NOTA PERIODISTICA
El psicoanalista advierte que el neoliberalismo "ya no busca
legitimidad en las organizaciones institucionales"
Jorge Alemán: "La
presencia del odio es constitutiva del neoliberalismo"
Un panorama agudo tanto del discurso capitalista
que abordó Jacques Lacan como de los discursos de odio en este presente
argentino.
Por Oscar Ranzani
Imagen: Sofia Genovese
El prestigioso psicoanalista y escritor argentino Jorge Alemán se exilió
en España en 1976, en plena dictadura argentina, y cuando el país ibérico hacía
poco que iniciaba una transición a la democracia, después de casi cuarenta años
del régimen dictatorial de Francisco Franco, quien falleció el 20 de noviembre
de 1975. Alemán tenía 25 años. Desde entonces, vive en Madrid. Autor de
numerosos libros que dan cuenta de un pensamiento que une psicoanálisis,
filosofía y política, así como de libros de poesía, durante la segunda mitad de
los ‘70 formó parte de la avanzada del psicoanálisis lacaniano en España y es
unos de los intelectuales más consultados. Pero nunca se olvidó de su tierra. Por
eso, cuando se le consulta en qué medida su teoría puede explicar lo que está
viviendo la sociedad argentina, Alemán es capaz de trazar un agudo y lúcido
panorama tanto del discurso capitalista que abordó Jacques Lacan, como de los
discursos del odio en este presente argentino.
--¿En qué aspectos se cumplen las características del discurso
capitalista del que hablaba Lacan en estos tiempos?
--En todos los aspectos. Es mi tesis. Hay una homología estructural entre
el discurso capitalista y el neoliberalismo. El neoliberalismo es el triunfo,
en términos heideggerianos, de la técnica. Es la idea de entrenar al cerebro a
través de las estructuras cognitivas, las nanotecnologías, las redes
informáticas. Es gestionar el cerebro como si fuera una empresa. A la vez, a
toda la violencia del sistema, el neoliberalismo la intenta hacer pasar por la
culpa del sujeto; es decir, el propio sujeto es culpable de todas las
circunstancias adversas que le tocan vivir en este mundo. La idea es que cada
sujeto considere su libertad en los términos de costo-beneficio. Todo eso ya
estuvo previamente enunciado por Lacan cuando escribió el discurso capitalista.
Habló del rechazo del amor; es decir, esta especie de management del
alma que hay ahora con los términos empatía, autoestima, resiliencia que, en
realidad, son términos que tratan de entrenar a los sujetos para que soporten
cualquier cosa o para que la única realidad de esos sujetos sea su narcisismo.
Lacan también en ese discurso anunció el plus de gozar, un término muy
problemático. No está solamente en la clase dominante, sino que también juega
su papel en los sectores explotados y en los sectores oprimidos. Basta ver
cuando se dice que hay muchísimos sectores de la población en distintas partes
del mundo que votan contra sus propios intereses. Si se leyera la estructura
del discurso capitalista como corresponde se vería que no están votando contra
sus propios intereses. Pero los intereses de los sujetos no son sus intereses
vitales, no son los intereses del principio del placer, no son los intereses
homeostáticos. Están en un más allá. Son intereses vinculados al goce. Y cuando
se pone a los interese vinculados al goce todo se vuelve mucho más
problemático. Uno entiende por qué en una villa miseria o en una favela hay
intercambios de armas, marcas de todo tipo. Finalmente, hay un mercado. Las
exigencias y los imperativos de rendimiento siguen funcionando en el corazón
mismo de la pobreza.
--"Hay mucho miedo de que se ponga todo mucho peor de cómo
está", le dijo usted a este cronista en 2017 cuando Mauricio Macri ya era
presidente. Viendo los hechos sucedidos en los últimos tiempos, su análisis
tenía un innegable carácter anticipatorio.
--Sí, se puso mucho peor. El mundo está mucho peor. Es decir, ha surgido
a raíz de los efectos de destrucción en el discurso capitalista de los puntos
de anclaje un tipo de subjetividad que no tiene dónde amarrarse, que flota,
como diría Lacan; que no tiene un horizonte político en donde incluirse. Y el
receptáculo de todo eso ha sido la ultraderecha. No hay que confundirla con las
ultraderechas históricas. La ultraderecha es una agenda, no un partido
político. Y es este híbrido de neoliberalismo y una estructura que está
dispuesta a llevar adelante la destrucción de todos los lazos sociales, del
sujeto, y transformar todo en una especie de performance y entrenamiento para
los que pueda entrar al mercado o los que queden afuera.
--¿Y cómo analiza desde la teoría psicoanalítica los discursos de odio y
por qué prenden en algunos sujetos de semejante manera?
--Si uno no tiene ningún legado simbólico, si a uno le han destruido el
horizonte histórico en el que se podía reconocer, las pulsiones de muerte y las
pulsiones de destrucción están en todos los sujetos. Y si al sujeto se lo
captura de tal manera que deja de tener historia y lo único que escucha es lo
que en el presente absoluto se mueve y eso que se mueve está todo el tiempo
llamando a la destrucción y al odio de todo aquel que quiera volver a
introducir el campo transformador de lo popular, bueno, hace tiempo que el
neoliberalismo ha entendido que no se va a legitimar a través de las
instituciones, que se tiene que legitimar a través del odio Si usted ve cómo va
funcionando el neoliberalismo desde Estados Unidos a Europa observará que ya no
buscan legitimidad en las organizaciones institucionales sino que es
constitutivo del neoliberalismo la presencia del odio.
--¿Y el tipo de rechazo que se produjo con el kirchnerismo es muy
parecido a un rechazo que se expande por el mundo? La pregunta es porque en la
Argentina se suele hablar de una similitud entre 1955 y la actualidad en cuanto
a ese tipo de discursos.
--Evidentemente, Argentina tiene sus peculiaridades. Primero, está el
odio clásico al peronismo. Segundo, está el odio a lo femenino, encarnado en la
figura de Cristina, cuando lo femenino asume una vocación política de
transformación y de llevar al campo de lo popular al poder. Esto se les vuelve
insoportable a muchísimos sujetos, como el sujeto que buscó su "minuto de
gloria". Este sujeto que el otro día buscó su "minuto de gloria"
es el resultado de su odio y de la intersección de ese odio con todos los
aparatos mediáticos que están promoviendo, que no tienen otra consistencia que
el odio que promueven.
--Se llegó al límite de que muchos sujetos rechazan a la vicepresidenta
hasta por su voz. ¿Cómo se configuran los discursos de odio a nivel individual?
--Así. El odio termina siendo no algo que se dirija a una forma de pensar
solamente. El odio se dirige al ser. Esa es la potencia que, a veces, tiene el
odio con respecto al amor: el odio se dirige a la propia existencia. Entonces,
la voz, los gestos, el cuerpo, la manera de moverse, todo eso nutre al odio.
--¿Y de qué modo cree que se puede analizar la ideología en la formación
psíquica? ¿O acaso lo psíquico es formador de ideología?
--El gran aporte de la izquierda lacaniana --y eso lo he trabajado en mi
último libro Ideología-- es la relación muy problemática, pero
relación al fin, entre la ideología y el fantasma. La ideología tiene que ver
con la reproducción de las relaciones sociales de producción; es decir, con la
explotación y la opresión, pero el fantasma le presta a la ideología una
superficie de inscripción. Por ejemplo, lo que estuvimos viendo en este sujeto
el otro día. Este sujeto, por lo que sea, se realiza a través de un acto
violento que en él pretende alcanzar su “minuto de gloria”. Eso no es algo
meramente ideológico, es de orden fantasmático también. El gran mérito de
Althusser es que cuando leyó a Lacan y escribió sobre los aparatos ideológicos
del Estado inscribió el problema del estadio del espejo; es decir, el de las
identificaciones dentro de la ideología. Por lo tanto, si usted ve a un
inmigrante en Europa que vota a la ultraderecha, uno dice: “Pero, ¿Cómo puede ir
en contra de sus intereses?”. Vuelvo a insistir en este punto: depende de qué
identificaciones tenga, porque cuando la historia desaparece, las
identificaciones se vuelven muy fuertes.
--Freud decía que una mente sana es aquella que no niega la realidad,
pero se esfuerza en transformarla. Si se lo aplica a lo colectivo, ¿en qué
aspectos es esta una sociedad enferma y cómo se puede lograr modificarlo?
--Los acontecimientos hablarán porque realmente la sociedad está muy
enferma. Hay muchísimos lugares del mundo, por ejemplo, aquí en España, la
coalición que forman el PSOE, Izquierda Unida y Podemos hizo las cosas con
bastante sentido común, teniendo en cuenta la pandemia, la guerra y el tiempo
que le tocó. Y es probable que pierda las elecciones. ¿Por qué? Del otro lado
tiene esta derecha desinhibida que propone que no va a pagar la luz, que ya
puso en su tiempo que la cuarentena era una imposición. Hay que tener en cuenta
que nosotros hemos quedado del lado de los argumentos, del lado de las
restricciones, del lado de "hay que renunciar para el bien común", y
la derecha está en un proceso de desinhibición para que luego se distribuya por
todas partes. Mientras que, a la vez, la fractura de lo social se va
pronunciando cada vez más y la desigualdad aumenta. En el goce que propone la
ultraderecha está el aumento de la desigualdad.
Fuente
Diario
Página 12, jueves 8 de septiembre de 2022.