Costo argentino, ese monstruo de siete cabezas
Hércules
Es probable que Hércules, de poder elegir, hubiera
preferido enfrentarse a la Hidra de Lerna, una monstruosa serpiente acuática a
la que la mitología le atribuyó siete cabezas, antes que acometer con el "costo
argentino", una tarea tan difícil como relevante para el país. La
capacidad de competir y atraer inversiones está jaqueada por la incidencia de
la logística, industrias del juicio varias, altísimos impuestos, trabas
burocráticas, duplicación de gastos y demás.
La falta de
preocupación del Gobierno anterior por la productividad acentuó muchos de estos
problemas, y ahora que se intenta removerlos aparecen múltiples focos de
resistencia, todo en un contexto en el que el enorme déficit fiscal financiado con
endeudamiento externo comprime al tipo de cambio por debajo de su "valor
de equilibrio". Este cuadro de situación no es gratuito en términos de
crecimiento.
Transportar
productos locales al puerto de San Pablo en un contenedor cuesta cinco veces
más que hacerlo desde Europa, por lo que no sorprende que la participación de
la Argentina en el comercio mundial se haya achicado de modo dramático,
fenómeno que obtura por diferentes vías los mecanismos que alimentan la
inversión, la productividad y los ingresos de la población.
Cierto es que el "costo
argentino" se hizo más insoportable durante el Gobierno anterior. Pero hay
problemas de larga data. Una peculiaridad del país es la recurrente duplicación
de gastos para la prestación de un mismo servicio, que tampoco es de
excelencia. Provincias y Nación superponen partidas, determinadas familias
pagan impuestos, pero recurren a servicios privados de salud, educación y
seguridad. Obras sociales sindicales quebradas y dirigentes millonarios
implican que los trabajadores afectados terminan recurriendo a los hospitales
públicos, y así sucesivamente.
No es imposible eliminar sobreprecios
para lograr, entre otros objetivos, que aquel contenedor a San Pablo se abarate
a una quinta parte del costo actual. Sólo que los beneficios de esa acción se
verán con el tiempo, y diluidos entre múltiples actores, mientras que los
intereses afectados conforman un núcleo ruidoso y bien pertrechado.
Sin ir lejos, es lo que ocurre con el
reciente Decreto de Necesidad y Urgencia (27/2018) que apunta a
"desburocratizar y simplificar" trámites y requerimientos.
Legisladores de la oposición han comenzado una ofensiva para tratar de
derogarlo, lo que implicaría conservar nichos de negocios al amparo de los
pliegues del Estado y/o de normas antiquísimas. El asunto es que esta lógica
era congruente con una economía que quemaba sus reservas, sumida en la
estanflación y perdiendo terreno frente a cada competidor. En cambio, es
inconsistente con una agenda que incluye, entre otros objetivos cercanos, un
acuerdo del Mercosur con la Unión Europea.
A mediados de los 90 había muchas quejas
de los industriales pero, al menos, las ventas de productos manufacturados de
la Argentina representaban el 0,30% de las exportaciones mundiales del sector.
Hacia 2011, el market share se había recortado a 0,24% pero, durante la
vigencia de los cepos, ese ratio se derrumbó a 0,16 % (año 2015). En 2016 no
hubo cambios y es posible que en 2017 haya una pequeña recuperación. Como
referencia, Corea del Sur captura el 3,6% de las exportaciones mundiales de
manufacturas, 22,5 veces el ratio de la Argentina!.
Saliendo del terreno industrial, veamos
qué pasó con las exportaciones totales del país. La irrupción de China de
principios de este siglo dinamizó la demanda de alimentos y commodities, así
que quizá no nos haya ido tan mal... ¡¡Error!! El market share de la Argentina
se contrajo de 0,55% de las exportaciones mundiales en 1996 a 0,38% en 2016
(base WITS).
Como se ve, no se trata sólo del
derrumbe de las exportaciones industriales. La Argentina tampoco aprovechó el
ciclo de las commodities. Dos ejemplos al respecto: a) nuestra participación en
las exportaciones de carne bovina cayó de 4,8% a 2,5% del comercio mundial del
sector entre 1997 y 2016, mientras Brasil subía de 1,6% a 9,9% en ese período;
b) en lácteos y quesos, el market share de la Argentina se estancó en torno a
1,1% de las exportaciones mundiales, mientras Nueva Zelanda pasó de capturar el
7,3% del mercado en 1996 a 11,4% en 2016.
El PIB de la Argentina equivale
aproximadamente a 0,73% del PIB mundial, pero nuestras exportaciones
representan el 0,38% del total. La inversa del "modelo argentino" es
Corea del Sur, cuya participación en el PIB mundial es de 1,9%, pero captura el
3,2% de las exportaciones del planeta. Para crecer y avanzar en productividad,
se necesitan plantas industriales con economías de escala, se requiere mayor
competencia en el mercado interno y mejor acceso a la tecnología de punta del
exterior. Y eso se consigue cuando se logra abrir un camino de ida y vuelta con
el mercado mundial.
El Pacto Fiscal de 2017 es una excelente
herramienta en función de promover la eliminación o recorte de tributos
distorsivos y generadores de sesgo antiexportador. Sin embargo, la "Hidra
de Lerna" tiene más cabezas. Las "tareas de Hércules" no estarán
completas si no se avanza con la modernización de la legislación laboral, la
desregulación y desburocratización, un funcionamiento aceitado de los mercados
(en las áreas que corresponda) y una planificación mucho más precisa y
coordinada de parte del Estado. Se trata de más calidad de servicios e
infraestructura a un menor costo. Fácil de decir, complejo de ejecutar.