He visto a
las mejores mentes de mi generación destruidas por el amor romántico
He visto a
tantas mujeres de buen corazón hechas heridas en el alma por un hombre, he visto a las mujeres más trabajadoras derramando
lagrimas por alguien que no lo merece, he visto a las mujeres más preparadas
varadas en la sombra de su pareja, he visto tantas mujeres preciosas, de
carácter, exitosas y trabajadoras, con sus sueños, proyectos o carreras
frenadas por la palabra de un esposo o novio.
He visto a
jovencitas sobresalientes en sus estudios y con un futuro prometedor, pero
suplicándole que vuelva a un niño ingenuo e inmaduro, he visto a las
universitarias con las mejores calificaciones de rodillas ante un pobre patán
con el ego hasta las nubes, tantas y tantas dando cátedras de talento en un
salón de clases, pero la persona que tienen a su lado más que multiplicar su
genialidad, les resta luz.
He visto chicas
por plazas, calles y bares, cantando por horas, siendo felices a carcajadas o
practicando de forma impresionante algún deporte, pero al llegar casa nunca
mencionan ni una sola palabra de lo que les apasiona hacer, callan y se
encierran en su habitación, se quitan el uniforme y parece que también la mejor
versión de su persona, parecen otras personas, pero ya sin magia, buen humor o
pasión por la vida.
He visto a
preciosas mujeres maduras en el supermercado a las ordenes del hombre que las
acompañada, con un actitud tan sumisa y servil, las he mirado con un vacío en
los ojos y fastidio en la mirada, caminan como si les pesara la rutina, como si
todo fuera actuado y estuvieran cansadas de ese papel, pareciera que piden
permiso por cada paso y necesitan la aprobación de su compañero para adquirir
producto por producto.
He visto a
mujeres de distintas edades, de distintas formas de pensar y carácter,
prisioneras en una jaula de oro, sacrificando su felicidad a costa de sus
parejas, olvidándose de visitar a sus padres, dejando en el pasado a sus
amistades de toda la vida, dejando empolvando sus mejores zapatos y sus
vestidos más sensuales, dejar de visitar salones de belleza o bibliotecas, todo
para no molestar o incomodar al hombre que vive con ellas.
He visto que a
las mujeres de mi generación les arrancan sus alas, les prohíben sonar, sus
proyectos siempre quedan postergados para después, de sus metas nunca más se
vuelve hablar, sus fantasías quedan reprimidas, la intimidad se vuelve algo
frió y mecánico, no tienen permiso de modificar sus planes, lucir hermosas para
sí mismas, se niegan a tantas cosas para no despertar la duda de la persona que
supuestamente ha jurado amarlas, respetarlas y apoyarlas.
¿En qué momento
el compartir una vida se convirtió en una pesadilla y un contrato de por vida?
Mi niña, que la
idea de compartir tus sueños con alguien más o formar una familia y un hogar no
te haga caer en las manos equivocadas, que lo bonito que se siente pensar en
despertar en los brazos de alguien, no te permita abrirle las puertas de tu
casa y de tu corazón a una persona mediocre.
Cúmplelo,
preciosa.
Héctor
Berumen
08 - Febrero
- 2020