Cash
INFORME ESPECIAL
Ciclos económicos y crisis en
Argentina
La falacia de los 70
años
En un texto
especial para Cash, el economista e historiador Mario Rapoport señala que es
falso el argumento del presidente Macri acerca de que la decadencia argentina
comenzó hace 70 años. Explica que el salario real, la salud, la educación, la
cultura y la vivienda mejoraron y se redujo la pobreza desde los años 40 hasta
mediados del 70. Indica que la decadencia se inició con la última dictadura militar
y el formidable negocio del endeudamiento externo, y en gobiernos que
prohijaron políticas neoliberales, como el de Mauricio Macri.
El presidente Mauricio Macri. Imagen: Télam
El déficit de las cuentas públicas, y en forma más general
el excesivo gasto público, ha sido uno de los caballitos de batalla con los que
el gobierno y el FMI han insistido para lograr un acuerdo final sobre el
préstamo (stand-by) que, mediante un nuevo ajuste, le permitiría al país salir
no sólo de la crisis actual sino de los 70 años que el presidente Macri marcó
como los de la decadencia argentina. El acuerdo con el FMI, dice Macri, nos va
a dar más tranquilidad. La mayor parte de la oposición lo niega y señala que
los desequilibrios de la economía no provienen del déficit primario sino de la
cuenta corriente, es decir de la restricción externa, y ésta, a su vez, de las
políticas seguidas desde el inicio de la gestión de este gobierno.
Diagnóstico
El argumento es al mismo tiempo cómodo y falso, y además
viene de una larga tradición política y de una cierta saga de gobiernos que
tuvo el país. Por un lado, la mala lectura de la situación económica y
financiera mundial, las erradas políticas que preveían que en esta fase de
globalización las inversiones lloverían, sobre todo a través de los mercados y
no de los estados (aunque se atrevieron a pedir un préstamo adicional a Donald
Trump) y, por otro, conocer más claramente el destino, casi misterioso de los
fondos que llegaron en un principio, de carácter más financiero que productivo,
mientras se hablaba de la herencia recibida sin ayudarnos a resolver el
problema: volvemos a ser unos de los mayores deudores del mundo. Pero Argentina
es un país donde la historia no forma parte por lo general de la cultura de los
políticos, y menos la historia económica.
PIB
En cambio, entre
los historiadores se discutió durante mucho tiempo la cuestión de la presunta
“decadencia” argentina. En febrero de 2014, la revista británica The Economist
publicó un artículo que se titula “La parábola argentina”, diciendo que en
algún momento la Argentina había tenido un PIB per cápita superior a varias potenciaas
europeas y con el peronismo ese PIB fue ampliamente superado. Ese país, que en
la poética expresión de Rubén Darío se había transformado en el “granero del
orbe”, según las controvertidas cifras que brinda el economista de la OCDE,
Angus Maddison superaba económicamente en su PIB por cápita hasta la segunda
posguerra a naciones europeas antes mucho más ricas como Francia, Alemania o
Italia, al menos hasta fines de los años ‘40 y principios de los ‘50.
Sin embargo,
analizando los propios cuadros de Maddison, el PIB argentino per cápita recién
fue superior al francés en 1940 y continuó siéndolo hasta 1949, fue superior al
alemán de 1945 a 1951 y con respecto al italiano fue superior en varios años de
la década de 1930 y también durante la guerra, pero luego el PIB per cápita de
esos tres países superó ampliamente al argentino y en 1994, el último año que
toma Maddison, cada uno de ellos más que lo duplicaba.
En principio
debemos señalar que en los años anteriores al ‘40 que toma el mismo autor para
la Argentina, las cifras del PIB son simples estimaciones porque las primeras
cifras oficiales comenzaron a calcularse por esos años y se publicaron por
primera vez en 1955. Por lo que no pueden ser objeto de aquellas comparaciones.
Aún así, notemos que cuando la comparación es posible, a partir de la Segunda
Guerra Mundial, los tres países europeos mencionados resultaron notoriamente
afectados y sus economías casi destruidas por la guerra. La reconstrucción sólo
vino después del Plan Marshall gracias a la ayuda norteamericana, que se le
negó a la Argentina y al resto de América latina, desde 1948.
Deuda y PIB
Vemos aquí como
todo confluye: a esos 70 años perdidos tienen para el presidente Macri como
inicio aquel año mágico. Luego de la profunda crisis de 1890, la recuperación
posterior hizo que desde 1900 a 1930 el gasto público comenzara a
incrementarse, como correspondía, a un país en crecimiento y donde luego, por
el primer gran conflicto bélico se había producido cierta industrialización.
Ese es el país al que llega como presidente Hipólito Yrigoyen. En el período
radical, entre 1916 y 1930, el ingreso creció, tomando, como índice 100 en ese
primer año, 4 veces, los gastos 6 veces y la deuda pública 2,5 veces. Durante
los gobiernos posteriores el déficit fiscal fue muy alto: en 1930 (plena
crisis) y 1940, consiguiéndose cierto equilibrio en los años intermedios. La
falta de ingresos propios por la caída de los precios a la importación se
cubrió en parte en 1933 con la creación del impuesto a los réditos, más la
deuda externa, sobre todo con Inglaterra.
Así llegamos al
gobierno de Perón. Durante el peronismo, desde 1945 a 1955, el déficit primario
fue alto los cuatro primeros años, alcanzando su pico máximo en el 48 con un
17,87 por ciento del PIB debido, por un lado, a la política de redistribución
y, por otro, a la falta de todo tipo de financiamiento externo. Por el
contrario, el gobierno utilizó parte de las reservas en desendeudarse, y el
déficit externo llegó a cero en ese mismo año. Se tuvieron que usar reservas en
dólares, las que se tenía en libras por la guerra estaban bloqueadas, para
comprar en Estados Unidos la mayor parte de las importaciones necesarias.
En el ‘49 la
primera crisis de industrialización obligó a pedir un empréstito al Eximbank de
125 millones de dólares, que sirvieron sobre todo para financiar la salida de
los beneficios de sus empresas. La inflación pegó también un saltó hasta cerca
del 40 por ciento, pero a partir de allí, fue disminuyendo y en 1953 y 1954 el
fenómeno inflacionario se frenó, con tasas de 3 y 4 por ciento y se lograron
las tasas más bajas en la historia desde el ‘45 hasta la deflación de fines de
los ‘90-2001, que llevaron a la crisis de 2001.
El PIB creció
11,1 por ciento en 1947 y 8,0 al año siguiente (tomamos las cifras que se dan
oficialmente de esos años). El promedio de crecimiento del PIB fue moderado por
la crisis y tiene un mínimo de -6,6 por ciento en 1952. Hubo una redistribución
del ingreso para los trabajadores y sectores menos favorecidos, que llegó ser
un 50 por ciento del PIB, nunca alcanzado en la historia argentina. También por
primera vez el PIB industrial superó al agropecuario.
Déficit fiscal e inflación
En cuanto a las
cuentas públicas, después de la caída de Perón, entre 1957 y 1962, el déficit
fiscal, incluidos intereses ascendió del 3,35 al 6,79 por ciento. El país llegó
a un acuerdo con el Club de París y adhirió al FMI donde tomó su primer
préstamo. En ese período se profundizaron las crisis de stop and go, donde la
falta de divisas en el sector externo fue determinante frente al crecimiento de
las importaciones y los mayores costos del sector industrial.
Por consejo del
FMI se efectuó una fuerte aumentó de la paridad cambiaria en 1959 del 113,7 por
ciento, con pérdida de ingresos de gran parte de la población y el PIB bajó 6,4
por ciento. Luego la inflación se contuvo y el PIB creció 7 por ciento anual,
pero el golpe pseudo militar que llevo a José María Guido a la presidencia en
1962 trajo también como ministro de Economía a Federico Pinedo y una terapia de
shock con otra gran devaluación y dos descensos del PIB en 1962 y 1963.
El gobierno de
Arturo Illia trató de desprenderse de los consejos del FMI y el país tuvo altos
índices de crecimiento de cerca del 10 por ciento en 1964 y 1965, con un
déficit fiscal en descenso del 7 al 4 por ciento entre 1962 y 1966. De hecho,
encaminado, con mayor o menor fortuna el proceso de sustituciones de
importaciones, el país tuvo tasas medias de crecimiento continuas sin nuevas
crisis de balanza de pagos de cerca del 5 por ciento, entre 1964 y 1974,
mientras la tasa de inflación llegó a un mínimo de 7,6 por ciento en 1969 y
osciló después entre 15 y 30 por ciento, salvo 1972 y 1973, en medio de un gran
cambio político, donde alcanzó el 60 por ciento.
Avanzó el
proceso de industrialización y el PIB y se frenó luego por las posteriores
medidas neoliberales. El balance comercial fue, mayormente positivo en todo ese
período, y a los tropezones, la sustitución de importaciones, pese a sus
problemas, y el mercado interno se mantuvieron, con distintos gobiernos,
civiles y militares. Como señala Susana Torrado el salario real, la salud, la
educación y cultura (mayormente públicas) y la vivienda mejoraron en todos esos
años, así como se redujo la pobreza. Es toda esa época, a la que agrega los
años del retorno a la democracia sin diferencia sus etapas, liberales y
desarrollistas (más precisamente kirchneristas) a las que el presidente Macri
llama los 70 años de decadencia (con lo que incluye, quizás sin darse cuenta, dos
años de su mandato).
Neoliberal
Pero la realidad
fue otra, la decadencia comenzó con la última dictadura militar, el formidable
negocio del endeudamiento externo, que lo llevó de 8000 millones a más de 170
mil millones de dólares, las devaluaciones o una falsa paridad con el dólar, la
fuga de capitales, los procesos hiperinflacionarios, la enajenación de activos
del patrimonio nacional, el empobrecimiento de gran parte de la población, el
crecimiento nulo y la gran crisis del 2001. En los años posteriores a la crisis
se revirtió parte de ello.
Sin embargo, de
la democracia surgió otra vertiente, de una ideología neoliberal y aun más
radical que la de los militares, que nos ha sumido de nuevo en otra profunda
crisis. La decadencia argentina viene de los gobiernos que prohijaron esas
políticas. Fueron menos años que los que afirma el presidente Macri, pero le
hicieron mucho daño al país. Es hora de revertir el rumbo si quiere, y no
gradualmente sino con rapidez, pero con otras políticas. El desempleo, la inflación,
la corrida bancaria, la caída del nivel de vida de la mayor parte de la
población, el alza de las tarifas, la disminución de salarios y jubilaciones y
el ajuste que se viene obligan a ello. La desglobalización en curso en el mundo
y el nuevo rol de los Estados compromete a hacerlo.
Es difícil,
recurrir nuevamente a un canje de la deuda como el gobierno anterior, pero debe
tenerse en cuenta que el problema es el de las divisas y el mayor gasto público
genera un mayor consumo y producción internos y reanima la economía. Esto y la
creación de nuevos nichos tecnológicos y productivos, para lo cual hay que
revertir, entre otras cosas, la política educativa y de ciencia y técnica
serían dos buenos pasos. Una reindustrialización y creación de empleos lo seguiría.
Lo contrario, sería ver como en Grecia, un país de 10 millones de habitantes,
se marcharon de él 500 mil jóvenes, la mayoría técnicos y estudiantes.
Por Mario Rapoport
Profesor émerito
de la Universidad de Buenos Aires.
Fuente: Diario Ámbito Financiero / Cash / 16 de
septiembre de 2018.
https://www.pagina12.com.ar/142460-la-falacia-de-los-70-anos