martes, 11 de febrero de 2020

Literatura

He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por el amor romántico
He visto a tantas mujeres de buen corazón hechas heridas en el alma por un hombre, he visto a las mujeres más trabajadoras derramando lagrimas por alguien que no lo merece, he visto a las mujeres más preparadas varadas en la sombra de su pareja, he visto tantas mujeres preciosas, de carácter, exitosas y trabajadoras, con sus sueños, proyectos o carreras frenadas por la palabra de un esposo o novio.
He visto a jovencitas sobresalientes en sus estudios y con un futuro prometedor, pero suplicándole que vuelva a un niño ingenuo e inmaduro, he visto a las universitarias con las mejores calificaciones de rodillas ante un pobre patán con el ego hasta las nubes, tantas y tantas dando cátedras de talento en un salón de clases, pero la persona que tienen a su lado más que multiplicar su genialidad, les resta luz.
He visto chicas por plazas, calles y bares, cantando por horas, siendo felices a carcajadas o practicando de forma impresionante algún deporte, pero al llegar casa nunca mencionan ni una sola palabra de lo que les apasiona hacer, callan y se encierran en su habitación, se quitan el uniforme y parece que también la mejor versión de su persona, parecen otras personas, pero ya sin magia, buen humor o pasión por la vida.
He visto a preciosas mujeres maduras en el supermercado a las ordenes del hombre que las acompañada, con un actitud tan sumisa y servil, las he mirado con un vacío en los ojos y fastidio en la mirada, caminan como si les pesara la rutina, como si todo fuera actuado y estuvieran cansadas de ese papel, pareciera que piden permiso por cada paso y necesitan la aprobación de su compañero para adquirir producto por producto.
He visto a mujeres de distintas edades, de distintas formas de pensar y carácter, prisioneras en una jaula de oro, sacrificando su felicidad a costa de sus parejas, olvidándose de visitar a sus padres, dejando en el pasado a sus amistades de toda la vida, dejando empolvando sus mejores zapatos y sus vestidos más sensuales, dejar de visitar salones de belleza o bibliotecas, todo para no molestar o incomodar al hombre que vive con ellas.
He visto que a las mujeres de mi generación les arrancan sus alas, les prohíben sonar, sus proyectos siempre quedan postergados para después, de sus metas nunca más se vuelve hablar, sus fantasías quedan reprimidas, la intimidad se vuelve algo frió y mecánico, no tienen permiso de modificar sus planes, lucir hermosas para sí mismas, se niegan a tantas cosas para no despertar la duda de la persona que supuestamente ha jurado amarlas, respetarlas y apoyarlas.
¿En qué momento el compartir una vida se convirtió en una pesadilla y un contrato de por vida?
Mi niña, que la idea de compartir tus sueños con alguien más o formar una familia y un hogar no te haga caer en las manos equivocadas, que lo bonito que se siente pensar en despertar en los brazos de alguien, no te permita abrirle las puertas de tu casa y de tu corazón a una persona mediocre.
Cúmplelo, preciosa.
Héctor Berumen
08 - Febrero - 2020