SOCIEDAD
Un equipo del INTA investiga su sistema inmunológico
que estaría en condiciones de rechazar al SARS CoV-2
Coronavirus: los anticuerpos
de las llamas podrían esconder una respuesta
La
investigación recibirá el apoyo del gobierno y es liderada por Viviana Parreño,
referente del INTA.
Por Pablo Esteban
Spike,
la heroína capaz de ponerle un freno al coronavirus y Diego Franco.
“Queremos diseñar anticuerpos argentinos para que el
Ministerio de Salud pueda utilizarlos cuando crea conveniente y no tenga que
importarlos de otros países", dice Viviana Parreño, quien lidera el
Laboratorio de Virus Gastroentéricos del Instituto de Virología del INTA y,
desde hace décadas, se especializa en virus que causan diarrea neonatal.
Parreño llidera uno de los 64 proyectos que será apoyado y recibirá el subsidio
del gobierno por 100 mil dólares. Será financiado a través de la Agencia de
Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación
(Agencia I+D+i), del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la
Nación. "En seis meses, a más tardar, deberíamos estar culminando con todo
el procedimiento y tener listos los prototipos para ir a fases clínicas y por
último escalarlos comercialmente. La fórmula costo-efectiva puede llegar ser
muy buena incluso”, señala Parreño.
Viviana Parreño
Las llamas, camélidos sudamericanos y símbolo de la cultura
andina, atesoran en su sistema inmunológico un tipo particular de anticuerpos
que poseen propiedades biotecnológicas singulares. Cuentan con “nanobodies”:
las moléculas más pequeñas que existen en la naturaleza; característica que les
permite reconocer a otras y neutralizarlas. Además, conservan sus propiedades
en pH extremos y resisten altas temperaturas. “A diferencia de los humanos, los
anticuerpos de las llamas son ‘de cadena pesada’ y ello produce una ventaja
desde el punto de vista de la ingeniería genética. Son moléculas muy
chiquititas –del orden de los nanómetros–, con lo cual, pueden penetrar tejidos
y atravesar barreras. Por ejemplo, llegan con facilidad al cerebro y a los
testículos, regiones a las que generalmente los anticuerpos no consiguen
acceder. Así es como pueden penetrar en los virus y desarmarlos”, explica esta
investigadora que también se desempeña como coordinadora científica de
Incuinta, una incubadora de proyectos que desde el INTA promueve la formación
de empresas público-privadas de base tecnológica. Y continúa: “En el caso de
SARS CoV-2 se pueden enganchar a la vesícula del virus hasta neutralizarlo y
evitar que se una en las células, utilice la maquinaria celular en su provecho
y en detrimento de nuestros organismos”.
Diego Franco y la investigadora Gisella Marcopido.
Ahora bien,
¿cómo es el proceso experimental? Se inmuniza a la llama hasta que alcanza su
grado máximo de defensas para combatir al virus. Se le extrae sangre, se
identifican con precisión sus nanoanticuerpos y, como resultado, se obtienen
aquellos que son capaces de reconocer moléculas virales y neutralizarlas. “A
las llamas las vacunamos con una proteína inactivada de SARS CoV-2 (no puede
hacerle daño), aguardamos que genere los anticuerpos y, luego de un tiempo,
extraemos la sangre. De allí los linfocitos y de éstos, a su vez, separamos los
ácidos nucleicos y, finalmente, generamos una biblioteca de genes. Por último,
de esa biblioteca tendremos que identificar cuál es el anticuerpo más efectivo
para combatir al patógeno. Es un proceso que lleva unos meses”, narra Parreño.
Una vez que
seleccionan al anticuerpo adecuado y que atraviesa con éxito todas las pruebas
de toxicidad y seguridad, la meta es escalarlo industrialmente para que pueda
llegar a buena parte de la población. “Nuestro objetivo será utilizarlos para
nebulizar a aquellas personas que están muy expuestas al coronavirus, como los
enfermeros y los médicos. Las partículas virales podrían neutralizarse en la
garganta y evitar que conquisten los pulmones. Esa barrera de defensas serviría
muy bien para frenar el contagio. En definitiva, sería útil como prevención
para aquellos individuos que aún no se han infectado y como tratamiento para
los que tienen al patógeno en el organismo”, destaca la experta. De manera que
podría administrarse por vía oral, nasal y a través de inyecciones, si es que
la enfermedad se halla en una fase avanzada y la droga debe actuar directamente
en los pulmones.
Marina Bok, Marcopido y Parreño.
Un punto a destacar es que solo se necesitan los anticuerpos
de una sola llama para fabricar decenas de miles de dosis. “Lo que nosotros
extraemos del animal es el código genético del anticuerpo que nos sirve. Eso,
más tarde, se expresa y se puede replicar de manera ilimitada, del modo en que
lo hacen las empresas biotecnológicas con otros fármacos. Es muy positivo
porque a la llama solo le sacamos sangre una sola vez y utilizamos su material
genético de manera indefinida”, advierte. Los anticuerpos, previamente,
deberían “humanizarse” para no ser rechazados por las personas; de lo
contrario, el sistema inmune de los humanos podría atacar al reconocerlo como
un agente extraño. Resuelto este paso, la droga estaría en condiciones de
cumplir con todas las funciones que se esperan que realice.
Spike y sus amigas.
La llama en
cuestión fue bautizada “Spike” en referencia a la proteína clave que se
encuentra en la superficie del virus. Es blanca y cuenta con una pintita marrón
que la distingue del resto. Se encuentra en la Unidad de Camélidos del campo
experimental que el INTA tiene en Castelar. Fue donada –junto con otras cuatro–
por Estancias y Cabañas “Las Lilas” y el transportista las trasladó desde
Saavedra (provincia de Buenos Aires, a 700 km de CABA) en plena cuarentena.
Contó con un permiso especial que confeccionó el Ejército para sortear los
retenes y así fue como este camélido, que apenas tiene un año de vida,
consiguió arribar al campo. “Para nuestra sorpresa, Aymar Moris (quien manejaba
el camión) nos regaló sus honorarios y el combustible del transporte. Por eso,
en retribución a su buena acción otra de las llamas lleva su nombre”, relata
emocionada. “Para que todos se queden tranquilos, los camélidos son tratados
por especialistas. No hacemos más que extraer su sangre en una ocasión y
realizamos algunas pruebas control sin ningún tipo de riesgo, por supuesto.
Cuando todo esto termine habrá que buscarle un lugar para vivir, yo me las quiero
quedar”, remata Parreño.
pablo.esteban@pagina12.com.ar
Fuente: Diario Página
12, 11 de mayo de 2020.