de otra cosa suele caer, muchas veces, en dramatismos
propios de emocionalidades frágiles, dependientes, donde la libertad
también puede ser una intemperie que mina las bases de la estabilidad, la compañía,
el afecto.
"Las
alternativas que van apareciendo no surgen ahora en 1990, sino desde el 1900,
con las ideas anarquistas, que tienen que ver con cómo se
constituye un amor libre, no necesariamente obligatorio ni monogámico."
Hace más de cien
años que las anarquistas que dejaron testimonio en el periódico feminista
argentino La voz de la mujer sostuvieron
el eslogan "Ni dios, ni patrón, ni marido", una revolución en el
mundo laboral y afectivo en un tiempo en el cual las mujeres ni siquiera podían
votar. El encierro doméstico y la sumisión monogámica era cuestionada por este
grupo de pioneras con discursos insumisos.
Según Lux
Moreno, los grupos disidentes (identidades
disidentes sexocorporales) "discuten con la obligatoriedad de pertenecer a
un género y empiezan a pensar en otras redes afectivas que tenen que ver con el
cuidado, con que uno puede amar a más de una persona, y con que
amar no se entiende de una manera unilateral, ni se asocia con roles y
situaciones estancas, sino que son nuevos lugares para habitar con otros desde
la igualdad. En estos lugares estamos todo el tiempo negociando y aparecen en
un papel principal (en el mejor de los casos) las 'éticas
de cuidado'". Ella explica que esto ya pertenecía al
pensamiento de las feministas de la segunda ola, que también se preguntaban cómo
nos involucramos intersubjetivamente desde un lugar empático,
de acuerdo pero también de responsabilidad en relación a los otros.
La trampa del poliamor neoliberal o "consumo de cuerpos"
Hace un tiempo
que circulaba en redes sociales la siguiente frase: "dejar
cadáveres emocionales a nuestro paso no es poliamor", tal vez por
este proceso de masificación del amor libre que comenta Lux (con esas
palabras) que se viene dando, gracias a una difusión mayor en medios (famosos
saliendo del clóset poliamoroso) y dentro de los ámbitos feministas, hay mucho
que pensar en cómo viene esa revuelta.
Espacios de
reflexión, charlas y debates (el Encuentro Nacional de Mujeres de Mar del Plata
tuvo su primer taller de poliamor que fue altamente concurrido) se convocan en
grandes y pequeñas ciudades para compartir experiencias vinculares diferentes y
disidentes.
"Dejar cadáveres emocionales a nuestro paso no es
poliamor" Lux Moreno
Agamia, poli,
pareja abierta, asexualidad. El espectro es inmenso, y el peligro está,
paradójicamente, en la falta de peligro, en una liviandad que lava las
relaciones de todo contenido o intercambio verdadero. "En una
neoliberalización de los afectos, la responsabilidad o la ética del cuidado se
deja de lado para explorar el lugar de amor como un
lugar sin riesgos. Porque el amor
romántico, es el amor de la exposición, el del sacrificio, pero
también es el amor ágape, el de la acogida. Del otro lado,
si el amor es un lugar donde yo no debo arriesgarme, entonces, mi relación
con el otro, estas reglas de reciprocidad en relación con otro, estamos exentos
de todo compromiso, y... 'por ahí estuve con vos, pero yo no...'. Es
un gran problema, ¿qué pasa cuando el otro es desechable?"
"En los
talleres surgen temas como la responsabilidad
afectiva, el ghosting, los tráficos
por Internet, la espectacularización de los cuerpos en esas
redes sociales del amor, la idea de que hoy el encontrarse con otro tiene que
estar permeado por una serie de seguridades como quién es, de dónde es, si sos
mujer le avisás a tus amigas que vas a estar en tal o cual lugar, y eso es algo
muy fuerte, en el sentido de que siempre estar con otro es arriesgarse a estar
con otro, abrirse, exponerse."
Ella considera
que es importante estar en una actitud crítica acerca de cuál es el tipo de
relación que tenemos, estar atentos a "no obrar de mala fe", hacernos
responsables de que nuestros actos de libertad también tienen consecuencias
sobre los otros y que esas consecuencias obran, de una manera u
otra, sobre las "lógicas del cuidado".
"Tenemos
que tener una posición con respecto a eso. ¿Cuáles son nuestras expectativas de
estar con otros? ¿En redes afectivas? ¿En relaciones monogámicas? ¿En pensar la
heterosexualidad desde un lugar crítico? (sería
más interesante) ¿Cómo le quitamos el carácter de régimen reproductor
de roles sociales específicos a la familia? ¿Cómo salimos de la obligatoriedad?
Fuente:
Diario Clarín, Ente Mujeres, 20/11/2019.