Paisajes de hoy
Se tiene por
costumbre señalar al gobierno del doctor Arturo Illia, que duró de 1963 hasta
el golpe de 1966, como constitucional y democrático. Habrá que revisar esa
habitualidad. ¿Dentro de qué esquema de construcción política se inscribe este
gobierno?
Luego de la
caída del gobierno peronista en 1955, los militares creen poder definir como
provisoria a la dictadura que imponen. El Gobierno de la Revolución Libertadora
será “provisorio”. Así lo anuncian y lo definen. En verdad, ven a la existencia
republicana de ese país (el suyo por decisión de vencedores) como la “patria de
nuestros padres y abuelos”. Esa “patria” fue interrumpida gravemente por el
gobierno peronista, demagogo, antirepublicano y antidemocrático. Es importante
marcar lo demagógico del gobierno dictatorial pues el “régimen depuesto”, ese
gobierno, se había consolidado y mantenido por medio del apoyo de la masa, de
los de abajo, de los negros, de la chusma y de los cabecitas, distintos nombres
con que se señalaba a las masas peronistas. También Mármol escribe, en Amalia,
que bajo Rosas la soberbia de las masas había crecido demasiado hasta romper
los diques que marginaban a “las clases oscuras”. Le hace decir a María Josefa
Ezcurra: “Ser todos iguales, eso es la federación”. Rosas, el de la primera
tiranía, había adulado y satisfecho a la chusma para captar su adhesión. Perón,
lo mismo. Nuestros padres y abuelos, no. De aquí que en el ‘55 se restaurara la
república. Así decían.
Transcurrieron
varios años bajo control militar y gobiernos civiles, estos últimos entregaban
el parche democrático al aceptar gobernar bajo la proscripción del peronismo.
Así, los gobiernos que se despliegan en esos años son anticonstitucionales.
Zavala Ortiz pide a la dictadura brasileña que detenga a Perón en el aeropuerto
de El Galeao. Corría el año 1964, Zavala Ortíz era el ministro de Relaciones
Exteriores del Gobierno “democrático” del bueno de Illia. Que lo era, pero bajo
el sombrero de la casta militar y con la proscripción del partido mayoritario.
Todo lo que se hizo fue bajo la mancha antidemocrática de ese esquema fundante:
Los militares son el poder detrás de la cara democrática y todo se basa en la
negación del peronismo, visualizado como el comunismo que atacaba el orden
occidental y cristiano de un país al que ellos, adoctrinados por la Doctrina
Francesa de la seguridad nacional, juraban mantener puro, alejado del trapo
rojo. Transformaron al peronismo en el hecho maldito del país, lo que más
temían, lo único a lo que en verdad le tenían miedo. Esto le fue dando a esa
fuerza política un poder y un dinamismo incalculables. No hay como prohibir
algo para volverlo fascinante. Perón habría de volver en un avión negro.
Durante los
presentes días se ha incurrido en la modalidad de poner presos a políticos opositores.
Se trata de una campaña para desprestigiar al gobierno anterior y a los
opositores en general. Así, colaboran a la unidad del frente político y el
sindical.
Esta unidad –en
caso de llegar a concretarse– se dará en el plano superestructural. Importa
también y más concretar la otra: la estructural, la de las bases. Que deberá
llenar de contenido a las organizaciones. Se tratará de instaurar en ellas la
democracia. Sacarlas de la inercia.
Hubo un tiempo
en que se rechazaba a los que se acercaban a la mesa del sufragio diciéndoles:
“Vos ya votaste”. Eran los tiempos en que la oligarquía instauró el régimen de
la democracia fraudulenta. El gobierno de Justo era liberal en el frente
externo, represor en el interno. La oligarquía siempre funcionó así. Durante la
década que José Luis Torres llamó infame, el país se entregó tanto que se llegó
a hablar de la Argentina como la joya más preciada de la corona británica. Era
la farra del “granero del mundo”. Que había tenido la primera en el Centenario,
cuando se bendijo a esa modalidad de gobernar. La casta dirigente era una
burguesía de medio pelo. No sabe reinvertir las ganancias, las despilfarra.
La persecución
política actual termina por fortalecer a los perseguidos. Un gobierno tiene que
ser muy fuerte para perseguir sin que la persecución se vuelva en su contra. El
actual está retrocediendo en su capacidad de convocar a la clase media. Los
aumentos, los tarifazos, las góndolas vertiginosas pegan fuerte en el bolsillo
de todos. Los lleva al desencanto. Habrá que ver cómo se capitaliza esto desde
el arco opositor. Mientras no exista la seguridad de una alternancia creíble y
carismática tendremos resultados difíciles de creer o comprender a favor del
Gobierno.
Por José Pablo Feinmann
Fuente: Diario Página 12 (18-02-2018) https://www.pagina12.com.ar/96426-paisajes-de-hoy