Niños en casa
4 mitos en primeros auxilios y
qué se sugiere hacer en cada caso
Cuáles son las prácticas incorrectas más
comunes y qué tenés que hacer en situaciones de emergencias.
De
generación a generación se transmiten costumbres que, aún con la intención de
preservar la salud, pueden no ser convenientes y empeorar el estado de de las
personas. La información en temas de primeros auxilios siempre fue deficitaria
por utilizar un lenguaje demasiado técnico o por tocar conceptos que se dan por
sobreentendidos. A esto le debemos agregar el aporte de estos "mitos"
que se divulgan sin fundamento alguno. A continuación, algunos de estos
"mitos" sobre primeros auxilios y qué se sugiere hacer.
Convulsiones
Se suele
escuchar que ante una convulsión “hay que meterle algo en la boca” al paciente,
ya sea los dedos, un palo o una cuchara. Pero esto solo puede agravar el
cuadro.
Las convulsiones
ocurren cuando la actividad eléctrica normal del cerebro se desorganiza. Estas
descargas producen contracciones musculares y movimientos corporales
involuntarios. Además, puede producirse rigidez de tronco y extremidades,
sacudidas y movimientos de flexión y extensión.
Hay diferentes
factores que pueden provocarla: lo más común es fiebre, pero también puede ser
por traumatismos de cráneo, hipoglucemias, intoxicaciones, y lesiones térmicas.
En el caso de las febriles, no suelen dejar ningún tipo de secuelas. Suelen
ocurrir entre los seis meses y los seis años de vida. En el caso de que la
convulsión se prolongue durante más de quince minutos, probablemente no se
tratará de una convulsión febril típica y se deba llamar al número de
emergencias.
¿Qué debemos hacer ante una convulsión?
- Colocar al
niño de costado para evitar aspiraciones y que la lengua obstruya la vía aérea.
- Aflojar la
ropa ajustada.
- Si el niño
está azul o no respira, realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar.
- Alejar los
muebles u otros objetos de la escena donde el niño tiene la convulsión para evitar
que se lesione.
- Si es posible,
colocar una almohada pequeña o una toalla debajo de la cabeza del niño, para
que no se lastime.
- Registrar a
qué hora comienza y termina la convulsión y sus características. Informar al
médico lo ocurrido con la mayor cantidad de detalles.
- Llamar a
emergencias en los casos en que el niño no tenga antecedentes de convulsiones
previas, si esta duró más de 5 minutos o si se repite en el día o en el mismo
cuadro febril.
Si el niño tiene
antecedentes de convulsiones febriles repetidas, el pediatra puede indicar la
administración de diazepam (benzodiacepinas), en forma de supositorio, durante
los episodios de fiebre.
Ahogamiento
Es un accidente
muy común en niños, sobre todo, en los meses de verano. Se considera la segunda
causa de muerte accidental, tras los accidentes automovilísticos. Cerca del 50%
de los casos de asfixia por inmersión ocurren en niños entre uno y cuatro años.
Siguiendo
los mitos populares suele escucharse que es importante que la víctima vomite y
elimine el agua. Esto no es así.
El contacto de
una pequeña cantidad de líquido en la vía aérea, donde sólo debe pasar el aire,
conlleva a un importante espasmo: la vía aérea se cierra e impide que el
oxígeno llegue a los pulmones y, por ende, al resto de los órganos. En estos
casos es importante aplicar maniobras de RCP para lograr el suministro de
oxígeno. Luego el propio organismo reabsorberá el agua.
Golpes en la cabeza
En este
tipo de casos, el mito más escuchado es: “No dejar dormir al niño que tuvo un
golpe en la cabeza”. Esto no es así: el sueño no empeora la evolución del
traumatismo; lo único que hace es impedir detectar cambios de conducta o de
nivel de conciencia.
Si bien el
término “traumatismo de cráneo” puede preocuparnos o asustarnos mucho, se
refiere simplemente a un golpe en la cabeza. Existen distintos grados de
traumatismo: desde el leve, habitualmente llamado “chichón”, que sin duda es el
traumatismo de cráneo más frecuente y que consiste en un hematoma superficial;
a un traumatismo de cráneo grave, donde el cerebro esté comprometido producto
de la inflamación por el golpe.
Es fundamental
saber diferenciar el grado del traumatismo. Para eso se debe estar alerta ante
la eventual aparición de ciertos síntomas que orientan a la detección de un
daño cerebral:
- Hemorragia en
alguna parte de la cabeza.
- Pérdida de la
conciencia. Esta puede durar desde segundos tras el golpe hasta varios días. Es
por ello que resulta tranquilizador escuchar el llanto una vez ocurrido el
golpe.
- Signos de
confusión o de pérdida de la memoria: el niño debe ser capaz de saber dónde se
encuentra y recordar el incidente, aunque esté asustado por el golpe recibido.
- Palidez y
sudoración.
- Cefalea
intensa.
- Náuseas o
vómitos recurrentes.
- Pérdida del
control de esfínteres (orina o materia fecal), en niños que ya lo controlaban.
- Pupilas de
diferente tamaño. Observar si son redondas, iguales y del mismo tamaño; si es
necesario, compararlas con las de otras personas que están bajo la misma luz.
- Convulsión.
- Goteo de sangre
o líquido transparente por la nariz o la oreja.
En caso de que
el niño presente alguno de los síntomas mencionados es conveniente llamar al
número de emergencias.
En caso de no
presentar ningún signo, se recomienda observar al niño durante las siguientes 6
horas en donde pueden presentarse los siguientes cambios:
- Visión
borrosa.
- Somnolencia
fuera de lo normal, debilidad, o cansancio fácil.
- Cambios de
conducta: Irritabilidad, agresividad, agitación.
- Dificultad
para caminar, hablar o mantener el equilibrio.
- Cambio en los
hábitos alimentarios, el sueño o en la forma en el que el niño juega.
- Pérdida de una
capacidad adquirida recientemente, como hablar, caminar, o controlar
esfínteres.
Si no se
presenta ningún síntoma se recomienda dejar dormir al niño si es horario
habitual de sueño. Si no es la hora habitual de dormir, y el niño actúa
normalmente, pero tiene sueño, se recomienda que duerma hasta dos horas
seguidas sin interrupciones. Luego se debe despertarlo y controlar que lo haga
de manera normal. Si no fuese así, inmediatamente debe comunicarse al número de
urgencias.
Picadura de insectos
Los niños son
curiosos y exploran su entorno. Esto los lleva a enfrentarse con insectos como
abejas, avispas, hormigas, garrapatas y mosquitos. Los insectos venenosos solo
son agresivos si se sienten amenazados o molestos. El hecho de que los pequeños
jueguen cerca de sus colonias puede ser interpretado como amenaza.
Con las
picaduras, los insectos inyectan su veneno a través de la piel, lo que suele
generar irritación o una reacción alérgica, acompañadas por picazón, dolor o
hinchazón de la zona. En situaciones como esta suele escucharse
recomendarse “orinar en la tierra y untar la picadura con ese
"barro", pero esto es incorrecto.
La mayoría de
las picaduras de insectos no requieren de atención médica, pero otras pueden
conllevar a una reacción alérgica grave y, en ocasiones, conducir a la muerte
ya que en muchos casos se desconoce que el niño sea alérgico.
Reacciones leves
o moderadas a las picaduras de insectos:
- Extraiga
cualquier parte del cuerpo del insecto que haya quedado. En el caso de las
abejas, el aguijón suele liberar veneno durante unos segundos por lo que es
importante quitarlo. De este modo, disminuirá la cantidad de veneno y bacterias
que producen irritación.
- Lave la zona
con jabón y enjuague con agua.
- Reduzca el
dolor y la hinchazón aplicando hielo envuelto en un paño o toalla sobre la piel
del niño.
- Mantenga la
zona elevada (por encima del nivel del corazón).
- Si el niño ya
ha reaccionado en una ocasión anterior con dolor e hinchazón extrema y el
médico le ha administrado medicamentos para estos casos puede volver a
administrárselos.
- Observe al
niño y esté atento a cualquier reacción que aparezca tras la picadura y la
administración del medicamento, si ha sido administrado.
Picadura de víboras
En estos
casos suele escucharse que hay que “chupar el veneno de la herida”, pero es
incorrecto.
Lo que se
sugiere hacer es:
- Alejar a las
personas que están en la zona y llamar al número de emergencias.
- Tranquilizar
al niño, indicarle que no mueva la parte del cuerpo donde está la mordedura.
- Quitarle la
ropa que le ajuste.
- Lavarle con
jabón y agua la zona de la mordedura.
- Si la
serpiente está herida, no tocarla: podría morder y ser peligrosa.
- Si es
necesario mover al animal de la zona, use para ello una pala de mango largo.
Fuente: Diario Clarín / Suplemento
Entre Mujeres / 20 de agosto de 2018 / Asesoró la doctora Mariela Ghiggi,
Coordinadora Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos de la Clínica Olivos
https://www.clarin.com/entremujeres/hogar-y-familia/mitos-primeros-auxilios-sugiere-hacer-caso_0_ByhjzyGUQ.html