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La mirada indiscreta de Helmut
Newton
Por Celina Chatruc
Helmut
tenía 18 años cuando se separó de sus padres en Berlín. Ellos abordaron
un barco rumbo a la Argentina; él tomó un tren con destino a Trieste, donde se
subió a otro barco que se dirigía a China. Logró así escapar de los nazis, que
ya lo habían encerrado un tiempo en un campo de concentración.
La familia
Neustädter, de origen judío, dejaba así en 1938 el lujo de la vida que les
había permitido su fábrica de botones. Helmut estaba dispuesto a comenzar de
cero: formado como asistente de una fotógrafa conocida como Yva, soñaba con
trabajar para la revista Vogue.
Detalle de Autorretrato con June y modelos en el estudio de París, 1981
Crédito: Gentileza Malba
No sólo
cumpliría esa meta, tras radicarse en Australia y adoptar el apellido " Newton",
sino que se convertiría en uno de los fotógrafos más reconocidos del siglo
XX. Inspirado en los misteriosos climas creados por el húngaro Brassaï
convirtió en arte una explosiva fórmula de sexo, glamour y poder que codiciaron
también otras revistas como Harper's Bazaar, Playboy, Elle y Vanity
Fair.
Sus mujeres
fatales desataron críticas feministas, pese a su insistencia en que las
mostraba empoderadas. Aunque los cuestionamientos no lo detuvieron. Llegó al
límite de la pornografía e, incluso, del rechazo. En 1994, la marca de joyas Bulgari
amenazó con retirar su pauta publicitaria de Vogue como consecuencia
de una de sus provocadoras imágenes: las manos que lucían un anillo de
diamantes estaban dedicadas a desmembrar un pollo. "Amo la vulgaridad
-confesó Newton-. El mal gusto es mucho más excitante que el supuesto buen
gusto, que no es más que una manera estandarizada de mirar las cosas".
Ese punto de
vista que evadió los lugares comunes se reflejó también en sus retratos de
celebridades, desde Nastassja Kinski y Cindy Crawford hasta Salvador
Dalí, Madonna o Andy Warhol. Y tuvo su manifestación
contundente en Sumo (1999), gigantesco libro de más de 400 imágenes
publicado por Taschen y ofrecido por 20.000 dólares con una mesa diseñada por Philippe
Starck.
Este volumen y
otros dedicados a compilar su obra fueron editados por June Brunell, su esposa
durante más de medio siglo. Actriz devenida fotógrafa, ella trabajó con el
pseudónimo de Alice Springs y fue quien inauguró en 2004 en Berlín,
meses después de su muerte tras un accidente de auto, la Fundación Helmut
Newton. La sede es un antiguo club de soldados, con vista al muelle donde
Helmut se despidió de sus padres. Desde allí partieron rumbo al país que este
año alojará en el Malba la primera retrospectiva en la región dedicada a la
obra de su hijo, a un siglo de su nacimiento.
Fuente: Diario La
Nación, 5 de enero de 2020