ACTUALIDAD
La banca extranjera en
"stand by" mantiene un cauteloso optimismo
En
medio de la recesión todos miran al sector financiero como salvavidas. Sin
embargo, el exiguo tamaño del mercado no permite albergar esperanzas, en el
corto plazo, de revertir la crisis.
Por Jorge Herrera
Lejos de
sentirse los ganadores del modelo, los bancos extranjeros que operan en el
mercado local añoran el boom de crédito. Sienten que poco pueden hacer en el
actual contexto recesivo y, monetariamente, contractivo. Menos aún, hablar de
acelerar la baja de las tasas de interés, que en realidad surgen, en el actual
esquema monetario en pos de estabilizar el tipo de cambio y contener la
inflación, del libre juego entre la oferta y la demanda de dinero. De modo que
los bancos terminan siendo tomadores de estas políticas. A pesar de la sana
competencia, desde el punto de vista de los banqueros de las principales
matrices internacionales, no vislumbran mayores cambios en los rendimientos
ofrecidos a los ahorristas de plazo fijo. Consideran, casi testimoniales, los
deseos oficiales de que se trasladen las altas tasas que rinden las Letras de
Liquidez (Leliq) del BCRA a los depositantes de plazo fijo. Medidas como las
que entrarán pronto en operación como la libre movilidad de los plazos fijos no
tendrán mayores impactos. Al respecto, vale recordar que la semana pasada el
titular del BCRA, Guido Sandleris, prometió, al presentar el IPOM de abril, que
impulsaría más medidas para inducir a los bancos a trasladar más puntos
porcentuales que obtienen por las Leliq a los plazos fijos.
A la hora de
evaluar, en este año electoral, los riesgos de una creciente dolarización los
economistas de la banca extranjera se muestran tranquilos. Según sus
estimaciones la corrida cambiaria del año pasado infringió una caída en los
depósitos a plazo fijo del 10%. Hoy este número sería totalmente manejable por
el sistema, según la apreciación de estos analistas. Destacan la gran
atomización de los tenedores privados, que incluso muchos de ellos usan este
canal de ahorro como dinero transaccional. Señalan además que se ha
desacelerado la demanda de dólares billetes tanto en sucursales como en el home
banking. Entre el elevado nivel de liquidez que tiene el sistema financiero, la
política monetaria contractiva, las reservas del BCRA, la atomización de plazos
fijos, y el bajo nivel de monetización no ven mayores riesgos de dolarización
de las carteras. Tampoco atisbos de hiperinflación.
En síntesis, los
bancos están sólidos, no ganan tanta plata como se cree, no ven que una nueva
corrida cambiaria desestabilice al sistema, pero reconocen que el riesgo
político contamina todo, por eso el riesgo país se disparó. Al respecto,
estiman que una vez disipado el factor político, el riesgo argentino debería
recortar entre 200 y 300 puntos básicos. Por el momento, todo parece estar en
modo “stand by” hasta el próximo 11 de diciembre.
A continuación
se comparten las visiones más interesantes sobre la coyuntura macro y del
sistema financiero surgidas de un intercambio informal con varios de los
principales representantes de la banca extranjera.
La crisis cambiaria
de 2018 no contagió al sistema financiero como en otras ocasiones. El
mantenimiento de contratos fue una señal diferenciadora.
El próximo
Gobierno recibirá una macro mejor, con un tipo de cambio más competitivo y el
cierre de los déficits gemelos (fiscal y externo). Esto pone a la economía en
una situación más sólida en el mediano plazo. Si el que asuma la presidencia en
2019 lee bien los números que hereda, tendrá chances de volver la economía
hacia la normalidad y el crecimiento.
El sistema
financiero local sigue siendo pigmeo frente al de los países vecinos. El
crédito representa apenas el 12,4% del PBI cuando el promedio regional es del
45%. Por ello el desafío es crecer. Hoy los bancos tienen liquidez y están bien
capitalizados. El exiguo tamaño también explica la baja probabilidad de
propagación de una crisis. En tal sentido, una fortaleza es el bajo nivel de
morosidad, 3% versus el 4,2% promedio de la región (Perú y Colombia tienen el
5%).
¿Ganadores del
modelo? El patrimonio neto en pesos de los bancos del sistema se mantuvo
constante en términos reales en 2018. Pero en dólares cayó 26%. La ficción de
las ganancias de las altas tasas se desvanece al evaluarlas en términos reales
o en moneda extranjera. La rentabilidad sobre los activos (ROE) fue del 37% el
año pasado, por lo que descontada la inflación real fue negativa. Si los bancos
pudieran ajustar los balances por inflación, como todas las compañías, la
ficción de las ganancias se aclararía. Además, los bancos no pueden cubrirse,
como las personas y las sociedades, de una devaluación abrupta como la de 2018
directamente comprando divisas porque el BCRA impone límites a las tenencias de
divisas.
El negocio de
los bancos es comercial, no financiero. Prestar es el corazón del negocio. No
se puede planificar una estrategia de mediano y largo plazo en función de las
Leliq a 7 días. Pero tampoco la tasa pasiva puede estar debajo de la inflación,
para no perjudicar al depositante, sin el cual no hay ahorro ni crédito ni
inversión.
Se observa
cierta estabilidad en términos reales de los plazos fijos minoristas (de menos
de $1 millón) que crecieron 4% interanual en marzo. Los plazos fijos mayoristas
(más de $1 millón) muestran más volatilidad. Crecen al 50% interanual en
términos reales.
Del mismo modo
que la tasa de interés no logra reactivar la economía por sí sola cuando es
baja, tampoco es la única causal de desaceleración cuando es alta. La
retracción de la demanda de crédito es elocuente: el monto de crédito en pesos
a empresas es sólo 3% del PBI y a pymes del 1,3%.
No se registran
problemas con los créditos UVA. El stock actual de créditos hipotecarios es de
$150.000 millones, en manos de 100.000 familias. Unos muy pocos casos registran
inconvenientes con la relación cuota-salario. La morosidad es de sólo 0,03%, o
sea, cada 10.000 préstamos, sólo 3 han tenido problemas para abonar la cuota en
tiempo y forma. El aumento de las cuotas se debe a la aceleración de la
inflación en 2018. También la devaluación contrajo la demanda de crédito
hipotecario UVA al estar los inmuebles nominados en dólares, lo cual impactó en
la relación cuota-ingreso. Pero el problema no es el sistema, que demostró ser
efectivo en los primeros dos años de vigencia, sino la aceleración
inflacionaria, al igual que en el caso de los alquileres.
Fuente: Diario Ámbito Financiero, 23-abril-2019.