Visita del Papa
Juan Pablo II a la Argentina
La
historia nos remonta, al pasado, del 11 de junio de 1982, en el marco de la Guerra de las
Malvinas, el Papa Juan Pablo II visitaba la Argentina. A las 8.50 aterrizó en
el aeropuerto internacional de Ezeiza el avión que lo conducía.
El arzobispo
de Buenos Aires, cardenal Juan Carlos
Aramburu y el nuncio apostólico subieron a la aeronave a darle
bienvenida. Luego de besar el suelo, fue recibido por el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri y por autoridades
civiles y militares.
Durante los
40 kilómetros de su viaje hacia la catedral de Buenos Aires por las autopistas
Ricchieri y 25 de Mayo, miles de personas, a pesar del crudo tiempo invernal,
saludaban con desbordante entusiasmo al Santo Padre, que respondía visiblemente
emocionado a los saludos de la multitud.
En la
catedral metropolitana lo esperaban sacerdotes, seminaristas, religiosos,
religiosas y miembros de movimientos eclesiales, junto con los obispos
argentinos y presidentes de las conferencias episcopales de Latinoamérica.
Luego de orar ante el Santísimo Sacramento, pronunció una alocución e impartió
la bendición a los presentes.
En la Casa
Rosada, fue recibido por el presidente de facto Galtieri y tuvo un
encuentro con los miembros de la Junta Militar. Luego pasó a la capilla de la
Casa de Gobierno donde oró unos momentos.
Antes de
retirarse el Santo Padre se asomó al balcón para saludar a la inmensa
muchedumbre que colmaba la Plaza de Mayo.
Poco después
de las 14 el Santo Padre inició su viaje a Luján. En la Basílica Nacional, ante
la imagen de la Patrona de la Argentina, oró por la paz, luego le ofreció a la
histórica imagen la "Rosa de Oro" que le había traído desde Roma.
Concelebró la Misa con los cardenales, obispos y sacerdotes presentes, ante una
multitud calculada en una cifra cercana a las 700.000 personas.
El Papa
pronunció una homilía en la que exhortó a imitar a Cristo, pidió por los
muertos en la guerra con Gran Bretaña y por la rápida terminación del
conflicto.
El día
siguiente, en la Curia Metropolitana tuvo un encuentro con los cardenales y
obispos argentinos, tras orar en la capilla de la Curia, les dirigió un mensaje
a puertas cerradas a los obispos.
Luego de saludar a la multitud desde los balcones de la Curia arzobispal
se dirigió en "papamóvil" hasta Palermo, donde junto al Monumento de
los Españoles se había levantado un gigantesco altar cubierto en el que se
concelebró la Santa Misa.