Juan Manuel de Rosas
1793 – 30 de Marzo – 2017
A 224 Años del Natalicio
Biografía
Juan Manuel de Rosas, el restaurador de las Leyes, el estanciero más
poderoso de Buenos Aires, y a la vez uno de los gobernadores con más consenso
en toda la historia de la provincia, nació en Buenos Aires el 30 de marzo de
1793. Cursó sus primeros estudios en el colegio privado que dirigía Francisco
Javier Argerich. Pero su vocación no iba para el lado de las letras sino para
las tareas rurales.
Durante las invasiones inglesas participó activamente de la defensa en
el regimiento de Migueletes de Caballería. Tras la reconquista volvió al campo.
Se mantuvo completamente al margen de los sucesos de la revolución de mayo, de
la que dirá años más tarde: "En los tiempos anteriores a la revolución la
subordinación estaba bien puesta, sobraban recursos y había unión."
En marzo de 1813 se casó con Encarnación Ezcurra, quien sería su
compañera en la vida y en la política. Tras el casamiento Rosas devuelve a sus
padres los campos que les administraba y decide formar su propia empresa.
En noviembre de 1815 se asoció con Juan Nepomuceno Terrero y Luis
Dorrego en una compañía destinada a la explotación ganadera, saladero de
pescado y exportación de productos varios en la estancia de "Los
Cerrillos".
La dirección de sus estancias le dio a Rosas un gran conocimiento sobre
la vida y las costumbres de sus peones. "Me propuse adquirir esa
influencia a toda costa; para ello fue preciso hacerme gaucho como ellos,
protegerlos, hacerme su apoderado, cuidar de sus intereses, en fin no ahorrar
trabajo ni medios para adquirir más su confianza."
Tras la caída del Directorio, en 1820 Rosas comienza a participar
activamente de la política bonaerense. Apoyó e impuso la candidatura de Martín
Rodríguez a la gobernación de Buenos Aires. Participó activamente en el
Pacto de Benegas entre Santa Fe y Buenos Aires y se hizo
cargo de entregarle al caudillo santafecino, Estanislao López, 30.000
cabezas de ganado.
El derrocamiento de Dorrego y su posterior fusilamiento a
manos de Lavalle, vuelve a colocar a Rosas en el primer
plano de la política.
Luego de este episodio, Lavalle marcha hacia Santa Fe para
encontrarse con Paz, pero es derrotado en Puente de Márquez por las
fuerzas aliadas de López y Juan Manuel de Rosas.
Lavalle firma entonces con Rosas el
pacto de Cañuelas, que nombra como gobernador
interino de Buenos Aires a Viamonte y convoca a una
reunión de la sala de representantes porteña para elegir el
gobernante definitivo.
El 8 de Diciembre de 1829 la sala de representantes proclamó a Juan
Manuel de Rosas gobernador de Buenos Aires otorgándole las facultades
extraordinarias y el título de Restaurador de las Leyes.
Rosas llevó a cabo una administración provincial ordenada. Recortó los
gastos, aumentó los impuestos, superando lentamente el déficit fiscal
heredado, y reanudó las relaciones con la Santa Sede,
suspendidas desde 1810.
Fue el sector terrateniente el que sustentó el liderazgo rosista. La
estructura social durante este período estuvo basada en la tierra.
La gran estancia era la que confería status y poder.
Acompañaban a Rosas en el poder los grupos dominantes porteños que no
estaban dispuestos a compartir las rentas de la aduana con el resto de las
provincias.
El restaurador les garantizaba el orden y la disciplina social
necesarios para desarrollar sus actividades económicas.
Rosas gozaba de un gran predicamento entre sectores populares de Buenos
Aires, y, de esta forma, aparecía ante los terratenientes de la provincia como
el único capaz de contener y encauzar las demandas de las clases bajas.
En agosto de 1830 varias provincias del interior conforman la Liga
Unitaria bajo el liderazgo del General Paz.
En enero de 1831 Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos firmaron el Pacto
Federal, una alianza político militar para terminar con los unitarios de Paz.
Finalmente Paz será derrotado y capturado por López. Rosas, López y
Quiroga dominaban la confederación. Pero el restaurador demostró ser el más
poderoso y continuó aislando a Buenos Aires de las otras provincias.
En 1832 Rosas fue reelecto como gobernador de Buenos Aires. Exigió que
se le renovaran las facultades extraordinarias. La sala de representantes se
opuso y Rosas renunció.
Fue electo el general Juan Ramón Balcarce, candidato de Rosas que, entre
1833 y 1834, emprendió una campaña al desierto financiada por la provincia y
los estancieros bonaerenses preocupados por la amenaza indígena sobre sus
propiedades.
Rosas combinó durante la campaña la conciliación con la represión. Pactó
con los Pampas y se enfrentó con los ranqueles y la Confederación liderada por
Juan Manuel Calfucurá.
Según un informe que Rosas presentó al gobierno de Buenos Aires a poco
de comenzar la campaña, el saldo fue de 3200 indios muertos, 1200 prisioneros y
se rescataron 1000 cautivos blancos.
El éxito obtenido por el restaurador en la campaña aumentó aún más su
prestigio político entre los propietarios bonaerenses, que incrementaron su
patrimonio al incorporar nuevas tierras y se sintieron más seguros con la
amenaza indígena bajo control.
Rosas se alejó de la provincia pero no de los manejos políticos. Su
mujer, Encarnación Ezcurra era su fiel representante y con el apoyo de la
mazorca, conspiró contra los gobiernos de Balcarce, Viamonte y Maza que se
sucedieron durante la ausencia del restaurador.
La agitación política conducida por Encarnación contribuyó de manera
decisiva a crear un clima de gran inestabilidad favorable a los intereses de
Rosas.
Un hecho agravará aún más la situación. El caudillo riojano Juan Facundo
Quiroga, residía por entonces en Buenos Aires bajo el amparo de Juan Manuel de
Rosas.
Quiroga había manifestado al Restaurador sus inquietudes sobre la
necesidad de convocar a un congreso y organizar constitucionalmente al país.
Rosas se opuso argumentando que no estaban dadas las condiciones mínimas para
dar semejante paso y consideraba que era imprescindible que, previamente, cada
provincia se organice.
A Rosas no se le escapaba que la organización nacional implicaría la
pérdida para Buenos Aires del disfrute exclusivo de las rentas aduaneras, entre
otros privilegios.
Ante un conflicto desatado entre las provincias de Salta y Tucumán, el
gobernador de Buenos Aires, Manuel Vicente Maza (quien respondía políticamente
a Rosas), encomienda a Quiroga una gestión mediadora.
Tras un éxito parcial, Quiroga emprendió el regreso y fue asesinado el
16 de febrero de 1835 en Barranca Yaco, provincia de Córdoba.
La muerte de Quiroga determinó la renuncia de Maza y provocó entre los
legisladores porteños que prevaleciera la idea de la necesidad de un gobierno
fuerte, de mano dura.
Por una amplia mayoría de votos, expresados en la legislatura y a través
de un plebiscito que dio un resultado de 9.713 votos a favor y 7 en contra, fue
electo nuevamente Juan Manuel de Rosas, en marzo de 1835, esta vez con la suma
del poder público.
La hegemonía rosista se consolidó mediante la unificación ideológica del
pueblo de Buenos Aires a través del uso obligatorio de la divisa punzó, del
riguroso control de la prensa; y de una dura represión a la oposición ideológica
y política realizada por la Sociedad Popular Restauradora, conocida como la
"mazorca", la fuerza de choque de Rosas, encargada de la intimidación
y la eliminación de los opositores. Durante el largo período rosista, la
mazorca se cobró miles de víctimas.
En 1835, Rosas sancionó la Ley de Aduanas, que protegía a las materias
primas y productos locales, prohibiendo en algunos casos y gravando con altos
aranceles en otros el ingreso de la mercadería importada que pudiera perjudicar
a la producción nacional.
La Ley favoreció a las provincias pero sobre todo a Buenos Aires que
aumentó notablemente sus ingresos aduaneros.
Todo producto argentino destinado al exterior debía pagar su tributo a
Buenos Aires y todo producto extranjero destinado a cualquier parte del país
debía pagar también a Buenos Aires. Mediante este procedimiento Buenos Aires
podía estimular cierta actividad económica del interior y boicotear otra,
determinando qué mercadería extranjera y de qué países de procedencia podrá
consumir el interior.
Quedaban en manos de Buenos Aires las llaves para favorecer o empobrecer
a determinados grupos sociales de las provincias.
En esta segunda gobernación Rosas: favoreció la venta o el otorgamiento
de las tierras públicas que pasaron a manos de los grandes ganaderos.
Otorgó opción de compra de tierras a los arrendatarios de contratos de
enfiteusis facilitando así el acceso a la propiedad privada tanto al norte como
al sur del río Salado.
Rosas mantuvo durante gran parte de su mandato excelentes relaciones con
los comerciantes británicos y su gobierno.
Francia no había obtenido de Rosas un tratado comercial como el que
Inglaterra había conseguido de Rivadavia.
Los ciudadanos franceses no estaban exentos de hacer el servicio militar
como los británicos. Rosas, además había encarcelado a varios franceses
acusados de espionaje.
Se produce un conflicto diplomático y las naves francesas que estaban
estacionadas en el Río de la Plata, bloquearon el puerto de Buenos Aires a
fines de marzo de 1838.
El bloqueo se mantuvo por dos años generando una obligada política
proteccionista, más allá de la Ley de Aduana y produjo ciertas grietas en el
bloque de poder. Los ganaderos del Sur de la provincia se rebelaron contra
Rosas ante la caída de los precios de la carne y las dificultades provocadas
por el cerco francés al puerto.
Durante el bloqueo se reanudó la guerra civil. Lavalle, con el apoyo
francés, invadió Entre Ríos y Santa Fe pero fracasó en su intento de tomar
Buenos Aires por carecer de los apoyos necesarios y debió marchar hacia el
Norte.
En octubre de 1840, finalmente por tratado Mackau - Arana, Francia pone
fin al bloqueo. El gobierno de Buenos Aires se comprometió a indemnizar a los
ciudadanos franceses, les otorgó los mismos derechos que a los ingleses y
decretó una amnistía.
Concluido el conflicto con Francia, Rosas limitó la navegación de los
ríos Paraná y Uruguay. Bloqueó el puerto de Montevideo y ayudó a Oribe a
invadir el Uruguay y a sitiar la capital en 1843.
Estas actitudes de Rosas afectaron los intereses de los comerciantes y
financistas extranjeros.
En 1845, el puerto de Buenos Aires fue bloqueado nuevamente, esta vez
por una flota anglo-francesa.
A pesar de la heroica resistencia de Lucio N. Mansilla y sus fuerzas, en
la Vuelta de Obligado, una flota extranjera rompió las cadenas colocadas de
costa a costa y se adentró en el Río Paraná.
El bloqueo no sólo afectaba los intereses de los extranjeros, también
perjudicaba a los estancieros del Litoral que no podían navegar libremente por
el río Paraná y debían comerciar sus productos por el puerto de Buenos Aires,
entre los afectados estaba Justo José de Urquiza, que gobernaba la provincia de
Entre Ríos desde 1841
Los ingleses levantaron el bloqueo en 1847 mientras que los franceses lo
hicieron un año después. La firme actitud de Rosas durante los bloqueos le
valió la felicitación del General San Martín y un apartado especial en su
testamento: "El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia
de la América del Sur le será entregado al general Juan Manuel de Rosas, como
prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con
que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de
los extranjeros que trataban de humillarla."
Recién en 1850 quedaron normalizadas las relaciones con Inglaterra y
Francia.
Los bloqueos impusieron sacrificios a los sectores populares pero no
tanto a los estancieros, financistas y grandes comerciantes. Estos grupos disponían
de importantes reservas para sobrellevar los malos tiempos y de ventajas de
todo tipo, entre ellas impositivas:
"El dueño de una estancia de treinta mil cabezas de ganado que en
el estado actual de nuestras fortunas figura entre los más ricos hacendados del
país, podrá cancelar su cuenta corriente con el erario entregando el valor de
cuatro novillos (...) La contribución anual de un propietario de primer orden
iguala, pues, a la de un boticario, un fondero, o el empresario de un circo de
gallos, sin más diferencia que el primero paga a la oficina de contribuciones
directas, mientras los demás lo hacen en la de patentes."
Por otra parte, durante este período se restringe el sacrificio de
animales de manera que al finalizar los bloqueos, las estancias se encuentran
con su ganado multiplicado y listo para ser exportado.
Año tras año, argumentando razones de salud, Rosas presentaba su
renuncia a la conducción de las relaciones exteriores de la confederación, en
la seguridad de que no le sería aceptada. Y lo hacía en términos como estos:
"La irreparable pérdida de mi amante esposa Encarnación, la
prolongada lucha de mis más queridas afecciones para subordinarlas a mis altos
deberes y los principios de mi vida pública, aléjanme de una posición en que
fuera desacuerdo reproducir sacrificios ya colmados. Con intenso anhelo, muy
encarecida y humildemente, os suplico que, sin pérdida de tiempo, elijáis la
persona que ha de sucederme en el mando supremo de la provincia."
Y la Legislatura solía responderle en estos otros términos:
"No es dado a los representantes del pueblo, conceder a V.E. el
descanso que tan justamente solicita. Cierto es que las circunstancias de la
República exigen un poder con suficiente fuerza, armonía y rapidez: en este
convencimiento están los Representantes, y en el de que, aun cuando no hay
patriotas esclarecidos, capaces de ponerse al frente de los negocios, sólo en
la persona de V.E. pueden depositar confiadamente la plenitud de facultades que
acuerda la Ley. Sienten, pues no poder por ahora hacer innovación alguna a las
resoluciones anteriores; pero en medio del pesar que les causa su irrevocable
resolución, se hacen un deber manifestar a V.E. que están dispuestos a
prestarle la más activa y decidida colaboración en todo cuanto concierna al
sostén de la libertad e independencia de la República, bajo en concepto que
oportunamente facilitarán los recursos necesarios para terminar la cruel guerra
promovida por el feroz bando salvaje unitario."
En 1851 el gobernador de Entre Ríos emitió un decreto, conocido como el
pronunciamiento de Urquiza, en el cual aceptaba la renuncia de Rosas y reasumía
para Entre Ríos la conducción de las relaciones exteriores.
El conflicto era en esencia económico: Entre Ríos venía reclamando la
libre navegación de los ríos, -necesaria para el florecimiento de su economía-
lo que permitiría el intercambio de su producción con el exterior sin necesidad
de pasar por Buenos Aires.
Armado de alianzas internacionales, Urquiza decidió enfrentar al
gobierno bonaerense.
El emperador de Brasil, Pedro II proveería infantería, caballería,
artillería y todo lo necesario, incluso la escuadra. El tratado firmado entre
Urquiza y los brasileños decía en una de sus partes:
"Para poner a los estados de Entre Ríos y Corrientes en situación de
sufragar los gastos extraordinarios que tendrá que hacer con el movimiento de
su ejército, Su Majestad el Emperador de Brasil les proveerá en calidad de
préstamo la suma mensual de cien mil patacones por el término de cuatro meses
contados desde la fecha en que dichos estados ratifiquen el presente convenio.
S.E. el señor Gobernador de Entre Ríos se obliga a obtener del gobierno que
suceda inmediatamente al del general Rosas, el reconocimiento de aquel
empréstito como deuda de la Confederación Argentina y que efectúe su propio
pago con el interés del 6% por año. En el caso, no probable, de que esto no
pueda obtenerse, la deuda quedará a cargo de los estados de Entre Ríos y
Corrientes, y para garantía de su pago, con los intereses estipulados, SS.EE
los señores gobernadores de Entre Ríos y Corrientes, hipotecan desde ya las
rentas y los terrenos de propiedad pública de los referidos estados."
En las provincias la actitud de Urquiza despertó diversas reacciones.
Córdoba declaró que era una infame traición a la patria y dijo que
"Urquiza se había prostituido a servir de avanzada al gobierno
brasileño". Otras se pronunciaron en sentido similar e intentaron formar
una coalición militar para defender a Rosas, pero ya era demasiado tarde.
Urquiza alistó a sus hombres en el ''ejército grande" y avanzó
sobre Buenos Aires, derrotando a Rosas en la Batalla de Caseros, el 3 de
Febrero de 1852.
Vencido, el Gobernador de Buenos Aires se embarcó en el buque de guerra
"Conflict" hacia Inglaterra. Allí se instaló en la chacra de
Burguess, cerca de Southampton acompañado por peones y criados ingleses. El
gobierno porteño, instalado el 11 de septiembre de 1852, confiscó todos su
bienes y dependía para vivir de los recursos que le enviaban sus amigos desde
Buenos Aires. Volvió a dedicarse a las tareas rurales hasta su muerte ocurrida
el 14 de marzo de 1877, a los ochenta y cuatro años.
Unos años antes había escrito una especie de testamento político.
"Durante el tiempo en que presidí el gobierno de Buenos Aires,
encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, con la
suma del poder por la ley, goberné según mi conciencia. Soy pues, el único
responsable de todos mis actos, de mis hechos buenos como los malos, de mis
errores y de mis actos.
Las circunstancias durante los años de mi administración fueron siempre
extraordinarias, y no es justo que durante ellas se me juzgue como en tiempos
tranquilos y serenos".
Por Felipe Pigna
Fuente: http://www.el-historiador.com.ar/biografias/r/rosas.php
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