domingo, 2 de septiembre de 2018

Catálogo de vinilos del rock argentino

CULTURA Y ESPECTÁCULO
Fernando Brener y Claudio Zuccala publicaron Catálogo de vinilos de rock argentino
Collage para un rescate histórico
Melómanos y coleccionistas, concretaron un minucioso trabajo de investigación que reunió en un libro las tapas de 1600 discos, editados entre 1958 y 1996, desafiando incluso diversos cánones de la historiografía oficial del rock.
Por Cristian Vitale
Fernando Brener y Claudio Zuccala, fans y estudiosos del rock argentino.
Imagen: Leandro Teysseire
Muchas de ellas son conocidas, emblemáticas. La lisérgica que grafica el primer vinilo de La Cofradía de la flor Solar; la del frente del cine que le abre la puerta a Películas, segundo y último disco de La Máquina de hacer pájaros, o la del Ford T blanco que le pone una imagen apropiada al Buenos Aires Blus, de La Pesada. Otras no. Pero no por ello les debe caber necesariamente el ostracismo. Por caso, la de Jorge Fandermole cuando, en pelibarba larga, se sacó una foto en las orillas del Paraná con el fin de ilustrar Tierra, sangre y agua. O la de Horacio Fontova y sus Sobrinos, parodiando bizarramente a los Village People (Homicida). O aquella de Los Bárbaros posando frente a Juan de los Palotes, el histórico boliche de Ramos Mejía. Entre ambas franjas de olvidos y recuerdos opera el libro Catálogo de vinilos de rock argentino cuyo fin, precisamente, es traer al presente unos mil seiscientos discos pertenecientes a seiscientos cincuenta artistas, entre bandas y solistas del rock criollo, y géneros afines. “Como coleccionistas de vinilos y amantes del rock argentino, quisimos saber qué vinilos nos faltaban de cada banda que nos gusta y, a raíz de ir encontrando cada vez más discos, nos pusimos a investigar. En eso estuvimos cinco años”, empieza a contar uno de los dos Quijotes que se lanzaron a semejante aventura: Fernando Martin Brener. 
Travesía que, sin más, recorre el universo iconoclasta de treinta y ocho años de músicas populares urbanas, en un recorte temporal que va desde 1958 hasta 1996. Y que le cierra las compuertas a prejuicios, al incluir ciertos negados por la ortodoxia, como las diversas agrupaciones de Eddie Pequenino (de hecho el año cero tiene que ver con el lanzamiento de El show de Eddie Pequenino) o bandas eternamente ninguneadas como Los Bambis y Los Cuatro Planetas. “Siempre nos basamos en que el rock argentino había nacido entre 1966 o 1967 según a quien se consulte, pero durante la investigación dimos con una gran cantidad de bandas y solistas que hacían rock, beat, twist, surf y todos sus derivados, muchos años antes del llamado nacimiento del rock nacional”, sigue contando Brener que, junto a su socio Claudio Zuccala, siguió el modelo de “no dejar nada afuera”, propio -se supone– de la historiografía anglosajona. “Incluso nos encontramos con músicos de las bandas consagradas del rock nacional que tocaban y compartían escenarios con artistas olvidados de los años cincuenta, algo que no se menciona en ningún libro de rock”, dice Brener, tal vez pensando en el Pappo que tocó la viola en Conexión Número 5, o en el temprano Alejandro Medina, que hizo las inferiores en Los Seasons. 
–Se las van a tener que ver, al menos, con tres “ortodoxias”: la que marca el origen del rock de acá con el disco que Sandro y Los de Fuego publicó en 1964; la que, en cambio, ve tal inicio con el de Los Gatos Salvajes de 1965; y los que finalmente recalan en el simple de Los Beatniks (“Rebelde” + “No finjas más”) de 1966.
–Hay cierta incongruencia en la historia oficial, sí, porque en efecto esta ha planteado tres nacimientos distintos. Pero yo diría que son “La Balsa” de Los Gatos, lanzada el 3 de julio del 67 y grabada el 27 de abril; el long play de Los Gatos Salvajes, que en realidad fue lanzado el 27 de julio del 66; y “Rebelde” de Los Beatniks, grabado el 2 de junio del 66 y lanzado en julio de ese año. Yo haría una excepción con los “fueguistas”, quienes suelen ser muy eruditos en lo que respecta al rock previo a Sandro. Pero la realidad, al cabo, es que la historia no arranca de acuerdo a los gustos personales, sino en relación a cómo acontecieron los hechos. Si un músico grabó un Lp de rock años antes de la música que nos gusta, ¿eso habilita a invalidarlo? La historia la hacen todos y por eso hay que tomar el comienzo más remoto que se pueda hallar. En este catálogo conviven artistas como Los Gatos, V8, Sandro, Lerner, Palito Ortega, Johnny Tedesco, Los 4 Planetas y muchísimos más que hacían rock en Argentina, desde el año 1958. Incluso los interesados van a encontrar entre las 1600 tapas, bandas del interior que no tuvieron demasiada difusión y no se llegaron a conocer, pero lograron editar su disco.
–¿Cuáles son las armas que desenfundan para defender tan “arriesgada” postura historiográfica?
–La perspectiva historiográfica es defendida por numerosos documentos: los mismos discos, sus tapas y su contenido escrito, los recortes de prensa, las fotografías de época y los extractos filmográficos. También las pocas grabaciones radiales conservadas, las partituras editadas o las fechas de registro de Sadaic. Mención de honor merece también el Boletín Oficial, el cual permite a través del Registro de Propiedad Intelectual, recuperar las fechas de edición de discos. Y podríamos seguir sumando las entrevistas realizadas, la bibliografía consultada, la misma escucha de los discos, algo que muchas veces los historiadores no hacen. Incluso hasta los mismos “Padres del Rock Nacional” aclaran que los pioneros del rock en el país fueron otros.  
Bajo el nombre formal de Catálogo de vinilos del rock argentino, el libro ofrece una collage histórico, florido y sintomático que, además de la réplica de las portadas, incluye fotos, alguna que otra banda uruguaya (Mockers, Shakers), maxis, tapas de compilados con canciones inéditas y hasta un disco cuya tapa es, directamente, una réplica del vinilo interno: Mi generación, de José Luis Fernández. También aparecen muchos trabajos de músicos argentinos editados en el exterior como el intocable Miguel Abuelo Et Nada, iluminado en Francia; los de Litto Nebbia en México y Brasil. O menos célebres, como el epónimo de Los Enemigos del Duce o Llegaron los 4 del Embers, ambos editados en Chile, en diferentes épocas. “El proceso de investigación fue muy largo y minucioso debido a que no hay casi nada de información de los discos o de los registros”, manifiesta Brener, empleado de una empresa de promoción y marketing. “Tampoco hay una base de datos accesible, mucho menos de 1966 para atrás. Por lo tanto, con Claudio tuvimos que recurrir a leer revistas de la época, buscar todos los libros relacionados con el tema, el testimonio de amigos y desconocidos,  foros de coleccionistas, músicos que nos ayudaron a corregir muchos datos que a veces ellos desconocían o a conseguir tapas que nos faltaban. Y, sobre todo, al apoyo que nos dio el Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega, donde Zelmar Garín descubría varias perlas ocultas de la música Argentina”.  
–¿Cuáles son las tapas más sorprendentes con las que se encontraron?
–Entre las que más nos gusta está el dibujo de Pappo´s Blues Volumen 3. También otras no tan conocidas como la de Jackie y Los Ciclones. De las más feas no vamos a nombrar ninguna para no quedar mal con nadie (risas)… eso se lo dejamos a los que compren el libro.
Fuente: Diario Página 12 / Cultura y Espectáculo / Collage para un rescate histórico / Cristian Vitale / Domingo 2 de septiembre de 2018