1813
– 20 de Febrero – 2020
207º
Conmemoración de la Batalla de Salta
La Batalla de Salta
Luego de una lluviosa noche y con las primeras luces del 20 de febrero de
1813, las tropas patriotas empuñaron sus armas a la espera de las órdenes del
Gral. Belgrano que se produjo al mediodía, luego de un desayuno.
Belgrano amaneció con vómitos de sangre lo que hizo temer que no pudiera
montar, pero al cabo de la mañana su situación mejoro y pudo comandar
personalmente el ejercito en armas exhortándolo con vehemencia a anteponer la
libertad a la dependencia vil; el honor a la ignominia; la gloria de triunfar a
la vergüenza de ser presa del tirano; la muerte misma al ominoso yugo de la
esclavitud.
El Campo de la Tablada, donde se desarrollo la acción, era una planicie
limpia y pastosa suavemente inclinada hacia el sudeste, cubierta de una
alfombra de gramilla. Sus dimensiones eran de media legua de ancho y recorría
desde las lomas de Medeiros hasta el cerro San Bernardo.
La derecha de la primea línea fue confiada al mayor general del ejército
Eustaquio Díaz Vélez y la izquierda al coronel Martin Rodríguez. Con la reserva
marchaba el general Belgrano llevando la nueva bandera azul y blanca, que
recibía el bautismo de fuego.
El ataque comenzó de manera desventajosa pues roto el fuego por los
maturrangos, Belgrano ordeno que Dorrego avance sobre la izquierda realista con
dos compañía de cazadores, apoyadas por la caballería de Zelaya siendo rechaza
por el costado más fuerte del enemigo. En esta circunstancia fue herido en el
muslo Díaz Vélez, quien tuvo que retirarse del campo de batalla. Entonces
Belgrano dispuso que una sección de reserva a las órdenes de Silvestre Álvarez
ataque la columna ligera dispuesta sobre las laderas del Cerro San Bernardo que
incomodaban el avance con fuegos diagonales.
Asimismo, ordeno a Dorrego que con la caballería atropelle con toda fuerza
al enemigo sin interceptar el fuego de la artillería patriota.
Así entonces los, “los Decididos”, comandados por Dorrego y Superi
avanzaron sobre el ala occidental del ejercito godo siendo repelidos.
En su segundo intento, vieron atónitos como la caballeria de Yavi se
retiraba – cumpliendo con la palabra empeñada - , posibilitando el ataque al corazón
de la formación enemiga.
Concomitante con esta acción, Doña Martina Silva de Gurruchaga asesta una
estocada con un grupo de gauchos desde las lomas del oeste. Silva de Gurruchaga
preparo secretamente las tropas con el campesinado de las afueras de la Ciudad
en su casa de Cerrillos y apareció en batalla por las lomas de Medeiros. Esta
heroica acción le valió el reconocimiento de Belgrano quien le obsequio un
tapado de seda con una leyenda bordada que decía: “A la benemérita patriota
capitana del ejercito doña Martina Silva de Gurruchaga”.
Tristán hizo cubrir el hueco de la caballería de Yavi con batallones de
segunda línea haciéndose general el fuego, pero dichas tropas al ver la fuga
temerosa de sus compañeros y la caballería de Dorrego sobre sus espaldas
emprendieron también la huida sobre el ejido urbano.
Fue así que Dorrego no solo recupero el terreno perdido, sino que por el
vigor de la carga, toda el ala izquierda del enemigo cedió al empuje. Tal fue
la desorganización que se replegaron sobre la ciudad, dejando al descubierto
todo el flanco que ocupaba.
Entonces se hizo sentir el fuego en la Ciudad misma, donde, con el apoyo de
dos piezas de artillería de Juan Pedro Luna, los comandantes Dorrego, Pico,
Forest, Superi y Zelaya ingresaron hasta cuadra y media de la plaza. Las calles
se encontraban fuertemente fortificadas con empalizadas.
Así las cosas, “Los Decididos” ingresan victoriosos al ejido urbano y
desarticulan la resistencia en el convento de la Merced que hacía de cuartel de
Tristán, apoderándose del mismo. Superi sube a la torre y flamea un poncho azul
y blanco señalando a Belgrano que ese sector de la Ciudad ha sido tomado.
En el fragor de la batalla, el Coronel Apolinario Figueroa, comandante de las milicias de Salta, se encuentra con Tristán en medio de la confusión, y teniendo la oportunidad de concluir la sangrienta batalla, le dispara con su arma. No asestándole el tiro, lo acecha con su caballo recibiendo un sablazo en el pecho sin lograr herirlo. Tristán escapa merced a la velocidad de su caballo. El centro se mantuvo con más firmeza en función de la artillería, pero los 3 batallones finalmente cedieron sus posiciones abandonando las piezas, una bandera y varias cajas de municiones. Esto permitió el avance a discreción de Superi y Forest.
En el fragor de la batalla, el Coronel Apolinario Figueroa, comandante de las milicias de Salta, se encuentra con Tristán en medio de la confusión, y teniendo la oportunidad de concluir la sangrienta batalla, le dispara con su arma. No asestándole el tiro, lo acecha con su caballo recibiendo un sablazo en el pecho sin lograr herirlo. Tristán escapa merced a la velocidad de su caballo. El centro se mantuvo con más firmeza en función de la artillería, pero los 3 batallones finalmente cedieron sus posiciones abandonando las piezas, una bandera y varias cajas de municiones. Esto permitió el avance a discreción de Superi y Forest.
Esta fuga arrastro a la reserva, quedando cortada la comunicación con el
Real Lima y el Paucartambo ubicados sobre el cerro San Bernardo.
El error táctico de Tristán de ubicar el ejército muy cerca del tagarete de
Tineo se convierte en tragedia. Muchísimos soldados españoles, en su huida
despavorida caen en las aguas de tagarete que se encontraba rebosante por las
abundantes e interminables lluvias veraniegas de Salta.
Pio Tristán retrocede para refugiarse en la Plaza Mayor donde todo era
desorden, confusión e indisciplina. La realidad en las faldas del cerro San
Bernardo era muy distinta al resto del teatro de operaciones, ya que la
posición del Real Lima y Paucartambo era notoriamente favorable por las
defensas naturales y la zanja del cerro o zanja blanca que los protegía.
Belgrano mismo debió asistir al Regimiento n° 1 que se batió larga, sangrienta,
encarnizada y ferozmente. Estos batallones godos avanzaron hasta prácticamente
el codo del cerro (Av. Uruguay y Virrey Toledo), momentos en el que dudaron
sobre la suerte de la batalla, pues veían la realidad del resto del ejército,
que era calamitosa.
Entonces, Arenales al mando de algunos Decididos y paisanos se lanzo a la
carga sobre parte del Real Lima y Paucartambo logrando su dispersión sobre el
cerro y la consiguiente victoria definitiva sobre todo el ejército realista.
Viendo Tristán que sus órdenes eran desoídas, envía al coronel Felipe de La
Hera para comunicar a Belgrano la capitulación del ejército godo.
Luego de tres horas y media de sangrienta batalla, la misma termina con la
primera rendición absoluta realista en territorio argentino.
La capitulación fue firmada el mismo día en el Campo de la Tablada que paso
a llamarse “Campo del Honor” y ratificada esa misma noche por Tristán y once
jefes de su ejército.
El día 21 de febrero a hs 10 se llevo a cabo el acto oficial de rendición
en la actual calle Santiago del Estero y Mitre donde se hizo entrega de las
armas, estandartes y tambores.
Por Dr. Esteban Cabrini
Honor
y Gloria a los Héroes de la Patria.