CULTURA Y
ESPECTÁCULO
Fernando Brener y Claudio Zuccala
publicaron Catálogo de vinilos de rock argentino
Collage para un
rescate histórico
Melómanos y
coleccionistas, concretaron un minucioso trabajo de investigación que reunió en
un libro las tapas de 1600 discos, editados entre 1958 y 1996, desafiando
incluso diversos cánones de la historiografía oficial del rock.
Por Cristian
Vitale
Fernando
Brener y Claudio Zuccala, fans y estudiosos del rock argentino.
Imagen:
Leandro Teysseire
Muchas de ellas
son conocidas, emblemáticas. La lisérgica que grafica el primer vinilo de La
Cofradía de la flor Solar; la del frente del cine que le abre la puerta a
Películas, segundo y último disco de La Máquina de hacer pájaros, o la del Ford
T blanco que le pone una imagen apropiada al Buenos Aires Blus, de La Pesada.
Otras no. Pero no por ello les debe caber necesariamente el ostracismo. Por
caso, la de Jorge Fandermole cuando, en pelibarba larga, se sacó una foto en
las orillas del Paraná con el fin de ilustrar Tierra, sangre y agua. O la de
Horacio Fontova y sus Sobrinos, parodiando bizarramente a los Village People
(Homicida). O aquella de Los Bárbaros posando frente a Juan de los Palotes, el
histórico boliche de Ramos Mejía. Entre ambas franjas de olvidos y recuerdos
opera el libro Catálogo de vinilos de rock argentino cuyo fin, precisamente, es
traer al presente unos mil seiscientos discos pertenecientes a seiscientos
cincuenta artistas, entre bandas y solistas del rock criollo, y géneros afines.
“Como coleccionistas de vinilos y amantes del rock argentino, quisimos saber
qué vinilos nos faltaban de cada banda que nos gusta y, a raíz de ir
encontrando cada vez más discos, nos pusimos a investigar. En eso estuvimos
cinco años”, empieza a contar uno de los dos Quijotes que se lanzaron a
semejante aventura: Fernando Martin Brener.
Travesía que,
sin más, recorre el universo iconoclasta de treinta y ocho años de músicas
populares urbanas, en un recorte temporal que va desde 1958 hasta 1996. Y que
le cierra las compuertas a prejuicios, al incluir ciertos negados por la
ortodoxia, como las diversas agrupaciones de Eddie Pequenino (de hecho el año
cero tiene que ver con el lanzamiento de El show de Eddie Pequenino) o bandas
eternamente ninguneadas como Los Bambis y Los Cuatro Planetas. “Siempre nos
basamos en que el rock argentino había nacido entre 1966 o 1967 según a quien
se consulte, pero durante la investigación dimos con una gran cantidad de bandas
y solistas que hacían rock, beat, twist, surf y todos sus derivados, muchos
años antes del llamado nacimiento del rock nacional”, sigue contando Brener
que, junto a su socio Claudio Zuccala, siguió el modelo de “no dejar nada
afuera”, propio -se supone– de la historiografía anglosajona. “Incluso nos
encontramos con músicos de las bandas consagradas del rock nacional que tocaban
y compartían escenarios con artistas olvidados de los años cincuenta, algo que
no se menciona en ningún libro de rock”, dice Brener, tal vez pensando en el
Pappo que tocó la viola en Conexión Número 5, o en el temprano Alejandro
Medina, que hizo las inferiores en Los Seasons.
–Se las
van a tener que ver, al menos, con tres “ortodoxias”: la que marca el origen
del rock de acá con el disco que Sandro y Los de Fuego publicó en 1964; la que,
en cambio, ve tal inicio con el de Los Gatos Salvajes de 1965; y los que
finalmente recalan en el simple de Los Beatniks (“Rebelde” + “No finjas más”)
de 1966.
–Hay cierta
incongruencia en la historia oficial, sí, porque en efecto esta ha planteado
tres nacimientos distintos. Pero yo diría que son “La Balsa” de Los Gatos,
lanzada el 3 de julio del 67 y grabada el 27 de abril; el long play de Los
Gatos Salvajes, que en realidad fue lanzado el 27 de julio del 66; y “Rebelde”
de Los Beatniks, grabado el 2 de junio del 66 y lanzado en julio de ese año. Yo
haría una excepción con los “fueguistas”, quienes suelen ser muy eruditos en lo
que respecta al rock previo a Sandro. Pero la realidad, al cabo, es que la
historia no arranca de acuerdo a los gustos personales, sino en relación a cómo
acontecieron los hechos. Si un músico grabó un Lp de rock años antes de la
música que nos gusta, ¿eso habilita a invalidarlo? La historia la hacen todos y
por eso hay que tomar el comienzo más remoto que se pueda hallar. En este
catálogo conviven artistas como Los Gatos, V8, Sandro, Lerner, Palito Ortega,
Johnny Tedesco, Los 4 Planetas y muchísimos más que hacían rock en Argentina,
desde el año 1958. Incluso los interesados van a encontrar entre las 1600
tapas, bandas del interior que no tuvieron demasiada difusión y no se llegaron
a conocer, pero lograron editar su disco.
–¿Cuáles
son las armas que desenfundan para defender tan “arriesgada” postura
historiográfica?
–La perspectiva
historiográfica es defendida por numerosos documentos: los mismos discos, sus
tapas y su contenido escrito, los recortes de prensa, las fotografías de época
y los extractos filmográficos. También las pocas grabaciones radiales
conservadas, las partituras editadas o las fechas de registro de Sadaic.
Mención de honor merece también el Boletín Oficial, el cual permite a través
del Registro de Propiedad Intelectual, recuperar las fechas de edición de
discos. Y podríamos seguir sumando las entrevistas realizadas, la bibliografía
consultada, la misma escucha de los discos, algo que muchas veces los
historiadores no hacen. Incluso hasta los mismos “Padres del Rock Nacional”
aclaran que los pioneros del rock en el país fueron otros.
Bajo el nombre
formal de Catálogo de vinilos del rock argentino, el libro ofrece una collage
histórico, florido y sintomático que, además de la réplica de las portadas,
incluye fotos, alguna que otra banda uruguaya (Mockers, Shakers), maxis, tapas
de compilados con canciones inéditas y hasta un disco cuya tapa es,
directamente, una réplica del vinilo interno: Mi generación, de José Luis
Fernández. También aparecen muchos trabajos de músicos argentinos editados en
el exterior como el intocable Miguel Abuelo Et Nada, iluminado en Francia; los
de Litto Nebbia en México y Brasil. O menos célebres, como el epónimo de Los
Enemigos del Duce o Llegaron los 4 del Embers, ambos editados en Chile, en
diferentes épocas. “El proceso de investigación fue muy largo y minucioso
debido a que no hay casi nada de información de los discos o de los registros”,
manifiesta Brener, empleado de una empresa de promoción y marketing. “Tampoco
hay una base de datos accesible, mucho menos de 1966 para atrás. Por lo tanto,
con Claudio tuvimos que recurrir a leer revistas de la época, buscar todos los
libros relacionados con el tema, el testimonio de amigos y desconocidos,
foros de coleccionistas, músicos que nos ayudaron a corregir muchos datos
que a veces ellos desconocían o a conseguir tapas que nos faltaban. Y, sobre
todo, al apoyo que nos dio el Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega,
donde Zelmar Garín descubría varias perlas ocultas de la música Argentina”.
–¿Cuáles
son las tapas más sorprendentes con las que se encontraron?
–Entre las que
más nos gusta está el dibujo de Pappo´s Blues Volumen 3. También otras no tan
conocidas como la de Jackie y Los Ciclones. De las más feas no vamos a nombrar
ninguna para no quedar mal con nadie (risas)… eso se lo dejamos a los que
compren el libro.
Fuente: Diario Página
12 / Cultura y Espectáculo / Collage para un rescate histórico / Cristian
Vitale / Domingo 2 de septiembre de 2018