ECONOMÍA
Cómo se preparan los fondos
para un Armagedón financiero
Los
inversores están "cargados" de acciones en sus carteras como no lo
estaban desde fines de los '90. Un interesante artículo de "Barron´s"
analiza los posibles escenarios del fin del mundo y qué hacer.
Por Jorge Herrera
La Fed
ya hizo la jugada que el mercado esperaba. Sin embargo, persisten una
serie de interrogantes que tienen en vilo a los principales fondos de inversión
del mundo. Días atrás desde la publicación especializada “Barron’s”, Reshma
Kapadia analizó los tres escenarios considerados como posibles Armagedones o
escenarios del fin del mundo. “Las mayores amenazas son hoy que la
guerra comercial entre EE.UU. y China se convierta en un conflicto total que
sumiría al mundo en una recesión y anulara la globalización; el de un escenario
deflacionario similar al Japón de los ‘90 que se extienda a través de EE.UU. y
Europa; y el de una guerra cibernética donde piratas informáticos podrían
paralizar la infraestructura crítica, socavando la confianza y desencadenando
un megaconflicto”, sintetiza Kapadia.
Cada “escenario
del fin del mundo” requiere su propia estrategia, pero los bonos del
Tesoro de EE.UU., el oro y el dinero en efectivo son elementos básicos.
Claro que no todos pueden ofrecer la misma protección que en el pasado. De
todos modos, “algunos de los escenarios aterradores que se ciernen sobre los
mercados, como un brexit sin acuerdo o un conflicto con Irán, pueden crear
agitación regional o agitar los mercados a corto plazo, tienden a no encabezar
la lista de los peores escenarios de los administradores y estrategas de
fondos”, advierte. Por ejemplo, mientras que una guerra con Irán podría hacer
que los precios del petróleo aumenten, el auge del shale oil podría aminorar el
retroceso de los activos de riesgo a medida que EE.UU. avanza hacia la
independencia energética.
A continuación
se brinda un resumen sobre las estrategias relevadas por Kapadia ante cada
Armagedón.
La bomba de la deuda
Según los
gestores, las preguntas más frecuentes de los clientes no son sobre Irán o
China sino sobre la deuda. El déficit de EE.UU. está camino del billón
de dólares en 2020, la deuda global está en récord y triplica el tamaño del PBI
mundial, y hay u$s16 billones de deuda a tasas de interés negativas.
El escenario que quita el sueño es el de una “japonificación” de Europa y
EE.UU., con más economías atrapadas en un ciclo de crecimiento anémico y tasas
de interés perpetuamente bajas. Las economías no pueden crecer sobrecargadas de
deudas pero los inversores buscan más rendimiento, alimentando una burbuja de
crédito que aparece y se agita en los mercados financieros. Después de años de
política monetaria, los bancos centrales son impotentes e incapaces de detener
la crisis.
En este
contexto, la liquidez es la reina y los inversores querrán vender activos menos
líquidos como deuda de alto rendimiento o bonos a tasa flotante y aumentar el
efectivo y los bonos del Tesoro de EE.UU. a largo plazo. Si bien los activos
defensivos no son baratos, los bonos del Tesoro se verán baratos en
retrospectiva si la japonificación se desarrolla. También el oro sería parte
del menú pese a ser una cobertura para la inflación, dado que los bancos
centrales siguen reduciendo las tasas o recurren a medidas más desesperadas.
Vale recordar que a pesar de que el índice Nikkei 225 perdió dos tercios de su
valor durante las décadas perdidas de Japón, de 1992 a 2002, algunas empresas
lograron sobrevivir y prosperar. Por eso los gestores buscan empresas con
productos y servicios diferenciados y los medios para adaptarse a las cadenas
de suministro cambiantes como Duke Energy y JPMorgan Chase por sobre los de
productos de consumo tradicionalmente defensivos que son caros y serían
vulnerables a mayores aranceles. En el caso de que la deflación se afiance, los
inversores se inclinarían hacia compañías con más efectivo que deuda y acciones
preferentes que puedan generar ingresos en ausencia de crecimiento. También son
atractivos los pagadores de dividendos constantes, en lugar de los de mayor
rendimiento.
Enemigos íntimos
La preocupación es que el conflicto comercial entre EE.UU. y
China explote. Los aranceles sobre todo el comercio serían solo parte del
escenario de pesadilla. EE.UU. podría adoptar una línea más dura para
restringir aún más el acceso de China a la tecnología estadounidense, reducir
las visas a los ciudadanos chinos e incluso eliminar ciertas acciones chinas de
los mercados estadounidenses. Cualquiera de los países podría
comenzar una guerra de devaluaciones. China podría tomar represalias con
boicots, restricciones en el acceso de las corporaciones estadounidenses a sus
1.400 millones de consumidores y, en un verdadero escenario de juicio final,
intensificar las tensiones geopolíticas en los mares del sur de China o con
Taiwán y posiblemente restringir el acceso a Taiwán Semiconductor, un proveedor
crucial de tecnología global y complejos industriales. Contrarrestar un
Armagedón relacionado con China significa comprar oro y bonos del Tesoro de
EE.UU., y también yenes (la moneda japonesa actúa como un refugio cuando las
tensiones aumentan, pero también lo hace relativamente bien en un mundo en el
que los principales bancos centrales se están relajando porque es probable que
el Banco de Japón haga lo mínimo). Contraintuitivamente, los inversores también
pueden querer inclinarse hacia acciones extranjeras dadas sus valoraciones: los mercados emergentes cotizan a su nivel más
bajo en comparación con las acciones estadounidenses desde 2003.
Y la historia también ayuda: en los últimos 50 años, el liderazgo
entre el índice MSCI EAFE y S&P 500 se invirtió de la tendencia
prevaleciente cinco de las siete veces después de que EE.UU. tuvo un mercado bajista.
Pero la selectividad está garantizada, con algunos mercados extranjeros mucho
más vulnerables a una guerra comercial y una depresión económica mundial que
otros. Y en un mundo donde el crecimiento se vuelve cada vez más escaso,
Microsoft o los productores de dividendos constantes, incluidas las empresas de
telecomunicaciones y oleoductos, tendrán demanda. En el caso de cadenas de
suministro mundiales rotas, el crecimiento y los márgenes se verían afectados a
medida que las empresas se vuelven menos eficientes y productivas. Pero debido
a que este es más un escenario de “rana en agua hirviendo” los estrategas dicen
que se requiere una recalibración de las carteras, no solo una cobertura. Eso
incluye inclinarse hacia los líderes nacionales de la marca en los EE.UU. (y
China) y las empresas pequeñas y medianas enfocadas al mercado doméstico, con
los medios para ser ágiles.
Apuestas desactivadas
El más drástico de todos los escenarios es algo que provoca
una gran pérdida de confianza en EE.UU., desde exitosos ataques cibernéticos en
infraestructuras claves, hasta una crisis de confianza en el liderazgo político
o las elecciones. En este caso el
escenario de tipo Armagedón que llama más la atención es un ataque cibernético
al sistema bancario. El oro sería un refugio natural.
Una opción menos pasiva que podría ganar dinero si hubiera un ciberataque:
compañías de ciberseguridad, consultores tecnológicos y acciones en la nube.
Cualquiera de estos desarrollos podría desencadenar una recesión. Los bonos del
Tesoro son una cobertura natural, pero no ofrecerán el mismo nivel de
protección que cuando las tasas eran más altas, una razón por la cual los
inversores también pueden querer estrategias a largo plazo o neutrales.
Fuente: Diario Ámbito Financiero, 19 septiembre
2019.