Los niños no viven en Hollywood
La llamada
inteligencia emocional no se trata de ser buenos actores, de mirar a otro a los
ojos –a la cámara– y expresarle con las palabras precisas lo que a uno le pasa
internamente. Menos aún cuando nos encontramos en el terreno de la infancia.
Los niños no viven en Hollywood, aunque a veces nos hablen en un lenguaje más
propio de Netflix Kids que de recreo del colegio: “tú”, “maleta”,
“refrigerador”, “Santa Claus”. Tampoco son adultos en miniatura, aunque a los
grandes nos fascina cuando los niños actúan al modo de agrandaditos.
Hemos asistido
en los últimos días a la trágica historia con final feliz que vivieron 12 niños
y adolescentes con su joven entrenador al quedar atrapados en una cueva en
Tailandia. A pesar de nuestra curiosidad de ver y nuestra preocupación por
saber, durante su recuperación se ha mantenido un estricto cuidado para no
exponerlos a las cámaras. Incluso rechazando una invitación de la Fifa a
asistir a la final de la copa del mundo. Respetando su buena intención, la
invitación sobrevaloró la satisfacción por sobre la salud de estos chicos, sin
considerar en profundidad los graves efectos psíquicos que seguramente
generaron esos 17 días de temor a la muerte, aislamiento, oscuridad, lejanía de
la familia, entre otros gravísimos estresores.
Trágica historia
con final feliz. Rememora a la historia de los mineros chilenos pero ahora con
niños en el centro de la escena. Será cuestión de tiempo para que esta historia
se convierta en película de Hollywood. Sin conocimiento de los guiones de la
industria, podemos anticiparnos e imaginar una escena donde un niño valiente,
tal vez el capitán y líder carismático del equipo, en algún momento de bajón y
desesperanza grupal, toma la palabra y despliega un discurso épico al resto del
grupo recordando aquel importante partido que lograron ganar a pesar de que
todos lo daban por perdido, frente a la atónita mirada de sus compañeros que
lentamente van cambiando las expresiones de sus rostros hacia la valentía.
Condimentos necesarios para que la pantalla capte nuestra atención cada vez más
dispersa. A partir de ese momento, la historia que recordaremos será la
historia de la película, que probablemente poco tenga que ver con la real tragedia
psicológica que vivieron en esos días de oscuridad.
Los niños reales
no viven en Hollywood. El hecho de que un niño nos deslumbre actuando como un
adulto debería llamar nuestra atención. La inteligencia emocional en un niño –y
también en un adulto– poco tiene que ver con la capacidad para poder encontrar
las palabras precisas para expresar un estado interno. Sin duda esa será una
gran aptitud para el poeta. Pero para un niño, ser emocionalmente inteligente
–si tomamos como válido ese término– significa la posibilidad de entrar en
contacto con sus emociones, experienciarlas, de ser atravesados físicamente por
esa experiencia emocional y de expresarla con todos los medios disponibles, no
sólo con el lenguaje sentimentalista.
Cuando las
palabras adultizadas llegan antes que la experiencia, el niño queda más al
servicio de responder en el lenguaje de los grandes que de vivir en el mundo de
la infancia. Son los llamados sobreadaptados: niños y niñas con gran capacidad
para conversar en una mesa de adultos, pero con muchas dificultades para jugar
con los pares en un recreo. Niños omnipotentes que nos deslumbran con sus
razonamientos pero que entran en crisis frente a la más mínima
frustración.
La niñez es todo
ese tiempo que transcurre en el cual no estamos obligados a responder como
adultos frente a la realidad. A los adultos nos toca acompañar ese proceso, que
lógicamente implicará la incorporación de un nivel creciente de obligaciones y
renuncias por parte del niño, pero sabiendo que este proceso no está al
servicio de los adultos: el sentido y la aceptación de las obligaciones de la
realidad no llegan lejos cuando sólo las imponemos desde afuera, cobran un
verdadero sentido cuando surgen desde la experiencia interna infantil, que más
tiene que ver con el embarrarse y molestar, que con ser callados y
respetuosos.
Por Mariano
Nespral
Psicólogo
especializado en infancia y adolescencia.
Fuente: Diario Página 12 / El Mundo / 23
de julio de 2018
https://www.pagina12.com.ar/130192-los-ninos-no-viven-en-hollywood