Manzanares
La Flora
Por Víctor
Justino Orellana
Introducción
Escribo este
artículo a partir del conocimiento adquirido por haber residido en el barrio
Los Manzanares toda mi vida, desde 1974, y por ser parte de una de las primeras
familias que se instalaron en el lugar. Conocimiento ampliado con otras fuentes
como recortes de diarios, actas de escrituras, viejas facturas, e incluso
intentos previos de otros autores de recopilar parte de la historia del barrio.
Fuentes que
confirman los testimonios que escuché a lo largo de estos años, o, en algún
caso, desmienten lo que la memoria se empecina por convertir en verdad.
Sobre
el barrio
El barrio Los
Manzanares se ubica en la localidad de Villa Luzuriaga, partido de La Matanza.
No hay límites exactos que definan su extensión territorial. Desde el punto de
vista administrativo, existe una subdelegación municipal de nombre Manzanares,
circunscrita por las calles Don Bosco, Cristianía y Venezuela y por la Ruta Provincial
Nº 4 Monseñor Bufano (ex Camino de Cintura). Dentro de esta división política
se encuentran los barrios Los Manzanares, Los Pinos y Peluffo.
Podríamos
delimitar, en forma arbitraria, al barrio Los Manzanares por las calles
Bruselas, Venezuela, Pujol y Bermúdez. Su centro neurálgico es la Plaza San
Juan, ubicada en la intersección de las calles Berna e Ituzaingó. Eso nos deja
alrededor de 160 cuadras, de las cuales más de 100 están asfaltadas, número que
sigue incrementándose en la actualidad.
Instituciones de
diferente índole pueblan el barrio: la Escuela nº 71 Tambor de Tacuarí, la
escuela nº 123 Rafael Obligado, el Jardín Municipal Nº 17 Despertar, el Centro
Social y Cultural Paraguayo Silvio Morinigo y el Centro Cultural Pierina
Dealessi.
En la intersección
de Perito Moreno y Berna se alza una Espacio Polideportivo Municipal; en el
mismo predio se está construyendo un CIC (Centro Integrador Comunitario).
En materia
religiosa, se destaca la capilla católica San Juan Bautista, sede también del
Batallón nº 50 de exploradores de Don Bosco. Múltiples altares erigidos en las
aceras son muestra de la devoción de los vecinos católicos. Los vecinos
evangélicos se reúnen en casas particulares convertidas en templos.
Hace
mucho tiempo atrás: Manzanar La Flora
Ubiquémonos en
el año 1930. En alguna parte de la provincia de Buenos Aires, dos hombres se
embarcaban en un nuevo negocio. Se habían asociado para comprar un amplio
terreno en el partido de La Matanza. Sus nombres eran Carlos Nowell Lan y Juan
Mac Call, quienes adquirieron a la señora Graciana Linzaain Alzueta un predio,
con el objetivo de destinarlo a la producción agrícola. Esto habría sucedido el
10 de octubre de 1930, según fecha de firma de las escrituras.
Las escrituras
también dicen que el 5 de agosto de 1931, Juan Mac Call compraba la parte de su
socio.
Como único
dueño, comenzó la explotación de su finca, plantando árboles frutales,
principalmente manzanos. Posteriormente, nombraba a su quinta como Manzanar La
Flora, quizás en honor a su segunda esposa, Ada Olga Flora Boero.
Ahora, demos un
gran salto hacia delante. Vayamos a 1956. La Matanza y las zonas aledañas
estaban en su apogeo industrial. Las fábricas locales necesitaban obreros, y
los obreros viviendas. Juan Mac Call quizás vio esa necesidad, o quizás ya
cansado de la producción agrícola, decidió asociarse con el empresario
inmobiliario Juan Boracchia (h), con el fin de lotear su finca y convertirla en
un barrio.
El 2 de
diciembre de 1956 se procedió al remate. El predio en cuestión, estaba
delimitado por las actuales calles Estocolmo, La Paz, Pujol y Larrazabal.
Además de los incontables árboles de manzana, estaba rodeado por una hilera
simple de eucaliptos en todo su perímetro, como cortaviento. Dentro del predio,
había tres calles internas, las actuales Berna, Estocolmo e Ituzaingó,
delimitadas cada una de ellas por una fila doble de eucaliptos.
En la
intersección de Berna e Ituzaingó se hallaba una casa de paredes de adobe, en
el lugar que luego ocuparía la Sociedad de Fomento General San Martín. Una fina
capa de asfalto cubría la calle Berna.
La finca contaba
además con teléfono y electricidad. A su alrededor había quintas de menor
extensión, viveros, una gigantesca chanchería, un tambo y baldíos infinitos.
Hacia Camino de Cintura había algunas casas quintas. En la zona de la Candela
se hallaba la escuela 47 y quintas recreacionales pertenecientes a sindicatos.
Hacia Don Bosco, el complejo de piletas Los Reseros, el Hogar del Niño del
Morón (una de las construcciones más antiguas que se conservan en pie) y el
colegio María Mazarello.
El remate se
hizo en una carpa instalada en el espacio que hoy ocupa la escuela nº 71 (en la
esquina de Berna y Labarden). El predio había sido dividido en 850 lotes.
Javier Piñero, testigo de aquel evento, contaba que pujó por el primer lote
salido a la venta con Angel Vallejos. Ambos serían después vecinos
característicos del barrio. Por aquel entonces, Piñero desistió de seguir
ofertando, ya que alguien le aconsejó que no le convenía por tratarse de una
esquina, y tendría que pagar dos veces por el asfalto, algo que se dejaba
entrever como de ejecución inminente.
Vallejos se
adjudicó el primer lote, y Piñero el segundo. En agosto de 2011, más de 54 años
después, comenzaron las obras de asfalto frente a sus casas.
Y
se fue poblando el Manzanar
Tan pronto como
el martillo de Juan Boracchia (h) dio su último golpe, comenzaron a levantarse
paredes. En febrero de 1957, la familia Santos se instaló en su casa de Rucci y
Arribeños, dando inició a una auténtica ola migratoria que cambiaría la
fisonomía agreste por una creciente urbanidad.
En los primeros
tiempos no había electricidad. Algunos testimonios dicen que pasaron algunos
años hasta obtener el servicio. Otros hablan de que, apenas instalados, los
vecinos construyeron una red improvisada colgándose de los tendidos eléctricos
más cercanos. Aunque así haya sido, los inconvenientes con el suministro
eléctrico debieron ser importantes, con continuos y largos cortes.
La iluminación
nocturna consistía en muchas ocasiones de lámparas a querosén. No había gas, ni
de red ni en garrafas. Se cocinaba con calentadores a querosén, y hasta con
leña en calderos. No había agua corriente. Los vecinos tenían que instalar
bombas manuales para extraer agua de las napas subterráneas, o acarrearlas en
baldes desde la Sociedad de Fomento, donde estaba el antiguo pozo que surtía
del vital líquido a la quinta de Mac Call. No había colectivos, las líneas más
cercanas pasaban por Camino de Cintura. No había teléfonos. No había heladeras,
ni radios, ni televisión, ni un montón de cosas que hoy damos por sentado, pero
que para los aquellos primeros vecinos no existían.
Los alimentos se
compraban para consumirse en la misma jornada. En la zona de la Candela, y en
el barrio Atalaya de Isidro Casanova se hallaban los negocios más cercanos. A
ellos se llegaba a campo traviesa, de noche o de día. El único entretenimiento
era la lectura, pero por supuesto, no había librerías ni puestos de diario.
Entonces, ¿qué
había en Los Manzanares? Había orgullo. La gente está orgullosa de tener la
“casa propia”.
Sociedad
de Fomento Gral. San Martín
El 17 de agosto
de 1957, los primeros vecinos fundaron la Sociedad de Fomento General San
Martín. Su primer presidente fue Juan Pagani. Tenían muchos proyectos. Querían electricidad.
Querían que el colectivo llegara hasta la plaza. Querían una escuela. Querían
una sala de primeros auxilios. Querían asfalto. Querían todos los servicios
inherentes a un barrio residencial.
También era la
sociedad de fomento un punto (el único) de reunión social. Los vecinos se
acercaban a jugar a las cartas y compartir momentos de ocio.
Para el año 1961
Juan Gatica era el presidente de la institución. Julio Giovanolli era el
vicepresidente; Haroldo Barrera el secretario; y Luís Carrizo, el tesorero.
Los vecinos, a
través de la sociedad de fomento, realizaron múltiples solicitudes a la
Municipalidad de La Matanza, entre ellas, tierra para rellenar los terrenos
bajos, caños para desagües y adoquines para las calles; tierra, caños y
adoquines que ellos mismos estaban dispuestos a poner. Pero las gestiones
fueron infructuosas.
De esto daba
cuenta el diario Clarín del 24 de abril de 1961, bajo el título de “Bailando
con la más fea”, en una crónica que también refería como estos vecinos
emprendedores estaban ampliando las instalaciones de la recientemente fundada
escuela nº 71 y de la propia sociedad de fomento, y que organizaban bailes de
carnaval para reunir los fondos necesarios. El título de la nota hacía alusión
a que el clima había sido adverso, la recaudación paupérrima, y encima la
Municipalidad de La Matanza multó a la Sociedad de Fomento Gral. San Martín por
carecer de permiso para los bailes y no estar las entradas debidamente
selladas.
Muchas de las
metas propuestas por los primeros vecinos fueron alcanzadas en esos años de
fines de la década del 50 y principios de la década del 60, como resultado del
esfuerzo de una generación emprendedora, diferente, que, lejos de quedarse en
expresiones de deseo, ponía manos a la obra y volvía realidad los anhelos de
progreso.
Otras metas han
tardado mucho más en concretarse, más que nada, porque el progreso finalmente
nos ha alcanzado. Los Manzanares no ha sido ajeno a la historia del país, y ha
visto como sucesivas generaciones fueron perdiendo el interés, como las
sociedades de fomento se disgregaban, sus instalaciones se convertían en
templos evangélicos o en supermercados.
En la década del
noventa el comentario malicioso era que la Sociedad de Fomento Gral. San Martín
se había convertido en un salón de fiestas, ya que el edificio era alquilado
para todo tipo de eventos, pero no cumplía ningún rol social. Sin embargo, es
necesario señalar que tampoco había una masa crítica de vecinos comprometidos
dispuestos a cambiar la situación.
En 2002, ya
completamente abandonada la institución a su suerte, el predio de la Sociedad
de Fomento Gral. San Martín fue puesto en remate tras la pérdida de un juicio.
En esta ocasión la Municipalidad de La Matanza compró el predio. En 2006 quedó
dividido en el Centro Cultural Municipal Pierina Dealessi y en el Club de
Fútbol Infantil Gral. San Martín.
En años
posteriores, un grupo de vecinos intentó recuperar el predio para refundar la
sociedad de fomento, sin llegar a cumplir el objetivo hasta la fecha.
Servicios
Públicos
Oficialmente, el
Barrio Los Manzanares tuvo energía eléctrica recién en la década del setenta.
Del año 1976 datan las facturas más antiguas. Todos los testimonios aseguran
que había suministro eléctrico desde mucho antes, obtenido con redes
improvisadas. En la mencionada década del setenta llegaría el tendido de la
empresa estatal SEGBA, instalándose los primeros medidores.
Si bien al
momento del loteo la quinta de Juan Mac Call contaba con teléfono, este
servicio fue de difícil acceso hasta la década del 90. En su mayoría, los
vecinos se manejaron con los teléfonos públicos de la empresa estatal ENTEL.
Difícil de explicar a las generaciones que nacieron con un teléfono celular
bajo el brazo.
En la década del
ochenta llegó el servicio de gas natural, suministrado por la empresa estatal
Gas del Estado. No obstante, las obras para el tendido de cañerías
distribuidoras fueron realizadas en el año 1981 por la empresa privada ECBA, la
cual cobró a los frentistas por los trabajos realizados.
A principio de
los años 90 se extendieron las cañerías para el suministro de agua potable,
servicio prestado por la empresa estatal Obras Sanitarias de La Nación. Hasta
entonces el agua se obtenía de las napas subterráneas a través de bombeadores
eléctricos.
Durante el 2006
se anunciaron obras de cloacas para Los Manzanares y barrios vecinos, a través
de la empresa estatal AySA. Con un poco de retraso, en 2010 comenzaron a
cavarse las fosas y a colocarse los caños. Durante 2013 los vecinos fueron
notificados de que podían conectarse a la red cloacal, con lo cual Los
Manzanares cuenta en su totalidad con todos los servicios públicos básicos.
Colectivos
y asfaltos
En 1957, cuando
los primeros pobladores llegaron al barrio, Berna era la calle principal de la
finca Manzanares la Flora, y tenía una fina capa asfáltica, lo que comúnmente
se denomina mejorado, que iba de un límite al otro de la quinta, de La Paz a
Larrazabal. A estos primeros vecinos le habían prometido, al comprar sus
terrenos, que las calles serían pavimentadas en un tiempo no muy largo.
La primera línea
de colectivos que entró al barrio fue la 224 de la empresa San Bosco (en 1971
pasó a ser la línea 174), que unía Liniers con la plaza San Juan.
Con el
transcurso de los años, el mejorado de Berna desapareció. Y el asfalto apareció
a cuentagotas. La llegada de los colectivos hizo que se pavimentaran con capa
fina o mejorado, algunas cuadras de Labarden (para el 174), de Atenas (para el
317 de la empresa Transporte del Oeste) y Bermúdez (para el 242 y 624 de la
empresa La Cabaña).
El primer
asfalto “duradero” se realizó sobre el recorrido del 174 SIAM en los años 80.
No fue hasta fines de los 90 que comenzó a verse un crecimiento real y
sostenido en el número de calles asfaltadas, ya se tratase de calles de tierra,
o mejorados desvanecidos por el tiempo, tal el caso de Atenas.
En el caso de
Bermúdez, la destrucción del mejorado provocó en el año 2001 que las líneas 242
y 624 desviaran su recorrido y que los usuarios tuvieran que caminar largas
distancias para tomarlos. En 2003, con el nuevo asfalto terminado, se reanudó
el servicio normal de esas líneas.
En 2004, la
empresa Transporte del Oeste quebró, dejando al barrio varios meses sin el
servicio del 317, restaurado después por la empresa Ecotrans. En 2006, San
Bosco también quebró, y tras muchos reclamos, protestas y cortes de la calle
Venezuela, la empresa Plaza normalizó el recorrido del 174 ramal SIAM en junio
de 2007.
En 2007 se
realizaron las obras de asfalto sobre la calle Berna, desde la Plaza San Juan
hasta Bermúdez. Allí, en lo que había sido la calle principal de la finca de
Mac Call, allí, por donde caminaban los vecinos con rumbo a las reuniones en la
sociedad de fomento en los tiempos fundacionales del barrio, allí las máquinas
cavaron las fosas que serían rellenadas de concreto.
Tras cincuenta
años, la que debiera haber sido la principal arteria de Los Manzanares, conoció
ese asfalto que les habían prometido a los primeros pobladores.
Durante febrero
de 2009, como parte de un plan de asfaltos comunitarios, donde municipio y
vecinos comparten los costos de las obras, comenzaron los trabajos de
pavimentación que cubrirían de gris concreto muchas cuadras del barrio,
cambiando la fisonomía barrial. A la fecha de publicación de este artículo, son
muy pocas las cuadras de tierra que quedan en el barrio.
En 2016 la
empresa La Cabaña absorbió las líneas 174 y 317.
Escuela
nº 71 Tambor de Tacuarí
El 27 de junio
de 1958, en las precarias instalaciones de la Sociedad de Fomento General San
Martín, tres docentes: María Angélica de González, Julieta de Golub y María
Cambiazzo, comenzaban a dar clases a los hijos de los fundadores,
convirtiéndose en pioneras y parte de la historia del barrio.
El 20 de junio
de 1959 se colocó la piedra fundamental para el nuevo edificio, en el terreno
que ocupa actualmente en Berna y Labarden, con la presencia del presidente del
H.C.D. de La Matanza Oscar Prego, el inspector general de Escuelas Osvaldo
Sabelli, y el obispo de Morón Miguel Raspanti, además de todas las autoridades
fomentistas, encabezadas por Juan Pagani, vecinos y comisiones de otros
barrios.
En un recorte de
un diario sin identificar de aquel año (obtuve una copia del libro de actas de
la escuela) se informaba que el día 20 de junio, en el barrio “Manzanar La
Flora”, se había colocado la piedra fundamental de la escuela donada por Juan
Mac Call, quien comentaba al escritor de la nota: “Siempre he sentido
preocupación al ver a los niños, lo que tienen que recorrer para educarse, por
eso he creído oportuna la donación efectuada, así los de aquí tendrán a mano la
escuela”. Esta fue una de las últimas apariciones de Juan Mac Call en el barrio
que contribuyó a crear, ya que fallecería aquel año.
Cumpliendo con
el protocolo de este tipo de actos, se firmó un pergamino alusivo al día, se
izó la bandera argentina y se pronunciaron las estrofas del himno nacional. La
primera cucharada de pórtland fue puesta por Juan Mac Call, y luego fue imitado
por las autoridades presentes.
Monseñor
Raspanti realizó la bendición, felicitando a la Sociedad de Fomento y
destacando el gesto de Mac Call, sin perder oportunidad de solicitar un
“lugarcito” para el futuro emplazamiento de una capilla (lo que sería más
adelante la parroquia San Juan Bautista).
Los padrinos de
la ceremonia fueron la docente Aída González de Bardecci y el empresario
inmobiliario Juan Boracchia (h). Tras el acto se sirvió un “copetín” en el
local de la Sociedad de Fomento General San Martín.
El 11 de
noviembre de 1959, en aulas prefabricadas de madera machihembre y chapa
provistas por la Municipalidad de La Matanza, iniciaron formalmente las clases
de la Escuela Nº 71. La primera directora fue María Alicia Pediflores. En 1960
se constituyó la primera asociación cooperadora, siendo Atilio Urbana su primer
presidente.
El 23 de
noviembre de 1963 se oficializó el nombre de Tambor de Tacuarí. La entonces
directora Julieta Nehim de Falcinelli fue impulsora de esta denominación.
La escrituración
se llevó a cabo el 23 de abril de 1982, figurando como donación de la Sociedad
de Fomento Gral. San Martín, aunque todos los testimonios apuntan a que el
terreno fue cedido por Mac Call directamente para escuela. Al momento de la
escrituración el presidente de la sociedad de fomento era Mario Carabajal y la
directora del establecimiento educativo Liliana Sivori de Péveri.
A Liliana Sivori
también le tocó organizar las Bodas de Plata, celebradas en noviembre de 1984
con un emotivo acto al que se invitó a ex-alumnos y antiguos docentes. Durante
el evento se entregó un presente a Marta Santos, una de las principales
impulsoras de la creación de la escuela. Conocida en el barrio como doña Tita,
fue por muchos años Madrina de la institución. Miembro activa de las
asociaciones cooperadoras, también fue maestra de manualidades, y hasta
participó en un programa televisivo donde consiguió un equipo de sonido para la
escuela.
La estructura de
la escuela nº 71 soportó varias modificaciones a lo largo de los años, donde se
fueron agregando aulas de concreto para contener la creciente demanda de
matrícula, aunque se siguieron manteniendo las originales de chapa.
A fines de los
años ochenta se había colocado un techo metálico sobre el patio principal. En
1994 la metálica bóveda se desplomó a primera hora de la mañana, trabando las
puertas de las aulas con escombros, y provocando un soberano susto a quienes
estaban en ellas. Por suerte, no hubo heridos y los bomberos lograron rescatar
a las personas atrapadas.
Un verano llegó
el borrón y cuenta nueva. El 16 de noviembre de 1996 se procedió a la
demolición de todo el edificio viejo y a la construcción de una nueva
estructura, de dos pisos, que habría de inaugurarse en marzo de 1997. Desde
1995, la directora de la escuela es Marta Labrador.
El 10 de
noviembre de 2009, la Escuela Nº 71 Tambor de Tacuarí celebró sus Bodas de Oro,
frente a sus instalaciones de la esquina de Berna y Labarden. Además de la
parte protocolar, hubo números artísticos, reconocimiento a personas destacadas
de la historia de la escuela y se inauguró un mural representativo de la
batalla de Tacuarí.
Escuela
nº 123 Rafael Obligado
En 1956 el lugar
que ocupa el barrio Los Manzanares era una enorme quinta productora de manzanas
rodeada de otros emprendimientos agrícolas. A partir del primer loteo de la
quinta Manzanares La Flora el crecimiento demográfico del barrio y zonas
aledañas fue vertiginoso. A tal punto que en 1966 se crea una nueva escuela
primaria.
Sobre la esquina
de las calles Santander y Bruselas se ubica la escuela nº 123 Rafael Obligado.
Inaugurada en el
mes de julio de 1966, su primera directora fue María Delfina Vendrell de Gómez.
Docentes de la
escuela refieren que una de sus directivos fue René Santamaría de Oro,
descendiente de los Santamaría de San Juan que menciona Sarmiento en sus
libros. De pequeña tuvo poliomielitis y tenía el brazo izquierdo inmovilizado.
Cuenta Adela
Margarita Salas, que fue docente de la escuela entre 1978 y 1985, que durante
la dictadura militar no podían sacar a los chicos a excursiones, por lo que
ella y otra docente sacaban a los chicos a nombre de ellas, y de esa forma
evitaban el cepo.
Por aquellos
años la escuela tenía un edificio precario en forma de U. Cuando hacía más de
30 ºC se suspendían las clases. El alta matricula hizo que se tuvieron tres
turnos de tres horas casa uno. Se daban desayuno y merienda en el patio, y
sanguches como almuerzo.
Desde hace
algunos años la escuela realiza hacia el mes de noviembre una muestra anual,
abierta a la comunidad, con trabajos artísticos y culturales desarrollados por
los alumnos.
Batallón
50 Padre Lorenzo Massa
En los años 70
comenzó la construcción de la parroquia San Juan Bautista, en un predio ubicado
en la esquina de Juan Ignacio Rucci y Miró. El conocido (en páginas judiciales)
padre Julio Grassi afirma que ayudó a su culminación en el año 1974.
A partir del 14
de mayo de 1977 la parroquia cuenta con su propio grupo de exploradores de Don
Bosco, el Batallón 50 Padre Lorenzo Massa. Héctor Patahuer fue el fundador y
primer jefe. Por esta institución pasan niños y adolescentes que son educados
para desarrollar actividades al aire libre, y que periódicamente realizan
campamentos y excursiones.
También son
frecuentes sus desfiles por las calles del barrio. Ataviados con sus trajes
característicos, marchan al ritmo de los instrumentos y de las voces de los
guías.
Jardín
de Infantes Despertar
El 30 de mayo de
1987 se inauguró el jardín de infantes municipal nº 17 Despertar, con dos
pequeñas aulas, casi sin patio, contiguo al edificio de la escuela nº 71. Su
primera directora fue Laura Aura.
En 2008 se
demolió la estructura vieja, con el fin de construir un espacio más amplio
ganando terreno al predio de la antigua Sociedad de Fomento Gral. San Martín,
pero por diversas cuestiones las obras no concluyeron hasta 2013. Durante ese
tiempo el jardín funcionó en el edificio de la escuela nº 71. En la actualidad
cuenta nuevamente con instalaciones propias.
Centro
Social y Cultural Paraguayo Silvio Morinigo
Los Manzanares
tuvo y tiene una composición heterogénea en cuanto al origen de sus vecinos,
con importantes aportes de naturales del interior argentino, y también de
inmigrantes extranjeros.
Entre sus
vecinos encontramos chilenos, bolivianos, paraguayos y peruanos.
Particularmente,
la comunidad paraguaya ha hecho una notable contribución a la cultura del
barrio a través del Centro Social y Cultural Paraguayo Silvio Morinigo.
Esta institución
fue creada el 4 de noviembre de 1990, y debe su nombre a uno de sus fundadores,
fallecido durante ese año. Su sede se encuentra en la calle Labarden al 5396, a
media cuadra de la Plaza San Juan. Tiene una activa participación en eventos
culturales dentro y fuera de La Matanza, a través de stands y de su cuerpo de
baile, que interpreta danzas tradicionales del Paraguay.
Centro
Cultural Pierina Dealessi
Desde 2002 el
barrio cuenta con el Centro Cultural Pierina Dealessi, ubicado sobre la calle
Labarden al 5395. Esta institución figura en el listado de Casas de la Cultura
de La Municipalidad de La Matanza. Lidia Galeano es su coordinadora general
desde su fundación.
En el espacio
funciona la Biblioteca Popular Manzanares, el comedor comunitario municipal
Virgen del Rosario y un centro de alfabetización, a la vez que se realizan
continuamente cursos y talleres.
El 29 de junio
de 2008 Víctor Laplace se presentó en este centro cultural, en el marco de una
función de cine-debate, con la proyección de su filme “La otra Argentina”.
La
Voz del Manzanar
Uno de los
vecinos característicos de Los Manzanares ha sido, sin duda, Javier Rubén
Piñero.
Miembro activo
de la Sociedad de Fomento General San Martín y de la Asociación Cooperadora de
la Escuela Nº 71, en diferentes épocas, historiador incansable del barrio, en
septiembre de 1975 fundó, junto con Rubén Norberto Uriol, el primer diario
zonal, La Voz del Manzanar, de aparición mensual, que recogía las noticias más significativas
para el barrio y difundía las actividades de su gente.
Tras unas pocas
ediciones, se interrumpió la salida de este diario hasta el año 1980, cuando
Javier Piñero en solitario retomó el proyecto y editó el periódico mensualmente
hasta el año 1985, cuando su fundador, redactor y editor decidió cerrarlo.
Javier Piñero,
con su nombre o con seudónimos, siguió publicando notas sobre Los Manzanares en
otros diarios locales, notas que nos han servido de guía para la publicación,
dos décadas después, de Los Manzanares de la Flora, Barrio Residencial, revista
que en conjunto con mi primo Damián Orellana publicamos entre 2006 y 2009,
simultáneamente en papel y en Internet.
Rubén Uriol fue
uno de los fundadores de la Sociedad de Poetas y Escritores de La Matanza, y
publicó tres libros titulados: Garabatos (1995), Cartas a Julia (1998), y Las
cosas de Andrés (2000). En el último, al final del texto consigna que fue
escrito en su casa de la calle Carabobo, en el barrio Manzanares.
La
Plaza San Juan
La Plaza San
Juan ha pasado por varios cambios a lo largo de su existencia. En las primeras
décadas del barrio hubo momentos en que fue un baldío abandonado, donde se
realizaban carreras de caballos, los circos montaban su carpa, y grandes y
chicos jugaban al fútbol. Hubo otros momentos donde se la arreglaba, se hacían
caminos, se ponían bancos y asientos de piedra. Y después de nuevo el abandono.
En 2006 un grupo
de vecinos formó la Unión Vecinal 16 de septiembre y se abocó a remodelar la
plaza, obteniendo donaciones de materiales y poniendo ellos su trabajo. Así, se
repararon las mesas y bancos, se reforestó y se pusieron juegos para niños.
A mediados de
2001, se construyó en la plaza, en el extremo que da a la calle Berna en
sentido a Martín Fierro, un anfiteatro que consta de una plataforma de concreto
y que ha servido para actos de diversa índole. A este anfiteatro se lo bautizó
Leonardo Favio. En un principio, contaba en su parte trasera con un inmenso
paredón. En 2007 el paredón fue derribado, en respuesta a quejas de los
vecinos.
Desde su
inauguración, el Anfiteatro Leonardo Favio ha sido escenario para múltiples
eventos sociales, culturales, religiosos. El 21 de junio de 2006 alumnos de
tres escuelas de la zona: las nº 71, la nº 123, y la nº 82, se reunieron para
realizar la promesa a la bandera. El evento fue declarado de interés municipal
por el H.C.D. de La Matanza. Las mismas escuelas se reunirían para celebrar con
concurridos actos, exposiciones y números musicales, el Día de la Tradición, el
10 de noviembre de 2006, y el Bicentenario de La Patria, el 25 de mayo de 2010.
El día del niño es celebrado masivamente todos los años desde 2006.
La
Cancha Redonda
En su diseño
original, el barrio Los Manzanares iba a tener dos plazas, ambas circulares, de
una cuadra de diámetro. Una es la actual plaza San Juan. La otra iba a estar
ubicada en la intersección de las calles Perito Moreno y Berna, y se llamaría
plaza La Patria.
En los años 70
este predio fue convertido en el Campo Municipal de Deportes Nº 5. Aunque por
su particular forma fue conocido por los vecinos a lo largo de tres décadas
como la “Cancha Redonda”. Contaba con arcos, alambrado perimetral y una casa
para el cuidador. Como todo espacio público, pasó por buenas y malas épocas. Se
lo utilizó para actividades deportivas, para actos de todo tipo, y hasta para
campañas de evangelización.
En septiembre de
2009 comenzaron las obras para construir en este predio un espacio
polideportivo techado, que se inauguró oficialmente en 2011, y un CIC (Centro
Integrador Comunitario), cuya culminación
viene con retraso.
Epílogo
Debido a la
creación de la Subdelegación Municipal Manzanares, a otras zonas dentro su
jurisdicción se las ha empezado a identificar como barrio Los Manzanares. Tras
lo expuesto en este artículo, espero haber dejado en claro que, por historia,
(y porque no, también por sentimiento de los vecinos), las manzanas que rodean
a la plaza San Juan constituyen el núcleo y tejido original sobre el que el
barrio Los Manzanares toma existencia.
Algunos
trabajos monográficos sobre Los Manzanares
Dos historias en
casi 50 años, de Liliana del Rey, año 2002.
Inmigración
paraguaya en la zona del oeste del Gran Buenos Aires, Barrio Los Manzanares,
Villa Luzuriaga, de Miguel Angel Gamarra y Gustavo Tomas Lizardo, año 2002.
¿Qué sabe usted
de su barrio? ¿Le agradaría enterarse?, de Javier Rubén Piñero, año 2002.