jueves, 13 de febrero de 2020

Reseña histórica

Manzanares La Flora
Por Víctor Justino Orellana
Introducción
Escribo este artículo a partir del conocimiento adquirido por haber residido en el barrio Los Manzanares toda mi vida, desde 1974, y por ser parte de una de las primeras familias que se instalaron en el lugar. Conocimiento ampliado con otras fuentes como recortes de diarios, actas de escrituras, viejas facturas, e incluso intentos previos de otros autores de recopilar parte de la historia del barrio.
Fuentes que confirman los testimonios que escuché a lo largo de estos años, o, en algún caso, desmienten lo que la memoria se empecina por convertir en verdad.
Sobre el barrio
El barrio Los Manzanares se ubica en la localidad de Villa Luzuriaga, partido de La Matanza. No hay límites exactos que definan su extensión territorial. Desde el punto de vista administrativo, existe una subdelegación municipal de nombre Manzanares, circunscrita por las calles Don Bosco, Cristianía y Venezuela y por la Ruta Provincial Nº 4 Monseñor Bufano (ex Camino de Cintura). Dentro de esta división política se encuentran los barrios Los Manzanares, Los Pinos y Peluffo.
Podríamos delimitar, en forma arbitraria, al barrio Los Manzanares por las calles Bruselas, Venezuela, Pujol y Bermúdez. Su centro neurálgico es la Plaza San Juan, ubicada en la intersección de las calles Berna e Ituzaingó. Eso nos deja alrededor de 160 cuadras, de las cuales más de 100 están asfaltadas, número que sigue incrementándose en la actualidad.
Instituciones de diferente índole pueblan el barrio: la Escuela nº 71 Tambor de Tacuarí, la escuela nº 123 Rafael Obligado, el Jardín Municipal Nº 17 Despertar, el Centro Social y Cultural Paraguayo Silvio Morinigo y el Centro Cultural Pierina Dealessi.
En la intersección de Perito Moreno y Berna se alza una Espacio Polideportivo Municipal; en el mismo predio se está construyendo un CIC (Centro Integrador Comunitario).
En materia religiosa, se destaca la capilla católica San Juan Bautista, sede también del Batallón nº 50 de exploradores de Don Bosco. Múltiples altares erigidos en las aceras son muestra de la devoción de los vecinos católicos. Los vecinos evangélicos se reúnen en casas particulares convertidas en templos.
Hace mucho tiempo atrás: Manzanar La Flora
Ubiquémonos en el año 1930. En alguna parte de la provincia de Buenos Aires, dos hombres se embarcaban en un nuevo negocio. Se habían asociado para comprar un amplio terreno en el partido de La Matanza. Sus nombres eran Carlos Nowell Lan y Juan Mac Call, quienes adquirieron a la señora Graciana Linzaain Alzueta un predio, con el objetivo de destinarlo a la producción agrícola. Esto habría sucedido el 10 de octubre de 1930, según fecha de firma de las escrituras.
Las escrituras también dicen que el 5 de agosto de 1931, Juan Mac Call compraba la parte de su socio.
Como único dueño, comenzó la explotación de su finca, plantando árboles frutales, principalmente manzanos. Posteriormente, nombraba a su quinta como Manzanar La Flora, quizás en honor a su segunda esposa, Ada Olga Flora Boero.
Ahora, demos un gran salto hacia delante. Vayamos a 1956. La Matanza y las zonas aledañas estaban en su apogeo industrial. Las fábricas locales necesitaban obreros, y los obreros viviendas. Juan Mac Call quizás vio esa necesidad, o quizás ya cansado de la producción agrícola, decidió asociarse con el empresario inmobiliario Juan Boracchia (h), con el fin de lotear su finca y convertirla en un barrio.
El 2 de diciembre de 1956 se procedió al remate. El predio en cuestión, estaba delimitado por las actuales calles Estocolmo, La Paz, Pujol y Larrazabal. Además de los incontables árboles de manzana, estaba rodeado por una hilera simple de eucaliptos en todo su perímetro, como cortaviento. Dentro del predio, había tres calles internas, las actuales Berna, Estocolmo e Ituzaingó, delimitadas cada una de ellas por una fila doble de eucaliptos.
En la intersección de Berna e Ituzaingó se hallaba una casa de paredes de adobe, en el lugar que luego ocuparía la Sociedad de Fomento General San Martín. Una fina capa de asfalto cubría la calle Berna.
La finca contaba además con teléfono y electricidad. A su alrededor había quintas de menor extensión, viveros, una gigantesca chanchería, un tambo y baldíos infinitos. Hacia Camino de Cintura había algunas casas quintas. En la zona de la Candela se hallaba la escuela 47 y quintas recreacionales pertenecientes a sindicatos. Hacia Don Bosco, el complejo de piletas Los Reseros, el Hogar del Niño del Morón (una de las construcciones más antiguas que se conservan en pie) y el colegio María Mazarello.
El remate se hizo en una carpa instalada en el espacio que hoy ocupa la escuela nº 71 (en la esquina de Berna y Labarden). El predio había sido dividido en 850 lotes. Javier Piñero, testigo de aquel evento, contaba que pujó por el primer lote salido a la venta con Angel Vallejos. Ambos serían después vecinos característicos del barrio. Por aquel entonces, Piñero desistió de seguir ofertando, ya que alguien le aconsejó que no le convenía por tratarse de una esquina, y tendría que pagar dos veces por el asfalto, algo que se dejaba entrever como de ejecución inminente.
Vallejos se adjudicó el primer lote, y Piñero el segundo. En agosto de 2011, más de 54 años después, comenzaron las obras de asfalto frente a sus casas.
Y se fue poblando el Manzanar
Tan pronto como el martillo de Juan Boracchia (h) dio su último golpe, comenzaron a levantarse paredes. En febrero de 1957, la familia Santos se instaló en su casa de Rucci y Arribeños, dando inició a una auténtica ola migratoria que cambiaría la fisonomía agreste por una creciente urbanidad.
En los primeros tiempos no había electricidad. Algunos testimonios dicen que pasaron algunos años hasta obtener el servicio. Otros hablan de que, apenas instalados, los vecinos construyeron una red improvisada colgándose de los tendidos eléctricos más cercanos. Aunque así haya sido, los inconvenientes con el suministro eléctrico debieron ser importantes, con continuos y largos cortes.
La iluminación nocturna consistía en muchas ocasiones de lámparas a querosén. No había gas, ni de red ni en garrafas. Se cocinaba con calentadores a querosén, y hasta con leña en calderos. No había agua corriente. Los vecinos tenían que instalar bombas manuales para extraer agua de las napas subterráneas, o acarrearlas en baldes desde la Sociedad de Fomento, donde estaba el antiguo pozo que surtía del vital líquido a la quinta de Mac Call. No había colectivos, las líneas más cercanas pasaban por Camino de Cintura. No había teléfonos. No había heladeras, ni radios, ni televisión, ni un montón de cosas que hoy damos por sentado, pero que para los aquellos primeros vecinos no existían.
Los alimentos se compraban para consumirse en la misma jornada. En la zona de la Candela, y en el barrio Atalaya de Isidro Casanova se hallaban los negocios más cercanos. A ellos se llegaba a campo traviesa, de noche o de día. El único entretenimiento era la lectura, pero por supuesto, no había librerías ni puestos de diario.
Entonces, ¿qué había en Los Manzanares? Había orgullo. La gente está orgullosa de tener la “casa propia”.
Sociedad de Fomento Gral. San Martín
El 17 de agosto de 1957, los primeros vecinos fundaron la Sociedad de Fomento General San Martín. Su primer presidente fue Juan Pagani. Tenían muchos proyectos. Querían electricidad. Querían que el colectivo llegara hasta la plaza. Querían una escuela. Querían una sala de primeros auxilios. Querían asfalto. Querían todos los servicios inherentes a un barrio residencial.
También era la sociedad de fomento un punto (el único) de reunión social. Los vecinos se acercaban a jugar a las cartas y compartir momentos de ocio.
Para el año 1961 Juan Gatica era el presidente de la institución. Julio Giovanolli era el vicepresidente; Haroldo Barrera el secretario; y Luís Carrizo, el tesorero.
Los vecinos, a través de la sociedad de fomento, realizaron múltiples solicitudes a la Municipalidad de La Matanza, entre ellas, tierra para rellenar los terrenos bajos, caños para desagües y adoquines para las calles; tierra, caños y adoquines que ellos mismos estaban dispuestos a poner. Pero las gestiones fueron infructuosas.
De esto daba cuenta el diario Clarín del 24 de abril de 1961, bajo el título de “Bailando con la más fea”, en una crónica que también refería como estos vecinos emprendedores estaban ampliando las instalaciones de la recientemente fundada escuela nº 71 y de la propia sociedad de fomento, y que organizaban bailes de carnaval para reunir los fondos necesarios. El título de la nota hacía alusión a que el clima había sido adverso, la recaudación paupérrima, y encima la Municipalidad de La Matanza multó a la Sociedad de Fomento Gral. San Martín por carecer de permiso para los bailes y no estar las entradas debidamente selladas.
Muchas de las metas propuestas por los primeros vecinos fueron alcanzadas en esos años de fines de la década del 50 y principios de la década del 60, como resultado del esfuerzo de una generación emprendedora, diferente, que, lejos de quedarse en expresiones de deseo, ponía manos a la obra y volvía realidad los anhelos de progreso.
Otras metas han tardado mucho más en concretarse, más que nada, porque el progreso finalmente nos ha alcanzado. Los Manzanares no ha sido ajeno a la historia del país, y ha visto como sucesivas generaciones fueron perdiendo el interés, como las sociedades de fomento se disgregaban, sus instalaciones se convertían en templos evangélicos o en supermercados.
En la década del noventa el comentario malicioso era que la Sociedad de Fomento Gral. San Martín se había convertido en un salón de fiestas, ya que el edificio era alquilado para todo tipo de eventos, pero no cumplía ningún rol social. Sin embargo, es necesario señalar que tampoco había una masa crítica de vecinos comprometidos dispuestos a cambiar la situación.
En 2002, ya completamente abandonada la institución a su suerte, el predio de la Sociedad de Fomento Gral. San Martín fue puesto en remate tras la pérdida de un juicio. En esta ocasión la Municipalidad de La Matanza compró el predio. En 2006 quedó dividido en el Centro Cultural Municipal Pierina Dealessi y en el Club de Fútbol Infantil Gral. San Martín.
En años posteriores, un grupo de vecinos intentó recuperar el predio para refundar la sociedad de fomento, sin llegar a cumplir el objetivo hasta la fecha.
Servicios Públicos
Oficialmente, el Barrio Los Manzanares tuvo energía eléctrica recién en la década del setenta. Del año 1976 datan las facturas más antiguas. Todos los testimonios aseguran que había suministro eléctrico desde mucho antes, obtenido con redes improvisadas. En la mencionada década del setenta llegaría el tendido de la empresa estatal SEGBA, instalándose los primeros medidores.
Si bien al momento del loteo la quinta de Juan Mac Call contaba con teléfono, este servicio fue de difícil acceso hasta la década del 90. En su mayoría, los vecinos se manejaron con los teléfonos públicos de la empresa estatal ENTEL. Difícil de explicar a las generaciones que nacieron con un teléfono celular bajo el brazo.
En la década del ochenta llegó el servicio de gas natural, suministrado por la empresa estatal Gas del Estado. No obstante, las obras para el tendido de cañerías distribuidoras fueron realizadas en el año 1981 por la empresa privada ECBA, la cual cobró a los frentistas por los trabajos realizados.
A principio de los años 90 se extendieron las cañerías para el suministro de agua potable, servicio prestado por la empresa estatal Obras Sanitarias de La Nación. Hasta entonces el agua se obtenía de las napas subterráneas a través de bombeadores eléctricos.
Durante el 2006 se anunciaron obras de cloacas para Los Manzanares y barrios vecinos, a través de la empresa estatal AySA. Con un poco de retraso, en 2010 comenzaron a cavarse las fosas y a colocarse los caños. Durante 2013 los vecinos fueron notificados de que podían conectarse a la red cloacal, con lo cual Los Manzanares cuenta en su totalidad con todos los servicios públicos básicos.
Colectivos y asfaltos
En 1957, cuando los primeros pobladores llegaron al barrio, Berna era la calle principal de la finca Manzanares la Flora, y tenía una fina capa asfáltica, lo que comúnmente se denomina mejorado, que iba de un límite al otro de la quinta, de La Paz a Larrazabal. A estos primeros vecinos le habían prometido, al comprar sus terrenos, que las calles serían pavimentadas en un tiempo no muy largo.
La primera línea de colectivos que entró al barrio fue la 224 de la empresa San Bosco (en 1971 pasó a ser la línea 174), que unía Liniers con la plaza San Juan.
Con el transcurso de los años, el mejorado de Berna desapareció. Y el asfalto apareció a cuentagotas. La llegada de los colectivos hizo que se pavimentaran con capa fina o mejorado, algunas cuadras de Labarden (para el 174), de Atenas (para el 317 de la empresa Transporte del Oeste) y Bermúdez (para el 242 y 624 de la empresa La Cabaña).
El primer asfalto “duradero” se realizó sobre el recorrido del 174 SIAM en los años 80. No fue hasta fines de los 90 que comenzó a verse un crecimiento real y sostenido en el número de calles asfaltadas, ya se tratase de calles de tierra, o mejorados desvanecidos por el tiempo, tal el caso de Atenas.
En el caso de Bermúdez, la destrucción del mejorado provocó en el año 2001 que las líneas 242 y 624 desviaran su recorrido y que los usuarios tuvieran que caminar largas distancias para tomarlos. En 2003, con el nuevo asfalto terminado, se reanudó el servicio normal de esas líneas.
En 2004, la empresa Transporte del Oeste quebró, dejando al barrio varios meses sin el servicio del 317, restaurado después por la empresa Ecotrans. En 2006, San Bosco también quebró, y tras muchos reclamos, protestas y cortes de la calle Venezuela, la empresa Plaza normalizó el recorrido del 174 ramal SIAM en junio de 2007.
En 2007 se realizaron las obras de asfalto sobre la calle Berna, desde la Plaza San Juan hasta Bermúdez. Allí, en lo que había sido la calle principal de la finca de Mac Call, allí, por donde caminaban los vecinos con rumbo a las reuniones en la sociedad de fomento en los tiempos fundacionales del barrio, allí las máquinas cavaron las fosas que serían rellenadas de concreto.
Tras cincuenta años, la que debiera haber sido la principal arteria de Los Manzanares, conoció ese asfalto que les habían prometido a los primeros pobladores.
Durante febrero de 2009, como parte de un plan de asfaltos comunitarios, donde municipio y vecinos comparten los costos de las obras, comenzaron los trabajos de pavimentación que cubrirían de gris concreto muchas cuadras del barrio, cambiando la fisonomía barrial. A la fecha de publicación de este artículo, son muy pocas las cuadras de tierra que quedan en el barrio.
En 2016 la empresa La Cabaña absorbió las líneas 174 y 317.
Escuela nº 71 Tambor de Tacuarí
El 27 de junio de 1958, en las precarias instalaciones de la Sociedad de Fomento General San Martín, tres docentes: María Angélica de González, Julieta de Golub y María Cambiazzo, comenzaban a dar clases a los hijos de los fundadores, convirtiéndose en pioneras y parte de la historia del barrio.
El 20 de junio de 1959 se colocó la piedra fundamental para el nuevo edificio, en el terreno que ocupa actualmente en Berna y Labarden, con la presencia del presidente del H.C.D. de La Matanza Oscar Prego, el inspector general de Escuelas Osvaldo Sabelli, y el obispo de Morón Miguel Raspanti, además de todas las autoridades fomentistas, encabezadas por Juan Pagani, vecinos y comisiones de otros barrios.
En un recorte de un diario sin identificar de aquel año (obtuve una copia del libro de actas de la escuela) se informaba que el día 20 de junio, en el barrio “Manzanar La Flora”, se había colocado la piedra fundamental de la escuela donada por Juan Mac Call, quien comentaba al escritor de la nota: “Siempre he sentido preocupación al ver a los niños, lo que tienen que recorrer para educarse, por eso he creído oportuna la donación efectuada, así los de aquí tendrán a mano la escuela”. Esta fue una de las últimas apariciones de Juan Mac Call en el barrio que contribuyó a crear, ya que fallecería aquel año.
Cumpliendo con el protocolo de este tipo de actos, se firmó un pergamino alusivo al día, se izó la bandera argentina y se pronunciaron las estrofas del himno nacional. La primera cucharada de pórtland fue puesta por Juan Mac Call, y luego fue imitado por las autoridades presentes.
Monseñor Raspanti realizó la bendición, felicitando a la Sociedad de Fomento y destacando el gesto de Mac Call, sin perder oportunidad de solicitar un “lugarcito” para el futuro emplazamiento de una capilla (lo que sería más adelante la parroquia San Juan Bautista).
Los padrinos de la ceremonia fueron la docente Aída González de Bardecci y el empresario inmobiliario Juan Boracchia (h). Tras el acto se sirvió un “copetín” en el local de la Sociedad de Fomento General San Martín.
El 11 de noviembre de 1959, en aulas prefabricadas de madera machihembre y chapa provistas por la Municipalidad de La Matanza, iniciaron formalmente las clases de la Escuela Nº 71. La primera directora fue María Alicia Pediflores. En 1960 se constituyó la primera asociación cooperadora, siendo Atilio Urbana su primer presidente.
El 23 de noviembre de 1963 se oficializó el nombre de Tambor de Tacuarí. La entonces directora Julieta Nehim de Falcinelli fue impulsora de esta denominación.
La escrituración se llevó a cabo el 23 de abril de 1982, figurando como donación de la Sociedad de Fomento Gral. San Martín, aunque todos los testimonios apuntan a que el terreno fue cedido por Mac Call directamente para escuela. Al momento de la escrituración el presidente de la sociedad de fomento era Mario Carabajal y la directora del establecimiento educativo Liliana Sivori de Péveri.
A Liliana Sivori también le tocó organizar las Bodas de Plata, celebradas en noviembre de 1984 con un emotivo acto al que se invitó a ex-alumnos y antiguos docentes. Durante el evento se entregó un presente a Marta Santos, una de las principales impulsoras de la creación de la escuela. Conocida en el barrio como doña Tita, fue por muchos años Madrina de la institución. Miembro activa de las asociaciones cooperadoras, también fue maestra de manualidades, y hasta participó en un programa televisivo donde consiguió un equipo de sonido para la escuela.
La estructura de la escuela nº 71 soportó varias modificaciones a lo largo de los años, donde se fueron agregando aulas de concreto para contener la creciente demanda de matrícula, aunque se siguieron manteniendo las originales de chapa.
A fines de los años ochenta se había colocado un techo metálico sobre el patio principal. En 1994 la metálica bóveda se desplomó a primera hora de la mañana, trabando las puertas de las aulas con escombros, y provocando un soberano susto a quienes estaban en ellas. Por suerte, no hubo heridos y los bomberos lograron rescatar a las personas atrapadas.
Un verano llegó el borrón y cuenta nueva. El 16 de noviembre de 1996 se procedió a la demolición de todo el edificio viejo y a la construcción de una nueva estructura, de dos pisos, que habría de inaugurarse en marzo de 1997. Desde 1995, la directora de la escuela es Marta Labrador.
El 10 de noviembre de 2009, la Escuela Nº 71 Tambor de Tacuarí celebró sus Bodas de Oro, frente a sus instalaciones de la esquina de Berna y Labarden. Además de la parte protocolar, hubo números artísticos, reconocimiento a personas destacadas de la historia de la escuela y se inauguró un mural representativo de la batalla de Tacuarí.
Escuela nº 123 Rafael Obligado
En 1956 el lugar que ocupa el barrio Los Manzanares era una enorme quinta productora de manzanas rodeada de otros emprendimientos agrícolas. A partir del primer loteo de la quinta Manzanares La Flora el crecimiento demográfico del barrio y zonas aledañas fue vertiginoso. A tal punto que en 1966 se crea una nueva escuela primaria.
Sobre la esquina de las calles Santander y Bruselas se ubica la escuela nº 123 Rafael Obligado.
Inaugurada en el mes de julio de 1966, su primera directora fue María Delfina Vendrell de Gómez.
Docentes de la escuela refieren que una de sus directivos fue René Santamaría de Oro, descendiente de los Santamaría de San Juan que menciona Sarmiento en sus libros. De pequeña tuvo poliomielitis y tenía el brazo izquierdo inmovilizado.
Cuenta Adela Margarita Salas, que fue docente de la escuela entre 1978 y 1985, que durante la dictadura militar no podían sacar a los chicos a excursiones, por lo que ella y otra docente sacaban a los chicos a nombre de ellas, y de esa forma evitaban el cepo.
Por aquellos años la escuela tenía un edificio precario en forma de U. Cuando hacía más de 30 ºC se suspendían las clases. El alta matricula hizo que se tuvieron tres turnos de tres horas casa uno. Se daban desayuno y merienda en el patio, y sanguches como almuerzo.
Desde hace algunos años la escuela realiza hacia el mes de noviembre una muestra anual, abierta a la comunidad, con trabajos artísticos y culturales desarrollados por los alumnos.
Batallón 50 Padre Lorenzo Massa
En los años 70 comenzó la construcción de la parroquia San Juan Bautista, en un predio ubicado en la esquina de Juan Ignacio Rucci y Miró. El conocido (en páginas judiciales) padre Julio Grassi afirma que ayudó a su culminación en el año 1974.
A partir del 14 de mayo de 1977 la parroquia cuenta con su propio grupo de exploradores de Don Bosco, el Batallón 50 Padre Lorenzo Massa. Héctor Patahuer fue el fundador y primer jefe. Por esta institución pasan niños y adolescentes que son educados para desarrollar actividades al aire libre, y que periódicamente realizan campamentos y excursiones.
También son frecuentes sus desfiles por las calles del barrio. Ataviados con sus trajes característicos, marchan al ritmo de los instrumentos y de las voces de los guías.
Jardín de Infantes Despertar
El 30 de mayo de 1987 se inauguró el jardín de infantes municipal nº 17 Despertar, con dos pequeñas aulas, casi sin patio, contiguo al edificio de la escuela nº 71. Su primera directora fue Laura Aura.
En 2008 se demolió la estructura vieja, con el fin de construir un espacio más amplio ganando terreno al predio de la antigua Sociedad de Fomento Gral. San Martín, pero por diversas cuestiones las obras no concluyeron hasta 2013. Durante ese tiempo el jardín funcionó en el edificio de la escuela nº 71. En la actualidad cuenta nuevamente con instalaciones propias.
Centro Social y Cultural Paraguayo Silvio Morinigo
Los Manzanares tuvo y tiene una composición heterogénea en cuanto al origen de sus vecinos, con importantes aportes de naturales del interior argentino, y también de inmigrantes extranjeros.
Entre sus vecinos encontramos chilenos, bolivianos, paraguayos y peruanos.
Particularmente, la comunidad paraguaya ha hecho una notable contribución a la cultura del barrio a través del Centro Social y Cultural Paraguayo Silvio Morinigo.
Esta institución fue creada el 4 de noviembre de 1990, y debe su nombre a uno de sus fundadores, fallecido durante ese año. Su sede se encuentra en la calle Labarden al 5396, a media cuadra de la Plaza San Juan. Tiene una activa participación en eventos culturales dentro y fuera de La Matanza, a través de stands y de su cuerpo de baile, que interpreta danzas tradicionales del Paraguay.
Centro Cultural Pierina Dealessi
Desde 2002 el barrio cuenta con el Centro Cultural Pierina Dealessi, ubicado sobre la calle Labarden al 5395. Esta institución figura en el listado de Casas de la Cultura de La Municipalidad de La Matanza. Lidia Galeano es su coordinadora general desde su fundación.
En el espacio funciona la Biblioteca Popular Manzanares, el comedor comunitario municipal Virgen del Rosario y un centro de alfabetización, a la vez que se realizan continuamente cursos y talleres.
El 29 de junio de 2008 Víctor Laplace se presentó en este centro cultural, en el marco de una función de cine-debate, con la proyección de su filme “La otra Argentina”.
La Voz del Manzanar
Uno de los vecinos característicos de Los Manzanares ha sido, sin duda, Javier Rubén Piñero.
Miembro activo de la Sociedad de Fomento General San Martín y de la Asociación Cooperadora de la Escuela Nº 71, en diferentes épocas, historiador incansable del barrio, en septiembre de 1975 fundó, junto con Rubén Norberto Uriol, el primer diario zonal, La Voz del Manzanar, de aparición mensual, que recogía las noticias más significativas para el barrio y difundía las actividades de su gente.
Tras unas pocas ediciones, se interrumpió la salida de este diario hasta el año 1980, cuando Javier Piñero en solitario retomó el proyecto y editó el periódico mensualmente hasta el año 1985, cuando su fundador, redactor y editor decidió cerrarlo.
Javier Piñero, con su nombre o con seudónimos, siguió publicando notas sobre Los Manzanares en otros diarios locales, notas que nos han servido de guía para la publicación, dos décadas después, de Los Manzanares de la Flora, Barrio Residencial, revista que en conjunto con mi primo Damián Orellana publicamos entre 2006 y 2009, simultáneamente en papel y en Internet.
Rubén Uriol fue uno de los fundadores de la Sociedad de Poetas y Escritores de La Matanza, y publicó tres libros titulados: Garabatos (1995), Cartas a Julia (1998), y Las cosas de Andrés (2000). En el último, al final del texto consigna que fue escrito en su casa de la calle Carabobo, en el barrio Manzanares.
La Plaza San Juan
La Plaza San Juan ha pasado por varios cambios a lo largo de su existencia. En las primeras décadas del barrio hubo momentos en que fue un baldío abandonado, donde se realizaban carreras de caballos, los circos montaban su carpa, y grandes y chicos jugaban al fútbol. Hubo otros momentos donde se la arreglaba, se hacían caminos, se ponían bancos y asientos de piedra. Y después de nuevo el abandono.
En 2006 un grupo de vecinos formó la Unión Vecinal 16 de septiembre y se abocó a remodelar la plaza, obteniendo donaciones de materiales y poniendo ellos su trabajo. Así, se repararon las mesas y bancos, se reforestó y se pusieron juegos para niños.
A mediados de 2001, se construyó en la plaza, en el extremo que da a la calle Berna en sentido a Martín Fierro, un anfiteatro que consta de una plataforma de concreto y que ha servido para actos de diversa índole. A este anfiteatro se lo bautizó Leonardo Favio. En un principio, contaba en su parte trasera con un inmenso paredón. En 2007 el paredón fue derribado, en respuesta a quejas de los vecinos.
Desde su inauguración, el Anfiteatro Leonardo Favio ha sido escenario para múltiples eventos sociales, culturales, religiosos. El 21 de junio de 2006 alumnos de tres escuelas de la zona: las nº 71, la nº 123, y la nº 82, se reunieron para realizar la promesa a la bandera. El evento fue declarado de interés municipal por el H.C.D. de La Matanza. Las mismas escuelas se reunirían para celebrar con concurridos actos, exposiciones y números musicales, el Día de la Tradición, el 10 de noviembre de 2006, y el Bicentenario de La Patria, el 25 de mayo de 2010. El día del niño es celebrado masivamente todos los años desde 2006.
La Cancha Redonda
En su diseño original, el barrio Los Manzanares iba a tener dos plazas, ambas circulares, de una cuadra de diámetro. Una es la actual plaza San Juan. La otra iba a estar ubicada en la intersección de las calles Perito Moreno y Berna, y se llamaría plaza La Patria.
En los años 70 este predio fue convertido en el Campo Municipal de Deportes Nº 5. Aunque por su particular forma fue conocido por los vecinos a lo largo de tres décadas como la “Cancha Redonda”. Contaba con arcos, alambrado perimetral y una casa para el cuidador. Como todo espacio público, pasó por buenas y malas épocas. Se lo utilizó para actividades deportivas, para actos de todo tipo, y hasta para campañas de evangelización.
En septiembre de 2009 comenzaron las obras para construir en este predio un espacio polideportivo techado, que se inauguró oficialmente en 2011, y un CIC (Centro Integrador Comunitario), cuya culminación viene con retraso.
Epílogo
Debido a la creación de la Subdelegación Municipal Manzanares, a otras zonas dentro su jurisdicción se las ha empezado a identificar como barrio Los Manzanares. Tras lo expuesto en este artículo, espero haber dejado en claro que, por historia, (y porque no, también por sentimiento de los vecinos), las manzanas que rodean a la plaza San Juan constituyen el núcleo y tejido original sobre el que el barrio Los Manzanares toma existencia.
Algunos trabajos monográficos sobre Los Manzanares
Dos historias en casi 50 años, de Liliana del Rey, año 2002.
Inmigración paraguaya en la zona del oeste del Gran Buenos Aires, Barrio Los Manzanares, Villa Luzuriaga, de Miguel Angel Gamarra y Gustavo Tomas Lizardo, año 2002.
¿Qué sabe usted de su barrio? ¿Le agradaría enterarse?, de Javier Rubén Piñero, año 2002.