La historia de la fórmula
secreta que se convirtió en la primera marca argentina
La historia de la fórmula secreta que se convirtió en
la primera marca argentina
Una mañana de
octubre de 1864 los 140.000 habitantes de Buenos Aires se encontraron con una
sorpresa: descubrieron los cordones de las veredas pintados de naranja y
carteles con una enigmática inscripción: "Se viene Hesperidina".
Debieron esperar hasta el 24 de diciembre de ese año para sacarse "la
espina" y descubrir, gracias a una publicación en el diario "La
Tribuna", que la misteriosa inscripción se refería a una bebida.
Hesperidina,
cuyo nombre se debe a una sustancia que contienen las naranjas amargas, fue así
protagonista de una campaña publicitaria adelantada para su tiempo. También fue
un adelantado su creador, Melville Sewell Bagley, un inmigrante proveniente de
Boston, Estados Unidos, que a partir de este primer producto fundó un imperio
comercial muy querido por los argentinos.
Bagley llegó al
país en 1862 y, como era farmacéutico, pronto comenzó a trabajar en la farmacia
"La Estrella", que aún hoy existe, en la esquina porteña de las
calles Defensa y Alsina, en el barrio de Monserrat. Allí comenzó a incursionar
en el destilado de hierbas y fórmulas ingeniosas utilizando la naranja cómo
ingrediente principal de estas bebidas, con el objetivo de solucionar problemas
digestivos. Así nació Hesperidina.
En apenas unos
pocos meses este "tónico", como se lo conocía en esa época, se
convirtió en el aperitivo "de moda" gracias a su sabor original y a
la calidad de sus ingredientes y elaboración. Incluso expandió sus ventas
gracias a que, a diferencia de lo que pasaba con otras bebidas alcohólicas, se
permitió que fuera tomada por las mujeres en los espacios públicos.
Inmediatamente comenzaron a aparecer las
falsificaciones o imitaciones de dudoso origen. Pero Bagley estuvo rápido de
reflejos: pidió audiencia con el presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, y
lo convenció de la necesidad de crear un registro nacional de marcas y
patentes. Incluso, se cuenta que le llevó una copia de la ley vigente en los
Estados Unidos, por lo que a raíz de eso la local resultó muy similar a la del
Norte
La
familia Bagley en la Argentina
En 1876 el
registro fue creado, y en su honor, Hesperidina fue la primera marca registrada
en la Argentina. Poco tiempo después, para ajustar aún más los niveles de
control, Bagley decidió imprimir las etiquetas en la Bank Note Company de Nueva
York, donde se imprimían los billetes de dólar, dando a ese papel la apariencia
de un billete de banco, imposible de falsificar.
Se vendía en las
droguerías y también era parte de la "oferta" de los famosos
"buhoneros", que había en el Lejano Oeste y que vendían elixires de
la eterna juventud y otras yerbas. Terminaba siendo como un remedio con todos
los yuyos que contenía y había gente que tomaba todas las noches una copita.
Hesperidina
también estuvo presente en la guerra de la Triple Alianza (1864-1870),
precisamente para "revitalizar a los heridos", gracias a sus
propiedades terapéuticas que contrarrestaban problemas estomacales originados
por la poca potabilidad del agua. De los hospitales se trasladó rápidamente al
campo de batalla para mejorar cualquier dolencia entre la tropa.
Con el tiempo,
pasó de ser un tónico medicinal a transformarse en un aperitivo clásico en
bares, cafés y restaurantes para luego consumirse en hogares. Su popularidad
devino en parte por su fácil preparación. Una bebida que se puede mezclar con
tónica, con pomelo o simplemente con hielo para ser consumida.
Fue propiedad de Bagley hasta 2004, año en
que la compró Tres Blasones. Tuvo una revitalización, pero ya nunca alcanzó los
250.000 litros por mes que se vendían en los sesenta. En los ochenta esa cifra
bajó a 120.000 litros, hasta desplomarse a 50.000 en los noventa. Este mes, la
adquirió Grupo Cepas, que intentará reeditar los tiempos de gloria de esta
bebida. "Actualmente, el desafío para estas bebidas nacionales con
historias centenarias es salir a conquistar otros países", afirmó Hernán
Tantardini, director de Marketing y Ventas de Grupo Cepas.
Pero, más allá
de su comercialización pasada y presente, Hesperidina tuvo una rica
"vida" puertas adentro de la tradicional Bagley. Luis Picasso es un
testigo privilegiado: al igual que su padre, trabajó en la planta de
producción. Pero no solo eso: vivió en el corazón mismo de la elaboración de
esta bebida, puesto que, como se estilaba en los años treinta, la empresa
construía casas para sus empleados en el predio de la fábrica.
Picasso padre
trabajó en Bagley desde 1930 hasta 1993 y fue el primer guardián de la fórmula
original de Hesperidina. Su hijo, ingeniero industrial, lo hizo desde 1980
hasta 1985 y fue, paradójicamente, el último guardián de la "receta
mágica" que, entre otros ingredientes, lleva cáscara de naranjas amargas
del Delta, naranjas dulces, flor de árnica, pétalos de rosa, corteza de
Angostura (un árbol), alcohol y azúcares.
La fórmula secreta
¿Qué secretos
conoció este hombre? Lo primero que cuenta "Gigi", como lo conocen
todos, es que la fórmula de Hesperidina estuvo mucho tiempo dividida en dos
partes y el proceso de fabricación también. "Eso se debió (alrededor de
los 50) a que un empleado que había estado a cargo de la sección se fue y se
puso a fabricarla por su cuenta, pese a que estaba registrada a nombre de
Bagley", recuerda Picasso. "Así, quedaron solo dos hombres de
confianza que conocían cada uno la mitad del proceso y, por sobre ellos, un
guardián que la sabía completa", agrega.
Una parte llevaba
más proceso de fabricación y la otra de fórmulas (donde estaban incluidos unos
20 ingredientes menores que eran hierbas que se compraban en botiquines
especializados). "El que compraba esos yuyos, lo hacía envuelto en el
mayor misterio: iba personalmente, pagaba en efectivo y no pedía factura para
no dejar rastros, cambiaba cada tres meses de farmacia y hasta se vestía
siempre de modo diferente, para no ser muy reconocido. Eso lo hizo incluso en
tiempos en los que Bagley ya era un monstruo. Se jubiló en 1980", relata
Picasso.
Cuando su padre se retira, lo mandan a
"Gigi" durante una semana a conversar con los dos personajes que
sabían la fórmula y el proceso, que no estaban por escrito (tenía que
memorizarlo). "Esto fue en 1982. Yo lo aprendí de memoria rápidamente,
pero nunca hubo necesidad de recurrir a mí. Estos dos personajes tenían la
misma edad y eran muy compinches, porque en algún lugar, la fórmula se juntaba,
pero yo creo que nunca cada uno le contó su parte al otro", cuenta.
La quinta de Bagley
¿Y cómo se hacía
Hesperidina en esos tiempos románticos? Se picaban las naranjas amargas en una
picadora de carne y se ponía en cubas grandes, donde se agregaba alcohol fino
(que se usa para las heridas). Se lo dejaba macerar tres meses, al cabo de lo
cual el alcohol le robaba todos los aceites esenciales a la cáscara de naranja.
Por otro lado, la cáscara embebida era prensada para seguir sacándole líquido
(y se juntaba con lo que había salido de la primera extracción). "Además,
se sacaba un vapor condensado de la cáscara que quedaba estrujada. Todo eso se
juntaba y se usaba en la preparación", explica Picasso.
Otra parte del producto se preparaba con
20 hierbas mezcladas con alcohol (se preparaba un tónico y se guardaba para
mezclarlo luego en la elaboración definitiva). "El día que se hacía
producción de Hesperidina se mezclaban esos dos líquidos con azúcar y con agua
filtrada de Barracas. Todo eso se mezclaba en cantidades óptimas y se filtraba.
Después de embotellaba. Se hacían 10.000 litros en ocho horas", detalla Picasso,
que todavía recuerda cómo llegaban los cajones de madera llenos de naranja
amarga, desde Tigre.
Había un detalle
más: las etiquetas especiales, que eran la copia del billete de un dólar, se
pegaban a mano con engrudo. "Había un equipo de chicas para hacer este
trabajo. Eso se modificó en los sesenta y se le puso la famosa tapa a rosca,
dejando de lado el corcho y el capuchón de plomo. Después se modificó la
botella y dejó de tener la forma abarrilada para pasar a ser un cilindro
recto", señala Picasso.
Hesperidina es
protagonista de tres siglos y está grabada a fuego en los consumidores
argentinos, entre los que se contaron Julio Cortázar, que además, la incluyó en
dos cuentos, el "Polaco" Roberto Goyeneche, que siempre se tomaba una
copa antes de sus shows, y el artista Florencio Molina Campos, que la pintó en
alguno de sus inolvidables almanaques.
Fuente: La
Nación / Economía / Emprendedores / por Carlos Manzoni / miércoles 30 de mayo
de 2018. https://www.lanacion.com.ar/2137641-la-historia-de-la-formula-secreta-que-se-convirtio-en-la-primera-marca-argentina