sábado, 18 de enero de 2020

Leyendas Ancestrales

Leyenda del Cacuy
Dicen que en el monte vivían dos hermanos. Pero mientras él se desvivía por atenderla y hacerla feliz, ella totalmente indiferente, parecía gozar haciendo daño a su hermano.
A veces, hosca y huraña, lo privaba hasta del placer de su compañía. Un día, cuando el volvía cansado y sediento del monte, ella derramó el último bote de miel que tenían.
Harto de soportarla, la invitó al monte, a buscar un nuevo panal que había encontrado.
Ella (inexplicablemente) aceptó. Al llegar a un árbol muy alto, él le dijo que debía taparse la cabeza, pues había peligro si las abejas andaban cerca. Ella sumisa y embozada, comenzó el ascenso antes que su hermano. Cuando llego a lo más alto del árbol, él, simulando que ascendía, fue bajando mientras desgajaba totalmente el tronco.
Cuando pasó el tiempo y ella, quitándose la manta, se dio cuenta de la trampa en que había caído, comenzó a llamar a su hermano.
¡Turay! Al verlo que se alejaba le gritó: ¡Cacuy...Turay! (detente párate hermano). Pero él no regresó. Y mientras la noche envolvía al monte con su manto de negrura, ella se convirtió en pájaro que gime, llamando aún a su hermano monumento al cacuy.
Podemos preguntarnos: ¿y si el hermano –tan bueno y generoso- requería los amores de su hermana? ¿Y si precisamente, para evitar dárselos, ella se revestía de hosquedad y le daba motivos para odiarla? La hermana pudo tener presente el tabú sexual que la sangre común le imponía, y no sentir como castigo el convertirse en pájaro, sino más bien una liberación.
Pero los paisanos, la gente común no hacen estas especulaciones. Profundamente religiosa la gente ve el castigo a la maldad de la hermana, y la leyenda sirve como un examen de conciencia a sus relaciones fraternales. Menos prosaicas son las supersticiones que hay en torno al pajarito que lleva su nombre. Como toda ave de origen mágico, su canto anuncia lluvia y es señal de disputa entre hermanos. También lleva en sí cualidades esotéricas: si canta en el techo de la casa, preanuncia muerte.
Tanto en la leyenda del Cacuy como en la del Urutaú, hay una alegoría mítica: la mujer abandonada que llora el alejamiento de su compañero. El ave- mujer que con su gemido lastimero purgará eternamente una culpa moral: el Urutaú, la liviandad con que aceptó los amores de un desconocido; el Cacuy, la perversidad de la hermana.
Fuente: Mesoamérica, Leyenda de la Provincia de Santiago del Estero.