SOCIEDAD
Vivir, soñar, aprender y enseñar a
orillas de uno de los ríos más contaminados
Las mujeres del
Riachuelo
La lucha diaria
de estas mujeres que ocupan el lugar que el Estado abandonó. Cada una de ellas
soluciona lo urgente, lo importante, e incluso, en algunos casos, hasta lo
imposible, para que la vida de sus hijos mejore.
Por Gisela Marziotta
Imagen:
Carolina Camps
Fernanda, Claudia, Gladys y Serafina, movilizadas por el
deseo de ayudar a los demás y mejorar la calidad de vida de quienes viven en
los alrededores del Riachuelo, le ponen el cuerpo día a día a la contaminación
y buscan generar conciencia desde la docencia, el arte, la creatividad y el
reciclaje.
En la Cuenca Matanza-Riachuelo hay tres causas principales
de contaminación: la primera son los residuos cloacales que recibe; la segunda,
los residuos sobrenadantes que llegan al espejo de agua; y la tercera, lo que
arrojan las industrias que se encuentran a su alrededor.
Sin embargo, la
batalla no se da solamente en el ámbito de la Justicia, hay una lucha diaria
que llevan adelante estas mujeres que ocupan el espacio que el Estado dejó
vacante hace años. Desde lo jurídico, pero también desde lo social, desde lo
ambiental y desde la solidaridad, cada una de ellas soluciona lo urgente, lo
importante y hasta en algunos casos lo imposible.
Una mujer fue la
que dio el nombre a la causa, ‘Mendoza’, por Beatriz, ya que fue ella quien
inició las denuncias por contaminación. Un década se cumplió este año del fallo
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que en 2008 intimó a la Autoridad
de Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) a implementar un Plan de Saneamiento en
respuesta a precisamente a esa causa.
Serafina Falagán
hoy tiene 82 años y vivió toda su vida en la Villa 26. Llegó de Santiago del
Estero con 16 años a vivir a un barrio muy precario con casitas de chapa y
cartón. Los pisos eran de tierra, había sólo dos canillas para todos y luz sólo
si se usaba kerosene.
Desde que tiene
memoria, Serafina trabaja con niños en deportes, en colonias y repartiendo
alimentos. “En los ‘90 la gente me decía por qué no ponía un merendero”,
recordó la mujer en diálogo con PáginaI12, y así fue que desde entonces arrancó
con el comedor que comenzó con unos diez chicos y que llegó a darles de comer a
260.
Movilizada por
el deseo de trabajar con la gente y de mejorar la calidad de vida de todos,
Serafina fue la encargada de lograr que más de 300 familias de la Villa 26,
perjudicadas por las condiciones de la cuenca, fueran relocalizadas hace unos
meses. “Luchamos y luchamos y ahora están todos relocalizados en una vivienda
digna”, contó orgullosa Serafina.
La edad no es un
impedimento para la lucha, Serafina reconoce haber peleado “a capa y espada”
para lograr la relocalización de las familias. “Andaba en las reuniones, en la
Legislatura, en el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC), en el Juzgado,
de acá para allá con mi hijo Raúl. Nos patrocinó el abogado Alejandro Franco y
con eso pudimos pelear. Creo que es la única villa en la historia que fue
trasladada por una mujer”, destacó.
Claudia Leguizamón
es maestra en la Escuela Nº 72 Pedro Medrano, de Villa Jardín, desde hace 17
años. En 2010 dos alumnos de 5º grado se pelearon a golpes sobre su escritorio.
Preocupada por la situación y al ver a uno de ellos acurrucado contra el
escritorio, les pidió a los chicos que le contaran a través de un dibujo lo que
estaban sintiendo. Para su triste sorpresa y la de las otras maestras,
descubrieron que los chicos estaban viviendo el duelo por la muerte de sus
hermanos más pequeños, enfermos por la contaminación, estaban padeciendo el
dolor de la pérdida.
“Soy una mamá
que perdió una hijita de seis años y puedo asegurar que es el dolor más grande
en la Tierra que un ser humano pueda sentir. Dije ‘algo tengo que hacer’.
Cambió la mirada pedagógica. Algo me estaba atravesando en el salón que no
estaba viendo, era el Riachuelo, que para mí era invisible. Todos los días
durante muchísimos años pasaba con el colectivo, lo miraba y sin embargo para
mí no era una realidad para poder educar a los chicos. Hasta que el Riachuelo
me atravesó en el salón”, relató Claudia a PáginaI12.
En ese sentido,
recordó: “Ahí comenzamos a investigar y a trabajar los problemas ambientales
del barrio, el acceso al agua potable, a las viviendas dignas. Para mí fue
quebrantante. El padre que tiene un hijo sabe del dolor y no podía quedarme
quieta”.
Ese fue el punto
de partida para que la maestra de Villa Jardín iniciara el proyecto Guardianes
del Riachuelo. Junto a los chicos de la escuela salieron al barrio,
investigaron los problemas, hicieron registros de los basurales, de las zanjas
y de los lugares altamente contaminados del Riachuelo. “Salimos a mirar qué era
lo que pasaba y de todo eso aprendimos la historia de la contaminación del
río”, explicó Leguizamón.
En 2011 se
entrevistaron con el entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia,
Ricardo Lorenzetti, y lo que iba a ser una entrevista de diez minutos, terminó
siendo un encuentro de una hora donde los chicos pudieron describirle con sus
palabras y con su experiencia lo que es vivir en la contaminación. “A partir de
eso empezamos a hacer campañas de concientización en el barrio, cada 5 de abril
salimos a abrazar al barrio para que realmente suceda el cambio. Y de hecho, a
partir de ese año comenzaron a suceder cambios.”, aseguró Leguizamón.
El proyecto de
Guardianes está aplicado a los 220 niños que hay en la escuela y el grupo líder
son los dos 5º grados. Y ahora están trabajando en la campaña Dame una Mano y
le enseñan a toda la escuela a separar los residuos.
“Los recuperadores
ya no levantan de la basura cortándose las manos ni lastimándose, vienen, tocan
el timbre de la escuela y sale todo el residuo impecable”, señaló la maestra y
agregó: “Estoy acá luchando por los chicos, como siempre les digo: primero
ellos, segundo ellos y tercero ellos”.
Los residuos del
Riachuelo son un aporte importante a la contaminación. En ese sentido, se
destaca la tarea de Gladys Ibarra, que es cooperativista y trabaja separando
residuos de la zona. “Más allá de que estamos haciendo un trabajo de hombres, a
nosotras, las mujeres, no nos importa Nos cuesta, pero las mujeres nos
adaptamos a cualquier trabajo por nuestros hijos. Con este trabajo llevamos
nuestra comida a la casa pero también ayudamos al medio ambiente y a la
situación del Riachuelo”, enfatizó.
Fernanda Laguna
es poeta y artista. Desde 2003 dirige una escuela de proyectos y actividades en
Fiorito y para poder abordar la realidad que viven en la cuenca, abrió una
galería de arte y allí vecinos y artistas de distintos lugares exponen sus
trabajos.
La galería se
llama Belleza y Felicidad, y Fernanda explicó que eligió ese nombre porque “el
arte tiene que reflejar problemáticas pero también refleja deseos, retratos, es
también lo que uno quiere para la vida”. Desde talleres de poesía hasta
desfiles, publicidad y cocina gourmet, todos los recursos son válidos para que
los vecinos se expresen y visibilicen la realidad en la viven.
“Abordar la
problemática de una manera poética o artística te ayuda a maximizar los
recursos que tenés y hacerlos hasta más efectivos. Nosotros hicimos una vez un
desfile de modas donde trabajamos todo lo que llevaban puesto y era para
denunciar la contaminación del barrio. Hicimos una producción artística de
remeras que se vendieron y con eso ganamos plata. Lo artístico, la comunicación
y generar recursos van de la mano, y la parte de ganar dinero también es
importante”, aseguró Laguna.
Sensibilidad,
compromiso, conocimiento, voluntad, solidaridad, cariño, afecto y mucho más les
pone cada una de estas mujeres a cada una de las luchas que emprenden. Las
mujeres del Riachuelo son mujeres que a pesar del tiempo, las adversidades y
sus propias vidas, construyeron y construyen para que la realidad de ellas, de
sus hijos y de todos mejore
Fuente: Diario Página 12 / Sociedad / Las mujeres del
Riachuelo / Gisela Marziotta / 29-09-2018.
https://www.pagina12.com.ar/145201-las-mujeres-del-riachuelo