Economía
El Plan "Doble cero" del
Gobierno, ¿un espejo del Plan Primavera?
1988. El entonces presidente Raúl
Alfonsín y su ministro de Economía Juan Sourrouille.
Por Julián
Zícari*
El actual plan económico, el "Doble cero", que
consiste básicamente en tener una emisión monetaria cero y en un déficit fiscal
primario cero, tiene muchos parecidos con el "plan primavera" lanzado
por Alfonsín al finalizar su mandato y que desembocó en la terrible crisis
hiperinflacionaria de 1989. Por lo cual se vuelve indispensable comparar ambos
programas económicos para entender cuán diferentes o similares son.
Empecemos por un punto central. El Plan Primavera fue
lanzado en agosto de 1988 con un único fin: buscó evitar un colapso económico
virtualmente catastrófico que ya asomaba como amenazante. Es decir, al igual
que nuestro Doble cero actual, no tuvo como horizonte promover el crecimiento
económico, alentar las mejoras salariales, subir el consumo ni pensar en el
desarrollo del país. Ambos planes simplemente intentan contener el naufragio
absoluto de la economía y tienen una lógica defensiva: aguantar y rezar para
que no explote todo, suponiendo que ambos partidos gobernantes (tanto la UCR en
1988 como Cambiemos ahora) podrían llegar competitivos a las elecciones presidenciales
del siguiente año si evitan el desbarranco.
A través de varios frentes, todo el programa del Primavera
apostó entonces a contener el dólar y a la inflación como elementos centrales
para estabilizar la economía (lo mismo que el Doble Cero), pensando en que un
fuerte frío recesivo -tan severo como el actual- sería suficiente para tener
las controladas las principales variables. Por el lado monetario, subió
fuertemente las tasas de interés y lazó un agresivo "festival de
bonos" para aspirar todos los australes posibles del mercado, con tasas
peligrosamente crecientes: se emitieron los Bonor, Bonin, Barra, Bagon, Tidol,
Denor, Vavis y TCD. Algo que nos recuerda a las elevadísimas tasas actuales y a
las Lebacs, Letes, Lecaps, Leliqs, Bono Dual, Repos y Bonar de próximo
vencimiento.
Con el fin de desacelerar los precios, el Primavera
estableció un acuerdo de precios con los industriales de la UIA por 180 días
(un programa no tan distinto al vigente Precios Cuidados), como también bajó el
IVA del 18 al 15% para quitar presiones inflacionarias. A su vez, aumentó por
decreto un 25% los sueldos públicos para recomponer en algo el poder
adquisitivo de los asalariados y liberó las paritarias para los privados (algo
similar al debate nuestro sobre el bono de cinco mil pesos para fin de año). En
otro orden, existió un fuerte aumento tarifario en los servicios públicos para
recuperar la rentabilidad del sector, basados en la promesa de que así se
promoverían inversiones allí (de nuevo, algo muy similar a los tarifazos
permanentes que vivimos a diario). La nafta, sin ir más lejos, fue el precio
que más subió, tal cual ocurre ahora.
Por el lado externo, se redujeron las retenciones
agropecuarias y se desdobló el mercado cambiario (en uno oficial, fuertemente
controlado, y otro libre, en el que se aplicó una brusca devaluación), todo con
el fin de promover las exportaciones y con eso alentar la entrada de dólares al
país. Se pensaba aprovechar así la excelente coyuntura externa que tenía el
país, con alza de los precios externos y un abundante superávit comercial. Es
decir, otro planteo no tan lejano al actual: este año se sufrió una fuertísima
devaluación y se espera tener el año próximo una cosecha récord que permita
conquistar un superávit comercial más que generoso.
Ámbito
Financiero del 1° de agosto de 1988, días antes del anuncio del Plan Primavera.
Por último, el Primavera estaría blindado financieramente
vía un acuerdo con el Banco Mundial que habilitaría fondos periódicos para
auxiliar al país. El plan tuvo el caluroso apoyo de los Estados Unidos, el cual
fue lanzado junto al Secretario de Estado George Shultz que vino a la Argentina
especialmente para eso. Con ello se aseguraba que desde el norte no se dejaría
caer al país, especialmente porque no querían que peronismo ganara las
elecciones próximas. Parece mentira, pero es otra similitud central: el Doble
Cero cuenta con el caluroso apoyo ahora del FMI y también de Estados Unidos,
especialmente por parte de Trump, basados en el temor a un virtual triunfo electoral
del peronismo.
El resultado inicial del Primavera pareció todo un éxito: la
inflación mensual bajó del 25% en agosto para quedar en 6,8% en diciembre. A su
vez, las altas tasas de interés hicieron que entraran muchos dólares al país
atraídos por ellas, el Banco Central así recuperó reservas y el valor de la
divisa pudo ser controlado. Estos "éxitos" iniciales son parecidos a
los del Doble Cero, el dólar está siendo controlado y la inflación parece dar
signos de desacelerarse: se proyecta que del 6,7% de septiembre caería al 2,3%
en noviembre.
¿Qué salió mal en el Primavera entonces? Por lo menos cuatro
cosas. Primero, a medida que el programa fue acercándose a las elecciones, cayó
la renovación de títulos públicos y letras, puesto que el temor al virtual
triunfo peronista llenó de temor a los mercados. A esto, el Banco Central
respondió aplicando colocaciones forzosas y la suba de los encajes, los cuales
pasaron a ser remunerados. Sin embargo, ni eso ni la fuerte suba de tasas pudo
evitar que los inversores optaran por pasarse del austral (la moneda doméstica)
al dólar. En segundo lugar, se cometió el garrafal error de suponer que tener
superávit comercial abultado o altas exportaciones de la cosecha implicaría
tener masivas liquidaciones y la entrada de dólares frescos. Más bien ocurrió
todo lo contrario: se retuvieron las liquidaciones y el dólar comenzó a subir
en su demanda a una velocidad incontrolable.
Todo comenzó a darse vuelta: los inversores dejaron de
entrar al país, para querer irse a toda prisa; no se renovaban la deuda ni
subían los depósitos sino que todos huían al dólar; el superávit fiscal del
gobierno nacional y el cuasifiscal del Banco Central demostraban no poder ser
controlados y al contrario no pararon de subir, producto esencialmente del
endeudamiento previo: el del nacional porque la depreciación del austral hacía
subir el déficit financiero y el del Banco Central por los altos intereses de
sus colocaciones (todo exactamente como ahora). Así, operó un tercer factor:
las expectativas actuaron negativamente y fueron las responsables de corridas
bancarias y cambiarias indetenibles, donde el default se dio por descontando y
no hubo forma de detener el diagnóstico negativo del mercado: la hiper había
llegado.
Por último, el cuarto factor fue que el Banco Mundial y los
Estados Unidos -al contrario de las señales previas- le soltaron la mano al
gobierno de Alfonsín ya que veían que no valía hacer los desembolsos
anunciados: por más que se enviara el dinero, el país igualmente no podría revertir
la dinámica operada.
En síntesis, los cuatro factores que llevaron a la caída del
Primavera parecen estar incubándose otra vez. Si sólo consideramos que el
diagnóstico de default próximo es prácticamente unánime, que las encuestas
muestran que el peronismo asoma con chances de retornar al gobierno el año
próximo, que los déficits del gobierno nacional y del Banco Central parecen
replicar exactamente lo que pasó a fines de los 80s y que de aquí a fin del año
próximo vencen 83 mil millones de dólares (cuando el FMI cómo máximo nos dará
30), el cóctel parece ya ser muy peligroso. Por todo ello, para no terminar con
los mismos resultados, ojalá alguna vez pudiéramos aprender alguna lección del
pasado.
* Economista. Doctor en Ciencias Sociales. Autor de "Camino
al colapso. Cómo llegamos los argentinos al 2001".
Fuente: Diario Ámbito Financiero, Economía, El Plan "Doble cero" del Gobierno, ¿un espejo del Plan
Primavera?, Julián Zícari, miércoles 14 de Noviembre de
2018.
Información adicional