La cultura de Argentina es diversa, debido a que es un país multicultural,
como consecuencia de la variedad geográfica y la presencia y combinación de las
muchas identidades étnicas de los grupos que fueron contribuyendo a su
población, principalmente de Europa.
El escritor Ernesto Sabato ha
reflexionado sobre la naturaleza de la cultura argentina del siguiente modo: “Fracturada
la primitiva realidad hispanoamericana en esta cuenca del Plata por la
inmigración, sus habitantes venimos a ser algo dual, con todos los peligros
pero asimismo con todas las ventajas de esa condición: por nuestras raíces
europeas vinculamos de modo entrañable el interior de la nación con los
perdurables valores del Viejo Mundo; por nuestra condición de americanos, a
través del folclore interior y el viejo castellano que nos unifica, nos
vinculamos al resto del continente, sintiendo de algún modo la vocación de
aquella Patria grande que imaginaron San Martín y Bolívar.” (1)
La cultura
argentina tiene como origen la mezcla de otras que se encontraron durante los
años de las inmigraciones. En cuanto a sus ideologías se destacan su
pensamiento y lenguaje social-demócrata, la fe en la libertad, la democracia y
el respeto a los derechos humanos.
Existe en el
país una gran diversidad de actividades culturales y una importante actividad
artística, en el teatro, la pintura, la escultura, la música, la literatura. Se
ofrecen en todas las ciudades más importantes del país y fundamentalmente en Buenos
Aires, diariamente, conferencias, conciertos, exposiciones, museos, cursos,
funciones de teatro y ballet. Las salas de cinematografía y espectáculos
abundan en todas las ciudades más grandes. La música popular como el tango, el folclore,
destacando, inicialmente el tango era puro folclore urbano de las
ciudades de Buenos Aires, Montevideo y Rosario pero con el fin de la "Guardia
vieja" y el inicio de los tangos canción de Pascual Contursi y Carlos
Gardel dejó de ser estrictamente parte del folclore argentino al dejar de ser
folclore “stricto sensu” al ya tener autores y protagonistas
conocidos, en todo caso el tango siempre se ha mantenido, pese a su difusión
internacional, como una de las músicas típicas de Argentina junto con las otras
músicas folclóricas argentinas, y el rock nacional argentino con el denominado
entre los 1960 y 1980 “Música progresiva” y “Nueva Música Urbana Argentina”, que
es interpretada y bailada en ámbitos especializados y en lugares de asistencia
masiva de público.
La educación fue
considerada una de las más avanzadas y progresistas de América Latina junto a
Cuba y Uruguay que actualmente ha perdido mucho del valor la educación, debido
a la herencia privativa de las políticas en la década de 1990, como las crisis
económicas del 2001 y 2002 que dejó a mucha gente en la pobreza. (2)
Sin embargo, los últimos estudios demuestran una lenta, pero constante
recuperación con las nuevas políticas de inclusión social del gobierno
argentino.
“Las tendencias de la cultura
argentina hoy, en un solo libro
Cómo se lee, cómo son los encuentros amorosos, qué lugar ocupa la comida. El cuerpo, el teatro, el tango...
“Provoqué a mis
colegas diciéndoles ‘no contemos todo lo que pasó hacia atrás, no citemos
autores, no hagamos una reconstrucción de nuestras tradiciones, contemos qué
está pasando hoy en cada campo, cuáles son las tendencias'” dice Luis Alberto
Quevedo para explicar cuál fue la propuesta que culminó en La cultura argentina
hoy. Tendencias (Siglo XXI, Fundación OSDE), libro del que es compilador y
autor de uno de los artículos. A su nombre se suman el de Néstor García
Canclini, Darío Sztajnszrajber, Gustavo Varela, Matías Bruera, Jorge Dubatti,
Ariana Vacchieri y Luciana Castagnino, José Natanson, Rubens Bayardo, Marcelo
Urresti, Silvia Citro y Patricia Aschieri, Mariana Chaves y Silvia Elizalde.
Estos calificados especialistas recorren desde el concepto mismo de “tendencia”
a las nuevas formas de leer, las “maneras de mesa”, la escena teatral, la
política, la desnaturalización del cuerpo, el encuentro amorso…A juzgar por el
resultado, la consigna de Quevedo resultó eficaz, ya que cada uno de los
artículos es iluminador en relación con el área que aborda y aporta algo nuevo,
un dato, una mirada, una reflexión con la que el lector tiene la seguridad de
no haberse encontrado antes.
-¿Puede
hablarse de una cultura argentina en un momento en que incluso varios artículos
del libro dan cuenta de un proceso de ‘desterritorialización’ cultural?
-Ante la
pregunta de si existe una cultura argentina hoy mi respuesta es que sí en un
sentido general, porque todos los procesos culturales tienen una marca de
identidad de lo local. Hoy es muy fácil hablar de los fenómenos de la
globalización, pero el modo en que impacta la globalización en cada país, en
cada región, incluso en cada ciudad y en cada sector social es particular. Por
otro lado, hay en cada uno de nuestros países y regiones sedimentos culturales
que están presentes: somos hijos de una literatura, de una pintura, de una
radio, de una tradición oral o de una manera de comer y eso para mí forma
marcas de identidad cultural. En la Argentina hay rasgos culturales propios,
por ejemplo, en la manera de incorporar las tecnologías, en la expresividad y
disfrute del teatro como lo dice Jorge Dubatti, o en las “maneras de mesa” como
diría Levi-Strauss, de las que habla Matías Bruera. El libro cobra potencia
porque trata de mirar algunos fenómenos que a veces son invisibles. Voy a poner
dos ejemplos. El primero es la apropiación del espacio público, qué sucede con
eso hoy con los jóvenes, ya sea con los skaters o con los chicos que salen a
tomar cerveza en la esquina, de qué manera se apropian de él. O qué sucede con
la política. El otro ejemplo tiene que ver con Internet, con la Web, algo sobre
lo que todos sabemos. Sin embargo, algunos fenómenos como el de los booktubers
son menos visibles.
-El
artículo de Néstor García Canclini sobre cómo y cuánto se lee da una respuesta
a un fenómeno difícil de explicar: por qué a la Feria del Libro asisten más de
un millón de personas y eso no tiene un correlato en la venta de libros.
-Sí, García
Canclini, dice que la tendencia cultural de hoy en relación con la lectura nos
obliga a revisar metodologías, formas de trabajar en relación con la
apropiación que hacen los jóvenes de los productos culturales. El artículo de
Ariana Vacchieri y Luciana Castagnino sobre las narrativas transmedia que habla
de las formas de la lectura de estos booktubers plantea cómo están leyendo los
jóvenes y de qué manera circulan entre ellos las referencias. Un fenómeno nuevo
es la caída de los referentes consagrados y la inauguración de la tendencia de
los referentes horizontales. Dos ejemplos: los chicos jóvenes que leen libros
les recomiendan a otros chicos jóvenes que lean esos libros. Eso no es algo que
ha pasado siempre en la cultura argentina ni en la global. Ernesto Schoo era un
señor muy culto que hizo crítica literaria durante 50 años y marcaba una
tendencia a partir de un lugar de saber, de su experiencia de enorme
intelectual. Ahora se da lo contrario que es la horizontalidad, el que
recomienda es el par y lo hace con un lenguaje que no tiene nada que ver con la
crítica literaria. El otro ejemplo interesante lo da Dubatti y es el de Felisa.
Felisa es alguien como mi mamá que va al teatro y le dice a su amiga: “Mirá, me
gustó. El vestuario para mí está bien, las actuaciones son geniales, la pasás
muy bien, el teatro es muy lindo, así que andá”.
-Y
califica la obra con un cierto número de Felisas.
-Exacto. Siempre
que se habla de tribus se habla de jóvenes, pero también una señora grande que
está en la web, que usa Internet, como Felisa funciona como una tribu urbana.
Esa es una manera no diría de eliminar la vieja crítica, pero sí de
interrogarla porque la crítica tradicional de cine, de teatro, de libros,
siempre fue muy erudita. Alguien que quisiera jactarse de ser crítico literario
tenía que ser muy formado. Felisa, no.
-Hemos
olvidado el carácter social de la lectura, pero la lectura individual,
silenciosa, es algo tardío.En Cuba había lectores que leían en voz alta para
los obreros de las fábricas. Es decir que a través de la web se recupera en
parte esa función social.
-Sí, es cierto.
Leemos solos y en silencio desde hace muy poco, porque para hacerlo de ese modo
había que saber leer. Se extiende la lectura silenciosa desde el fin del siglo
XIX y principios del XX en que comienza a expandirse la matrícula escolar. Lo
interesante de lo de Cuba y de otras experiencias similares es que luego vino
la radio y luego la televisión y no anuló la lectura. En el libro me pregunto
cuáles son los rasgos de la cultura argentina referidos a la lectura. Por
ejemplo, la Feria del Libro de Frankfurt, que es una feria de negocios, no es
igual que la Feria del Libro argentina que es de lectores que no sólo van a ver
y comprar libros, sino también a ver un escenario, a ver escritores. Hay una
espectacularización del libro. Por ejemplo, vino Leonardo Padura. Es un
producto cultural que trasciende su obra porque, además, su escritura es árida,
compleja, no es Paulo Coelho.El hombre que amaba los perros es un libro denso
desde el punto de vista político. Él transciende todo eso y se sienta a la mesa
de Mirtha Legrand que quizá no lo ha leído o sólo tiene alguna referencia. Este
es un país de pasiones fuertes, nosotros decimos que somos muy “cholulos”. A
los lectores les gusta ir a ver al que escribe, tocarlo, saludarlo, hacer que
le firme el libro. Aquí se dan fenómenos de masas con los escritores. En el año
anterior, el stand más visitado de la Feria del Libro de Guadalajara fue el de
un booktuber. Este es un fenómeno cultural raro, que se mimetiza con el mundo
de las letras pero que no es de ese mundo. Allí aparece un tema que toma García
Canclini y que creo que es clave, que hay otras escrituras. Hacer un buen
video, subirlo a Internet y tener éxito es una destreza de escritura con
imágenes que se ejercita popularmente, hay miles de personas que lo hacen. Se
está escribiendo de otras maneras, con otros lenguajes y también la circulación
se hace de otra forma. Me interesó captar cómo impacta eso en la Argentina.
-¿Qué
diferencia hay entre una tendencia y una moda?
-Una tendencia
de un fenómeno efímero. La palabra tendencia marca aquello que deja una huella
más honda, es algo que vino para quedarse, aunque sólo sea un tiempo, como todo
en la cultura. Voy a poner el caso del teatro porque eso es ya una tendencia
muy consolidada. Lo que Dubatti nos cuenta en su artículo es que la ciudad de
Buenos Aires tiene una marca que no se da en la mayoría de las ciudades del
mundo que es la densidad teatral, tiene más butacas teatrales que Londres o
París. Esto comienza en la posdictadura, no hay que olvidarse que Teatro
Abierto fue un hito. El teatro permitió la expresión de los autores,
directores, creadores jóvenes. Allí comenzó a forjarse algo que hoy transforma
a la Ciudad de Buenos Aires en un lugar distinto respecto del teatro. Otro
tanto diría del tango que tuvo su época de gloria y luego una caída y una decadencia
porque pasó a reductos más de culto dado que fue tragado por la música pop de
los 60 y los 70. Sin embargo, en los últimos diez o 15 años renace desde los
jóvenes y eso se instala como una tendencia.
-¿La
vuelta de tuerca sobre el pasado es tendencia?
-Claro, el tango
es bueno porque está vivo, porque habla de hoy, pero también porque recoge una
tradición histórica, porque mira para atrás, porque dialoga con el pasado. Esto
tan argentino, a su vez, forma parte de una tendencia mundial que es la moda retro
que mira hacia el pasado para crear hoy. Hoy el pop está en todos lados aunque
fue un fenómeno de los 60. En la Argentina hay un resto de moda Evita
permanente en el rodete, el vestuario. La moda retro está en todas partes, pero
aquí tiene una marca particular, porque no se vuelve a cualquier lugar.
-¿Ya
no hay espacios culturales cerrados?
-Los autores del
libro nos dicen que muchos de los espacios que eran estudiados de modo
independiente hoy atraviesan paredes y circulan por otros territorios. Dubatti
marca el fenómeno de la transteatralidad, por ejemplo. Es decir, lo que antes
lo pensábamos en el espacio cerrado, con butacas y escenario, hoy está
diseminado en muchas escenas. En el debate que se dio entre Scioli y Macri, por
ejemplo, lo teatral tuvo mucho que ver. Incluso una de las críticas fue a la
iluminación, lo cual es una crítica teatral, lo mismo que las referencias al
vestuario de cada candidato. Creo que Dubatti olfatea la tendencia de que lo
teatral desborda la específico de la escena y que esa diseminación se produce
de acuerdo con reglas que se comparten. Otro tema interesante es el de las
nuevas formas de la sexualidad y el amor. Los jóvenes y también los adultos
encontraron en las tecnologías la capacidad para producir redes de encuentro, de
sociabilidad. La cara gráfica de la web es de 1994 es decir que apenas tiene
sólo 21 años, pero produjo grandes modificaciones en las relaciones. Lo
corpóreo tiene ahora otro espesor, lo virtual es tan importante como lo
presencial. Antes el cuerpo estaba en el encuentro cara a cara, pero ahora está
también en la web.
-Otro
tema interesante en relación con el cuerpo es el de su desnaturalización.
-Sí, el cuerpo
es un territorio de operaciones en el doble sentido de la palabra, tanto de
operaciones quirúrgicas como de la habilitación de la sociedad para que se
pueda contestar a la pregunta “¿Cómo querés ser? Si durante en el siglo XIX y
la primera mitad del siglo XX hubo un Fordismo del cuerpo -todos los cuerpos
tenían que ser iguales, la escuela nos uniformaba- a fines del siglo XX y
principios del XXI se nos pregunta cómo queremos ser y se nos habilita para
tatuarnos, perforarnos, operarnos. Cuando una marca de fitness dice “traé el
cuerpo que tenés y llévate el que querés” juega con un imaginario instalado
sobre la posibilidad de hacer del cuerpo lo que queremos. Detrás de esto existe
toda una industria de la estética, desde las cremas a las prótesis y la
alimentación, que le quitan al cuerpo su carácter natural. En las sociedades de
mercado siempre hay una promesa incumplida de las publicidades, pero el pacto
que tiene esa maquinaria con el individuo que quiere modificar su cuerpo es
“voy a creer que sí”.
– ¿Se
impone el artificio?
-Sí, y eso es
una tendencia insoslayable. Freud decía “el cuerpo es un destino” Hoy lo que se
postula es que el destino lo forja uno. Pero esa desnaturalización no se hace
de cualquier manera, tiene reglas. No se sigue una sola estandarización, las
estandarizaciones se han multiplicado, pero no han dejado de existir.” (3)
Bibliografía consultada
1)- Ernesto Sabato,
“La cultura en la encrucijada nacional” (p 17-18). Bs. As. Sudamericana, 1975.
2) - “Human
development index 2007 and its components: Education Index” UNDP. 2007.
3)- Tiempo Argentino, Mónica López Ocón